jueves, 12 de septiembre de 2019

EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL Y SUBJETIVIDAD, PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LAS AULAS

Educación Sexual Integral y subjetividad: la perspectiva de género en las aulas
Toda educación es política

La autora analiza los obstáculos más notorios y los más sutiles que atentan contra la ESI en las escuelas. Desarma la confusión sobre la que se montan los antiderechos y propone una línea de acción con los docentes.

Por Carolina Dome


Toda práctica educativa toma decisiones sobre los procesos de desarrollo infantil. La escuela dirige y genera procesos psicológicos que se confunden muchas veces con el desarrollo espontáneo, con lo esperable en ciertos momentos de la niñez y de la adolescencia. Las teorías psicoeducativas de raigambre socio-histórico-cultural pusieron foco en el dominio crecientemente abstracto o descontextualizado de los conocimientos que produce la escuela, construyendo nuevas formas de desarrollo. Pero también la educación impacta en las vivencias estudiantiles, donde lo afectivo e intelectual funcionan en unidad; a través de la interiorización de actividades intersubjetivas mediadas por complejos sistemas de signos, bajo determinadas a-simetrías con el mundo adulto. Tal fue el planteo de Vygotsky al postular a la vivencia como nueva unidad de análisis psicológica.

Esta idea invita a superar la dicotomía razón-emoción, extendida en el proyecto escolar moderno y a reconocer que lo educativo produce subjetividad, moldeando las prácticas humanas. Estrictamente, siguiendo las ideas de Silvia Bleichmar, la producción de subjetividad es un concepto sociológico: hace al modo en que las sociedades determinan las formas con las cuales se constituyen sujetos plausibles de integrarse a sistemas que le otorgan un lugar. Por ejemplo, ideales como la humanización y la homogeneización constituyeron los ejes de la educación moderna que buscó producir un sujeto histórico determinado: el ciudadano. Ideales que hoy enfrentan contradicciones, crisis y fracasos, bajo condiciones de restricción de los estatutos de ciudadanía.

Aun así, la escuela es un lugar de filiación histórica y es el primer lugar para una filiación que no es la familiar. Según Silvia Bleichmar, es un organizador simbólico, donde se redefine la relación del sujeto con la sociedad y se crean articuladores que producen nuevas formas de simbolización, diferentes a las producidas en las familias de origen. Y ese es el acierto de plantear una Educación Sexual Integral desde una perspectiva de derechos: la sexualidad deja de ser algo que se tramita exclusivamente en el seno de la familia (donde suele ser un tabú) y puede inscribirse en una red más amplia de simbolizaciones, para que lo sublimado a través del saber y del pensamiento genere condiciones para el desarrollo de prácticas de cuidado y promoción de derechos.

Contra eso atentó la campaña antiderechos “con mis hijos no te metas”: contra el lugar de la escuela como ordenador simbólico intersubjetivo, garante de una distribución más democrática del poder-saber acerca de la sexualidad. Su ataque denuncia a la “ideología de género” por predisponer a los sujetos a la homosexualidad, a la sexualización infantil y cuando no, al libertinaje. El sujeto histórico que produce su discurso es más bien un objeto, una propiedad de sus padres.

Pero ese no es único obstáculo para al desarrollo de la ESI: existe una postura más sutil y más extendida que la religiosa, impregnada en la tradición positivista que fundó al Estado y a la escuela argentina. La misma se traduce en la reclusión de la ESI en el terreno de la biología (única materia donde se la suele incluir), con sus contenidos reducidos a “la reproducción humana” y sus objetivos estrechados a metas higienistas, estrictamente preventivas. Su sujeto histórico es el sujeto disciplinado y se sustenta en una concepción biopolítica de la escuela.

Ambas posturas ocultan el rol escolar en la producción de subjetividad. Porque lo escolar, explícita o implícitamente, participa en la producción de las subjetividades sexuadas y en la construcción de las relaciones de género, a través de disposiciones que son apropiadas de forma singular-vivencial por les estudiantes.

Al respecto, vale la distinción señalada por Silvia Bleichmar: la producción de subjetividad es diferente a la constitución del psiquismo. Esa última tiene sus leyes propias, independientes de los enunciados sociales respecto del yo. En otras palabras, el aparato psíquico implica ciertas reglas que exceden la producción de subjetividad, por ejemplo, la represión; que hace al modo en que se constituye el sujeto psíquico. --Luego resta la pregunta por la articulación entre ambas nociones, por el modo en que la escuela interviene o no en los modos de reacomodación del psiquismo, y la inversa, de qué manera las premisas de la constitución psíquica producen la posibilidad de subjetivación--.

Pero lo central es advertir esa distinción fundamental. Porque es que la constitución del sujeto psíquico, y no lo que produce la escuela, la que creará y alojará las marcas de la identidad de género y de la orientación sexual. La ESI no producirá un tipo particular de individuos sexuados, sino que les otorgará un lugar. Y en lo que sí puede participar es en la producción de un nuevo sujeto histórico, a construir. Y para dicha construcción es nuevamente útil la idea de Bleichmar, de pensar la estructuración del sujeto ético, distinto al sujeto disciplinado del proyecto escolar positivista. La escuela participa en esa estructuración a través de la construcción de legalidades que se diferencian de “poner límites”, de acentuar lo preventivo, de advertir peligrosidad en las conductas estudiantiles. Legalidades que, a diferencia, habilitan la participación, la inclusión y la simbolización, regulándolas. Construcción de nuevas legalidades acerca de las relaciones con otras personas, que son habilitantes de una ética de reconocimiento del semejante. Sin una ética de reconocimiento, no hay posibilidad de pensar al semejante como sujeto. Y sin pensar al semejante como sujeto, no hay posibilidad de propiciar las conductas de cuidado.

Toda educación es sexual

Así se tituló un libro de Graciela Morgade (1999) y la frase continúa vigente. Porque por acción u omisión, la escuela siempre dice algo sobre la sexualidad humana. Desde una mirada relacional, la perspectiva de género en la escuela va mucho más allá de los contenidos acerca de la sexualidad (lineamientos ESI), e implica una revisión que va desde el diseño de materiales de trabajo y programas sexistas hasta el desarrollo de políticas de igualdad de trato y oportunidades, en pos de eliminar las representaciones, imágenes y discursos que reafirman los estereotipos de género. A través de los libros de texto, de las prácticas establecidas, de las formas de relación, etc. se perpetúan formas de vivir y de actuar como mujeres y como varones según lo establecido culturalmente. La reproducción de estereotipos de género a través de actividades diferenciadas no sólo segrega en forma binaria a los grupos (sexismo), sino que distribuye recompensas desiguales que inferiorizan a las mujeres (machismo), a la par que invisibiliza otras identidades sexo-genéricas. Tal es el caso de una de mis pacientes cuyo género está indefinido y todos los días, al llegar a su escuela debe decidir en que fila debe formarse, si en la de niñas o en la de niños, porque se sigue ordenando a les estudiantes según el sexo biológico, en un verdadero acto performativo. La escuela genera así una situación paradojal entre “dejarla elegir” e imponerle opciones que no son tales.

Algunos aspectos se están empezando a cuestionar y existen propuestas psicopedagógicas que buscan cambios. Por ejemplo, se propone realizar clases mixtas de Educación Física en todos los niveles educativos (que aún no existen en muchas escuelas secundarias) y algunos colegios de vanguardia avanzaron en el concepto de co-educación, que ameritaría un artículo propio.

Pero existen efectos aún más profundos. La escuela, en forma contradictoria, silencia, pero a la vez es un espacio de performance de los cuerpos sexuados, tal como afirma Judith Butler y se ve en el caso de mi paciente. La distribución de los cuerpos en el espacio del aula y del patio, las normas de vestimenta y apariencia aceptables y no aceptables, el uso del cuerpo en clase y en los recreos, los permisos y sanciones sobre ciertas emociones, la mirada, el uso de la voz, etc. construyen normas corporales, indefectiblemente atravesadas por las lógicas de sexuación modernas que la escuela históricamente dispuso. Según López Louro (1999), la norma corporal es asumida, apropiada --y no estrictamente “seguida”-- por el sujeto que se forma en virtud de haber atravesado ese proceso de asumir un sexo en la hegemonía del imperativo que habilita ciertas identificaciones sexuadas y desalienta otras (López Louro, 1999). Se pone de manifiesto que les estudiantes aprenden a aceptar o a resistir la cultura oficial de la escuela, donde no sólo aprenden conductas y conocimientos, sino un conjunto de actitudes y prácticas que se entraman con la construcción de sus identidades. La performatividad escolar de los géneros forma parte del curriculum oculto, en el sentido propuesto por Jackson (1968); en eso que la escuela crea de forma implícita, a veces sin proponérselo, y se sostiene en la invisibilización-naturalización producida en el discurso, en la percepción y en las acciones de agentes educativos, de dimensiones del proyecto escolar moderno basado en el disciplinamiento y control del desarrollo de los sujetos.

Las perspectivas docentes

En el marco de proyectos de investigación UBACyT con sitio en la Facultad de Psicología de la UBA; dirigidos por la Prof. Mg. Cristina Erausquin, realicé entrevistas y cuestionarios con 40 docentes de escuelas de nivel medio, preguntando por situaciones-problema de desigualdad de género en sus contextos de trabajo. El objetivo fue identificar qué es lo que reconocen como desigualdad de género y abrir hipótesis sobre los niveles de visibilidad y acción ante la problemática. Al respecto, y en forma resumida, fue posible identificar tres posiciones principales:

Una de ellas fue conformada por docentes que afirmaron no haber visto ninguna situación de desigualdad de género en la escuela. Ejemplo: "De todos los colegios en los que me desempeñé, en ninguno observé ni presencié un caso con tales características. Por lo general las desigualdades se observan por los niveles sociales y económicos de los alumnos. Incluso por características fisiológicas. Por género, no”. Sin embargo, un dato sobresaliente es que se trata de docentes cuya antigüedad es mayor a 10 años (algunos acumulan más de 20 años), y es difícil sostener que en todo ese tiempo no haya ocurrido ninguna situación de desigualdad de género en su práctica, lo que abre hipótesis sobre la invisibilidad del problema en el discurso escolar, sobre un no-reconocimiento de situaciones y problemas ya visibilizados en el discurso público, afuera de la escuela.

La segunda postura, conformada por la mayoría, se basa en relatos con situaciones concretas, eventos disruptivos en los que la desigualdad las más de las veces constituye una forma de violencia explícita. Ejemplo: “En una ocasión el reto fue tocarle las tetas a una compañera, pero el desafiado se negó y en otra fue "apoyar" a otra compañera y el desafiado aceptó y la apoyó (-..) El nene dijo que era un desafío igual a cualquier otro. Una de los temas que se trabajo fue la cosificación de las compañeras”. En esos casos, las situaciones son reconocidas y explicitadas, a la par que se enuncian acciones para su superación. Pero no aparecen vinculadas a condiciones estructurales de desventaja y desigualdad de los géneros no masculinos, de carácter continúo y/o permanente en la escena social-educativa, ni sobre el rol performativo de la escuela de dichas condiciones.

En cambio, la tercera postura tiene características destacadas. En algunos casos, se incluye una lectura de carácter estructural y/o sistémico sobre la desigualdad, por ejemplo: “han sido infinidades de situaciones que uno vive respecto a la desigualdad de género. Desde las diferencias de oportunidades por ser mujeres hasta el poco lugar para intervenir desde nuestro rol en instituciones”. También fue señalada la dificultad de las mujeres de construir el denominado “oficio del alumno”: “he podido apreciar la dificultad real de alumnas que tienen hijos y que no finalizan su trayecto formativo por cuanto transitan por configuraciones familiares en las que el cuidado de los niños está asignado únicamente a las mujeres. En algunos casos, además, aportan el relato de sus parejas señalando, explícitamente, que no las acompañarán por cuanto decidieron estudiar”. Y en algunos casos se describen formas de desigualdad de mayor invisibilidad en el discurso público, como por ejemplo los micromachismos: "se suele desvalorizar a las niñas ante la resolución de situaciones lúdicas, en particular, en los juegos de equipos, en los que suelen participar de manera más activas los varones que las mujeres, como por ejemplo, no suelen pasarles la pelota, o bien, ellos son los que intentan convertir un gol o un tanto, sin observar si hay una compañera que esté mejor ubicada para poder concretarlo"...

Las desigualdades de género son un problema de preocupación para la gran mayoría de los docentes, aunque se advierten diferentes profundidades en la visibilidad del problema y su inserción en la dimensión institucional. Las situaciones son detectadas desde una perspectiva sensible, atenta y de reconocimiento de la desigualdad, pero son menos los relatos que contienen una interrogación, revisión y/o cuestionamiento de la matriz performativa de los géneros o bien, de las disposiciones que actúan en el sostenimiento de las desigualdades. La propuesta investigativa y de análisis es avanzar en la re-visiblización de lo invisible, que parece habitar en lo institucional y produce violencia a la libertad y a la diversidad. El análisis implica tener conciencia de que hay tiempo por delante. De que hay futuro.
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Carolina Dome es docente e investigadora UBA.

Bibliografía:

Lopes Louro, Guacira (1999). “Pedagogías de la sexualidad”, en O corpo educado. Pedagogías da sexualidade. Belo Horizonte: Autentica.

Morgade, G. (coord.) (1999) Toda educación es sexual. Hacia una educación sexuada justa. Ediciones Crujía. Buenos Aires.

Vigotsky, L (1996). La crisis de los siete años. En Segarte A (comp). Psicología del Desarrollo, selección de lecturas. Tomo I. Editorial Félix Varela. La Habana.

Bleichmar, Silvia: Entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo. Disponible en: http://www.silviableichmar.com/articulos/articulo8.htm

miércoles, 11 de septiembre de 2019

PERSPECTIVAS PARA LA EDUCACIÓN POPULAR, FUTURO DE UNA UTOPÍA LATINOAMERICANA

¿Qué perspectivas para la Educación Popular? El futuro de una utopía latinoamericana

Ivonaldo Leite

Imagen: helviejotopo.com

¿Qué se entiende por educación popular? Parece ser razonablemente fiable afirmar que lo que se ha subrayado bajo esta denominación es fundamentalmente un fenómeno surgido en Latinoamérica, aunque no se deba desconsiderar la influencia de factores del contexto europeo, como las acciones socioculturales, sociopolíticas y la constitución de las universidades populares.

La Educación Popular tiene primordios fuertemente radicados en la segunda mitad del siglo XX en Brasil, pero también otros países de Latinoamérica, como Argentina. En Brasil, su desarrollo está vinculado, entre otros, a los siguientes factores:

a) La constitución del Movimiento de Cultura Popular (MCP) en la ciudad de Recife, en 1960, por estudiantes universitarios, artistas e intelectuales, en acción conjunta con la Intendencia local, siendo alcalde a la época Miguel Arraes. El MCP fue organizado bajo la influencia de fuentes como el movimiento francés Peuple et Culture, y tenía sus actividades orientadas fundamentalmente para el desarrollo de acciones socioculturales, la concientización de la población y la alfabetización de adultos. Entre sus integrantes figuraban Ariano Suassuna y Francisco Brennand. Fue extinguido por el golpe cívico-militar de 1964.



b) El método de alfabetización de adultos creado por Paulo Freire, relacionando educación y política, marcado por una doble operacionalización. Es decir, inicialmente, un momento preliminar de estudio de la realidad – de manera histórico-sociológica – donde se desarrollará la alfabetización, investigando, por ejemplo, los modos de vida de la localidad. A continuación, los pasos de ejecución del método propiamente dicho, o sea: i) levantamiento del universo vocabulario de los grupos con los que se trabajará; ii) elección de las palabras seleccionadas del universo vocabulario investigado; iii) creación de situaciones existenciales típicas del grupo; iv) elaboración de fichas guías para ayudar a los coordinadores de debate en el trabajo que desarrollarán; v) elaboración de fichas con la descomposición de las familias fonémicas correspondientes a los vocablos generadores.

c) La creación del Movimiento de Educación de Base (MEB), en 1961, vinculado a la Iglesia Católica a través de la Confederación Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), que adoptó la perspectiva sostenida por Paulo Freire.

d) La fundación del Centro de Cultura Popular (CPC) de la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE), en 1962, enfatizando la reflexión racional y el arte como dispositivos inductores de la transformación social, teniendo entre sus integrantes, por ejemplo, el sociólogo Carlos Estevam Martins, el cineasta Carlos Diegues y el poeta Ferreira Goulart.

Así como ocurrió con el Movimiento de Cultura Popular, también el CPC fue extinto después del golpe cívico-militar de 1964 en Brasil. Por otro lado, de las referidas organizaciones, el MEB fue el único a sobrevivir durante la dictadura, principalmente como consecuencia de su vinculación con la Iglesia Católica. De esa forma, continuó sus actividades, conforme a la adecuación y los condicionamientos del nuevo contexto. Probablemente se ha derivado de ahí una visión de Educación Popular con énfasis más en las dimensiones relacionales de la acción educativa, y menos en los contenidos necesarios requeridos por la esfera cognitiva del proceso de enseñanza-aprendizaje, lo que parece ser actualmente una orientación con acentuado predominio en el ámbito de determinadas perspectivas freireanas – sin evaluar, no obstante, los efectos indebidos que pueden resultar de ello. En realidad, hechos como éste posiblemente tienen conexión con las diferencias que estuvieron en el origen de la Educación Popular en Brasil, como, por ejemplo, en lo que se refiere al tema del directivismo y no directivismo, como ha mostrado la investigación de Jeferson Gonzalez.

De cualquier modo, en el marco original de la Educación Popular, hay un núcleo programático que la distingue de la educación formal convencional, en la medida en que él está dotado, por ejemplo, de premisas metodológicas (conocer la realidad), cognitivas (producir conocimientos), políticas (intervención en la realidad, transformación social) y de sociabilidad (búsqueda de nuevas formas de relaciones humanas). Aunque el predominio actual de las dimensiones relacionales en la Educación Popular tenga propensión a ignorar estas premisas (o sólo incida sobre la última, de forma caricaturada), ellas están inscritas en su historicidad.

Teniendo en cuenta su base originaria, parece ser posible establecer una periodización de la Educación Popular, conforme la estoy subrayando aquí, en tres fases: la primera que va de su ascensión hasta al golpe cívico-militar de 1964 en Brasil; la segunda que concierne al período de la elaboración y divulgación de sus perspectivas en otros países de Latinoamérica, desde 1964 hasta al final del ciclo de las dictaduras que tuvieron lugar en la región, es decir, en la década de 1980; y la actual fase, que se inicia sobre todo al final de la década de 1980, con nuevas pautas y desafíos contemporáneos. Frente a ello, es probablemente un inmenso equívoco asumir una postura meramente reproductivista de la Educción Popular, limitándose a repetir sus formulaciones iniciales, como ha hecho el enfoque que incide meramente sobre las dimensiones relacionales de la acción educativa. Al fin y al cabo, se quedan rehenes de actos celebratorios y desconectados de la necesaria problematización analítica de la realidad. A este respecto, algunas manifestaciones alrededor de la perspectiva de Paulo Freire son sintomáticas, y están lejos de percibir los desafíos metodológico, cognitivo, ético y ontológico que las demandas de la realidad educativa y social actual les ponen.

Es posible afirmar que los diferentes factores que estuvieron en el origen de la Educación Popular, así como las implicaciones de sus distintas fases evolutivas, han generado una pluralidad de enfoques y comprensiones a su respecto que llegan incluso, podemos decir, muy probablemente a tener perspectivas antagónicas. De esta forma, el concepto de Educación Popular se vuelve tan amplio que parece aproximarse a una panacea, o sea, en él cabe casi todo desde que, al final, se añada un calificativo: popular.

Fundamentalmente, sin embargo, la cuestión no puede ser de adjetivo, sino de argumentación sustantiva donde el recurso a un adjetivo no constituye el núcleo del enunciado discursivo, pero, en cambio, un medio de traducción cualitativa de la argumentación, considerando, como dice Henri Lefebvre – recurriendo a Leibnez -, que las palabras sirven para traducir una realidad y también para explicar las ideas, teniendo presente que el lenguaje no debe ser enfocado desde su propio interior, ya que su inteligibilidad requiere que se tenga como referencia la relación con la sociedad.

En lo que se refiere al lenguaje en el ámbito de la investigación, hay más que observar, pues tiene una doble función: descriptiva y explicativa. Se da un paso decisivo adelante cuando el investigador pasa de un término expresivo de su investigación y de su propio pensamiento a un término que significa un concepto, situado en un conjunto de otros conceptos.

Recordando al sociólogo Carlos Estevam Martins, intelectual público durante toda su vida y protagonista en los primordios de la Educación Popular, es imperativo decir, en sentido metodológico, que lo que nos corresponde hacer, primero que todo, es reconocer la realidad que está delante de nuestros ojos. Desde postulados semejantes a estos, se puede tener presente la Educación Popular como dispositivo de intervención, considerando, además de dicho indicativo metodológico, a los que he referido anteriormente, donde está presente también la premisa de método. Al tener en cuenta esta perspectiva, es posible vislumbrar algunos de los desafíos de la Educación Popular en el contexto del siglo XXI. En este sentido, a continuación, presento de forma conclusiva ejemplos de tales desafíos:

– Comprender el significado del Estado, para entonces definir la modalidad de relación con él. Probablemente, una parte significativa de la crisis de los sectores progresistas hoy en Brasil es resultado de la incomprensión del significado del Estado.



– Tener presente la recuperación de la memoria histórica de las relaciones humanas en los diferentes tiempos y espacios.

– Estimular en los diferentes protagonistas la permanente curiosidad epistemológica.

– Con respecto a los actores que actúan en los espacios de intervención colectiva, desarrollar reflexiones en el sentido de favorecer la alternancia de funciones entre los protagonistas.

– Realzar la necesidad de coherencia entre discurso y práctica, destacando la conexión entre teoría y práctica, siendo esta, como práxis, el criterio de verdad.

– En contraposición a la tendencia burocrática de los espacios institucionales, promover la idea de acción pedagógica como movimiento.

– Estimular a los segmentos sometidos y no hegemónicos de la sociedad en el sentido de ellos buscaren ser protagonistas de la acción social.

– Enfatizar dispositivos que propicien el ejercicio de la contemplación, alimentado por el ininterrumpido recurso a las diferentes artes y a la milenaria sabiduría acumulada por la Humanidad, lejos de restringirse a la Occidentalidad.

– Ir más allá de la mera repetición de los enfoques clásicos de la Educación Popular y desarrollar un esfuerzo analítico para comprender los nuevos fenómenos y problemas contemporáneos.

– Apostar en la formación integral del ser humano, sin hacer concesión a la tradicional fragmentación disciplinaria. Es decir, comprender el conocimiento como un proceso de totalización.

El futuro de la Educación Popular, esta utopía latinoamericana, dependerá, en parte, de cómo se abordarán estos desafíos.
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Ivonaldo Leite es sociólogo.

domingo, 8 de septiembre de 2019

REDES SOCIALES, PODER CIUDADANO O ELEMENTO DE MANIPULACIÓN

Redes sociales, ¿poder ciudadano o elemento de manipulación?


Nadie está a salvo, el Gran Hermano está mirándote, controlándote desde tu celular, definiendo qué comes, qué votas. La pesadilla de Orwell se hace realidad

Manuel Cardozo


Después de terminados sus estudios de antropología en Inglaterra, el joven Jhon A. Barnes[1] decide viajar a Noruega, con el fin de estudiar las relaciones sociales en una pequeña aldea de pescadores de cachalotes de la isla de Parish.

Allí vivió dos años entre embarcaciones, tabernas y redes de pesca durante 1953 y 1954. Dedicado a comprender los vínculos de hombres y mujeres entorno a la familia, el trabajo y las formas en que estas relaciones se estructuraban. Con el objetivo de facilitar su trabajo creó una representación simple, lógica y sencilla; para denominar estas formas de relación, las llamó “redes sociales”. Desde entonces, este concepto polisémico[2] ha sido utilizado por sociólogos y antropólogos, para abordar temas de investigación que vinculen a grupos sociales específicos. Un famoso ejemplo del empleo del concepto fue el estudio realizado por Elisabeth Bott[3], quien trabajó con familias de clase media inglesas o el de J. Clyde Mitchell[4], en varios estudios de antropología urbana en África.

Como vemos, no es algo nuevo esto de las redes sociales, pero sí algo cambiante como la sociedad misma. Sin embargo, estos estudios, a pesar de que emplearon herramientas conceptuales y a disposición, tuvieron que sortear toda una serie de dificultades técnicas; puesto que la recolección de datos sobre las relaciones sociales y su análisis resultaba muy compleja, si tenemos en cuenta la ausencia de computadores para la época; estos estudios se realizaron a lápiz y papel, y sobre todo haciendo uso de mucha creatividad.

Pero entonces, ¿qué se entiende por redes sociales, si el concepto inicial parece diferir en nuestros días del creado por el entonces joven antropólogo inglés? se hace necesario aquí responder esta pregunta a manera de contextualización, sobre todo conceptual, puesto que el tema que intenta abordar el presente artículo es el poder de comando y control que han conferido las nuevas tecnologías al ciudadano de a pie en el contexto colombiano. “En sentido amplio, una red social es una estructura social formada por personas o entidades conectadas y unidas entre sí por algún tipo de relación o interés común.”[5] Lo anterior podría considerarse como una definición general del concepto de redes sociales, que en nuestros días ha sido utilizada por diferentes ciencias, incluida las matemáticas, las cuales han contribuido a enriquecerlo con características que se pueden aplicar a cualquier estudio que relacione nodos y aristas; es decir que los individuos o comunidades serían en este caso los nodos y las aristas o vínculos, los medios que estos utilizan para comunicarse y relacionarse, formando un sistema de redes, un entramado de relaciones. Sin embargo, esta definición ha sido desplazada según los propósitos con los cuales se construyen estas redes entre sujetos.

En consecuencia, un primer sentido se refiere a las redes sociales como “networking” entre personas mediante plataformas virtuales. Este sentido ha desplazado, por su reciente popularidad, a otros con mucha más tradición en las ciencias sociales. Un segundo sentido se refiere a las redes sociales como metáforas sobre la complejidad del mundo social. Un tercer sentido se refiere a las redes como estrategia de “empoderamiento” de actores locales (redes de organizaciones normalmente) para la mejora de una situación o la puesta en marcha de una iniciativa. Finalmente, un cuarto sentido se refiere a las redes sociales como herramienta para el análisis de las relaciones empíricas entre personas, organizaciones, países u otras unidades de análisis[6]. Es el tercer sentido mencionado aquí, el que se va a desarrollar; una denominación totalmente válida, que nos permite analizar el fenómeno de empoderamiento ciudadano, del que hemos sido testigos desde la aparición de las redes sociales virtuales.

Fue en el año 1971 cuando se envía el primer email, si bien ese pequeño gesto informático lo realizaron dos computadores que se encontraba uno al lado del otro, hoy podemos enviar un correo electrónico sin pensar en límites de espacio y en un tiempo menor a un segundo. Desde que estalló la “burbuja de internet” en el año 2000, esta industria creciente tardó solo dos años en lanzar el portal Friendster, pionero en la conexión online de “amigos reales”, la cual alcanza tres millones de usuarios en menos de tres meses; un año después vino MySpace, creada por una empresa de marketing online la cual fue codificada en menos de diez días. Estas dos plataformas de conexión interactiva fueron las antecesoras de Facebook, la cual fue creada en el 2004 por el mundialmente conocido Mark Zuckerberg. Codificada en un principio solo para conectar a la comunidad de estudiantes de la universidad de Harvard, y su éxito fue tal, que en menos de un mes la mitad de los 19.500 estudiantes de esa época se suscribieron a la plataforma.

Desde entonces facebook superó rápidamente los límites y pasó de ser la red social de una comunidad universitaria, a convertirse en la mayor plataforma mundial de interconexión social del mundo; ni siquiera superada por la red de microblogging Twitter, creada en el 2006, la cual cinco años después contaba con 175 millones de usuarios, mientras Facebook contaba con 800 millones.

Todas estas plataformas han desarrollado sus propias herramientas de comunicación, se han transformado y mutado según las demandas de sus usuarios, como las necesidades de marketing impuestas por un mercado cada vez más competitivo. Una teoría llamada “teoría de los seis grados” planteada por primera vez por el escritor húngaro Frigyes Karinthy[7] en los años treinta, la cual sostiene que un mensaje puede llegar a cualquier persona desconocida en cualquier parte del mundo, a través de seis saltos por medio de una cadena de conocidos.

Teoría que han tratado de comprobar diferentes científicos, primero por medio del envío de postales, donde se identifica a una persona en un lugar alejado del mundo a la cual debe llegar en algún momento el mensaje, por medio de una red de conocidos que envían a sus amigos la misma postal. Teoría que ha cobrado importancia con la aparición de las plataformas digitales mencionadas, las cuales han comprobado la efectividad de las redes sociales digitales para la difusión de información. Viralizar es el término que utilizamos cotidianamente para hacer referencia a la dispersión masiva de un video, un meme, o un mensaje cualquiera, que puede ser generado de un computador en Rusia y llegar a Ecuador el mismo día con una efectividad sorprendente.

Durante siglos se pensó que la falta de acceso a la información era una de las causas principales de la ignorancia. Por todos es conocido el recelo con que eran guardados los textos en la edad media por las comunidades religiosas. Esa imagen en el libro de Umberto Eco, El Nombre de la Rosa, en la que de los monjes de la abadía empiezan a aparecer envenenados por atreverse a leer un libro prohibido de Aristóteles sobre la risa nos ilustra qué tan serio era esto de preservar la información. No obstante, hoy las cosas son totalmente opuestas en cuanto a información y conocimiento se refiere. No solo tenemos bibliotecas enteras en todos los idiomas al alcance de un botón, sino muchos de los archivos digitalizados del mundo se encuentran en plataformas digitalizadas que se pueden consultar con una simple suscripción, pero la ignorancia sigue allí impávida y creciendo. Tal vez no sea entonces el poco o basto acceso al conocimiento lo que motiva nuestro yo inquisidor, nuestro yo investigador es una cuestión que está por debatirse.

Pero lo que sí ha proporcionado este acceso ilimitado a la información, es un poder de comando y control por parte del ciudadano común. Unos ejemplos claros de este fenómeno los presentó Marc Prensky[8] en el año 2004 a través de su ensayo titulado “La muerte del comando y el control” sus argumentos son básicamente tres:

Los cambios sin precedente en el campo de la tecnología que hemos visto en los últimos 30 años han llevado a un nuevo patrón de pensamiento, especialmente entre la gente joven, quienes son los que más usan esta tecnología, la extensión y magnitud de estos cambios son todavía subvalorados. 2. Lo anterior ha llevado a cambios en el comportamiento de la gente joven, los cuales han sido apreciados de forma individual, pero no los hemos logrado entender en su totalidad y 3. Estos cambios están creando, y continuarán haciéndolo, importantes transformaciones en nuestra sociedad. Los ejemplos de estos cambios que presenta el autor de este ensayo, tienen que ver con la forma en que las grandes organizaciones del sector empresarial, organizaciones gubernamentales y militares tienen, o más bien han tenido que acoplarse, a un nuevo orden de liderazgo que cambió con la revolución tecnológica del internet y las redes sociales. En este nuevo orden la operación logística, el liderazgo y administración gubernamental, pasaron de ser de arriba hacia bajo, si pensamos en organizaciones piramidales, para transformarlas desde abajo hacia arriba; Por tanto los líderes son cada vez más influenciados por aquellos a los que lideran. Lo que se podría denominar una verdadera democratización de todas las organizaciones. Los clientes, para el caso de las empresas, los electores para el caso de los políticos o las mismas unidades militares para el caso de los ejércitos, como lo demostrado en las primeras incursiones a Afganistán, en donde los soldados norteamericanos empezaron a notar fallas en los equipos suministrados por la institución, que no iba de acuerdo a las condiciones climáticas y geográficas del campo de batalla, por lo que se vieron en la necesidad de cambiarlo a través de compras en portales web. Un gesto que pareciera simple pero que ilustra el empoderamiento que los individuos pueden tener a través de los nuevos medios tecnológicos a disposición, y que cambió la forma en que logísticamente se actuaba en el ejército de EE.UU. en lo que respecta a la dotación de equipos de combate.

Un evento de remarcar fueron las protestas anti gobierno que empezaron en Tunisia y se esparcieron por todo Norte de África y el Medio Oriente, conocida como la primavera árabe (2010-2013), en el que las redes sociales jugaron un papel esencial como forma de divulgación, el cual como un efecto cascada terminó por conformar un fenómeno de protesta internacional, en torno a gobiernos abiertamente opresores de las libertades civiles, y dejando como antecedente el poder de las redes sociales y su utilización en la protesta social.

Otro elemento importante de este empoderamiento está representado por las nuevas formas de construcción del conocimiento a través del blogging y las wikis. Elementos digitales que permiten la divulgación y construcción libre individual y conjunta de conocimiento. Pero este mundo virtual tiene muchísimas caras, porque si bien la ciudadanía ha encontrado una forma libre de expresar, informar y relacionarse, con más empoderamiento, es también un mundo donde se puede manipular, desviar la opinión de las masa o diseminar una ideología de odio frente a la diferencia, económica, ideológica o racial. Existe un interesante experimento que se llevó a cabo en La plaza Tahrir la principal de El Cairo, durante las protestas de la población que se reunía en aquella plaza para pedir la renuncia del presidente Hosni Mubarak. El experimento consistió, en que se le solicitó a tres personas con ideas políticas diferentes, un liberal, un conservador, y un moderado, que googlearan en sus teléfonos las palabras Egipto, los resultados probaron la manipulación algorítmica que selecciona la información que recibes y que como consecuencia lo que hace es reafirmar tus prejuicios ideológicos y preconcepciones sociales. Para el conservador los resultados fueron sobre los radicales musulmanes, para el liberal fue la manifestación en la Plaza Tahrir y al moderado los resultados de su búsqueda le mostraban los sitios turísticos más visitados en el valle del Nilo.

Si bien esta manipulación proviene de la interrelación de algoritmos, existe otra la cual provienen de servidores desde donde se manejan miles de cuentas falsas y se promueve información con objetivos específicos para estimular la permanencia o cambio de una opinión sobre determinada situación. De esta forma se explican los casos como el triunfo del NO en la consulta popular respecto a la firma del acuerdo de paz entre el gobierno Santos y las FARC- EP. Proceso en donde a todas luces se implementó una campaña de manipulación de la información dirigida a los diferentes sectores de la sociedad para condicionar su voto.

Cómo explicar entonces el triunfo de políticos con claras ideas retrogradas en torno a las libertades individuales y colectivas como Donald Trump en EE.UU. y Bolsonaro en Brasil; por mencionar solo dos casos en los cuales las redes sociales han jugado un papel fundamental, para la difusión de discursos nacionalistas y odio segregacionista al mejor estilo del nazismo de los años 30.

Aunque la mayoría de nosotros hoy en día tenemos cuentas en facebook, Instagram y Twitter, y sabemos el poder de expresión y comunicación que nos proporcionan día a día, no obstante, también somos testigos de su poder destructor. Curiosamente muchas de estas plataformas han cambiado totalmente el propósito para los cuáles han sido creadas. Si bien facebook se hizo para conectar gente y ampliar redes de amistad, esta se ha convertido en una forma de comunicar lo que actualmente está sucediendo, no ya en tu vida personal sino a nivel político y social en todos los contextos. Twitter se ha convertido en una herramienta de tipo político, en la que los líderes de las naciones expresan sus opiniones y muestran sus logros administrativos, pero a su vez funcionan como un efectivo sistema de control ciudadano. Vemos día a día como ciudadanos reportan los abusos policiales, actos de corrupción, negligencias en el sistema de salud, los cuales, en muchas ocasiones, se convierten en una forma alternativa de periodismo ciudadano, en contraposición al sesgo y falta de imparcialidad de los medios tradicionales.

En Colombia hemos tenido ejemplos de este control social que se ejerce por medio de la publicación de hechos que ocultan o distorsionan los medios de comunicación tradicionales. Todos recordamos el famoso video del coscorrón de Germán Vargas Lleras en medio de su campaña política para la presidencia de la República, que terminó por sepultar su popularidad y cualquier posibilidad de cumplir su sueño presidencial.

Encontramos también funcionarios públicos que emplean las redes sociales para estar más cerca de la ciudadanía, como el caso Rodolfo Hernández en Bucaramanga, quien se ha convertido en el alcalde más popular de Colombia, no solo por su carácter, sino por la forma como utiliza las redes sociales para denunciar y mostrar su lucha contra lo que él llama “las mafias corruptas en el municipio”.

No se podría afirmar entonces que las redes sociales son algo bueno o malo. Si bien las más populares plataformas han sido relacionadas con el fomento de los defectos (pecados) humanos[9] como la pereza-Netflix, ClickDelivery-gula, Linkedln-soberbia, Facebook-vanidad, Twitter-ira, Tinder-lujuria, Instagram-envidia; también son plataformas que son y han sido utilizadas para promover buenas causas, como la expansión de la toma de conciencia frente al calentamiento global por ejemplo. Al final, de lo que se trata es de una cuestión de ética. Cuando decidimos compartir información que construye o destruye, que verificamos o que simplemente esparcimos porque refleja nuestro punto de vista. Hay que recordar que a este último tenemos derecho, porque todos tenemos derecho a tener nuestras propias opiniones, peor a lo que no tenemos derecho es a tener nuestro propios hechos pues estos hacen parte de la realidad.

Si bien esta revolución tecnológica digital ha traído evidentes cambios en la forma como nos relacionamos, en la forma como nos proyectamos hacia los otros y en la forma como concebimos el futuro, habrá que moverse dentro del campo virtual de las redes sociales con la misma precaución que tenemos cuando cruzamos una calle, pues ya por estos días lo virtual en ocasiones es tan real como el golpe del metal contra tu cuerpo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] BARNES, J. A. «Class and Committees in a Norwegian Island Parish.» Hum. Relat., 1954, Vol. VII,

[2] Polisemia: de poli:varios y el griego: σῆμα sêma ‘significado’. 1. f. Ling. Pluralidad de significados de una expresión lingüística. En: Real Academia Española © Todos los derechos reservados

[3] BOTT, Elisabe th. Urban Families: Conjugal Roles and Social Networks. Human Relations. 1955

[4] MITCHELL, J. Clyde: “Orientaciones de los estudios urbanos en África”. En: Michael Banton (comp.): Antropología social de las sociedades complejas. Alianza. Madrid, 1980; pp. 53-81.

[5] PONCE-K IDATZIA, Isabel. MONOGRÁFICO: Redes Sociales – Definición de redes sociales. Pag.2. 2012. http://recursostic.educacion.es/observatorio/web/eu/internet/web-20/1043-redes-sociales?start=1

[6] MOLINA, José Luis y ÁVILA, Javier. Antropología y Redes sociales. España: Universidad Autónoma de Barcelona. 2010.

[7] Teoría inicialmente propuesta en 1929 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en una corta historia llamada Chains (Cadenas).

[8] PRENSKY, Marc. “The death of command and control?” (La muerte del mando y control?). 2004.

[9] HOFFMAN, Reid. Los siete pecados capitales de los medios digitales y las redes sociales. The Wall Street Journal. 2011

 
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