domingo, 31 de julio de 2016

LOS PACIENTES QUE MARCARON LA HISTORIA DE LA MEDICINA MODERNA

¿Quiénes eran Monsieur Leborgne, Dora y H.M. y por qué marcaron la historia de la medicina moderna?

 Los protagonistas en la saga científica. Image caption.

Por mucho tiempo sus nombres no fueron revelados, pero sí todos los detalles íntimos de lo que pasaba por sus mentes.

BBC Mundo

Sus tragedias contribuyeron avanzar los conocimientos de la neurología, psiconeurología y psicoanálisis.

Sus casos han sido citados numerosas veces en la literatura médica.

¿Sabes quiénes fueron?

El misterioso hombre que no podía hablar

En 1861, el médico francés Pierre Paul Broca estaba trabajando en un hospital de París y conoció a un paciente que había perdido progresivamente la capacidad de hablar pero no la de comprender.

Lo apodaban "Tan" pues era la única palabra que podía pronunciar con claridad.

En esa época había un enfrentamiento entre algunas autoridades médicas que estaban convencidas de que el cerebro era un órgano homogéneo y otras, que argumentaban que estaba organizado en áreas distintas.

Broca estaba entre los últimos.

Su teoría era que el lenguaje era controlado por una sección de la parte izquierda del lóbulo frontal.

Cuando, a los pocos días de enterarse de su existencia, Tan murió, Broca le hizo una autopsia y comprobó que estaba en lo cierto: encontró tejidos dañados en donde esperaba.
Image caption. El cerebro de Monsier Leborgne es un pilar de la neurociencia.

El hallazgo sentó las bases para la neurociencia y la neuropsicología moderna.

Broca se convirtió en una figura célebre en la investigación del cerebro y pasó a la historia de la ciencia.

Todavía hoy, la región que identificó en el lóbulo frontal como el área conectada con el habla se conoce como "área de Broca", y los problemas del habla que se desarrollan a partir de una lesión en esa zona se conoce como "la afasia de Broca".

El paciente quedó inmortalizado como Monsieur Leborgne en la literatura médica, y fue citado muchas veces en otros estudios.

A pesar de su fama, lo único que quedó para identificarlo fue ese título y apellido.

Pasaron 150 años antes de que alguien se propusiera y lograra revelar más detalles de uno de los pacientes más famosos de la historia médica: el psicólogo e historiador médico Cezary Domanski, de la Universidad Maria Curie-Sklodowdka de Polonia.
 Broca registró toda la parte científica pero se le olvidó decirnos quién había sido ese ser humano.Image copyrightSCIENCE PHOTO LIBRARY. Image caption.

Domanski pasó varias semanas explorando los registros históricos franceses hasta que encontró el certificado de defunción de Leborgne.

Su nombre completo era Louis Victor Leborgne, había nacido en Moret, que hoy en día se llama Moret-sur-Loing. Había nacido en 1809 y era el hijo de un profesor.

"Los problemas de salud se manifestaron durante su juventud, cuando sufrió los primeros ataques de epilepsia", escribió Domanski en la Revista de la Historia de la Neurociencia, en 2013.

A pesar de ello, Leborgne trabajó en París hasta la edad de 30 años, cuando perdió la capacidad de hablar.

"La causa inmediata de su hospitalización fue su problema para comunicarse. Fue admitido en el hospital Bicêtre pero el defecto resultó incurable", cuenta el historiador.

"Como no estaba casado, no podían darlo de alta para que lo cuidaran sus familiares; por eso pasó el resto de su vida (21 años) en el hospital".

"El recuerdo de la enfermedad y la causa de la muerte de 'Monsieur Leborgne' resultó ser mucho más duradero que la historia de su vida, que se consideró irrelevante incluso cuando el paciente todavía estaba vivo", anota conmovido Domanski.
La controvertida Dora

Dora es quizás la histérica más famosa de la historia. Y es difícil que le quiten esa distinción pues la histeria ya no es reconocida como enfermedad.

Fue la protagonista del primer caso que publicó un entonces desconocido neurólogo vienés que pasaría a ser el padre del psicoanálisis: Sigmund Freud.

Pero en este caso, la identificación del personaje real no fue la gran revelación... todo lo demás lo fue.

 Dora abandonó abruptamente el tratamiento. Las feministas del siglo XX la habrían aplaudido.Image caption.

De Dora sabemos mucho más que su biografía: dos de sus sueños son relatados y analizados, así como una agresión sexual de la que fue víctima cuando tenía 14 años, las minucias de sus relaciones familiares y hasta las de sus vecinos.

"Hay fuego en casa. Mi padre me despierta. Me visto a toda prisa. Mamá quiere salvar el cofre de sus joyas. Pero papá protesta: 'No quiero que por un cofre ardamos los chicos y yo'. Bajamos corriendo. Al salir me despierto". Sueño de Dora.

Freud la había tratado durante 11 semanas en 1900, y en 1905 detalló el caso y su nuevo método de tratamiento, el psicoanálisis, bajo el título "Análisis Fragmentario de un Caso de Histeria".

A pesar de que en efecto estaba revelando las intimidades de una de sus primeras pacientes lo hizo sin su consentimiento, por lo que no sorprende que Dora sea un pseudónimo.

Su verdadero nombre era Ida Bauer, la hermana del líder del movimiento austromarxista Otto Bauer.

Y quedó en la memoria por las pasiones que su caso despertó durante largo tiempo.

La reacción al estudio del caso fue explosiva. Inicialmente fue condenado como masturbación mental e indigna de un médico.

Al otro lado del espectro, eminencias como médico Ernest Jones y Carl Jung lo recibieron con tal entusiasmo que el primero decidió estudiar psicoanálisis.

Hay un hombre en Viena que realmente escuchó cada palabra que sus pacientes le dijeron"
Ernest Jones

Más tarde, la intensidad del debate disminuyó, aunque no desapareció.

Pero volvió a avivarse con la llegada de la Segunda Ola del Feminismo, cuando -entre otras cosas- Freud fue tachado de falocéntrico y Dora se convirtió en una heroína que llevó a cabo "una revolución silenciosa contra el poder del hombre sobre el cuerpo de la mujer,", como dijo Hélène Cixous, autora y filósofa.

Hasta la experiencia del tratamiento al que fue sometida -el método psicoanalítico- fue visto como una forma coercitiva del analista, un hombre, para afirmar su propio poder sobre la paciente, una mujer.

El hombre que vivió en presente permanente

Hasta después de su muerte y en los anales de la ciencia se le conoce simplemente como H.M.

Así lo decidió la neurocientífica Suzanne Corkin quien durante cinco décadas trabajó con él, lo que lo hace, probablemente, el individuo mejor estudiado de la literatura médica.

Pasó innumerables horas conversando con él y haciéndole pruebas. Llegó a conocer los detalles más íntimos de su vida.

Y sin embargo, él nunca pudo recordar quién era ella.

Henry Gustav Molaison era un amnésico puro, que ayudó a clarificar cómo funciona la memoria y a desarrollar la neuropsicología cognitiva.

H.M. antes de la operación.Image caption. 

En sus 20 había sufrido de epilepsia severa. Los episodios lo dejaban tan incapacitado que no podía llevar una vida normal.

Intentando curarlo, lo operaron. La lógica era que si podían quitarle la parte del cerebro donde empezaba la actividad anormal, evitarían los ataques.

Trataron de identificar ese lugar, pero no pudieron, así que le hicieron una lobectomía de las regiones que pensaron eran las correctas.

La operación cumplió con su cometido: H.M. no volvió a tener ataques de epilepsia.

Pero tampoco volvió a recordar ninguna información nueva desde ese momento hasta su muerte, en 2008.

Olvidaba lo que le pasaba después de 30 segundos.

Así que estaba en la situación opuesta a la de los amnésicos que vemos en las películas, que olvidan el pasado pero pueden adquirir memorias y construir una nueva vida.

Gracias a los encuentros entre la doctora y su paciente, sabemos que el hipocampo es importante para adquirir y retener memorias nuevas sobre hechos, episodios y eventos personales.

Además, aprendimos cuál es la contribución de las partes del cerebro que no le quitaron a tipos inconscientes de memoria que siguieron funcionando normalmente.

- ¿Desde cuándo tienes problemas de memoria? - Eso no te lo puedo decir porque no me acuerdo"

Conversación entre la neurocientífica Suzanne Corkin y su paciente H.M.
THINKSTOCK

http://www.bbc.com/mundo/noticias-36923643

jueves, 14 de julio de 2016

COMO ACOMPAÑAR EL DESARROLLO EN LA PRIMER INFANCIA

PRIMERA INFANCIA: ¿CÓMO ACOMPAÑAR SU DESARROLLO?

Entrevistas Noticia


La educación y maduración de nuestros hijos no está en relación con la cantidad de estimulación que reciban sino con el acompañamiento y observación amorosa de los padres. Criarlos autónomos e inteligentes es más saludable que armar un plan para convertirlos en “genios”

Apenas nace el bebé, aspirar a la creación del “niño genio” o “superdotado”, como se imponen muchos padres, guarda relación con la mal denominada “estimulación temprana”.

Desde esa mirada, muchos pensarían que ese estimular permanente con histriónicos objetos, imposiciones de aprendizajes, o incluso hasta la supuesta internalización de las dotes musicales o culturales en el niño haría que el chico termine siendo un destacado entre sus pares, o que aprenda rápido todo, “en tiempo y forma” (la de los padres). Nada de todo esto está más lejos de la realidad de lo que es deseable buscar para nuestros hijos.

Para empezar, ya el término “estimulación” esconde un error. Según explica Vanina Rizzo, técnica en Cuidados Infantiles (de 0 a los 3 años) “desde nuestra mirada, basada en la teoría de Emmi Pikler, no hay que hablar de ‘estimulación’ sino de acompañamiento o atención temprana en los niños.

Pikler es una médica pediatra fundadora de esta idea de la no ‘estimulación’, y genera con esta idea una ruptura con aquel paradigma que sostenía la supuesta importancia de la ‘estimulación permanente’”.

De manera sucinta la línea de Pikler sostiene que si bien era muy común ayudar a los pequeños a moverse y a que se les enseñe a sentarse y a caminar, valía la pena preguntarse si en realidad esto era beneficioso para ellos y su desarrollo integral.

Luego de años de estudios, la especialista concluyó que el desarrollo motor surgía de manera espontánea, y que las enseñanzas de los grandes podían no ser siempre lo mejor para los chicos.

“De sus investigaciones se genera un sistema de crianza, en el que se propone que el adulto acompañe el desarrollo autónomo del niño”, sostiene Rizzo.

– ¿En qué consistiría?

– En que para empezar el niño tenga conciencia de su propio cuerpo y espacio. Este último generado por el adulto, como un lugar seguro en la casa (lejos de enchufes o elementos cortantes, por ejemplo), donde el bebé pueda moverse sin intervención permanente del adulto. Se trata de un lugar de acompañamiento, de respeto y de atención a las necesidades básicas del pequeño.

La idea es que el papá o mamá posibiliten ese espacio y las condiciones para que el chico se desarrolle de manera libre y autónoma, moviéndose, observando, explorando. El adulto tiene que brindar la seguridad, lo que no implica no hacer nada, ni tampoco que intervenga de manera permanente.

– ¿Por ejemplo?

– Cuando el adulto le “enseña” al niño a sentarse, a caminar, poniéndolo o sacándolo a voluntad, sin respetar la propia autonomía del chico, y echando por tierra el espacio propio del niño y su necesidad y voluntad (o no) de moverse o de ir a jugar con algo que le llamó la atención.

A no ser que exista una enfermedad física, hay que internalizar que cada niño se desarrolla a su tiempo, ya sea para sentarse, caminar, o jugar. Cuando es porque cuenta con la madurez para hacerlo.

En concordancia con Rizzo el subdirector de Educación Inicial de la provincia, Marcelo García (licenciado en Psicomotricidad Educativa, doctor en Educación e Instructor en Neuroeducación) sostiene: “La línea de Pikler es una de las miradas referidas al desarrollo postural y motor autónomo, como una manera de favorecer el desarrollo del chico. Se apunta a dar una seguridad afectiva al niño que tiene que ver con la calidad del vínculo que le ofrece el adulto. Por otro lado, otro de los pilares fundamentales de la línea es la motricidad libre. Algo muy positivo”.

– ¿Cuáles son los errores más comunes de los padres en ese frenesí por estimular en lugar de acompañar?

– Se debe internalizar la importancia de la observación hacia el hijo. Se trata de mirar al chico no sólo para observarlo, sino para que con la mirada pueda ofrecer a ese bebé o niño, una “función espejante”.

Incluso, de brindarle un espejo de placer a ese bebé. No porque el niño se vaya a ver reflejado en el adulto y sus ademanes, sino porque cuando realiza cada acción está conectándose de manera permanente con el mayor a cargo.

El adulto en este intercambio, le devuelve una mirada de reconocimiento, y con ella le está diciendo que es capaz, que logró lo que deseaba. En esa función de mirada y efecto espejante, el otro (el niño) se va construyendo en la autovaloración.

Por su lado, Rizzo especifica: “Uno de los errores más comunes es que se suele sentar a los bebés, colocándoles almohadones atrás para que no se caigan.

Pero en realidad, hay que comprender que el niño ha sido sentado por un adulto: sin los almohadones se cae porque no eligió esa postura por sí mismo.

Eso es propio del acelere de la sociedad en que vivimos, cuando estamos apurados a que gatee, camine, y luego corra, sin permitir que sea el proceso natural el que lleve al niño a lograrlo, en sus tiempos”.

– ¿Qué juguetes u objetos serían los más indicados para acompañar ese desarrollo natural de cada fase? 

– Si es un bebé pueden ser objetos sencillos, simples, no tan pequeños (para evitar el peligro de que pueda tragárselos). El bebé va a tender a llevarse los pies a la boca, ver sus manos, observarse… Quizá si hay un objeto que llame su atención, va a generar en él, el intento de ir a buscarlo.

Sin embargo cuando el bebé es muy pequeño está más enfocado en sí mismo, por lo que a veces brindar tantos objetos que no pueden alcanzar les puede llegar a generar una frustración innecesaria (por ejemplo los llamados gimnasios, de los que cuelgan muchos chiches con muchos ruidos y colores).

Si hay un objeto cerca del niño como pelotitas, o telas de colores (es decir objetos no tan estructurados), resultarán mucho más simples y llamativos para él que un juguete armado, ya que lo podrá explorar de mil maneras.

Desde esta mirada se apunta a no estimular, sino a presentarles objetos más simples, que no necesiten de un adulto para prenderlo o para que le cambie las pilas.

El niño, desde que nace, tiene interés por entender el mundo y a sí mismo. Trabaja para darse vuelta, sentarse, pararse, gatear. Hay que dejarlos en ese espacio cuidadoso y seguro para que lo explore, en sus tiempos y propia necesidad.

Si bien los controles son necesarios con los profesionales médicos, no hay asustarse si tiene 12 meses y aún no camina, o porque otro niño lo hizo a los 10 meses.

Cada chico tiene su tiempo, puede caminar antes o después, si no hay una enfermedad o falta de maduración determinada por los profesionales (en donde sí hay que apostar a técnicas de aprendizajes pertinentes para ayudarlos), lo importante es ver de qué manera ese niño construye ese proceso de aprendizaje”.

Si ahondamos más respecto a juguetes y estímulos erróneos, el doctor García fundamentó: “Los objetos ideales son los polifuncionales. Esto significa que no tienen una función específica.

Por ejemplo: una muñeca o un osito no son polifuncionales, ya que no pueden convertirse en otra cosa, sólo en lo que son.

Sin embargo, un vasito plástico en las manos infantiles puede servir hoy para poder arrastrarlo como si fuera un autito, para hacerlo rodar luego, y pasado mañana para contrastar cuál es la capacidad que tiene en su interior.

Es importante que el niño pueda resolver situaciones, problemas, que observe y que se mueva autónomamente en un espacio determinado como seguro por el adulto.

Si no se le propone situaciones de resolución adaptadas a la complejidad de la edad, el chico no va a lograr ser autónomo. De allí la importancia de la observación y de acompañar ese desarrollo como ambiente favorecedor.

De la fábrica de genios a seres autónomos

Existe un mito que sostiene erróneamente que incentivando al niño en los primeros años de vida con diversas e insólitas herramientas, ligadas a los saberes y a lo cultural, van a dar como resultado un ser ‘superdotado’.

Por el contrario, otro mito popular señala que si no se lo ‘estimula’ con diversas técnicas, el chico no va a ser inteligente ni a desarrollarse en ningún nivel. Ambos casos sólo representan falsedades instaladas, para nada ciertas.

Hay que entender en realidad que todos los niños normales y saludables, tienen un entorno amoroso y son enriquecidos con experiencias que desarrollan normalmente, sin que el adulto tenga que pergeñar un plan de trabajo para ‘estimularlos’.

Se trata de una manera más natural de maternidad y paternidad, con el cuidado amoroso del niño desde pequeño. Una crianza que debe acompañar a los hijos compartiendo juegos, canciones, miradas, descubrimientos emparentados consigo mismo y el ambiente que los rodea, en un perfecto intercambio amoroso.

La maternidad bien ejercida con amor, ternura y atención provee al niño de todo lo que necesita. Todo lo que se le agrega a eso para ‘estimularlo’, como aducen algunos, lo único que genera es estrés en el pequeño, e incluso en el bebé.

En la actualidad existen muchos problemas de sobre-estimulación, en los que pueden verse chicos que tienen problemas de atención o de discursividad.

Hay que internalizar que los hijos no son un programa para que los adultos apliquemos las tecnologías de estimulación. Si el chico nace con alguna debilidad en la maduración, o algún déficit en los reflejos, allí sí será necesaria la ayuda con pasos de atención y educación temprana.

Sin embargo, de no existir dificultades, hay que entender que el desarrollo más sano y perdurable es el vínculo entre la familia y el bebé.

El concepto de la fábrica de genios es terrible y apunta a una precocidad definitivamente innecesaria, basada en mitos.

Mónica Coronado – Psicopedagoga

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/117975

MAESTRO POR VOCACIÓN O DOCENCIA COMO PRAXIS SOCIAL

Maestro por vocación o docencia como praxis social

Luis Bonilla-Molina



... nunca llega si la estamos esperando

¿Cómo? ,¿cuándo? y ¿Por qué?

son demasiadas preguntas para hacerle al destino

a veces estamos finos y otras veces nada que ver

pues hay que caminar antes de empezar a correr

(Calamaro, las oportunidades, https://www.youtube.com/watch?v=6YESgbA8fGI )


Mis hijas Nathaly, María Eugenia y Parrita un día me preguntaron si lo mío con la educación había sido siempre vocación. Después de explicarles que mi perspectiva científica no consideraba la iluminación celestial (vocación) como un condicionante profesional y mi formación en la teoría crítica me había enseñado que los hombres y las mujeres somos un producto social, y que por lo tanto consideraba que mi llegada a la docencia tenía una raíz histórica social concreta, procedí a narrarles los entretelones de mi arribo a lo que hoy considero una práctica vital en mi vida. Trataré de reproducir los detalles de este desembarco, con la sola intención de resaltar que desde todos los caminos y lugares llegamos para quedarnos en una de las profesiones más dignas y hermosas: la educativa; ruego me disculpen quienes querían escuchar una respuesta distinta de mi parte.

Provengo de una familia de clase trabajadora que entendía -y entiende- el estudio como un camino para comprender el mundo, ser mejores seres humanos y en consecuencia trabajar por la justicia social. En casa a pesar que mis viejos apenas si culminaron la primaria, siempre había más libros que comida. Cómo no había dinero para viajar en las vacaciones, explorábamos todos los rincones del mundo y el universo de la mano de Julio Verne, Emilio Salgari, Robinson Crusoe, Jonathan Swift, Stefan Zweig, Rómulo Gallegos o Hans Christian Andersen; en los recesos escolares las paredes y los muros de la casa se convertían en nubes y estrellas que traían piratas, elefantes, naves espaciales y gigantes y nos transportaban a ríos, mares y montañas.

Quizá por ello me incorporo a la actividad política de izquierdas a solo un par de semanas de haber iniciado el séptimo grado o primer año del Ciclo Básico del bachillerato. Con un par de meses en el liceo, con la camisa azul del uniforme, me encontré un día sobre una tarima arengando a mis compañeros contra las medidas económicas del gobierno de ese entonces, denunciando a los americanos que habían invadido a Vietnam –aunque ya habían sido derrotados por el vietcong- y a los rusos por su revisionismo, hablando del mayo francés, la necesidad de cambiar la educación e invitándoles a ir al cine club que recién habíamos conformado.

Coreando “no basta rezar, hacen faltan muchas cosas para conseguir la paz” (https://www.youtube.com/watch?v=tcN96Zea_OY) o “el cielo encapotado anuncia tempestad, oligarcas temblad viva la libertad” (https://www.youtube.com/watch?v=oT-trcEvTBI) marchábamos en un momento en el cual era común realizar un promedio de dos manifestaciones semanales. Eran tiempos de democracia de la calle, definir la frase que iba en la pancarta nos podía llevar una noche entera ... pero también lográbamos arrancar una que otra mirada tierna de las compañeras y algún beso robado.

En la Escuela Técnica donde cursé el ciclo diversificado, ya con camisa marrón, se estudiaba para maestro(a), perito agropecuario menciones zootecnia o fitotecnia, para enfermería y demostradoras(es) del hogar. No quise inscribirme para los cursos de maestro aunque ya me había leído muchos de los libros de Paulo Freire, Piaget y los textos de Simón Rodríguez con motivo de los círculos de estudio que organizaban los compañeros(as) de la normal. Preferí estudiar zootecnia para trabajar y acompañar a los campesinos en sus procesos de organización, ya conocíamos los trabajos de Fals Borda y habíamos tenido la oportunidad de conversar con muchos hombres y mujeres del campo que huían de la violencia en Colombia.

Pero al graduarme e intentar buscar empleo el peso de la realidad me hizo tambalear planes. A todos los lugares donde iba con mi título y currículo, los antecedentes políticos hacían que los burócratas prohibieran el ingreso a cualquier cargo. En mi caso, y el grupo de compañeros con los que militaba, estábamos en el peor de los mundos, porque para colmo pertenecíamos a corrientes críticas de la experiencia soviética post leninista. Ni la derecha ni la izquierda ortodoxa nos abrían puertas. Un día un amigo se me acercó y me dijo: -donde están necesitando personal urgentemente es el “Albergue de Menores” donde se institucionalizaba a los jóvenes con déficit de inserción social.

Al día siguiente me presenté en la Dirección Seccional del Instituto Nacional del Menor (INAM), institución creada después de la reforma dirigida por la ex monja Teresa Barnola durante el primer gobierno de Rafael Caldera. En ese periodo, las instituciones del viejo Consejo Venezolano del Niño (CVN) habían sido separadas totalmente del Ministerio de Educación, arrebatándoles su perspectiva pedagógica; pero de eso me enteraría años después y esa es otra historia. Al recibirme el director seccional me indicó que efectivamente necesitaban personal para Maestros Guías en esa institución, pero que conociendo mis antecedentes políticos él no podía arriesgar su cargo, porque el partido lo sacaría del puesto al saber que me había empleado. Cuando me estaba retirando de la oficina el mismo Director seccional me interrogó si estaría dispuesto a ir a concursar en Caracas . Me indicó que si llegaba como ganador del concurso con una orden del nivel central, el no tendría problema para emplearme y el partido no lo echaría del cargo. Pensando en la tragedia del funcionario quien se debatía entre la lealtad a sus jefes políticos y la necesidad institucional de personal, considere privilegiada mi situación; en consecuencia acepté. Viaje días después a la sede del INAM ubicada en los Chorros, Caracas, donde después de una semana de pruebas y entrenamiento rápido me expidieron el certificado que me habilitaba para trabajar en la institución ubicada en mi Estado.

El Director del centro se sorprendió cuando me vio llegar el lunes con un oficio del Director seccional, en el cual se anexaba mi habilitación para trabajar allí. Me presentó con el otro “maestro Guía” que sería mi compañero de guardia. Me explicó que los dos trabajaríamos diariamente con los jóvenes y, que por turno había cuatro maestros en dos instalaciones separadas. Mi compañero y yo laboraríamos de 7 am a 7 pm en el área principal que contaba con dos salones enormes habilitados como dormitorios. Al quedar solo con Adrian -el compañero de turno- observe el espacio donde estaban confinados los jóvenes el cual estaba conformado por dos dormitorios, uno con el nombre de “Andrés Bello” y el otro de “Simón Bolívar”. Cada uno albergaba unos sesenta muchachos acomodados en literas. Después de explicarme los procesos administrativos de llenar planillas y el parte de novedades, mi nuevo compañero de trabajo tomó el periódico y se puso a leer. Yo me senté como esperando el paso siguiente. Pasados unos minutos le pregunté: -¿y que hacemos aquí con ellos? Él se quedo mirándome con los lentes a media nariz y me dijo: -es fácil.... A las siete de la mañana cuando lleguemos los sacamos a los baños para que se cepillen, aseen y los formamos para ir al comedor. Los acompañamos cuando van a desayunar ... luego le pedimos a dos de ellos que reúnan todas las bandejas y cubiertos y los lleven al lavaplatos. Posteriormente regresamos con ellos a nuestra área de trabajo, les pedimos que vayan a los baños a cepillarse y los volvemos a llevar a sus dormitorios,. El proceso se repite a las 11:45 am y a las 5:45 pm. Volvió a la lectura del periódico. Yo atónito mire para todos lados y vi que detrás de una de las paredes, los ladrillos cruzados -que dejaban orificios para mejorar la ventilación del lugar- se podía ver que había una cancha de basquetbol junto a un pequeño huerto abandonado. Volví a hablarle a mi compañero señalándole: -Esto es entonces un trabajo más de celador que de maestro guía. Por qué no sacamos un rato a los muchachos a hacer deporte? Adrian volvió a mirarme con cara de molestia y me dijo: -Ese es el trabajo aquí. No los sacamos porque no tenemos balones y porque no somos profesores de educación física. Durante el resto del día apenas si cruzamos palabras y mi crisis cognitiva respecto a donde había ido a parar era terrible. Yo que había manifestado centenares de veces en los últimos años a favor de la libertad y contra cualquier forma de violencia ahora estaba convertido en una especie de guardián.

Esa noche busque un balón de básquet que tenía en casa y le pedí a mis amigos un par más. El día de la guardia siguiente llegué al albergue con mis tres balones y vestimenta deportiva. Cuando Adrian me vio llegar así me preguntó: -y eso? No te quedaste ayer en tu casa o vas esta noche a algún campeonato? Le respondí: No, traje estos balones para que podamos sacar hoy a los muchachos a la cancha. Adrian enrojeció y me respondió lacónicamente: -Yo trabajo bien así, si tú quieres ponerte a inventar con eso tienes que pedir autorización del Director.

Toqué la puerta de la oficina del Director del Centro y le explique que quería sacar los muchachos a la cancha y para ello había traído tres balones. Me miró fijamente y solo atinó a expresar: -Maestro usted es medio cabeza caliente. Está bien le autorizo a salir con diecinueve muchachos pero debe firmarme el acta de responsabilidad, por si ocurre algún incidente. Le expresé que no tenía inconveniente y en efecto firme el acta. Bajé feliz a mostrarle la autorización a mi compañero a ver si se animaba. Por el contrario me miro despectivamente y se fue a otro lado. Abrí el dormitorio “Andrés Bello” y saque a formar a 19 de los jóvenes. Algunos protestaron porque no salían ellos. Les expliqué que los estaría sacando de manera rotativa.

Formé a los diecinueve e hice una lista con sus nombres en un cuaderno de control de las actividades deportivas que considere pertinente iniciar. Salimos a la cancha, distribuyendo la mitad en cada uno de los parales con aros. Organizamos jugar con el método del reloj mientras calentábamos para iniciar varios mini partidos. Los muchachos estaban felices. Pasaron unos quince minutos y yo me incluí en uno de los grupos para probar puntería de encesto en el aro.

Al rato escuche un ruido en el tablero que estaba usando el otro grupo. Dos muchachos daban la “pate gallina” a sus compañeros quienes alcanzaban el aro, se ubicaban en el bode del tablero y saltaban al borde de la pared que encerraba la cancha. Luego se perdían de mi vista al saltar para alcanzar la calle. Comencé a correr de un lado a otro, de cancha en cancha, pero cuando lograba bajar a uno de ellos o evitar que siguieran haciendo la “pata de gallina” en uno de los lados, en el otro seguían haciéndolo. Al final se fueron dieciséis, y quedaron tres, quienes se sentaron mirando el piso de la cancha.

Me les acerqué y lo único que atiné a preguntarles fue: -Y ustedes por qué no se fueron?. Uno de ellos levantó la mirada y me dijo: -No maestro ... ya nos informaron que esta semana salimos en libertad, por eso no nos fuimos.

Entré con tres muchachos y los balones. La mirada de alegría de mi compañero era inocultable. Ubiqué a los muchachos en el dormitorio y me dirigí al despacho del Director para notificarle. Evidentemente el me estaba esperando y al verme me comentó: -ya me informaron maestro. Tiene que hacer un informe detallado e ir a declarar a las instancias pertinentes. Usted inventa demasiado.

Una mezcla de impotencia y rabia me invadía. En todas las instancias donde tuve que informar de la fuga masiva la última pregunta era: -¿Usted lo va a volver a hacer? En cada una de las oportunidades respondí: -Sí. Yo soy un Maestro Guía ... a mi me pagan por facilitar educación, cultura, deportes, etc.

Yo cumplo con mi trabajo que cada quien cumpla con el suyo; quien le corresponde garantizar vigilancia y seguridad que la haga adecuadamente sin menoscabar las labores educativas.

En la procuraduría de menores me alentaron a seguir trabajando en esa línea educativa. Cuando salí de allí tome plena conciencia que nuestros cargos no se correspondían a nuestra formación profesional y que la mayoría del personal carecíamos de herramientas pedagógicas para abordar el trabajo. Regresé al Centro y comencé a motivar a mis compañeros para organizar el primer sindicato de trabajadores de la educación del INAM y juntos iniciamos los trámites para la puesta en marcha de un curso de profesionalización para el sector.

A la mañana siguiente fui y me inscribí en el Pedagógico y desde ese momento digo con orgullo, que los jóvenes con déficit de inserción social me hicieron maestro, por ello mi eterno agradecimiento con ellos y compromiso con trabajar una perspectiva educativa en su abordaje. No se me volvieron a fugar ... por la cancha ... e ir a hacer deporte con ellos se hizo una rutina con el consenso de todos quienes laboramos allí.

Ahora que conoces mi camino recorrido para llegar a la docencia, si eres educador(a), consideras que ¿llegaste a la docencia por vocación o por una dinámica histórico-social concreta? ¿es la educación una profesión que demanda compromiso social o se debe circunscribir a los procesos formativos? ¿es posible generar propuestas pedagógicas para trabajar la especificidad de los jóvenes con déficit de inserción social? ¿Si la vocación no es real tienen sentido la orientación vocacional? ¿estarías dispuesto(a) a trabajar en un relanzamiento de la perspectiva pedagógica para los jóvenes con déficit de inserción social institucionalizados? Juntémonos para hacer posible los sueños.

La Dirección Seccional estaba ubicada a casi 1.000 kilómetros de la capital del país, Caracas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/117415

lunes, 4 de julio de 2016

SUPERORDENADOR RESUELVE EL PROBLEMA DE LAS TERNAS PITAGÓRICAS BOOLEANAS

MATEMÁTICAS
La demostración matemática más larga de la historia: 200 teraoctetos


Un superordenador resuelve el problema de las ternas pitagóricas booleanas. ¿Puede el resultado considerarse matemáticas?

Nature News

Tres teóricos de la computación presentaron hace unas semanas la demostración más larga de la historia de las matemáticas: un fichero de 200 teraoctetos (terabytes), un tamaño equiparable al de todos los textos digitalizados de la Biblioteca del Congreso estadounidense. Los investigadores han creado una versión comprimida de 68 gigaoctetos para que todo aquel que disponga de unas 30.000 horas de tiempo de procesador pueda descargarla, reconstruir la solución y verificarla. Sin embargo, ningún ser humano podrá jamás leerla ni comprobarla por sí mismo.

Hace tiempo que semejantes demostraciones por ordenador —demasiado largas para que un ser humano pueda verificarlas directamente— se han convertido en moneda común. Hoy los matemáticos están familiarizados con soluciones a problemas de combinatoria basadas en la verificación computarizada de un número descomunal de casos individuales. Con todo, 200 teraoctetos es algo «increíble», reconoce Ronald Graham, matemático de la Universidad de California en San Diego. Hasta ahora, se consideraba que el récord lo mantenía una demostración de 13 gigaoctetos presentada en 2014.

El rompecabezas cuya solución ha requerido 200 teraoctetos es el llamado «problema de las ternas pitagóricas booleanas», el cual llevaba décadas resistiéndose a los matemáticos. En los años ochenta, Graham ofreció un premio de 100 dólares a quien lograse resolverlo. Hace unos días, presentó el cheque correspondiente a Marijn Heule, investigador de la Universidad de Texas en Austin y uno de los tres autores de la prueba. En concreto, el problema consiste en averiguar si hay una manera de asignar uno de dos colores (digamos, rojo o azul) a cada número entero, de modo que no haya ninguna terna pitagórica (trío de números a, b y c que satisfagan el teorema de Pitágoras, a2 + b2 = c2) cuyos miembros sean todos del mismo color. Por ejemplo, una de tales ternas es la compuesta por los números 3, 4 y 5. Por tanto, si decidiésemos que el 3 y el 5 son de color azul, el 4 debería ser de color rojo.

En su trabajo, que fue subido el pasado 3 de mayo al repositorio de artículos científicos arXiv, Heule, Oliver Kullmann, de la Universidad de Swansea, y Victor Marek, de la Universidad de Kentucky en Lexington, han demostrado que hay muchas formas de colorear los números enteros hasta el 7824 de modo que nunca aparezcan ternas pitagóricas monocromáticas. Sin embargo, eso se torna imposible a partir del 7825. Aunque hay más de 102300 formas posibles de colorear los números enteros hasta el 7825, los autores sacaron partido de varias simetrías y técnicas de teoría de números para reducir el número de posibilidades que el ordenador tendría que comprobar a menos de un billón (1012). Después, 800 procesadores del superordenador Stampede, de la Universidad de Texas, trabajaron en paralelo durante dos días para verificarlas todas. Por último, los investigadores emplearon otro programa informático para comprobar la solución.


Una de las posibles formas de colorear de rojo o azul todos los números hasta el 7824, de modo que no haya ninguna terna pitagórica cuyos miembros sean todos del mismo color (las casillas blancas pueden ser de cualquier color; el eje vertical representa las centenas, y el horizontal, las correspondientes decenas y unidades). A partir del 7825, sin embargo, no resulta posible asignar uno de dos colores a los números enteros sin que aparezcan ternas pitagóricas monocromáticas. [Marijn Heule, Universidad de Texas en Austin: www.cs.utexas.edu/~marijn/ptn]

El problema de las ternas pitagóricas booleanas es una de las muchas cuestiones similares que aparecen en teoría de Ramsey, una rama de las matemáticas encargada de estudiar las propiedades que emergen en conjuntos con un gran número de elementos. Por ejemplo, los expertos creen que, si el problema permitiese emplear tres colores en lugar de solo dos, antes o después seguiría habiendo un número a partir del cual sería imposible evitar la aparición de una terna pitagórica monocromática. De hecho, se cree que lo mismo debería ocurrir para cualquier asignación de un número finito de colores. Pero, a menos que la técnica consistente en comprobar todas las posibilidades se vea simplificada gracias a algún gran avance en la comprensión del problema, toda demostración para el caso de más de dos colores probablemente ocuparía mucho más de 200 teraoctetos.

Kullman señala que, aunque el ordenador haya resuelto el problema de las ternas booleanas, la solución no permite entender por qué ocurre así, ni tampoco qué tiene de especial el número 7825. Su comentario trae a la cabeza una objeción filosófica que suele lanzarse contra este tipo de demostraciones efectuadas por un ordenador: si el trabajo de un matemático se interpreta como un esfuerzo por aumentar el entendimiento humano de las matemáticas —y no tanto como un intento de elaborar, sin más, largas listas de hechos—, una demostración basada en consideraciones teóricas debería considerarse superior a la verificación automatizada de todas las posibilidades.

Eso fue lo que acabó ocurriendo con la demostración de 13 gigaoctetos presentada en 2014, la cual resolvía un caso particular de una cuestión conocida como «problema de la discrepancia de Erdös». Un año después, el matemático de la Universidad de California Terence Tao resolvió el problema general a la antigua usanza: un logro mucho más satisfactorio.

Una versión del artículo técnico se encuentra disponible en el repositorio arXiv.

—Evelyn Lamb/Nature News

http://www.investigacionyciencia.es/noticias/la-demostracin-matemtica-ms-larga-de-la-historia-200-teraoctetos-14269?utm_source=boletin&utm_medium=email&utm_campaign=...+Y+m%C3%A1s+ciencia+-+Julio

CONOCER PERÍODOS DE APRENDIZAJE INTENSO EN LA INFANCIA AYUDARÍA A CORREGIR TRASTORNOS NEUROLÓGICOS Y PSIQUIÁTRICOS EN ADULTOS

El poder del cerebro infantil

Conocer los períodos de aprendizaje intenso durante la infancia podría ayudar a corregir trastornos neurológicos y psiquiátricos en la edad adulta.

Hensch, Takao K.


Imagen: HARRY CAMPBELL

¿Qué suena en su reproductor de música? Si tiene más de 30 años, probablemente canciones de sus años de mocedad. La infancia y la adolescencia son los períodos más influyentes en la vida de una persona. Los primeros recuerdos y vivencias son esenciales para la forja del carácter y calan hondo en todo lo que vendrá después. Hace más de 2000 años Aristóteles ya dijo: «Los hábitos que adquirimos en la niñez no son banales; de hecho, son fundamentales».

Los últimos descubrimientos de la neurociencia dan luz nueva a ese proverbio. El trabajo de los últimos quince años ha revelado con más claridad cómo se forman los circuitos cerebrales de los niños y los bebés, y cómo manipularlos para tratar las enfermedades neurológicas y psiquiátricas más graves.

Durante intervalos de meses o incluso años de desarrollo intensivo, conocidos como períodos críticos, se establecen las conexiones correctas en el cerebro. La mayor parte ocurren durante la infancia, pero algunos suceden más tarde, en la adolescencia. Se han identificado períodos críticos para la vista, la audición, el lenguaje y varias formas de interacción social. Durante cada período, el cerebro del niño experimenta un íntimo baile con el mundo exterior. Las ondas sonoras y los fotones que le llegan sirven de señal para que la maquinaria molecular del cerebro cree y seleccione las conexiones neurales que perdurarán durante la vida adulta y la vejez.

Si un período crítico se adelanta o se demora demasiado o no concluye a su debido tiempo, las consecuencias pueden ser nefastas. El niño puede quedar parcialmente ciego o predispuesto a sufrir trastornos como el autismo. Un bebé con, digamos, una catarata hereditaria que le impide ver perderá visión en el ojo afectado porque las conexiones neurales no se establecerán debidamente durante un período crítico que comienza cuando es lactante y que se va cerrando gradualmente hasta acabar a los 8 años. Una vez concluido, el niño tiene una probabilidad ínfima de ver con normalidad algún día con ese ojo.

Esas fases formativas se descubrieron hace más de medio siglo. (Torsten N. Wiesel y el fallecido David H. Hubel recibieron el premio Nobel en 1981 por haber contribuido a su hallazgo.) Desde entonces, la creencia general sostenía que los períodos críticos eran efímeros y que, una vez finalizados, no era posible la vuelta atrás. Nuevas técnicas moleculares aplicadas a su estudio han permitido refutar muchas de esas ideas predominantes. Por medio de experimentos en animales y de algunos estudios en humanos se ha demostrado que es posible reabrir un período crítico mucho tiempo después para reparar un cerebro que no funcione bien.

Ello abre un abanico de opciones sorprendente. Quizás un día seamos capaces de modificar los interruptores químicos que restablecen intervalos cruciales, permitiendo al cerebro reorganizar sus circuitos, y así tratar trastornos neurológicos y psiquiátricos, desde la ambliopía (ojo vago) hasta la psicosis. Entender lo que sucede en el cerebro del bebé podría servir para algo más que concebir nuevos medicamentos; podría aportar a educadores, psicólogos y diseñadores de políticas un conocimiento fundamental sobre los procesos básicos del desarrollo infantil o las consecuencias de las negligencias parentales, que les ayudaría a adaptar la escolarización a las capacidades de cada niño en cada etapa del desarrollo cerebral.

GATILLOS Y FRENOS

El cerebro cambia todo el tiempo, no solo en la infancia. Los neurocientíficos lo llaman plasticidad. Cuando uno aprende a hacer malabares o a usar una nueva aplicación del teléfono, ocurren sutiles variaciones en las sinapsis (puntos de conexión entre las neuronas). El perfeccionamiento de una nueva habilidad acarrea cambios bioquímicos en las neuronas, lo que da lugar a trasmisiones más fuertes o más débiles a través de las sinapsis. Este tipo de plasticidad básica persiste durante toda la vida. Siempre puede aprenderse algo nuevo...

En síntesis


El cerebro infantil madura la visión y otras funciones durante períodos críticos, en los que está preparado para experimentar cambios duraderos en respuesta a los estímulos sensoriales y sociales.

Los períodos críticos comienzan en momentos precisos durante el transcurso de la infancia y la adolescencia, con el fin de modificar las conexiones neurales. Tal capacidad se denomina plasticidad cerebral.

Conocer mejor las moléculas que ponen inicio y fin a los períodos críticos ha permitido adquirir cierto control del momento en que ocurren y, con ello, recuperar parte de la plasticidad en la vida adulta.

El estudio de la regulación del desarrollo temprano podría redundar en fármacos o métodos que reinicien los períodos críticos años más tarde a fin de corregir problemas surgidos en esa etapa.

http://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/numero/475/el-poder-del-cerebro-infantil-14072?utm_source=boletin&utm_medium=email&utm_campaign=Psicolog%C3%ADa+y+neurociencias+-+Junio

 
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