viernes, 26 de junio de 2009

EL FRACASO ESCOLAR


FRACASO ESCOLAR, FRACASO SOCIAL
José Mario Horcas Villarreal
jmariohv@yahoo.es
Foto: grupoeupsike.files.wordpress.com/2009/04/fracaso-escolar.jpg

El término “fracaso escolar” remite a una realidad nunca abordada de frente en los países que lo sufren.Sin embargo, es una realidad que preocupa a los profesores, padres, a la Administración Educativa y, en algunos casos, a los sujetos que lo sufren.

Muchas son las interrogantes que se ciernen en torno a este tema: ¿a qué se le llama fracaso escolar?, ¿cuáles son sus causas y consecuencias? y, entre otras, ¿cómo afecta al que lo sufre?

Una de las primeras medidas que debemos realizar a la hora de poner en marcha su estudio es precisar su definición.

A este respecto, José Manuel Bautista Vallejo considera que el fracaso escolar es “unión de diversos factores, en lo cuales se refleja el trabajo del alumno. Alguno de estos aspectos son: las malas calificaciones, la repetición de curso, la fragilidad de los conocimientos o el no alcanzar las metas normales para su inteligencia”.

Han sido muchas las clasificaciones que intentan determinar los factores causales del fracaso escolar.

La clasificación más tradicional es aquella que establece tres esferas:

1. Esfera orgánica.
2. Esfera intelectual.
3. Esfera afectivo-volutiva.

En la primera esfera, englobaremos todas aquellas deficiencias que tienen que ver con trastornos que impliquen disminución física, alteraciones sensoriales o de psicomotricidad. Serían, entre otras, enfermedades que puedan constituir un impedimento para el aprendizaje normal del niño.

En la segunda esfera, es básico saber su capacidad intelectual. La capacidad intelectual de una persona se mide por su cociente intelectual que es una valoración hecha a través de unas pruebas psicológicas y cuya normalidad se establece dentro de un intervalo de puntuaciones.

En el caso de que el cociente intelectual se encuentre por debajo de la media esperada estaríamos en el caso de debilidades mentales que si son ligeras que no son fácilmente detectables o bien superdotaciones, es decir niños con un nivel intelectual muy superior al normal, que suelen presentar paradójicamente fracaso escolar.

En la tercera esfera, algunas investigaciones han demostrado que entre un 30 y un 50% de los fracasos escolares se deben a causas emocionales.

Dentro de este apartado entrarían trastornos como la depresión, la baja autoestima o trastornos como la ansiedad.

España, supera en seis puntos a la media europea en relación al bajo rendimiento académico de algunos estudiantes.

Este problema debe calar hondo en la sociedad para localizar su origen y ponerle remedio.

Quizás, las medidas a tomar son, en primer lugar, analizar todo el grupo ( padres, educadores, equipo psicopedagógico etc.) las circunstancias concretas que hayan podido motivar la desgana o la apatía del alumno, como las cuestiones personales, sobretodo en la adolescencia, problemas con el sexo opuesto, novios, sentimientos de inferioridad o inadecuación, que suele hasta considerarse normal una cierta inflexión o fracaso en los cursos claves como, por ejemplo, 2º y 4º de ESO.

Durante toda esta etapa no es difícil encontrar problemas de ansiedad, depresiones, miedos y complejos, consecuencia lógica de la etapa evolutiva que presentan y que serán más acusados, cuánto más desinformación tengan sobre esta etapa, padres y educadores.

Analizar si las circunstancias familiares, atraviesan una etapa especial que puede haber afectado al chico, o son demasiado exigentes o perfeccionistas, o bien si existe un ambiente malo para el estudio. Hacer por tanto un claro autoexamen de nuestra situación y actitud con respecto al alumno.

Por otra parte, todos sabemos que la socialización es importante. No es raro, que un chico suspenda el curso cuando cambia de centro, o cuando tiene problemas de relación con los demás, si carece por tanto de habilidades sociales. Habría que analizar también este contexto.

Una vez hallada la causa debe ponerse el remedio, con la ayuda del psicólogo que nos orientará hacia el tratamiento adecuado, o bien reconduciendo las conductas familiares equivocadas, reconociendo los propios errores, si hemos sido capaces de detectarlos o con la terapia psicológica adecuada.

En el caso de que la causa esté en la comunidad educativa abordando inmediatamente el problema para tratar de solventarlo y si es necesario realizar un cambio de centro.

Los expertos recomiendan para atajar con este problema la creación de programas globales que tengan en cuenta las dimensiones sociales, familiares y educativas de los alumnos.

Los alumnos no son sólo los causantes del fracaso escolar, no se les debe achacar a ellos la máxima responsabilidad, tampoco hemos de tener una disposición unidimensional del problema, considerándolo sólo de índole pedagógico, es una amalgama en la que se conjugan factores culturales, políticos y sociales.

El trabajo común de padres, profesores y psicólogos es un elemento clave para afrontar una realidad tan preocupante como creciente.

Es uno de los problemas más graves en la actualidad de nuestro sistema educativo y sus consecuencias sobrepasan el ámbito escolar.

Uno de cada cuatro alumnos españoles fracasa en sus estudios, además de existir un elevado porcentaje de absentismo, índices que deben hacernos reflexionar y considerar que el tema tratado aquí no es problema de unos alumnos flojos o vagos.

El hecho de que haya escolares con dificultades para superar con éxito las exigencias del sistema educativo implica no sólo factores individuales, sino educativos, sociales y culturales.

Es necesaria una recuperación educativa que abarque dos aspectos:

• Corrección de aquello que no se aprendió correctamente para aprenderlo de nuevo.

• Incorporar conocimientos que no han sido captados por el escolar.

De ahí, la necesidad de Programas Globales, mencionados arriba, como medida urgente y clave para combatir un fracaso que puede dejar de ser escolar para convertirse en social.

Se ha de instar a los padres, educadores y a la Administración para que todos pongamos de nuestra parte y que esos Programas funcionen, de lo contrario en unos años más nuestra sociedad, sin querer ser catastrofista, será una sociedad fracasada.

Bibliografía:

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