miércoles, 28 de febrero de 2018

SEÑAL CEREBRAL INDICA SI ENTENDEMOS O NO LO QUE NOS DICEN

Una señal cerebral indica si entendemos o no lo que nos dicen
Podría servir para determinar si los bebés tienen un aprendizaje adecuado del lenguaje

¿Cómo asegurar que los bebés están desarrollando bien su comprensión lingüística? Un equipo de neurocientíficos ha descubierto una señal cerebral que lo indica. Otro hallazgo reciente ha revelado una clave importante sobre el aprendizaje, en este caso del cerebro adulto: la generación de nuevas neuronas potencia el aprendizaje por asociación.

Yaiza Martínez
Escritora, poeta y periodista. 

Imagen: Alexfrlepr. Fuente: Pixabay.

Cada vez que hablamos, lo hacemos a una velocidad de entre 120 y 200 palabras por minuto. Por eso, para que otras personas puedan entendernos, sus cerebros han de realizar un portentoso procesamiento de la información, sobre todo si tenemos en cuenta que el significado de las palabras puede variar mucho según el contexto. 

Ahora, un equipo de neurocientíficos del Trinity College de Dublín y de la Universidad de Rochester ha descubierto varias cosas sobre dicho procesamiento. En primer lugar, ha hallado que, para comprender lo que nos dicen, el cerebro analiza la similitud entre el significado de cada palabra y el de las palabras que la preceden, informa el Trinity College en un comunicado

En segundo lugar, los investigadores han descubierto que el procesamiento de los mensajes genera una señal cerebral única que sirve para identificar si alguien ha entendido o no lo que se le ha dicho: solo si esta señal aparece en el cerebro después de que un oyente haya escuchado un discurso, podemos decir que se ha enterado de ese discurso. 

Midiendo el procesamiento cerebral 

Para llegar a esta conclusión, los neurocientíficos registraron las ondas eléctricas que se producen en el cerebro cuando este está procesando información lingüística. Lo hicieron utilizando la técnica de electroencefalografía o EEG, con electrodos pegados al cuero cabelludo de una serie de voluntarios, mientras estos escuchaban varios audiolibros. 

Después, analizaron estos registros de actividad cerebral, e identificaron una respuesta cerebral específica que reflejaba la similitud establecida por el cerebro entre una palabra dada y las que le precedían en el relato escuchado. Esta señal desaparecía por completo cuando los sujetos no podían entender el discurso (porque había mucho ruido) o cuando no le prestaban atención. 

Potenciales aplicaciones 

El hallazgo de esta señal resulta importante porque podría servir para evaluar la función cerebral posterior a una lesión del cerebro o la comprensión de instrucciones en trabajos para los que se necesita una gran atención. Asimismo, podría ayudar a la detección precoz de la demencia o a determinar el correcto aprendizaje del lenguaje en bebés. 

Estudios previos sobre la relación entre las capacidades lingüísticas y el cerebro habían descubierto que existe una pequeña región cerebral especialmente implicada en el lenguaje humano, la llamada área de broca (capaz de procesar la gramática, el léxico y la fonética en solo unos milisegundos) y que la comprensión del habla depende también del ritmo de los impulsos neuronales que transmiten los mensajes auditivos. 

Aprendizaje asociativo gracias a neuronas nuevas 

Aunque hace años que sabemos que el cerebro adulto puede generar nuevas neuronas (en un proceso conocido como “neurogénesis”), actualmente aún quedan muchas cuestiones sobre las funciones de estas neuronas nuevas y su diferencia con aquellas que produce el cerebro poco después del nacimiento. 

Recientemente, científicos del Institut Pasteur y del CNRS, en Francia, han aumentado un poco la comprensión de este tema, al demostrar que las neuronas nuevas desempeñan un papel fundamental tanto en la identificación de un estímulo sensorial, como en el valor positivo asociado con esa experiencia sensorial. En otras palabras, nos ayudan a comprender qué estímulos están vinculados a algo “bueno”. 

El caso es que las neuronas generadas poco después del nacimiento no pueden realizar esta función, así que son solo las neuronas que se generan en la edad adulta las que permiten anticipar si un estímulo está relacionado o no con un beneficio, explican los científicos en un comunicado del Institut Pasteur. 

El presente hallazgo fue realizado con ratones adultos, en los que se analizaron neuronas nuevas generadas dentro del bulbo olfatorio, una región del cerebro responsable del análisis de olores. Se observó que dichas neuronas podían reaccionar de manera diferente a un olor, dependiendo de las consecuencias asociadas con esa experiencia sensorial. 

También se constató que el aprendizaje olfativo, mediante el cual los ratones llegaban a asociar un olor con un refuerzo positivo, se volvió más fácil una vez que las nuevas neuronas se habían activado. 

A raíz de estos resultados, los investigadores concluyen que el aprendizaje motivado por recompensa depende en gran medida de la neurogénesis adulta. Trasladado el hallazgo a humanos, este apuntaría a que la aparición de nuevas neuronas en el hipocampo del cerebro adulto estaría implicada en los procesos de aprendizaje por asociación. 
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Referencias bibliográficas: 
Michael P. Broderick, Andrew J. Anderson, Giovanni M. Di Liberto, Michael J. Crosse, Edmund C. Lalor. Electrophysiological Correlates of Semantic Dissimilarity Reflect the Comprehension of Natural, Narrative Speech. Current Biology (2018). DOI: 10.1016/j.cub.2018.01.080

Anne Grelat, Laura Benoit, Sébastien Wagner, Carine Moigneu, Pierre-Marie Lledo, Mariana Alonso. Adult-born neurons boost odor–reward association. Proceedings of the National Academy of Sciences (2018). DOI: 10.1073/pnas.1716400115.

Fuente: https://www.tendencias21.net/Una-senal-cerebral-indica-si-entendemos-o-no-lo-que-nos-dicen_a44413.html

jueves, 22 de febrero de 2018

OBRA DE ARTE MÁS ANTIGUA LA HIZO UN NEANDERTAL

La obra de arte más antigua la hizo un neandertal

La especie extinguida es la autora de unas enigmáticas pinturas rupestres realizadas en tres cuevas españolas hace 65.000 años

MANUEL ANSEDE


Si la humanidad encontrara vida inteligente en otro planeta sería la noticia del milenio. Esos nuevos seres astutos obligarían al ser humano a replantearse su propia existencia y sus relatos religiosos de la Creación. No seríamos excepcionales. No estaríamos solos. Por sorpresa, esa noticia del milenio llega hoy, pero en pasado: no estuvimos solos. Una nueva datación de unas enigmáticas pinturas rupestres garabateadas en tres cuevas españolas muestra que se ejecutaron hace unos 65.000 años, más de 20.000 años antes de que los humanos modernos, los Homo sapiens, llegaran a la península ibérica. Los artistas solo pudieron ser neandertales. El hallazgo es la portada de la revista Science.

Las implicaciones del descubrimiento son descomunales. Es la primera prueba irrefutable de que los neandertales, extinguidos hace unos 40.000 años, tuvieron “lenguaje, cognición avanzada y pensamiento simbólico”, según explica el arqueólogo portugués João Zilhão, coautor de la investigación. Los dibujos analizados son una mano en negativo ejecutada hace al menos 66.700 años en la cueva de Maltravieso (Cáceres), un depósito mineral cubierto de pintura en una pared de la cueva de Ardales (Málaga) y un signo lineal, similar a una escalera, realizado hace al menos 64.800 años en la cueva de La Pasiega (Cantabria). Son las obras de arte más antiguas que se conocen en el planeta.
La pseudoescalera neandertal, en un dibujo de las pinturas de La Pasiega realizado por el prehistoriador francés Henri Breuil en 1913 (las siluetas animales son posteriores). H. BREUIL

Para Zilhão, el descubrimiento “acaba con la narrativa del Génesis, la de los humanos modernos saliendo de África como la especie elegida”. El investigador, de la Universidad de Barcelona, va incluso más allá de las conclusiones publicadas hoy en la revista Science. Zilhão cree que los llamados neandertales —con un cráneo con frente huidiza y un cuerpo más bajo y robusto— eran, en realidad, Homo sapiens. Los neandertales seríamos nosotros mismos.

“Los humanos modernos somos anormalmente homogéneos. En el pasado, la especie humana era más diversa que ahora, como ocurre en otras especies actuales. La variabilidad interna que hoy vemos en los chimpancés es mayor que la que veríamos en todos los humanos pasados y presentes si los considerásemos una sola especie”, reflexiona Zilhão. Según las etiquetas actuales, hace 80.000 años coexistían en la Tierra cinco especies humanas: Homo sapiens, neandertales, Homo floresiensis, Homo erectus y denisovanos. Para el arqueólogo, todas eran lo mismo. “En realidad, nunca hubo más de una especie humana”, sostiene.

“La evolución es muy compleja y tiendo a pensar que los humanos modernos actuales somos el resultado de un delta fluvial que se ha ido nutriendo en su camino evolutivo de una red de afluentes, en este caso de otras poblaciones arcaicas, como los neandertales, que han contribuido a nuestra conformación actual, tal como indican la genética y los fósiles”, opina la paleoantropóloga Josefina Zapata, de la Universidad de Murcia.

De izquierda a derecha, los investigadores Daniel Garrido, Marcos Garcia, Alistair Pike, Dirk Hoffmann, Carola Hoffmann y João Zilhão. UB

Zapata participa junto a Zilhão en otra investigación que se publica de manera simultánea en la revista Science Advances. Los científicos han vuelto a datar unas conchas marinas perforadas y pigmentadas aparecidas en la cueva de Los Aviones, en Cartagena (Murcia). La nueva datación sugiere una antigüedad de más de 115.000 años, más del doble que los 50.000 años calculados en 2010. Para los autores, el resultado confirma que los neandertales ornamentaban sus cuerpos con collares unos 30.000 años antes de que los llamados humanos modernos comenzaran a hacerlo en África. A juicio del paleoantropólogo Erik Trinkaus, de la Universidad Washington en San Luis (EE UU), estos nuevos estudios certifican que “los neandertales y los humanos modernos eran conductualmente y mentalmente equivalentes”.

Gracias a los últimos avances técnicos, en las nuevas dataciones se ha podido emplear el método del uranio-torio. Los investigadores han analizado muestras de unos pocos miligramos de carbonato de calcio tomado de la superficie de las pinturas rupestres. Cuando se forman estos materiales por precipitación, se acumulan trazas de uranio, que decae a torio a un ritmo conocido. La proporción de estos dos elementos químicos desvela la edad precisa de la muestra.

Conchas perforadas encontradas en la cueva de Los Aviones (Cartagena). J. ZILHÃO

La directora del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, María Martinón Torres, no comparte la idea de que neandertales y sapiens fueran la misma especie. “Los neandertales eran marcadamente diferentes en su morfología, en sus adaptaciones biológicas —por ejemplo a climas completamente diferentes—, en su secuencia genética perfectamente distinguible e incluso en su sistema inmune. Y, aunque hubo cruces fértiles [sexo con descendencia entre neandertales y sapiens], también sabemos que hubo problemas de infertilidad, lo que significa que no éramos totalmente compatibles”, afirma la paleoantropóloga.

Martinón, que no ha participado en las nuevas investigaciones, cree que hay dos posibilidades: o la capacidad artística surgió de manera independiente en neandertales y sapiens, “ya que ambos tenían grandes cerebros”, o la heredaron de un ancestro común, hace unos 500.000 años. “A ver si se derriba finalmente la teoría de que los neandertales se extinguieron porque eran cultural y simbólicamente inferiores a los humanos modernos”, sentencia.

El prehistoriador Marcos García Diez, de la Universidad Isabel I (Burgos), subraya otro hallazgo importante de su equipo. En la cueva malagueña de Ardales, los neandertales pintaron al menos en dos momentos diferentes, con 20.000 años de diferencia. “Conservaron una tradición simbólica durante miles de años. El espacio, la cueva, también era simbólico. Alguien tenía que decir: Este es nuestro espacio. Esta es nuestra ermita”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/02/22/ciencia/1519314761_836333.html?autoplay=1

lunes, 5 de febrero de 2018

YA NADIE LEE COMO ANTES

Imagen: https://static.vix.com/es/sites/default/files/imj/entrepadres/b/beneficios-de-leer-cuentos-antes-de-dormir-1.jpg

Hermann Bellinghausen

En la actual mutación de las formas de expresión y del arte reina aún la incertidumbre de adónde de veras irán a parar la creación y la percepción de las obras. El siglo XX nos trajo su reproducción masiva, dándoles un impulso mayor que Gutenberg a la creación, la difusión y los usos prácticos del arte. Fotografía, cinematografía, fonografía, radiofonía o tipografía electrónica, las herramientas para una nueva y excitante manera de conectar al creador y su público. Un proceso que inundó de ismos y experimentos la primera mitad del siglo pasado, y que en la segunda mitad universalizó las creaciones de pensadores y artistas por primera vez en la historia humana.

Las rupturas de la lógica para percibir la materia, influidas por los descubrimientos de la ciencia en términos de relatividad y azar, dieron rienda suelta a la fantasía, que trascendió los corsés del mito, la creencia religiosa, la obediencia al rey; por lo mismo fue un siglo de grandes represiones a la creación y las ideas. La narrativa en particular desafió todo, al grado de engendrar un nuevo arte, un teatro fijo de alcance masivo: el cine. Además generó la primera manifestación moderna de narrativa gráfica, heredera de los remotos códices, papiros y rollos de pergamino que contaban historias con monitos y palabras; fue también el siglo del cómic y los dibujos animados. La novela-libro se abrió tanto que uno ya no supo qué onda. Ciencia ficción, realismos mágicos, terror primordial, o novelas donde el lenguaje es el único protagonista.

La música estableció entrecruzamientos y revoluciones por minuto a velocidad pasmosa, y ante la hiperintelectualización europea de la música de concierto o culta, la expresión posafricana dio pie a todo un universo alternativo (y colectivo) de creación sonora. La madre jazz, en el núcleo atómico de ese siglo de luz y tinieblas que fue el XX, contagió al mundo entero. Indujo en los cinco continentes incontables estilos y géneros. El más plebeyo de todos, el blues, desembocó hacia 1962 en el rock, aquella música juvenil y hedonista que sumó la poesía a un gran negocio global para erigirse arte legítimo con un canon fijado en menos de 20 años, así que hoy Pink Floyd importa más que Stockhausen, Dylan gana el Nobel, y si Coltrane y Miles fueran Bach y Paganini, Zappa y Led Zeppelin bailarían con el diablo igual que Debussy o Stravinski, aunque no sean lo mismo. Al finalizar el siglo, las artes y su público no se parecían en casi nada a lo que fueron un siglo atrás. Mientras, cualquier arte anterior se reprodujo y parafraseó sin cesar. Lo visual ganó terreno a lo bestia.

Esta situación entró a su vez en una veloz transformación con el nuevo milenio. La Internet y la múltiple derivación digital y cibernética agregaron otro escalón a la relatividad. Sus efectos son tantos que resulta agotador enlistarlos. Por ejemplo, ¿han puesto en riesgo al lenguaje y las palabras se extinguen? Veamos cuánto han cambiado la lectura y la escritura. Entre más se anuncia el fin del libro, más parece haberlo a escala industrial, y la escala discreta o artesanal prolifera en manos de jóvenes que, de acuerdo con la previsión estadística, debían estar consagrados a la función digital, telefonitos y videojuegos, textos (cuando los hay y son dignos de ser llamados así) accesibles en pantalla, lo mismo para leerlos de pasada que imprimir su copia dura o almacenarlos en las nubes de la matriz global. Por muchos libros que haya, no se leen o invaden las pantallas y se digieren a pedazos como mera información de un banco de datos.

La experiencia Proust comienza a parecer impracticable, demanda una sustracción mental prolongada y atenta que en nuestras sociedades industriales y de consumo pocos parecen poseer (o tener tiempo para). Hasta los autores fragmentarios son leídos con poca atención. ¿Cómo encontrar así el íntimo humor desternillante en los momentos más negros y pesimistas de Kafka, Cioran o Beckett? ¿Cómo leerlos con suficientes libertad y cuidado fuera del estereotipo wiki? Sinónimo tópico del absurdo ominoso, Kafka se reía de nosotros y se divertía con sus montajes de crueldad. Cioran se carcajeaba para sus adentros al escribir breviarios de podredumbre y sobre el inconveniente de haber nacido. Y Beckett, bueno, no hay una sola línea de su temible galería de nadies, desplazados, abandonados y muertos vivientes que no sea un monumental chiste.

¿Sobrevivirán tales sutilezas en la lectura directa del siglo XXI, cada día más vertiginosa, intertextual, adrenalínica y lejana del venerable libro que ya nadie resguardará con el amor físico de las mil 500 generaciones anteriores?

Fuentehttp://www.jornada.unam.mx/2018/02/05/opinion/a09a1cul

 
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