domingo, 29 de enero de 2017

EL PROFESOR DEL SIGLO XXI TIENE QUE ENSEÑAR LO QUE NO SABE, LA MEJOR EVALUACIÓN ES LA AUTO EVALUACIÓN: PETER SENGE

PETER SENGE: “EL PROFESOR DEL SIGLO XXI TIENE QUE ENSEÑAR LO QUE NO SABE”


"Es un error ser tan rígidos con la edad porque los niños avanzan a distintas velocidades"

"El contexto autoritario dentro de la escuela es tal que los chicos solo quieren complacer al maestro"

"El profesor del siglo XXI tiene que enseñar lo que no sabe. Ahí empieza la innovación"

"Durante décadas se les ha hecho creer a los niños que no poder avanzar al ritmo que marca la escuela es sinónimo de ser idiota"

"La evaluación más efectiva es la del propio alumno analizando su progreso, la autoevaluación"

El experto cree que para innovar en educación hay que crear un modelo pedagógico en el que docente y alumno aprendan a la vez.

Peter Senge, californiano de 69 años, cree que el principal problema del sistema educativo es que se basa en el modelo de la revolución industrial.

Este profesor de la escuela de negocios del Massachusetts Institute of Technology critica que los colegios en diferentes partes del mundo continúan replicando un modelo de aprendizaje pasivo, en el que los docentes hablan y los estudiantes permanecen sentados y callados, “como si se les estuviese entrenando para trabajar en una fábrica”.

Considerado por The Economist como uno de los 50 pensadores más influyentes del mundo en el ámbito de la gestión empresarial, Senge se empezó a interesar por la educación tras el éxito en diferentes universidades de Estados Unidos de su best-seller La Quinta Disciplina. Publicado en 1990, el libro contiene las claves para hacer competitiva cualquier institución con una estrategia de aprendizaje diseñada por el propio Senge.

En 1991, fundó la Society for Organizational Learning(SOL), una red de innovación en el aprendizaje en la que participan más de 19 empresas y organizaciones y mil escuelas públicas y privadas de diferentes parte del mundo. Senge ha visitado Madrid para impartir un seminario de liderazgo a los profesores de la Institución Educativa SEK.

Pregunta. ¿Cuáles son las principales transformaciones que debe afrontar la escuela?

Respuesta. Lo más importante es que llegue el final de la escuela tal y como la conocemos. Todos hemos ido al mismo tipo de colegio, no importa si el centro educativo está en España, Reino Unido o China. La fórmula siempre es la misma: los profesores tienen el control y los alumnos no son proactivos. Nadie sabe a ciencia cierta cómo debería ser, de hecho no creo que haya un modelo único, pero sí un principio claro: adultos y niños aprendiendo a la vez.


La idea de que los profesores tienen las respuestas y por eso lideran el aprendizaje ya no sirve, nadie sabe cómo se resolverán los problemas que ya nos afectan hoy, como, por ejemplo, el cambio climático. Los niños lo saben y por eso no se enganchan a la escuela, porque el profesor actúa como si tuviese todas las respuestas. El aprendizaje en el colegio se centra en evitar cometer errores. El contexto autoritario dentro de la escuela es tal que los chicos solo quieren complacer al maestro.

P. ¿Cómo puede funcionar una escuela pretendiendo que alumnos y profesores tengan los mismos intereses?

R. Los docentes tienen que crear nuevas fórmulas pedagógicas para que los niños aprendan cosas sobre las que no hay respuestas claras. Singapur comenzó en el año 2000 su proceso de transformación del modelo educativo y el eje fue crear un entorno en el que todo el mundo aprendiese: profesores, alumnos y padres. Supuso un cambio radical, teniendo en cuenta que habían heredado el modelo británico, muy profesor-céntrico. El aprendizaje giraba en torno a la figura del experto. Dijeron basta y ahora los profesores plantean retos reales y los estudiantes aportan soluciones. No solo se plantean problemas artificiales para resolver en el aula. A los alumnos les motiva ayudar a su comunidad a ser más efectiva. La forma de hacerlo con un niño de ocho años o un adolescente de 18 es distinta, pero el principio es el mismo.

P. ¿Cómo tiene que afrontar el profesor su día a día en el aula?

R. Solemos decir que el profesor del siglo XXI tiene que enseñar lo que no sabe. Ahí empieza la innovación. Lo primero que tienen que hacer es desaprender, olvidar los métodos pedagógicos tradicionales. Es muy difícil porque tienen una identidad muy fuerte y se sienten orgullosos de estar al frente de la clase. Creen que mantener el orden y la atención en su discurso es lo que les hace buenos profesores y tal vez sea ese el problema, las lecciones magistrales brillantes. Para que se produzca el cambio tiene que haber una masa crítica de esos adultos en las escuelas que diga basta. Esto no va sobre decidir buenas o malas respuestas, sino sobre afrontar problemas reales. Conseguir que un niño de 12 años entienda por qué hay problemas de drogadicción en su barrio.

Hay que crear nuevas fórmulas para que los niños aprendan cosas sobre las que no hay respuestas claras

P. ¿Qué papel tiene la tecnología en la transformación del modelo?

R. Tecnología moderna y pedagogía anticuada, ese suele ser el patrón. Muchas escuelas están gastando grandes cantidades de dinero en comprar ordenadores para los alumnos porque creen que la tecnología lo cambia todo, y no es así. Hay que innovar en las técnicas de aprendizaje.

P. ¿Cree que los contenidos estáticos como las matemáticas o la literatura se deberían modificar dentro de los programas académicos?

R. Hay que enseñar esos contenidos de forma distinta. Los buenos profesores de matemáticas saben la diferencia entre el aprendizaje mecánico, en el que los chicos aprenden a escribir ecuaciones, y el profundo, en el que entienden el porqué. Uno de los docentes de nuestra red SOL, que trabaja en un colegio público de Boston, ha desarrollado un método en el que los niños se enseñan álgebra entre sí. Ha dedicado más de 20 años a crear problemas muy complejos y ni los mejores estudiantes de álgebra pueden resolverlos por sí solos. En el primer mes del curso imparte clases magistrales cortas para enseñar los fundamentos básicos, y el resto del año los alumnos trabajan en grupos de cuatro. El docente es importante porque ha diseñado la metodología, no actúa como un profesor sino como un facilitador.

Peter Senge tras impartir un curso en la Universidad Camilo José Cela. KIKE PARA

P. ¿Con qué escuelas está trabajando?

R. La Society for Organizational Learning, que fundé en 1991, es una red de investigadores y profesores en activo de diferentes partes del mundo. Sobre todo trabajamos con colegios públicos de Estados Unidos, porque es ahí donde están las carencias más graves, pero también colaboramos con colegios privados que sean innovadores. Estamos en contacto con más de mil escuelas en el mundo. Nuestra misión es buscar innovadores para conectarlos entre sí, para que entiendan que no están aislados. Hay una revolución que está ocurriendo, cientos de profesores usan Flipped Classroom (clase invertida) o el aprendizaje por proyectos. El problema es que no hay vías de comunicación entre ellos.

P. La clave para el cambio, ¿la tienen los gobiernos o las escuelas?

R. En Singapur, por la naturaleza del país, el Gobierno lideró la transformación. Pero no es una buena referencia, es un territorio muy pequeño, casi como una ciudad. En la mayoría de lugares, los líderes han sido los directores de los centros y los docentes, grupos pequeños que han querido dar un giro a su cultura de aprendizaje. El cambio tiene que arrancar en la escuela, que funciona como una institución local.

Es un error ser tan rígidos con la edad porque los niños avanzan a distintas velocidades

P. ¿Qué modelo educativo actual cree que debería replicarse?

R. No se trata de copiar a Finlandia o Singapur. Hay que ser menos rígidos con la edad porque los niños avanzan a distintas velocidades. No tiene sentido dividirles en cursos por edad. La escuela industrializada, ese es el problema. En las líneas de ensamblaje todo el mundo se movía al mismo ritmo y precisamente fue la era de la industrialización la que hizo a los lentos estúpidos. Hace unos años conocí en Los Alpes a un físico austríaco que había trabajado con el Nobel de Físicadanés Niels Bohr -le concedieron el premio de 1922-, probablemente el físico más brillante de la historia. Le pregunté cómo era trabajar con él y me dijo que era muy lento, pero que cuando entendía algo, realmente lo entendía. La mayoría de científicos son pacientes, reflexionan, se toman su tiempo. Durante décadas se les ha hecho creer a los niños que no poder avanzar al ritmo que marca la escuela es sinónimo de ser idiota.

P. ¿Cree que la certificación supone un freno para el aprendizaje?

R. La evaluación más efectiva es la del propio alumno analizando su progreso, la autoevaluación. Pero ahora ese rol lo asume el profesor. Los buenos docentes crean un entorno en el que los estudiantes mejoran constantemente y pueden juzgar de forma objetiva cómo están evolucionando. En Estados Unidos, a los profesores se les coloca en rankings en función de los resultados que sus alumnos obtienen en los exámenes estándar. Todo lo que está demasiado mecanizado carece de sentido. El problema no es la herramienta, sino el uso que se hace de ella. El objetivo debería ser estudiar qué técnicas de enseñanza funcionan mejor que otras y por qué.

P. El pedagogo británico y conferenciante Ken Robinson critica que la escuela mata la creatividad. ¿Cuál cree que es la explicación?

R. Los niños dejan de ser curiosos por el miedo a cometer errores, y como consecuencia de eso, también dejan de ser creativos. En mis clases suelo preguntar a mis alumnos cuántos de ellos decidieron a los diez años que no se les daba bien cantar, o que no eran muy buenos en dibujo. La gran mayoría levanta la mano. Entre los cinco y los diez años se internalizan esos miedos a no dar la talla y los chicos simplemente dejan de hacerlo. Hace unos años, un educador me dijo que no tenemos ni idea del drama que sufren los niños en la escuela. Los profesores están en una posición de autoridad y pueden hacer mucho daño si no se dan cuenta del impacto que pueden tener sus mensajes.

Este contenido ha sido publicado originalmente por El País (España) en la siguiente dirección: economia.elpais.com | Por: Ana Torres Menárguez

http://webdelmaestrocmf.com/portal/peter-senge-profesor-del-siglo-xxi-ensenar-lo-no-sabe/

CÓMO APLICAR LA TEORÍA DE LAS INTELIGENCIAS MÚLTIPLES EN EL AULA


La famosa teoría de Howard Gardner requiere de diferentes estrategias del docente para su aplicación en el aula.


La Teoría de las inteligencias múltiples surgió en 1983, creada por el psicólogo e investigador Howard Gardner, la cual sostiene que la inteligencia no es una capacidad unitaria, sino que hay 8 tipos diferentes y todas poseen la misma relevancia.

En los últimos años este concepto ha ganado una importante popularidad en el ámbito educativo, donde se están uniendo esfuerzos para aplicarlo y poder brindar una mejor educación, adaptada a todos los individuos.

Esta teoría de Gardner supone una gran crítica a la visión tradicional de la inteligencia. A lo largo de la historia humana se ha creído que la inteligencia es una capacidad relacionada con la forma que tenemos de razonar y que posee las mismas características para todos los individuos, pero se muestra en diferentes niveles. Por ser una habilidad igual en todos, las mismas pruebas académicas sirven para evaluar el nivel de la inteligencia de los individuos.


El famoso psicólogo se posiciona contrario a esta idea, al plantear la Teoría de las inteligencias múltiples. Esta concepción sostiene que la inteligencia no es única en el ser humano, sino que existen diferentes inteligencias que marcan las potencialidades y habilidades de cada persona. Por ello, la inteligencia no es medible de igual forma para todos los individuos, sino que se debe evaluar a cada uno dependiendo su tipo de inteligencia, que se asocia a sus rasgos de personalidad, sus inclinaciones y gustos.

Gardner propuso que existen al menos 8 tipos diferentes de inteligencias: Inteligencia lingüística-verbal; Inteligencia lógico-matemático; Inteligencia viso-espacial; Inteligencia corporal; Inteligencia musical; Inteligencia intrapersonal; Inteligencia interpersonal e Inteligencia naturalista. La inteligencia es, bajo esta teoría, una forma particular de ordenar el mundo a través de los pensamientos. El sector educativo se ha interesado por esta temática y su implementación en las aulas, pero resulta todo un desafío su implementación en el sistemaactual.

5 consejos de Howard Gardner para los padres de familia 

La aplicación de esta teoría permitiría estimular las potencialidades de los jóvenes de acuerdo a sus habilidades y gustos, que son de vital importancia para el desarrollo personal y laboral. No solo se trata de transmitir conocimientos académicos, los docentes tienen la misión de ayudar a los jóvenes a poder desarrollar todas las facultades de manera plena, para convertirse en grandes personas y ciudadanos.

Para poder aplicar la Teoría de las múltiples inteligencias en el aula, el primer paso que deben realizar los docentes es determinar la naturaleza de su propia inteligencia, para luego poder comprender cuál es la inteligencia de cada uno de los estudiantes a través de diferentes ejercicios de observación, que pueden demostrar las facilidades y dificultades de cada uno de los jóvenes.

Existen diferentes tipos de actividades que pueden realizarse en el aula para evaluar y observar las debilidades y fortalezas en cada uno de los estudiantes, de manera de determinar cuál es el tipo de inteligencia de cada uno y potenciar al máximo sus habilidades. A continuación, te ofrecemos una tabla que brinda algunas ideas muy efectivas.


Este contenido ha sido publicado originalmente por Universia en la siguiente dirección: noticias.universia.net.mx

http://webdelmaestrocmf.com/portal/como-aplicar-la-teoria-de-las-inteligencias-multiples-en-el-aula/

miércoles, 25 de enero de 2017

LA DISLEXIA, NO ES UN PROBLEMA, ES UN DON

La Dislexia No es un Problema es un Don


La dislexia por varios años ha afectado a muchos niños en el proceso del aprendizaje, aprender a escribir y leer se les convierte en una pesadilla donde muchos padres no se dan cuenta del problema de sus hijos /as, y muchas veces sin saberlo agreden a sus hijos porque no prestan atención a lo que se le está enseñando, ese es el caso de varios niños que los padres no saben que tienen dislexia.

La dislexia es la alteración de la capacidad de leer por la que se confunden o se altera el orden de letras por números y silabas y muchas veces palabras, esta definición está dada científicamente, se puede sufrir este problema sin que exista un daño o defecto neurológico.

Pero la dislexia no es un problema es un don los niños que presentan este problema, tienen una gran concentración, piensan mucho, lo que los científicos lo catalogan que presentan un universo en su cerebro, casi todos los personajes que marcaron la historia del mundo presentaron este problema, uno de ellos es Albert Einstein catalogado en el colegio como un niño problema, que en su niñez paso por una de las etapas más duras al no saber escribir ni leer, pero por su cerebro pasaba otra corriente muy diferentes a las demás, esto hizo que Albert superara todos sus problemas y se convierta en un ganador el premio nobel por sus magníficas teorías, los niños con dislexia tienen un don y tienen que saber explotarlo.

Por eso Portal Educativo trae a ustedes un fragmento de una película bellísima llamaba Estrellas en la Tierra, donde se puede observar que la dislexia no es un problema si no al contrario un don, en este fragmento conoceremos a todos los famosos que pasaron por este proceso.

http://portaleducativo10.com/la-dislexia-no-problema-don

martes, 10 de enero de 2017

LA DICTADURA DEL PROVECHO HA ALCANZADO UN PODER ILIMITADO. LA UTILIDAD DE LO INUTIL

'La utilidad de lo inútil', un elocuente manifiesto italiano contra la corrupción masiva 
La utilidad de lo inútil. 
(EL ACANTILADO) 


"La respuesta de los gobiernos a la crisis no puede ser hacer pagar a los más pobres y a la clase media"

El profesor Nuccio Ordine defiende un regreso intelectual a saberes como la literatura, la filosofía, el arte o la música. 

"La dictadura del provecho ha alcanzado un poder ilimitado", denuncia el autor. 

La obra denuncia la gestión que los gobiernos hacen de la crisis socializando la deuda.

"Las artes no producen ganancias, pero evitan la deshumanización"

EFE. 

Durante veinte años el profesor italiano Nuccio Ordine fue anotando en sus cuadernos fragmentos de los textos que leía y le gustaban. Con este material, mezclado con sus opiniones del actual momento de "cambios, incertidumbres y mutaciones", ha elaborado el manifiesto La utilidad de lo inútil.

El autor explica que en este breve ensayo, publicado por Acantilado y Quaderns Crema, lanza un grito de alarma sobre la necesidad de volver a fijar el foco en una serie de saberes como la literatura, la filosofía, el arte o la música, "que no dan ningún beneficio, no producen ganancias, pero sirven para alimentar la mente, el espíritu y evitar la deshumanización de la humanidad".

A su juicio, hoy "la dictadura del provecho ha alcanzado un poder que está fuera de cualquier límite, no hay aspecto de la vida de todos nosotros que no esté dominado por el utilitarismo".

Todo está invadido por ello, "no sólo los intercambios comerciales, también los intercambios humanos y, desgraciadamente, la Escuela y la Universidad, cada vez más empresas que, en vez de estudiantes, tienen clientes".

Y, en cambio, según defiende Ordine, la única manera de resolver muchos de los problemas acuciantes del actual momento pasa por reforzar "las escuelas y las universidades y todas las actividades culturales que ayudan a que podamos ser mejores".

Un éxito en Italia y Francia

Con el libro, que ha sido un éxito de ventas en Italia y Francia, ha querido lanzar que si no se cambia de dirección "vamos a destruir el único instrumento que tenemos para formar a las nuevas generaciones". 

Todos los autores clásicos que cita en la obra, desde los griegos de la antigüedad como Aristóteles a Shakespeare o escritores contemporáneos como Ionesco o Italo Calvino, "dan a entender que la dignidad del hombre no viene de la cantidad de dinero que posee, sino de sus virtudes".

Ordine pide durante su disertación que se imagine un mundo sin flores. "Las flores -argumenta- no son necesarias para nuestra vida, pero un mundo sin flores sería mucho más triste, sería como un desierto. 

Como lo sería una educación sin los saberes inútiles, que transformaría nuestro espíritu en un desierto". Ahondando en el momento de crisis actual, asevera que lo primero en lo que piensan los gobiernos a la hora de actuar es en recortar en educación, en bibliotecas o en acabar con las excavaciones arqueológicas". 

Para Ordine, por el contrario, "lo que los gobiernos de todo el mundo deberían hacer es luchar y resolver el problema de la corrupción". "La respuesta a la crisis es acabar con eso y no hacer pagar la crisis a la clase media y a las clases más pobres", indica.

El profesor de la Universidad de Calabria insiste en que "hoy lo que piden los gobiernos es la carne viva de los seres humanos, lo que es muy injusto en un contexto en el que no sólo hay corrupción en los Estados, sino también en las grandes empresas, que colocan el dinero que obtienen en paraísos fiscales y luego se declaran en bancarrota". 

Privatizar beneficios, socializar deudas

Afirma que muchas de estas corporaciones "piden sacrificios a los obreros aplicando una lógica en la que se privatizan los beneficios y se socializan las pérdidas". 

A pesar de estas consideraciones, el escritor advierte de que La utilidad de lo inútil no va en contra de "la ganancia en general, aunque sí contra la idea de que la ganancia se convierta en un fin en sí mismo". 

Durante la entrevista Nuccio Ordine tampoco rehuye las preguntas sobre el nuevo Papa Francisco, por quien dice sentir "una gran admiración porque, por fin, la Iglesia no cuenta en su cúpula con un burócrata de la religión, sino con un hombre que ha vivido con la gente".


http://www.20minutos.es/noticia/2020406/0/utilidad-de-lo-inutil-libro-manifiesto/italiano-contra-corrupcion/nuccio-ordine/#xtor=AD-15&xts=467263

¿Somos la utilidad de lo inútil?


Así titula Nuccio Ordine, docente universitario de literatura universal, su ensayo de filosofía más reciente.

Por: Arq. Oscar Camilo Serpa Reyes


Así titula Nuccio Ordine, docente universitario de literatura universal, su ensayo de filosofía más reciente. Nacido en la pequeña localidad de Calabria, Italia, propone desde una perspectiva filosófica humanística, la necesidad de volver a retomar todo aquello que nos construye como persona y nos aleja de lo material como beneficio, sencillamente lo que su mensaje filosófico en acción busca, es tratar de persuadirnos de lo necesario que es reencontrarnos con la sutileza del universo humano y el conocimiento de éste, el cual hemos perdido sin lugar a dudas, en esta caverna de depredación y de muerte que es nuestra ciudad, llena de sueños abortados e inconclusos.

Si bien el filósofo Ordine, propone en su manifiesto de defensa humanística, recuperar lo que es inútil para los modelos de sociedades actuales, como la cultura, la antropología filosófica, la música, la literatura, la poesía y todo aquello que tiene que ver con el ser, en similitud manera, la ciudad también nos propone recuperar lo que para ella es necesario y vital: su urbanismo social y ambiental

Nuestro diseño de ciudad caótica, segregante y consumidora, fruto de intereses capitalistas mezquinos, nos ha llevado a considerar inútiles en el sentido peyorativo, la estructura cohesionante de la ciudad: el espacio público; inutilidad temporal ésta que se nos ha convertido en una ulcera crónica que se niega a desaparecer ante la indiferencia ciudadana, el poder inmobiliario empresarial y la connivencia administrativa institucional

Lo que nos parece “inútil” por la voracidad del poder capitalista reinante y la baja auto estima de la institucionalidad perversa, hacen que nuestros sitios de encuentros públicos, (senderos peatonales, las zonas de protección ambiental, las ciclo rutas, Las zonas verdes, los parques urbanos, plazas, plazoletas, parques naturales, escenarios deportivos, escenarios culturales y de espectáculos públicos, rondas hídricas etc) sean existenciales para la ciudad y no sean consumidos por sus ciudadanos, la rentabilidad del usufructo comercial nos los ha arrancado de nuestro escenario urbano compartido, y lo ha privatizado para beneficio personal, sumergiéndolos en sus moles de concreto armado, que con sus gigantescas vitrinas comerciales, sirven de carnadas efectiva en la venta de productos de consumo a sus clientes, así parezcan reclusorios de estrato siete y cortinas antisociales para el dialogo.

Padecemos la “horrible noche” del cual nos hablara en su momento el ex presidente converso Rafael Núñez, la ciudad se nos asfixia lentamente, necesitamos urgentemente esculpir en su suelo las razones de la “inutilidad” salvadora en la conquista del espacio social, que se nos deteriora por falta de sensibilidad y necesidad humana equívoca, no nos podemos permitir fracasar nuevamente, en su intento de recuperarla de una vez por todas de las garras del beneficio derivado del lucro político-económico que nos mata.

Las ciudades Colombianas y sus formas construidas en general, son el resultado de una decisión política sensata o insensata de un agente administrativo de turno, elegido en el raro juego de nuestra democracia, más no es el resultado diseñado y construido por sus profesionales de la arquitectura o ingeniería, la ciudad solo es el derivado de un poder económico y político continuo que la transforma a sus anchas de acuerdo con sus intereses, ya lo había afirmado tres siglos atrás un elemento de la ilustración franco-suiza: “los antiguos políticos hablaban incesantemente de costumbres y de virtud; los nuestros solo hablan de comercio y de dinero”, cuánta clarividencia tienes hoy después de tres milenio Jean-Jacques Rousseau, si vivieras mi ilustre pensador, te darías cuenta que los políticos de mi país, siguen en la misma oscuridad del siglo que te tocó alumbrar en defensa de la vida.

http://www.las2orillas.co/somos-la-utilidad-lo-inutil/


Reseña

El oxímoron evocado por el título 'La utilidad de lo inútil' merece una aclaración. La paradójica 'utilidad' a la que me refiero no es la misma en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en general, todos los saberes que no producen beneficios. En una acepción muy distinta y mucho más amplia, he querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista. [...] Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espiritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante 'homo sapiens' pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad.

NUCCIO ORDINE

"Algunos impenitentes agradecemos a Nuccio Ordine su manifiesto La utilidad de lo inútil en el que repasa las opiniones de filósofos y escritores sobre la importancia de seguir tutelando en escuelas y universidades ese afán de saber y de indagar sin objetivo inmediato práctico en el que tradicionalmente se ha basado la dignitas hominis".

Fernando Savater

"Un libro necesario... una guía en esta vida adentellada por la crisis, por el ansia de eficiencia, por las quiebras".

Roberto Saviano

"En medio de este panorama, resulta oportuno que Nuccio Ordine haya publicado un libro en que alaba los saberes tradicionalmente considerados "inútiles" y que llegue, incluso, a darles la vuelta a los conceptos, considerando que los saberes humanísticos son más útiles que los supuestos saberes económicos".

Jordi Llovet, El País



http://www.popularlibros.com/libros/la-utilidad-de-lo-inutil/658762/978-84-15689-92-8

domingo, 8 de enero de 2017

TODOS PUEDEN SER GENIOS MATEMÁTICOS

HACER CUENTAS ES DIVERTIDO
Todos pueden ser genios matemáticos

Un experimento estudia cómo se hacen cálculos por medio de datos recolectados en un juego de celular. Encontraron efectos pequeños, pero nunca antes vistos, como por ejemplo que se resuelve más fácil una multiplicación mental si tiene rima.


Por Daniela Pasik

Un refrán o una hipótesis: el genio es uno por ciento inspiración y 99 transpiración. “Tenemos nuevas evidencias que refutan el mito de los prodigios innatos”, asegura un artículo recientemente publicado por la revista de ciencia Plos One, en donde se cuenta una experimentación sobre cómo se procesan las cuentas en el cerebro. Matemática, sí. Cualquiera puede ser bueno. Eso que para tantos parece un mundo complejo, inaccesible, y que ahora un puñado de expertos asegura que se puede entrenar.

Los físicos Mariano Sigman y Andrés Rieznik junto con integrantes del grupo de divulgación científica El Gato y la Caja, sobre una idea del estudiante Federico Zimmerman y en co-autoría con el francés Stan Dehaene (estrella mundial de la neurociencia actual), publicaron la semana pasada el artículo Aritmética en tu teléfono: una investigación a gran escala de sumas y multiplicaciones simples. Es largo de consignar, hay que poner bien los créditos correspondientes, pero se puede entender sin mucho esfuerzo.

Todo empezó con un juego para celulares que se llama Moravec, en donde el usuario tiene que ir haciendo mentalmente cuentas cada vez más difíciles. “Obtuvimos tan enorme cantidad de datos, que logramos reproducir los resultados ya conocidos de la cognición aritmética acumulados a lo largo de más de 30 años de investigación en sólo 15 días”, cuenta Rieznik y se enreda entre las miles de cosas que se podrán hacer con esto. Desde lograr que en la educación inicial la matemática resulte fácil para todos hasta desarrollar una herramienta de diagnóstico temprana de acalculia, algo así como la dislexia para los números.

“La película Rain Man, algunos documentales y charlatanes descarados varios nos han hecho creer que hay personas con alguna anomalía cerebral innata que les permite ser prodigios en cálculo o memoria sin ningún esfuerzo. Este mito permea tanto la cultura popular como la propia literatura científica, plagada de errores metodológicos. En este artículo en particular mostramos que todos los que practicaron mejoraron su habilidad de cálculo a niveles que para una persona naíf parecen propios de los prodigios”, explica Rieznik. Eso es un indicio en camino a la teoría de que para llegar a niveles de excelencia matemática, más que tener una genética privilegiada hay que, simplemente, entrenar mucho.

Entre otras cosas, observaron que las personas responden más resueltamente al, por ejemplo, 7x3 que al 3x7. “Nuestra hipótesis es que 7x3 significa 7+7+7 mientras que 3x7 es 3+3+3+3+3+3+3 y ese orden refleja la forma más natural de organizar el pensamiento", dicen. Otro efecto que nunca antes se había reportado en la literatura científica, es que hay cuatro operaciones que siempre se resuelven más rápido y son las que tienen rima en un orden, pero no en el otro. Por ejemplo: "seis por ocho, cuarenta y ocho" (las otras tres son 6x4= 24, 7x5= 35 y 9x5=45).

Si la teoría es correcta, entonces, personas que hablan inglés debieran responder más rápidamente 3x7 que 7x3, ya que en ese idioma 3x7 es "3 veces 7" y debería pasar otro tanto con sus rimas. “Vamos a probar esta previsión en los próximos meses, con una nueva versión de Moravec que nos va a permitir seguir profundizando estos estudios y contribuir con nuevo conocimiento original. Va a ser lanzada a principios de año que viene en Francia, Brasil y Estados Unidos a través de colaboraciones con grupos de investigación locales en cada país”, cuenta Rieznik y augura: “Esto recién empieza”.

Cómo entrenar a tu cerebro matemático

Andrés Rieznik es experto en atletismo mental y lleva adelante el espectáculo Matemagia, que comenzó en 2012 en Tecnópolis y con el que recorrió todo el país.  
¿Cómo resolver fácil y mentalmente, por ejemplo, 17 x 8?
El secreto que enseño es que las cuentas, para hacerlas mentalmente, hay que pensarlas de izquierda a derecha. Para 17 x 8 primero es 10 x 8, que da 80. Luego a eso le sumo 7x8, que es 56. Entonces hago 80 + 56, que es 136, la respuesta.
Se empieza con cosas más simples y después se va complicando un poco. Por ejemplo:

9 + 3 = 

7 x 7 =

521 x 6 = 

23 x 23 =

https://www.pagina12.com.ar/12399-todos-pueden-ser-genios-matematicos

jueves, 5 de enero de 2017

OCHO LECCIONES PARA LA VIDA QUE LOS NIÑOS NOS PUEDEN ENSEÑAR

8 lecciones para la vida que los niños pueden enseñarles a los adultos

Jennifer Delgado 
Rincón de la Psicología 
UTC

Siempre pensamos que somos los adultos quienes debemos guiar a los niños, tomarles de la mano para ayudarles a recorrer el camino de la vida y enseñarles todo lo que no saben. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en las enseñanzas que los niños nos pueden ofrecer. Y tampoco nos detenemos a pensar en las cosas que nuestras enseñanzas les arrebatan a los niños, cosas que también son muy valiosas para enfrentar la vida. De hecho, el escritor británico Ken Robinson afirmó: "La educación es la culpable, casi siempre, de desviar a la gente de sus talentos". 

Volver a ser niños implica conectar con nuestra esencia 

1. Piensa en cada día como en un nuevo comienzo 

¿No es agradable pensar en el día que comienza como en una nueva oportunidad en vez de sentirnos abatidos o agobiados apenas abrimos los ojos? Para los niños, cada día implica la posibilidad de vivir una aventura, de descubrir algo, de ser felices. Los niños no llevan equipaje de un día para otro, y nosotros deberíamos aprender a contagiarnos de ese espíritu porque es una sensación increíble que solo puede hacernos bien. 

2. Busca motivos para sonreír 

Charlie Chaplin dijo que "un día sin reír es un día perdido". Sin embargo, muchos adultos prácticamente han olvidado qué se siente al reír a carcajadas. En realidad, hay mil motivos para sonreír, solo que no los vemos porque estamos demasiado ensimismados en nuestras preocupaciones y problemas. Los niños, al contrario, echan a volar su imaginación y le encuentran el matiz simpático a las situaciones cotidianas. Reaprender a enfrentar la vida con sentido del humor es uno de los mayores regalos que puedes hacerte, tu equilibrio emocional te lo agradecerá. 

3. Sé el héroe de tu vida 

Nora Ephron dijo que "todos deberíamos ser el héroe de nuestra vida, no la víctima". De hecho, cuando los niños cuentan una historia son proactivos, siempre asumen el papel de héroes. Sin embargo, a medida que crecemos nos volvemos más reactivos, en vez de tomar las riendas nos dejamos llevar y nos ponemos cada vez más a merced de las circunstancias. Así, terminamos minimizando nuestros logros y comenzamos a culpar al destino asumiendo el papel de víctimas. No obstante, si de verdad quieres vivir sin arrepentimientos, la clave radica en ser el protagonista de tu vida, no verla como si fueras un espectador o un actor secundario. 

4. Muestra tus cicatrices con orgullo 

Cuando un niño se rompe un hueso, todos le firman el yeso y se convierte en la estrella de la clase. Si se corta, enseña la cicatriz con orgullo, como si fuera un trofeo de guerra. Sin embargo, cuando crecemos comenzamos a esconder nuestras heridas emocionales, nos avergonzamos de ellas. No nos damos cuenta de que un amor no correspondido, la pérdida de una persona amada o un fracaso en un proyecto son señales de que hemos vivido y nos hemos atrevido a intentarlo. Por tanto, no debemos esconder nuestro dolor, tristeza, desasosiego sino compartirlos con las personas cercanas. Las cicatrices no son signos de debilidad sino señal de fortaleza y resiliencia, son una historia que contar, no algo vergonzoso que se deba ocultar. 

5. Atrévete a probar cosas nuevas 

Andre Gide dijo que "el hombre no puede descubrir nuevos océanos si no tiene el valor de perder la vista de la orilla". Los niños no tienen miedo a enfrentarse a lo desconocido porque no están llenos de prejuicios y temores como los adultos. Los pequeños buscan con entusiasmo lo nuevo, y lo disfrutan plenamente porque la novedad estimula sus sentidos y su mente. Los adultos piensan que están bien en su zona de confort y les atemoriza salir de sus límites, pero lo cierto es que su cerebro necesita la novedad tanto como el cerebro infantil porque solo cuando dan un paso fuera de lo que conocen, solo cuando exploran nuevos territorios, logran crecer. 

6. Disfruta los pequeños placeres 

"Disfruta de las pequeñas cosas porque un día puedes mirar hacia atrás y darte cuenta de que esas eran las cosas grandes", dijo Robert Brault. Los niños lo saben, son capaces de entusiasmarse ante una flor aparentemente insignificante, disfrutan del tacto de la arena de la playa, se inspiran con un arcoíris, se alegran cuando pueden jugar bajo la lluvia... Los adultos también tenemos todos esos pequeños milagros al alcance de la mano, pero como hemos dejado de apreciarlos, también dejamos de disfrutarlos. 

7. Cuestiona todo, y a todos 

Los niños no se dan por satisfechos con tanta facilidad, quieren llegar al fondo de las cosas y cuestionan todo, incluso las cosas que los adultos dan por sentadas. De hecho, su "¿por qué?" es una de las herramientas más valiosas que tienen a su disposición, no solo para descubrir y entender el mundo sino también para desarrollar una actitud crítica y autodeterminada. Los adultos dejamos de plantearnos ese tipo de preguntas y simplemente comenzamos a aceptar lo que la sociedad nos dice. En ese mismo momento nuestro pensamiento comienza a marchitarse y nos convertirmos en autómatas. Sin embargo, volver a cuestionarse todo, como si fuéramos niños pero ahora con los ojos de un adulto, te abrirá nuevas puertas que ni siquiera sospechabas que existían. 

8. Confía en tu brújula interior de la felicidad 

Los niños tienen un sentido especial para la felicidad, saben perfectamente qué les hace felices y no dudan en buscar con fruición esa agradable sensación. A medida que crecemos acallamos ese sentido, lo sacrificamos en el altar del deber. Los otros, esas personas que ya se han resignado a no ser felices, nos dicen que es egoísta, utópico o inútil pensar en términos de felicidad. Sin embargo, deberíamos reencontrar ese sentido perdido para hacer cada día lo que creemos correcto, lo que nos gusta, cuando nos apetece y a nuestro propio ritmo.

Comentario: Para saber más acerca de Ken Robinson, mencionado al principio del artículo, puede ver la siguiente conferencia: 


https://es.sott.net/article/50456-8-lecciones-para-la-vida-que-los-ninos-pueden-ensenarles-a-los-adultos

FORMAS DE ALIMENTARSE EL CAPITALISMO Y SUS NIVELES DE ACCIÓN

Las formas de alimentarse del capitalismo y sus diversos niveles de acción

Miguel Ángel Guerrero Ramos 


Las dinámicas del capital se mueven, se actualizan y cobran forma en el campo social, a través de un circuito bastante complejo en el cual confluyen y se interrelacionan distintos niveles de existencia y explotación de la vida tanto humana como no humana. Partiendo de allí, bien podríamos afirmar que enfocar el capitalismo únicamente desde un punto de vista anclado en lo económico, es en gran parte limitar el espectro de fenómenos bajo los cuales opera dicho monstruo de colosal tamaño. Cabe citar, a modo de ejemplo de lo anterior, la visión teórica de Maurizio Lazzarato (2014), un autor que retoma las teorías de Félix Guattari (1993; 2001) para dar cuenta del hecho de que el capitalismo es mucho más que un sistema de circulación y producción, ya que para dicho autor, dicho fenómeno es también un sistema semiótico de poder y hegemonía.

Nos dice Lazzarato (2014), al respecto, que los componentes semióticos del capital (es decir, el capital visto como fenómeno semiótico) poseen dos tipos de registros. El primer registro que atañe a la cuestión del capital como estructura semiótica (y no solo como fenómeno anclado en la circulación económica) es el registro de la representación, en el cual se encuentra “la lengua”, y en el cual, nos dice el autor citado, el poder de los signos lingüísticos da forma a las identidades individuales y sociales de acuerdo con ciertos esquemas y roles básicos (un registro que de hecho estratifica la identidad). El segundo registro semiótico del capital, es el registro maquínico, el cual consta, de acuerdo con Lazzarato (2014), de formas asignificantes como la moneda o los distintos aparatos de los que disponemos en la actualidad. Estas formas de poder asignificantes, cabe decir, están destinadas a mover los afectos, a controlar nuestros estados de ánimo o nuestros estados de opinión, de ahí que en la actualidad las estructuras de poder no puedan existir sin los medios de comunicación (Chomsky y Ramonet, 1995).

Hasta este punto bien podemos decir que el capitalismo tiene, además de un nivel económico de circulación y producción, un nivel semiótico en el cual también confluyen las distintas formas del capital. Sin embargo, puede que aun considerando dichos dos niveles, la visión que tengamos del capitalismo como fenómeno social siga siendo limitada. Es así como se presenta en este texto la idea de que el capitalismo contemporáneo tiene lugar en un circuito psicosemiótico en el cual se presentan múltiples formas de explotación de la vida. Antes de continuar, es necesario traer a consideración la crítica que Slavoj Žižek (2006) hace a lo que él llama “las filosofías de las posiciones marginales”, representada por autores como Deleuze, Guattari y Foucault. La filosofía de las posiciones marginales es la filosofía que sitúa la crítica al capital en la horizontalidad y en el hecho de que gran parte de la sociedad actual tiene forma de red con nodos intercambiables y superpuestos, y en el hecho de que gran parte de la sociedad es líquida y difusa. Pues bien, dice Žižek (2006) que dicha filosofía es la ideología de las clases dominantes emergentes. Una filosofía que consiste en verlo todo difuso, para obviar el hecho de que la sociedad sigue estando estratificada y que aún siguen existiendo las clases sociales.

Žižek lleva mucha razón, al menos desde mi punto de vista, y en ese sentido es necesario no perder dicha característica del capitalismo si se quiere comprender dicho fenómeno sin hacerlo demasiado ajeno a las dinámicas reales de poder. No obstante, hay que tener en cuenta que no solo el nivel de circulación y producción económica genera estratificaciones. El nivel semiótico que se exponía líneas atrás con la guía de Lazzarato, también las genera, desde luego, tanto en su aspecto significante como en su aspecto maquínico que es, como ya se mencionó, el mismo ámbito asignificante.

Los distintos niveles del capital desde una indecidibilidad biosocial

Nos dice Mauricio Molho (1992) que el significante no refiere directamente a la experiencia sino al concepto que la subsume, ya que el significante es una señal, o una huella en términos derridianos. Todo significante siempre se halla relacionado con otro significante. No existen significaciones que tengan lugar por sí solas, y de esa forma bien podemos decir que para entender qué es un teléfono móvil debemos tener, de igual forma, cierta idea de lo que es la comunicación y qué cosas o deseos interiores nos motivarían a querer comunicarnos. El asunto en cuestión es que hoy día el poder de la significación es realmente gigantesco, y más aún porque el mercado nos bombardea continuamente con mensajes de todo tipo, y porque las dinámicas del capital se han apoderado de la industria cultural.

El universo de la significación, de hecho, es un universo en sí mismo sumamente estructurante, un universo, sin duda alguna, con gran poder. Es cierto que requiere de un entorno social, pero si tenemos en cuenta que en muchos grupos sociales las personas se saludan o se despiden de determinadas formas, bien podríamos llegar a decir que no solo en determinadas ocasiones las estructuras constriñen o moldean a los individuos, sino también el universo o el nivel de lo semítico en sí mismo. El poder de la significación, cabe decir, es tan grande que muchas veces se coloca por sobre lo humano, dando lugar, por ejemplo, a una desbiologización cultural por medio de la cual pueden desconocerse por razones culturales ciertos patrones de nuestra animalidad, como el hecho mismo de que durante gran parte de la historia se negara la existencia del placer sexual femenino (Guerrero, 20116).

La significación, así vista, estratifica. En ocasiones mediante la imposición de un régimen racial destinado a convertir personas en simples unidades de producción tal y como sucedió en épocas del descubrimiento y la conquista de América (Quijano, 1992). Pero en otras ocasiones, la significación también estratifica mediante la imposición de un régimen especista y antropocéntrico mediante el cual muchos animales nacen únicamente para la explotación humana, negándoseles de esa forma su agencia natural.

Cabe mencionar que no es el propósito de este texto decir que esa característica de la significación de estratificar sea una característica negativa. Bien cierto es mucha veces las estratificaciones tienen lugar en ciertos procesos sociales de negociación y de acuerdo con los intereses de cada grupo social en juego, pero no todo debe reducirse a ese ámbito de relaciones de interés. Pueden existir estratificaciones significantes de otras personas, de los animales y en general de todo el amplio universo natural plural que existen básicamente porque sí, sin necesidad de convertir a lo demás en unidad de producción o extraerle algún provecho, y de cualquier forma esas significaciones pueden inferiorizar, deshumanizar, y, en general, negar la agencia de todo aquello que posee vida en este mundo.

De esa forma, es indudable que la significación posee características negativas, pero también las posee que son positivas. Los derechos humanos podrían ser un buen ejemplo. La defensa de ciertas ideas por vía de un adecuado pluralismo jurídico son un buen ejemplo de que la significación bien puede llegar a permitir estratificaciones que coloquen no precisamente a la explotación por encima de lo demás sino a la defensa misma de la vida. El problema, es que en la evolución jurídica del ámbito actual disponemos de un pluralidad de órdenes jurídicos demasiada antropocéntrica y muy poco biocéntrica. Como nos recuerdo Boaventura de Sousa (2009), el pluralismo jurídico puede ser utilizado como herramienta de represión, de hecho la misma democracia contemporánea da forma a un régimen democrático de dominación, de acuerdo con Gabriel Alejandro Soltonovich (2010), es decir, el discurso democrático se utiliza actualmente para seguir manteniendo focos de pobreza y desigualdad en oportunidades. Por ello mismo, el mundo actual pide a gritos una pluralidad de órdenes jurídicos basada en la interculturalidad, más aun si consideramos que el poder de lo intercultural para permear significaciones, tiene, asimismo, el poder de luchar contra aquellas estratificaciones que subordinan a grupos sociales determinados.

Es decir, la interculturalidad es una herramienta de lucha contra la desigualdad social, pero ¿cómo combatir la desigualdad presente en los distintos regímenes de la vida? Es decir, como combatir la negación de la agencia de los animales y de los entornos naturales que se explotan de forma inmisericorde. Pues si la interculturalidad tiene efectos positivos en el medio social, la pluralidad de órdenes jurídicos debe basarse también en otras herramientas como lo es el biocentrismo. Sería interesante poder hablar incluso de un biocentrismo intercultural. El capitalismo, cabe recordar, sobrepasa lo económico, y en su accionar se mezcla con el fenómeno industrial, las máquinas, desde luego, poseen su propia agencia, gran parte de la cual se la otorgamos las mismas personas con nuestra libido y nuestra subjetividad al utilizar los medios actuales para definirnos a nosotros mismos, de esa forma la simbiosis máquina-capital se sirve de nuestra psique. En otras palabras: el capital se alimenta de nuestra psique, se alimenta de la explotación humana y se alimenta de la explotación de los distintos regímenes de la vida. Y lo peor de todo, es que aun cuando logremos crear sociedades sin pobreza o desigualdad social alguna, si permitimos que la estructura industrial siga explotando a los animales y a los demás seres vivos, las dinámicas del capital seguirán presentes, seguiremos siendo en cierto sentido seres especistas y explotadores.

Y para terminar, no hay que olvidar que dichas formas de alimentarse del capital se mueven en un circuito sumamente complejo donde no solo tiene lugar el nivel económico, sino el nivel semiótico e incluso el nivel psíquico. Solamente el nivel semiótico encierra en sí un grado de complejidad tremendo. Como ya se mencionó el universo de la significación puede tener aspectos tanto positivos como negativos, es decir, es indecidible, o en otras palabras, a través del mismo pueden constituirse cadenas de significación que no se dejan comprender en la oposición filosófica binaria y que no obstante la habitan, la resisten, la desorganizan, pero sin constituir o llegar a configurar en ningún momento un tercer término (Derrida, 1977). La significación, por tanto, puede tener aspectos positivos o negativos para la vida, pero no es esencialmente ni positiva ni negativa. Lo positivo se configura mucha veces cuando lo intercultural y lo biocéntrico comienzan a hacer parte de los órdenes jurídicos plurales y, desde luego, del mismo imaginario cultural de las personas, pero siempre desde la construcción de un bien común. Puesto que es el bien común lo que puede extraer de la pluralidad y de la diversidad, estratificaciones positivas en materia de derecho, por ejemplo.

La significación, por si fuera poco, y como bien se puede deducir de lo hasta aquí dicho, posee su propia agencia. La industria posee su propia agencia. La modernidad posee su propia agencia. Pero, sobre todo lo demás, aquel monstruo llamado capitalismo también posee sus propios niveles de agencia.

Bibliografía:

Chomsky, N. y Ramonet, I. (1995). Cómo nos venden la moto. Información, poder y concentración de medios.

De Sousa Santos, B. (2009). Sociología jurídica crítica para un nuevo sentido común en el derecho. Bogotá: ILSA, 2009. p.581, Colección En clave de Sur.

Derrida, J. (1977). Posiciones. Entrevista con Jacques Derrida, Pre-Textos, Valencia.

Guattari, F. (2001). Caosmosis. Buenos Aires: Manantial.

________ (1993). “A propos des machines”, en Chimeres, nº 19.

Guerrero Ramos, M. A. (2016). Teoría crítica de la indecidibilidad biosocial. (La consciencia dialéctica de la jerarquización simbólica). Eumed.net

Lazzarato, M. (2014). El “pluralismo semiótico” y el nuevo gobierno de los signos. Homenaje a Félix Guattari. (eipcp) instituto europeo para políticas culturales progresivas. 23/06/2014 0:13.

Molho, M. (1992). Para una lingüística del significante. AIH Actas XI, Centro Virtual Cervantes http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/11/aih_11_1_005.pdf

Soltonovich, G (2010). La democracia y su oxímoron. Notas sobre el concepto de régimen democrático de dominación. Humberto Restrepo Domínguez (Director), Teoría crítica de los derechos humanos. M. H. Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Žižek, S. (2006). Órganos sin cuerpo, sobre Deleuze y consecuencias. Valencia: Pre-textos.

http://ssociologos.com/2017/01/04/las-formas-de-alimentarse-del-capitalismo-y-sus-diversos-niveles-de-accion/?utm_campaign=ssociologos-20170104&utm_medium=email&utm_source=acumbamail

EL FRACASO HISTÓRICO DEL LIBERALISMO EN COLOMBIA: UN ENFOQUE CRÍTICO

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EL FRACASO HISTÓRICO DEL LIBERALISMO EN COLOMBIA: UN
ENFOQUE CRÍTICO*

The historical failure of liberalism in Colombia: a critical approach

Miguel Eduardo Cárdenas Rivera**

Resumen

El presente estudio versa sobre el liberalismo en Colombia. Adopta como criterio de fondo que el liberalismo no puso en práctica las reformas sociales que propuso adelantar desde la década del treinta del siglo pasado, en especial la reforma social agraria –que luego intentó en los sesenta– sin avanzar en ese propósito –lo que dio pábulo a la insurgencia–; en los noventa maduró hacia el neoliberalismo, y a estas alturas del desenvolvimiento histórico del conflicto interno armado no es dable aceptar que si retornase a la senda liberal reformista pudiera dar una salida a la crisis colombiana. El liberalismo colombiano no logró dar base orgánica y material a políticas públicas orientadas a la distribución justa de la riqueza; a pesar de entender que la paz requería reformas sociales, no las pudo hacer. Así, la guerra es una catástrofe que tiene su fundamento en el fracaso del liberalismo como intenta demostrar el artículo.

Palabras clave: Estado hobbesiano, guerra civil, veto a la nación, liberalismo, conflicto en Colombia.

Abstract
1



This paper is about Liberalism in Colombia. The main argument is that throughout the whole twentieth century, Liberalism in Colombia failed to implement the social reforms that it had promised as early as in the thirties. Especially important was the failure of the agrarian social reform, which fed the further rise of the insurgent forces. Later on, in the nineties, Liberalism matured into a new form: Neoliberalism. This new form of Liberalism was less capable of producing the social reforms that the old Liberals had promised. Today, and after the historical development that the internal armed conflict in Colombia has followed, it is impossible to think that a return to the reformist Liberal path of the old times would be sufficient to provide a solution to the crisis in Colombia. Colombian Liberalism was simply not able to provide an organic and material base that would guide public policies towards a fair distribution of wealth. And so, as this paper attempts to demonstrate that the Colombian war is a catastrophe that has its foundations in the failure of Colombian Liberalism.

Keywords: Hobbesian state, civil war, veto to the Nation, Liberalism, conflict in Colombia.

*  Artículo de investigación científica e histórica, resultado del proceso interdisciplinar, político y académico sobre la relación entre doctrinas políticas, justicia social y paz que adelanta el Grupo de Investigación Primo Levi de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, bajo la orientación del doctor Luis Bernardo Díaz Gamboa. Tiene un enfoque crítico de la filosofía social aplicado a la ciencia del derecho mediante el análisis jurídico-político con expresa intencionalidad praxiológica.

**       Jurista. Profesor universitario. Doctor en Derecho de la Universidad Externado de Colombia. migueleduardozp@gmail.com




Sumario. Introducción. El liberalismo en Colombia: orígenes y persistencia; 1. La

continuidad de la violencia: expresión de una dinámica sistémica; 2. El liberalismo

en la historia colombiana: intento y fracaso en la búsqueda de una salida a la

crisis; 3. La solución del problema agrario: base para la superación de la violencia

sistémica; 4. De la relación entre Palacios Rozo y Uribe López: ¿el discípulo

supera al maestro?; Conclusión: La salida política: construcción del posconflicto y

pluralidad de enfoques; Referencias.

Metodología. La metodología se basa en el materialismo histórico soslayando el

doctrinarismo obstinado y la autocomplacencia con las conclusiones propia del

dogmatismo, para tal efecto el rigor analítico y conceptual es decisivo para no

perder la realidad concreta del conflicto social que configura el contexto histórico

colombiano. Lejos de una ideología que da juego a los vanguardismos se apela a

la conciencia de clase para hacer la revolución que permita la emancipación de los

trabajadores por obra de los trabajadores mismos. En esta línea metodológica se

utiliza el análisis inductivo y el abstracto-deductivo de causalidad que se encuentra

en la economía política marxista. Con este instrumental se responde la pregunta

de guía el estudio: ¿cuál es el papel del liberalismo en la profundización de la

crisis sistémica que afecta a Colombia?
2

Introducción

El liberalismo en Colombia: orígenes y persistencia

El liberalismo en Colombia tuvo una gran influencia desde fines del siglo XVIII cuando en 1794 Antonio Nariño tradujo y publicó la “Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano”, proclamada por la Revolución francesa en 1789. Este acto, de carácter subversivo bajo la égida de la “utopía del liberalismo democrático” (Fals, 2008, p. 244), va a marcar una etapa conocida como la “revolución de independencia” que, más adelante –luego de grandes confrontaciones ideológicas y militares acaecidas a partir de “la fundación de la República” en 1819– lleva al Radicalismo a imponer la idea “liberal pura”, como fue plasmada en 1863 en la Constitución de Rionegro.

Este proyecto de nación “sin mito fundacional”, fue derrotado en la Guerra de 1885 por “La Regeneración”. En este crucial período, el liberalismo colombiano fue sometido a una severa defenestración y convertido en un eunuco que desapareció para siempre como una fuerza para la transformación política. Así –en ese recoveco de la historia– se generó la actual catástrofe producto del freno a la revolución social por parte del catolicismo conservador (España, 2003, p. 283). No


obstante, tal postura ideológica –de gran factura retórica– pervive en la actualidad, como se comprueba en la reivindicación de un enfoque “liberal” in extremis –que clama por un Estado hobbesiano– en el libro La Nación vetada: Estado, desarrollo y guerra civil en Colombia de Mauricio Uribe López (2013). Perspectiva que lo aúna de manera estrecha con el libro Violencia pública en Colombia 1958-2010 de Marco Palacios (2012b). El liberalismo es el pegamento conceptual de estos dos autores1.

El presente trabajo tiene por objeto estudiar de manera crítica la historia del liberalismo en Colombia, para así escudriñar en su fracaso y explicar la acritud del fenómeno de la violencia.2 Para ello abarca de manera crítica estas dos obras, con énfasis en la forma como Uribe López aplica desde la ciencia política una categoría económica (el “sesgo anticampesino del modo de desarrollo”). Por su parte, Palacios, en su ejercicio como historiador, no asume la categoría “guerra civil”, sino que utiliza y define una fórmula genérica y evasiva que denomina la “violencia pública”.

La estructura del libro de Uribe López comprende cuatro capítulos: el primero asume como enfoque el “institucionalismo histórico y la economía política del
1                                                                                                                                                                                                             3
El liberalismo es una doctrina que postula la idea de la realización humana sin la intervención divina. Aspira a crear una forma de organización económica y social que se construye con base en los principios de libertad, igualdad, fraternidad y propiedad. La democracia liberal se fundamenta en el contrato social para hacer posible la superación del estado de naturaleza, remontar la violencia, y alcanzar la paz y la convivencia. El discurso liberal no se comporta en la historia de manera congruente pues la dominación burguesa y el capitalismo no permiten al conjunto de la población el acceso a los bienes materiales necesarios para la realización de los derechos que reconoce erga omnes de manera formal. Coerción y consenso, violencia y legitimidad, libre mercado e intervención del Estado, son los dos rieles por los que corre desbocada la máquina del capital.
La deliberación que caracteriza la sociedad civil requiere de niveles de educación y de participación que el sistema político y la educación tampoco posibilitan. El mercado como institución y el sistema de partidos no logran el reparto de la riqueza ni la representación para la formulación de las leyes en pro del beneficio general. El Estado en el régimen liberal expresa la concentración del poder privado de las corporaciones en detrimento del bien común.

La sociedad burguesa basada en la idea liberal es una fórmula que combina el individualismo, el utilitarismo, el pragmatismo, la ley del más fuerte propia del darwinismo social, la concentración aberrante de la riqueza y de contera la masificación de la pobreza. Una explicación plausible es que “el liberalismo es la cobardía del comerciante, la palabrería del polemista, el entretenimiento de los brutos”. (Silva Herzog, 2006, p. 33).

El triunfo del liberalismo a nivel planetario conlleva el fenómeno del hambre. Para un recuento crítico de los efectos del liberalismo, véase Caparrós (2014).

2 El sociólogo francés Daniel Pecaut –quien luego de serias y sistemáticas reflexiones históricas a lo largo de tres décadas llegó a su tesis de la existencia de una “guerra contra la sociedad”– desde 1976 formuló la necesidad de un estudio objetivo que permitiese una interpretación del fenómeno de la violencia en Colombia. Objetivo en cuanto superara como explicación de fondo el sectarismo partidista de la mitad del siglo pasado entre liberales y conservadores y que asimile “que esta violencia generalizada no se ha manifestado sino en Colombia y ello no ha sido [así] en otra parte, al menos bajo esta forma, el acompañamiento necesario ni de modernización del capitalismo”. (Pecaut, 1976, p. 71).


desarrollo” para hacer el estudio de caso sobre la “guerra civil prolongada”; el segundo hace un estudio comparativo de la guerra civil colombiana; el tercero escudriña el problema de fondo de la obra: el “veto a la nación y el antiestatismo de las élites”; el cuarto asume la inaplicación del liberalismo político a la Rawls como guía de interpretación de la crisis colombiana, enlazada al ya mencionado “sesgo anticampesino”.

La estructura del libro de Palacios comprende cuatro capítulos: el primero es un ensayo que se titula “Palabras, momentos y lugares de un conflicto armado inconcluso”; el segundo, de gran rigor, analiza la “Guerra Fría y la Revolución”; el tercero trata el asunto de la “Guerra a las drogas, escalamiento y guerra sucia”, y el cuarto aborda la “Paz cuatrienal”.

El hilo conductor del libro de Uribe López es la idea liberal pura que asume el institucionalismo como base del debido funcionamiento del mercado, entendido como la institución fundamental. Ese institucionalismo se confunde con la idea de Estado en el sentido hegeliano (como garantía de la preservación de lo general sobre lo particular). Es un libro liberal que se queja de la ausencia de liberalismo como causa fundamental del problema que analiza.

Su  contenido  es  el  resultado  de  una  profunda  mirada  del  problema  de  la
4

construcción de la Nación que no cuestiona al Estado como categoría, ni se pregunta ¿qué es el Estado? o al menos se permita indagar ¿qué tipo de Estado? Uribe, luego de hacer un perspicaz recuento sobre el debate en torno al problema de Estado en el capitalismo actual, no se arriesga a desatar el nudo gordiano de tan complicado asunto, ergo no asume una crítica a la categoría Estado. Pareciera como si el Estado (burgués) fuese bueno y necesario per se. Así, de la mano de Kant y Hegel, Uribe hace que Hobbes adquiera plena personalidad liberal. No obstante, Uribe se apoya en Centeno para anotar que:
La perspectiva neoliberal denunciaba la existencia de un poderoso Leviatán que había sumido a la región en el caos económico y político. Las dictaduras y los regímenes autoritarios que habían predominado en el paisaje político regional alimentaban aún más la imagen del Estado latinoamericano como un Leviatán opresivo. (Uribe, 2013, p. 161)

Uribe López trata de establecer una sutil diferencia para indicar que el liberalismo sirve como antídoto al neoliberalismo, cuando en realidad este último es una maduración del sistema de explotación en que se fundamenta el ejercicio del poder del capital. Y en esa dubitación se pregunta y se responde a sí mismo:


Cuál Leviatán opresivo si a pesar del indiscutible despotismo de múltiples gobiernos en la historia de la región buena parte de las muertes producidas por la violencia política han sido consecuencia de la incapacidad del Estado para imponer su autoridad. (Uribe, 2013, p. 161)

Omite así la realidad histórica de los resultados de la Doctrina de la Seguridad Nacional tal como se aplicó en forma criminal a través de la Operación Cóndor en el Cono Sur y del paramilitarismo en Colombia, como una de las más grandes “operaciones encubiertas” que el “Leviatán opresivo” desplegó a través de la acción del aparato de seguridad continental del gobierno de los Estados Unidos a instancias del Departamento de Estado y el Pentágono a través de la CIA (Cispal, 2012).

Así, su rechazo a la guerra proviene de una postura moral, no la asume como fenómeno político con raíces histórico–sociales. Omite la sustancia del problema: la violencia propia del capitalismo,3 que en su estudio sobre el “estilo de desarrollo” Uribe López denomina el “sesgo anticampesino” (2013, pp. 505-535), con seguridad el aporte más interesante del libro.

Una explicación que se requiere matizar sobre este tópico es la siguiente: (…) La lucha por la paz ha integrado los objetivos contra el liberalismo, ha permitido el reconocimiento de la guerra como un dispositivo feroz de legitimación del poder 5 capitalista (Hardt & Negri, 2007, p. 103).
En primer lugar, no es creíble que la guerra –en general– sea un dispositivo feroz de legitimación del poder capitalista. No lo son las guerras de liberación. En segundo lugar, no hay una violencia propia del capitalismo, sino varias: las dictaduras y la represión física es una de ellas, pero hay otras: ideológicas, políticas y culturales por medio de las cuales, en coyunturas determinadas, el sistema puede lograr el consenso de las mayorías durante periodos más o menos largos. Cuando pierde ese consenso –o sabe que lo va a perder –por ejemplo

3 Vale acotar que en el célebre estudio sobre la acumulación originaria, que consigna el cap. XXIV del Libro I de El Capital, se refiere Marx al “pecado original” con que nace el poder del capital y adquiere una forma social propia que solo es posible en la modernidad, etapa que configura la plena madurez del dominio de la burguesía en el siglo XIX, que se expresa en la imposición y aceptación social de la ley de la plusvalía, bajo la fórmula liberal de una institucionalidad del mercado que aplica la fórmula de coerción y consenso. Marx explica el fenómeno de manera precisa: “De este pecado original data la pobreza de los más, que a pesar de todo, y aun aferrándose al trabajo, solo podían vender su persona, y la riqueza de los menos, que crece incesantemente, aunque haga mucho tiempo que han dejado de trabajar”. (Marx, 2014, p. 637). En efecto, tal como lo pone al descubierto Rosa Luxemburgo, la violencia es la base del poder del capital, es el mecanismo que hace posible su funcionamiento inhumano –de esa manera y no de ninguna otra–: “[…] era, finalmente, la propia insuficiencia del desarrollo de la productividad del trabajo la que, a la vez, traía aparejada la periódica contradicción de intereses entre las diferentes unidades sociales y, con ello, planteaba la fuerza bruta como único medio de resolver esta contradicción”. (Luxemburgo, 1972, p. 136).


porque emprende transformaciones modernizantes neocoloniales– recurre a la violencia pura y simple. Esta es la explicación de buena parte de las dictaduras en América Latina en los años 60–80, por establecer alguna fecha. Pero con características específicas en cada país, incluida Colombia.

1. La continuidad de la violencia: expresión de una dinámica sistémica

Es necesario saber cómo Colombia transitó por la modernización neocolonizadora, para lo cual es menester conocer la historia de las luchas campesinas en Colombia (Romero, s.f.). La violencia extrema, pura y simple, que caracterizó varios decenios a la sociedad colombiana, es también diferente de la que existió en otros países de América Latina. En Colombia, las atrocidades fueron impensables. Hubo una “cultura” de la atrocidad que aparentemente respondió a ciertos códigos. Ese terror extremo practicado tuvo, al parecer, un objetivo muy preciso: desalojar a los campesinos de sus tierras para dejarlas en manos de los terratenientes.

Quizá le asiste razón a Uribe López cuando se refiere a las carencias del institucionalismo, que sirvieron como campo abonado para la violencia extrema. Aunque la razón principal de esta última fue el despojo de los campesinos. Eso es 6 bastante más que un simple “sesgo anticampesino”.
Lo cierto es que ese largo periodo de violencia extrema contribuyó a que en ciertas capas sociales colombianas la vida humana pasase a carecer de valor. De manera creativa, la literatura4 y el cine dieron explicación del asunto, a partir de la aparición en 1983 de la película Cóndores no entierran todos los días, basada en la novela de 1972 de Gustavo Álvarez Gardeazábal.5

No se puede desconocer la relación entre conflicto social e insurgencia en el caso colombiano. También es cierto que no se puede hacer un paralelo en Colombia entre la lucha armada y la lucha de clases. Se asevera que si la insurgencia encarnó un proyecto liberador, dejó de serlo hace tiempo, y ahora es más un obstáculo que una ayuda al desarrollo de la lucha de clases. Por ello, Palacios tiene razón cuando escribe –conocedor de la categoría “hegemonía” en Gramsci–:


4   Marianne Ponsford, en su editorial para la Revista Arcadia N° 100 “Cien años de realidad” anota: “Pero quizás lo que genuinamente abruma del particular conjunto de obras aquí reunidas es la evidencia de que la mayoría de los creadores del país han buscado con vehemencia casi febril, década tras década, dar nombre a la violencia que ha atravesado, como un hierro encendido, el cuerpo de la historia de Colombia”.

5   Como también lo hace el escritor William Ospina quien, a lo largo de su obra, estudia la reacción de la literatura y de la cultura en general con respecto a la violencia.


Es erróneo suponer que las FARC hubieran alcanzado, así fuera momentáneamente, el control militar completo o la hegemonía ‘gramsciana en esos territorios’. Siempre han sido débiles en los cascos urbanos y deben negociar constantemente las lealtades de la población selva adentro. (Palacios, 2012b, p. 129)


Sorprende la reiterada alusión al ideólogo del nazismo Carl Schmitt para explicar la categoría de enemigo (Serrano, 2002). Este es un lapsus teórico inaceptable que toma fuerza en el enfoque que consigna el prólogo de Jorge Giraldo Ramírez al libro de Uribe López, quien en clave hobbesiana arguye contra toda evidencia sobre la “debilidad del Estado colombiano” (Uribe, 2013, p.24).

En el caso de Giraldo vale señalar ese notorio fenómeno que sucedió:

Cuando no pocos intelectuales conservadores y neoconservadores se detuvieron alarmados en las puertas del edificio teórico schmittiano, muchos de los que provenían del marxismo y otras variantes del pensamiento crítico se adentraron en el mismo irresponsable y desaprensivamente, sin medir las consecuencias de sus actos. (Borón & González, 2004, p. 136)

Reconoce Giraldo Ramírez en su nota introductoria que “en Colombia la estrategia de la guerra prolongada de Mao Ze Dong ha superado toda expectativa y ha

hecho empalidecer, en el plano temporal, las guerras revolucionarias que se 7 libraron en Asia y África” (Uribe, 2013, p. 23)
En efecto, en esta parte del mundo como en otros lugares, influyó –tal vez en demasía– el pensamiento de Mao –ideólogo marxista y dirigente de un proceso político concreto en la China imperial, semifeudal y colonial–. Mao (1968) advierte sin titubeo que:

Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derrota a otra. En la sociedad de clases, las revoluciones y las guerras revolucionarias son inevitables; sin ellas, es imposible realizar saltos en el desarrollo social y derrocar a las clases dominantes reaccionarias, y, por lo tanto, es imposible que el pueblo conquiste el Poder. La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del Poder por medio de la fuerza armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra. Este principio marxista-leninista de la revolución tiene validez universal. (Mao, 1968, p. 188)

En Colombia, esta concepción se aplicó al revés y de manera torticera; así, parte de la guerrilla maoísta, anduvo por un vericueto de la historia, para mutar en el flagelo del paramilitarismo. Segmentos de estructuras guerrilleras no desmovilizadas se sumaron al paramilitarismo, como el Frente Pedro León Arboleda del Ejército Popular de Liberación, que en 1996 adhirió a las


Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) al mando de Carlos Castaño Gil (Vélez, s.f.). También el Frente Urbano Yariguíes del Ejército de Liberación Nacional en Barrancabermeja se desdobló como estructura paramilitar en 2002 (Aponte & Vargas, 2011, p. 46). Es difícil comprenderlo, pero en Colombia sucedió que sectores de las guerrillas se convirtieron en paramilitares. El común entendimiento de la historia en Colombia afirma que el paramilitarismo fue un mecanismo contrainsurgente establecido por las élites instaladas en Colombia para extender su poder y contener o destruir todo aquello que atentara contra sus intereses, focalizándose en la destrucción precisamente de las guerrillas6.

El antropólogo y siquiatra Alberto Pinzón (en entrevista realizada el 18 de agosto de 2014) explica como uno de los puntos más reiterados en el discurso oligárquico es el aserto según el cual los revolucionarios solo están por la “toma del poder” a secas. Esta consigna se ha utilizado por el imperialismo y sus togados para quitarle la segunda parte, que es la más esencial e importante, y que consiste en tomar el poder para hacer “cambios profundos” o estructurales en la sociedad. No es “el poder por el poder” como históricamente y toda la vida lo ha hecho la oligarquía sino para hacer los cambios revolucionarios. Ahí está la esencia de la discusión que no se quiere dar.

Palacios, al intentar una comprensión del fenómeno insurgente, llama la atención
8
acerca de cómo en lo militar:

La tecnología, los helicópteros y sistemas de comunicación satelital han permitido a la fuerza pública, más que a cualquier grupo ilegal, ‘matar la distancia’, literalmente y en ‘tiempo real’, una ventaja técnica que se pierde ante el déficit del factor estratégico. (Palacios, 2012b, p. 53)

Y efectúa un balance estratégico para aseverar que:

El verdadero problema que hubo de enfrentar la guerrilla en general al terminar la década de 1980 fue el creciente poderío paramilitar basado en el mismo principio de que ‘el poder nace del fusil’ y en la misma técnica de ‘construir’ territorios y ‘bases liberadas’. (Palacios, 2012b, p. 58)


6 Para un estudio comprehensivo sobre el problema histórico de la violencia y la guerra in genere es muy amplia y completa la literatura existente, desde el clásico de Federico Engels, Las guerras campesinas en Alemania. (Medellín: Oveja Negra, 1969), pasando por John Keane, Reflexiones sobre la violencia. (Madrid: Alianza, 2000), hasta de Eric Hobsbawm, Guerra y paz en el siglo XXI. (Barcelona: Crítica, 2007). Sobre Colombia desde la epopeya que narra Alfredo Molano en Trochas y fusiles. Historias de combatientes. (Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales–El Áncora Editores, 1994), pasando por Arturo Guerrero, Guerra, humanismo y ética. (Bogotá: Fondation Charles Leopold Mayer pour le Progrés de l'Homme–Asocaci, 2010), hasta de Gonzalo España, El país que se hizo a tiros. Guerras civiles colombianas (1810-1903). (Bogotá: Editorial Debate, 2013).




2. El liberalismo en la historia colombiana: intento y fracaso en la búsqueda de una salida a la crisis

Debe observarse que los dos libros analizados tienen un marco contextual en cuanto a la producción bibliográfica de su objeto de estudio. A efectos de valorar su importancia y establecer su peso específico, es preciso remontarse a 1967 y abarcar hasta 2013. Es un arco que se abre con el fracaso de la llamada “generación de La Violencia” que estudia el Maestro Orlando Fals Borda en su opus magnum titulado La Subversión en Colombia (aparecido en 1967 y actualizado en 2008). Un balance histórico del período lo hace Fidel Castro Ruz, quien lo consigna en su documento La paz en Colombia (2010). Una obligatoria referencia por el realismo crudo del relato es el libro de Yesid Campos Zornoza El Baile Rojo (2008). Como lo es el importante libro Paramilitarismo en Colombia. La Modernidad que nos tocó de Alonso Otero (2007).7 En el contexto que describimos da frutos la tarea editorial del Grupo de Memoria Histórica de la CNRR que a lo largo de una década realizó 22 estudios sobre la barbarie más reciente, estudios que confluyen en el Informe Basta ya (2013)8 -con el que el que se cierra el arco-.

Basta ya trae un paquete de recomendaciones para realizar los derechos de las víctimas sobre verdad, justicia, reparación y no repetición. También hace 9 recomendaciones para la construcción de paz. Estas recomendaciones han sido omitidas por el gobierno de turno y desconocidas por la opinión pública. Su punto
de partida es reconocer que:

Durante décadas, el Estado colombiano ha moldeado su estructura jurídica respondiendo a la necesidad de hacer frente a un conflicto armado interno que lo ha debilitado y desangrado. Por eso, el ordenamiento jurídico interno, responde, en gran parte, a la lógica de un Estado en conflicto, lo que hace que en un proceso de
7  Se trata de una investigación que se distancia de los conceptos que predominan en la discusión académica y política del tema, para plantear una visión según la cual los fenómenos de la insurgencia y el paramilitarismo no están relacionados con el atraso de las estructuras, sino que contrario sensu responden a presiones y necesidades que la globalización impone a los países periféricos (del “Tercer Mundo”) para adoptar una modernización, sin examen previo de sus consecuencias y sin medios para contrarrestar sus impactos. El examen realizado en este libro del periodo 1982-2002 busca reconstruir una etapa de la historia que tuvo un alto costo en términos de muerte, pérdida de mentes brillantes, y deterioro moral. El autor relata una serie de episodios para reconocer los errores y aciertos del pasado, las necesidades de corregir el rumbo y pensar en un futuro justo y con equidad. Su propuesta consiste en reorientar la política para construir un país tolerante, diverso, solidario y productivo en armonía y cooperación.

8  Departamento Administrativo para la Prosperidad Social–Centro Nacional de Memoria Histórica. Colombia,

Informe ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de Guerra y dignidad (2013). El significado de este Informe es de tal alcance que constituye una detallada “declaración de parte” por parte del régimen oligárquico –que debe clarificarse y recogerse de la mejor manera posible– para evitar confusiones en cuanto al panorama táctico y estratégico en pleno desenvolvimiento.


construcción de paz sea necesario ajustar, modificar y derogar aquella normativa que interfiera con esos objetivos. Resulta entonces necesario revisar la estructura normativa e institucional a fin de que su configuración responda y facilite la transición.

Construir la paz demandará cuantiosos recursos, pero más costoso resultaría mantener la guerra. Durante décadas, el presupuesto del Estado destinado para la guerra se ha incrementado de manera significativa, lo que hace necesario, en una etapa de transición, desmontar paulatinamente esa tendencia hasta alcanzar el objetivo de diseñar y ejecutar un presupuesto para la paz y el desarrollo social. (Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, 2013, p. 242)


El cuadro que pinta este valioso informe es el siguiente: doscientas veinte mil muertes (incluye los ‘falsos positivos’), de los cuales el ochenta por ciento eran personas no involucradas en acciones bélicas, sesenta y dos mil desaparecidos, Operación Baile Rojo contra la UP que eliminó bajo el método nazi tres mil personas entre dirigentes políticos (quinientos concejales, diputados, alcaldes congresistas) y sociales de sindicatos y ligas campesinas, cinco millones de desplazados, siete millones de hectáreas despojadas a los campesinos (aniquilación de las organizaciones campesinas). Los magnicidios de Pardo, Pizarro, Jaramillo y Galán ad portas de la maniobra constitucional de 1991. Un país teñido de sangre y batido por el sufrimiento. Millones de colombianos

vapuleados, burlados, escarmentados, sacrificados. Mujeres y niñas sumidas en la 10 violación y el oprobio. Hombres y niños hundidos en la vorágine de La virgen de
los sicarios, que relata Fernando Vallejo (1994). Es un problema de una postración moral, de degradación en la vida colectiva que ha llevado a considerar a Colombia como un ‘Estado fallido’ (Acemoglu & Robinson, 2012), como una nación al borde de la disolución. Una situación por su gravedad comparable con la de Ruanda, Namibia, Pakistán, Bangladesh, Siria, Palestina, Irak, Afganistán, en materia de lo que la comunidad internacional denomina ‘crisis humanitaria’.

No se puede desconocer la relación entre conflicto social e insurgencia en el caso colombiano. Uno de los puntos más álgidos de nuestro debate es el relacionado con el vínculo entre el conflicto social y el enfrentamiento armado. Se arguye que no hay relación aceptable de causalidad, dado que si fuese posible este vínculo, otros países más pobres que el nuestro estarían en la posibilidad de generar guerras internas. En fin, si se trata de hacer un balance militar y social, sería recomendable y conveniente revisar tranquila, reflexiva y pausadamente la debacle militar durante los dos gobiernos del presidente Uribe Vélez (2002-2010) y el de su sucesor, el actual presidente reelegido Juan Manuel Santos, ambos


seriamente cuestionados por su forma de ejercer el poder9. Desde 2004 se presentaron acontecimientos hasta ahora en proceso de esclarecimiento, que partían de su peculiar forma de ver el conflicto colombiano. La estrategia se basaba en la idea de “lucha contra el terrorismo”, que niega la existencia de un conflicto con raíces sociales en el país. Así se privilegian las acciones militares y de inteligencia sobre las políticas públicas distributivas10.

En 2004 se conoció el informe “Conflictividad territorial en Colombia”, elaborado por Alfredo Rangel, Armando Borrero y William Ramírez, resultado de un Convenio de Cooperación Científica para Investigación entre la Escuela Superior de Administración Pública y la Fundación Buen Gobierno. Este estudio reconoce la existencia de una parainstitucionalidad que genera alteraciones, en tanto y en cuanto, se convierte en una fuente de conflictividad por el accionar de grupos armados –ejércitos de guerrilleros y “paramilitares”– que actúan en contra o
9 Uribe Vélez basó su ejercicio del poder en vínculos con los sectores más retardatarios de la clase terrateniente, las expresiones ultramontanas del militarismo criollo, el espionaje a las mismas instituciones del Estado que consideraba infiltradas como las altas cortes de justicia, la propaganda negra contra sus opositores, la persecución a los sectores sociales considerados por los servicios de inteligencia como base de apoyo de la insurgencia, combinado todo ello con los más sofisticados programas de asistencia social. Santos cabalgó sobre este esquema para hacerse elegir en 2010 como candidato del uribismo, luego se escinde de su antiguo mentor para aplicar fórmulas propias de un jugador de póker, habilidad de la que se precia el

mismo Santos, quien proyecta una imagen de estratega político vinculado sólidamente con la élite 11 económica, en especial al hombre más rico de Colombia, Luis Carlos Sarmiento Angulo, banquero, dueño del principal diario del país, y ahora gran empresario agrícola. Santos está ligado de manera estrecha con el
cuerpo ejecutivo de las multinacionales y la diplomacia de los países que conforman la OCDE; a su vez reparte dinero público en las regiones para obras de infraestructura que da réditos políticos a la coalición que lo respalda en el Congreso Nacional, más conocida como la fórmula de la “mermelada”. El uno es el fiel continuador del otro con un cambio de manejo táctico de la crisis nacional para mantener el modelo neoliberal basado en el extractivismo y las plenas garantías para la inversión extranjera directa que incluye la actividad de las bases militares norteamericanas en suelo colombiano para el control de centro y sur del conteniente americano. Así las cosas, la guerra de Uribe es la misma paz de Santos: preservar los intereses de la gran burguesía nacional socia del capitalismo internacional para depredar los sectores estratégicos de la economía colombiana.

10 Los costos del conflicto de manera general en materia del PIB nacional por año han estado por encima de todos los rubros. De 2010 a 2014 estos se duplicaron. La guerra la usufructúan ‘hombres de negocios’ que nunca van a la guerra. El Ejército ha sido utilizado por la clase política para ahondar los odios entre distintos sectores sociales y políticos por razones ideológicas, pero los muertos siempre son los de las clases menos favorecidas (militares, policías, guerrilleros, paramilitares y otras bandas). Los ministros de defensa civiles, resultaron más militaristas que los militares y han coadyuvado a generar otra especie de odio de clases entre los actores del conflicto. Su afán de presentar resultados, los llevó a generar una nueva doctrina apoyada por crímenes de lesa humanidad que denominaron “falsos positivos”. La ‘democracia en Colombia’ está en crisis pues las libertades ciudadanas se reducen a votar cada cuatro años para elegir los miembros de un congreso cuya función principal es mantener la distracción y desorganización de los sectores populares. Los costos de la guerra no son únicamente los 26 billones de pesos que en el 2013 se destinaron para “seguridad y defensa”. El gasto militar es igual al gasto en salud, educación y saneamiento ambiental en conjunto. De 600 mil funcionarios del orden central, 515 mil están vinculados al Ministerio de Defensa; así las cosas, más del 80% del rubro ‘gastos de personal’ son destinados a la seguridad. Consúltese Aurelio Suárez Montoya y Miguel Eduardo Cárdenas Rivera (2009).


paralelamente al Estado para disputarle y suplantar su poder, y que por esta razón tienen, además de la militar, una connotación claramente política. Se plantea la hipótesis que sostiene que la conflictividad que genera este fenómeno violento, más allá de ser la sumatoria de las secuelas de un grave problema de seguridad, es un proceso de apropiación y ejercicio del poder; una forma de dominación que se soporta y se reproduce gracias a las fisuras que deja la construcción de Estado y de territorio en este país; gracias a las fisuras (intersticios) que dejan la inequidad y el desorden del desarrollo económico colombiano; y gracias a las fisuras (rupturas) de nuestro tejido social construido entre sucesivas violencias, rápidos cambios demográficos y desarraigos. Los conflictos que genera la parainstitucionalidad impactan y distorsionan el sistema político, la administración del Estado, la organización social y el desarrollo económico. Se identifican también en la hipótesis dos factores que potencian el impacto del accionar parainstitucional: el control efectivo que ejercen sobre el territorio y los comportamientos sociales, políticos y económicos de la comunidad que lo ocupa, y el ejercicio de la administración de la “justicia”.


El conflicto en Colombia tiene hondas raíces políticas y sociales. Por ejemplo, menos de un tercio de la población colombiana tiene acceso a una vida digna,11 mientras los otros dos tercios están excluidos o en condición de vulnerabilidad.12 12 Se trata de una democracia social formal, la cual fue descrita por el presidente de
la República (en encargo), Darío Echandía, como un “orangután con sacoleva” (Gutiérrez, 2014).

Los diferentes gobiernos han sido incapaces de adelantar la reforma social que el país necesita. El Partido Liberal, en diferentes oportunidades, fracasó en llevar a



11   Se entiende por “vida digna” una fórmula proveniente del concepto de “vida buena” acuñada por el célebre filósofo liberal Jürgen Habermas, según la cual todo ser humano por el hecho de ser humano le corresponde la plena satisfacción de sus necesidades materiales para proyectar su realización como persona y ser social a través del proceso discursivo, esto es la capacidad ciudadana de intervenir de manera concreta en la deliberación democrática y contrarrestar así los frenos para alcanzar la igualdad real (no formal). En el lenguaje jurídico tomó fuerza en las sentencias de la Corte Constitucional creada por la Constitución Política de 1991. Así se contrastan dos formas de existencia social: una denominada “el estado de cosas inconstitucional” que no garantiza los derechos sociales y económicos a amplios sectores ciudadanos, y otra de “vida buena” para los que si acceden a los bienes materiales y culturales necesarios para su plena realización como seres humanos.

12 Según Alfredo González del PNUD “en Colombia, la clase media está integrada por 13 millones de personas, los pobres son 16 millones, y hay 18 millones de ciudadanos que son la gran preocupación, pues están en condición de vulnerabilidad, con riesgo de caer, regresar o permanecer en la pobreza”. http://www.eltiempo.com/economia/finanzas-personales/desigualdad-en-colombia-el-pais-ocupa-el-puesto-12/14298377


cabo tales reformas.13 Así ocurrió con Alfonso López Pumarejo en 1934, los gobiernos liberales compartidos de los años 60 y 70, y con Virgilio Barco, quien fue incapaz de emprender las reformas económicas y sociales que acompañaran las reformas políticas emprendidas por Belisario Betancur. Por el contrario los gobiernos de los liberales César Gaviria y Ernesto Samper dieron rienda suelta al modelo neoliberal y fracasaron estruendosamente en la “superación de la pobreza” (Ospina, 2013). Con el conservador Pastrana se intentó un acuerdo de paz con las FARC-EP que fracasó luego que se desistiera de la idea de “compartir el poder”. Así se hizo al solio de Bolívar una expresión de la clase terrateniente con vínculos mafiosos que a través del accionar del paramilitarismo contuvo la ofensiva estratégica de las guerrillas revolucionarias. En este nuevo equilibrio de poder se produjo un desempate técnico a favor del régimen gracias a la intervención directa del Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos a lo largo del primer gobierno de Santos, plan operacional en curso desde su época cuando fungía como ministro de Defensa de Uribe Vélez.14



3. La solución del problema agrario: base para la superación de la violencia sistémica

13
El conflicto sigue girando alrededor de la tierra y su solución requiere de la adopción de medidas en el campo social y económico. Se requiere de una forma de organizar el aparato político-administrativo para que en todo el territorio se garantice la debida prestación de los servicios públicos, administrativos y sociales, y que no sean solo para determinadas capas sociales como los grandes propietarios de la tierra, los potentados de la industria, los banqueros y las inversiones de las multinacionales. A lo largo de la historia en Colombia para el resto de la población se ha aplicado una modalidad de caridad pública que toma forma a través de la llamada “responsabilidad social empresarial”, consistente en acciones desplegadas por las fundaciones de las grandes empresas que con

13 Debe precisarse que el Partido Liberal fracasó no solo por la culposa responsabilidad de sus dirigentes. No es dable entender que su postura reformista encontró un obstáculo infranqueable en sus dirigentes. Si bien a ellos cabe una alta cuota en ese fracaso son las clases sociales a las que representa las que así lo impidieron. Por ejemplo el reformismo de los treinta obedecía a una alianza de los banqueros, los industriales y los terratenientes liberales para impulsar unas reformas que quitaran aliento a la movilización social que tuvo su hito y se contuvo con la Masacre de las Bananeras en noviembre de 1928. Como se constata estas reformas, en especial la agraria, se fueron al traste.

14  La estrategia militar del Pentágono para América del Sur se implementa por parte del Comando Sur que opera desde La Florida con su base estratégica instalada en Colombia durante la gestión de Santos como ministro de defensa de Uribe. La ofensiva actual contra la insurgencia se denomina operación ‘Espada de Honor’ que cuenta con el apoyo directo en materia logística y de táctica operacional por parte del Comando

Sur.


donaciones obtienen rebajas de impuestos, estas acciones se aúnan a los programas asistenciales de corte tecnocrático dotados de una gran capacidad de inversión pública que se aplican a través de organismos no gubernamentales creados ex professo para servir de operadores en la “lucha contra la pobreza extrema”, que por cierto se convierten en fuente de poder electoral mediante nuevas modalidades de clientelismo, como es el caso de las reconocidas “familias en acción”.

La distribución de la propiedad de la tierra es una herencia colonial que no se ha superado, constituyendo una aberratio ante el mundo. El poder de la tierra en Colombia se expresa en un nivel de concentración en el que

(…) los predios de más de 2.000 hectáreas que corresponden al 0,06% de los propietarios, poseen el 53 % de la superficie, en tanto que cerca del 80% de los propietarios que poseen menos de 10 hectáreas les corresponde cerca del 5% de la superficie rural. El área promedio de los predios grandes es de 18.093 hectáreas por propietario, perteneciente a tan solo 2.428 propietarios. (Vergara, s.f.)

En la actualidad esa tendencia “anticampesina” se expresa en el Indicador Gini

para la propiedad rural que alcanza el 0.87. Esto significa que uno de cada cien

propietarios controla 0.87 del total de la tierra disponible, mientras que los otros

noventa y nueva propietarios acceden al 0.13. (Suescún, s.f.)
14

Como si lo anterior fuese poco se ha comprobado que entre cuatro y seis millones de hectáreas quedaron en manos de los narcos y paramilitares. En este aspecto la inoperancia de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras es ostensible.

Los recursos que se destinan a ejecutar los fracasados planes militares se deberían más bien orientar a solucionar el problema de la tenencia de la tierra en Colombia, para dar un adecuado uso económico social y ambiental como bien común (Houtart, 2012). Lo que hasta ahora se ha hecho es cumplir con un componente social en la gestión gubernamental con un limitado enfoque asistencialista que no incluye el acceso a la tierra o a inversiones reales con asistencia técnica y financiera.

Un problema adicional del que adolecen ambos estudios es su falta de claridad sobre el problema de la guerra como fenómeno humano e histórico-mundial.15 La
15 Es preciso asumir la categoría guerra de la manera más correcta posible para entender que esta hace una diferencia con la categoría de conflicto como un fenómeno inherente al ser humano que no desaparece nunca, y frente al cual lo que se debe hacer es resolverlo a través del diálogo; pero la guerra es una forma violenta de resolver los conflictos, a no ser que fuese posible librar la lucha política de clases en forma de


guerra es inevitable en el capitalismo tal como se decantó en cinco siglos y se configuró con base en la “ley de hierro” de la acumulación y la concentración, –ley que en su aplicación lleva ínsita la violencia sistémica–. Pero, además:

Pensamos en términos de guerra, nos sentimos en guerra con nosotros mismos y, sin saberlo, pensamos que la depredación, la defensa territorial, la conquista y la interminable batalla de fuerzas antagónicas son la base misma de la existencia. La guerra es inherente al ser humano, lo ha acompañado como una sombra a través del tiempo y el espacio. La guerra es, pues, normal: no solo engendra el cosmos (Heráclito), sino que constituye el estado natural del hombre (Hobbes, Kant); más aún, el ser se revela como guerra (Lévinas): de ella surge la estructura misma de la existencia —individual y social— y nuestra manera de pensarla. Pero paradójicamente la guerra es “inhumana”: aunque la lleven a cabo hombres, estos actúan poseídos por potencias que los rebasan y transforman, potencias que la mitología identificaba con dioses. La guerra tiene vida propia, no está sujeta al control humano, existe solo para sí: la comprensión de este hecho, ignorado por los modelos seculares, implica el cabal entendimiento de lo que la guerra engendra en los hombres: atracción, culto y, en última instancia, un “terrible amor”. (Hillman, 2010, p. 12)

En un mundo en el que la violencia es omnipresente y multiforme, “la guerra es el

fundamento del ser, como lo son la muerte y el amor, la belleza y el terror”, y que

no hay solución racional ante el amor que provoca sino el encauzamiento de este

hacia la pasión estética. No solo nos aleja de la “ignorancia voluntaria” en que
15

estamos inmersos sino que, al mismo tiempo, nos otorga una novedosa perspectiva para hacer frente a la guerra y la violencia desde sus propias entrañas. Por eso:
Si queremos ver menguar el horror de la guerra para que la vida siga, es necesario entender e imaginar. Los humanos somos la especie privilegiada en cuanto a la comprensión. Solo nosotros tenemos la facultad y el alcance de mirar para comprender los avatares del planeta. Tal vez sea por eso que estamos aquí: para aportar comprensión sensible a los fenómenos que no tienen la necesidad de comprenderse a sí mismos. Incluso puede que sea una obligación moral tratar de entender la guerra. (Hillman, 2010, p. 15)

Así formulada la cuestión de la guerra, el problema de fondo de los dos libros consiste en desconocer que:




guerra no armada —como confrontación de fuerzas organizadas que no apelan a la lucha armada—. No necesariamente a la ‘no-violencia’ que como postura ética rechaza la idea de eliminar al contrario —se refiere claro está a la eliminación física— como algo propio de la guerra. La guerra política sin armas se asume entonces como guerra civil según la sabia fórmula de Sun Tse: “…subyugar al enemigo sin presentar batalla: este será el caso en que cuanto más te eleves por encima del bien más te acercarás a lo incomparable y lo excelente”. Léase Sun Tse (1974, p. 37).


Frente a la figura del Leviatán, que simboliza la construcción del orden y la paz, está la de Behemoth, que representa la guerra civil confesional, es decir, el conflicto violento por las razones más profundas. Dos monstruos que combaten: de un lado, el control del poder fáctico; del otro, la disidencia. Podría parecer que una vez constituido el monopolio de poder soberano que representa el Leviatán, nada pudiera hacerlo caer. No parece haber un más allá del Estado. Sin embargo, Hobbes indica que el Leviatán, a pesar de toda su potencia y ferocidad, es mortal, está sujeto a la decadencia, igual que las demás criaturas de la tierra.

No obstante, el Estado moderno sigue en pie; cierto que con muchos cambios y adaptaciones a las nuevas circunstancias. Se muestra hoy con un rostro menos feroz que aquel diseñado por Hobbes, aunque no menos dañino. Está sostenido en los mismos presupuestos que el viejo monstruo: una antropología materialista, un concepto negativo de la libertad, un contrato entre enemigos potenciales en el origen de la comunidad política, la contención del terror y la violencia como fin de la política, la imposibilidad de un orden internacional de cuño universalista y una idea de razón pública como argumento legitimador del poder político. (Herrero, 2012, pp. 7-8)

En su reciente ensayo sobre la guerra y la paz, el escritor Santiago Gamboa (2014, p. 38) explica:

La guerra, siempre la guerra al principio de todo. Lo importante es lo que se hace después de ella, una vez que se logra construir la paz. Tal vez por esto Kant consideró que la paz entre los hombres no es un estado de la naturaleza, es decir, 16 que no es natural, y por lo tanto se debe instituir. Se debe propiciar. En otras palabras, negociar. Como la paz no es un estado natural, aunque sí un fin deseado, podemos afirmar que es el resultado de un largo proceso de civilización
(…).

En la vía de Uribe López habría que reconocer la necesidad de acudir al Republicanismo como forma de construir el Estado moderno, con un sólido sustento ideológico en el liberalismo social poskeynesiano, con base en la teoría de los derechos sociales, pero ello tampoco se deja vislumbrar en el libro. Desconoce que:

Los republicanos contemporáneos tienen los pies en la tierra: no abogan por una igualdad material extrema, sino que se contentan con la adopción de medidas políticas, sociales y económicas que promuevan la independencia de los ciudadanos, esto es, con que se preserve un cierto nivel de bienestar que les proporcione el tiempo, los recursos, la cultura, la educación y los conocimientos imprescindibles para ejercer sus deberes cívicos. (Ruiz, 2013, p. 135ª)

Pero, además, omite la relación entre el imperialismo y el militarismo, clave para comprender el pathos de la violencia sistemática desde arriba, que se remonta al belicismo del siglo XIX. España (2003) dice:

La carta del 63 consignó lo que se llamó el sagrado derecho a la insurrección. Todo el mundo tenía derecho a armarse, la apelación a las armas se convirtió en el


método más expedito para resolver cualquier litigio político…Esto determina en buena parte la naturaleza extremadamente violenta de la segunda mitad del siglo XIX colombiano. (España, 2003, p. 142)

Con el paso de siglo la acción contra el “comunismo” que se materializa a partir de la Masacre de Las Bananeras perpetrada en 1928, va a tomar forma en la versión criolla anticomunista de raigambre paisa político–religiosa, católica conservadora, tal como la proclamó de manera diestra en los años 40 del siglo pasado Monseñor Builes (Jaramillo, 2007, p. 102), para quien “no había comunista bueno”, de donde se desprendía su soterrada autorización moral para matarlos y enterrarlos boca abajo; así se suma la doctrina del Basilisco de Laureano Gómez (De la Torre, s.f.), la que más adelante –luego de pasar por el crisol de La Violencia– habría de servir de base en nuestro medio a la Doctrina de la Seguridad Nacional, más adelante renombrada como Doctrina de la Seguridad Democrática. Como sí lo explica Palacios:

Lo que podría parecer excepcional en el caso colombiano era la hibridación de las ideologías de la Guerra Fría con residuos de La Violencia y el estado de sitio de tipo dictatorial, cuando gobernó un régimen militar (1953-1957), emanado de un cuartelazo (el único desde 1854) que fue apoyado por la mayoría de las élites políticas, empresariales y religiosas del país. (Palacios, 2012b, p. 18)

17

El “sesgo anticampesino” (Uribe, 2013, pp. 172 y 290) no es otra cosa que el “poder feudal” de los terratenientes en Colombia, que “a sangre y fuego” combatieron y derrotaron la lucha agraria. Uribe López no le da el significado histórico a esa gesta y a lo que significó la traición del Partido Liberal al movimiento campesino cuando se coaligó con el Partido Conservador en el Frente Nacional, pese a dar los suficientes elementos para contextualizar la Operación Marquetalia, que sirve de mojón al importante estudio La Nación Vetada que aquí se comenta.

4. De la relación entre Palacios Rozo y Uribe López: ¿el discípulo supera al maestro?


Es notorio que el autor se inspira, coincide, desarrolla y complementa en su condición de economista político, el enfoque del historiador Marco Palacios que aparece en el importante libro Violencia pública en Colombia 1958-2010. La laguna de Uribe López, la expresa Palacios de manera similar:

El liberalismo occidental como una filosofía política, para diferenciarlo del Partido Liberal, nunca pudo sembrar en el país los valores de la democracia y la


ciudadanía. Por el contrario, soslayó la distribución equitativa de la propiedad agraria, permitió, bajo el formalismo con el que se maneja todo en el país, que los mandones locales desplegaran actitudes de matones y rufianes en su entorno y que, con sus fondos electorales y públicos, chantajearan hacia arriba. Esto, en las condiciones de desequilibrio económico y de poder que genera el narcotráfico y la tozudez de las políticas prohibicionistas de Washington, crearon ese coctel explosivo que se sirve a diario en Colombia. (Palacios, 2012b, pp. 54-55)


El problema agrario que Uribe López denomina el “sesgo anticampesino”, en Palacios es un asunto de tal magnitud que requiere dejar claro que “la restitución de tierras no puede sustituir una reforma agraria”, que “no hay un catastro confiable que permita siquiera saber quiénes son los propietarios de las tierras”. A lo que se suma otro problema “la presión que las grandes mineras y capitales ejercen sobre la tierra” y la “sobredimensión del ejército” que no ha podido resolver el problema de la violencia dado que “las élites colombianas solo buscan reproducirse a sí mismas y extender su poder familiar, de amigos, de roscas, a otros campos”, y agrega:

El problema en Colombia son las élites del poder, tanto las que están en el gobierno en el Congreso como los guerrilleros y mafiosos que los quieren desalojar

(…), nosotros tenemos una clase dirigente muy autocomplaciente. Se creen unos genios que todo lo controlan y todo lo saben, como si fueran dioses del Olimpo. 18 Esa autocomplacencia no les permite ver los problemas que siguen ahí. Por ejemplo, el Estado no ha podido controlar territorialmente el país, ni siquiera el control militar que han querido imponer sin inversión social. El problema es que mientras que en otros países hay garrote y zanahoria, en Colombia la fórmula ha
sido garrote y bla, bla, bla; y la gente ya no come cuento. (Palacios, 2012a, p. 18).

Palacios al comenzar su exposición hace una aseveración —en apariencia baladí— pero sustancial para su enfoque de “violencia pública”: “(…) más colombianos han perdido la vida por accidentes de tránsito que en la confrontación armada directa”. (Palacios, 2012b, p. 18).

Es loable su precisión conceptual sobre la violencia pública tal como la emplea en el título del libro, dado que ella “denota toda forma de acción social o estatal por medios violentos que requiera un discurso de autolegitimación” (Palacios, 2012b, p. 25).

La solución que esboza comprende:

Negociar consensos políticos alrededor de la demolición de la propiedad latifundista, principalmente ganadera; de la ideología del latifundismo y del clientelismo; habrá que asegurar mejor las libertades individuales y públicas, proteger efectivamente los derechos humanos, abrir la ciudadanía a todos los


colombianos y ampliar los márgenes de la soberanía nacional. (Palacios, 2012b, p. 21)

Palacios constata que el funcionamiento del Estado colombiano (1958-2010) adolece de un “flagrante déficit de legitimidad y soberanía en el ámbito del territorio nacional y en el sistema internacional (sic)”. (Palacios, 2012b, p. 21).

Palacios acepta como premisa de su estudio la idea hobbesiana según la cual los “súbditos a(d)miran al Estado que empuña en una mano la espada y en la otra un báculo” (Palacios, 2012b, p. 37). A esta medieval concepción suma la del funcionalista Weber para quien el Estado funciona con base en el “monopolio legítimo de la violencia” y de la alta capacidad para recaudar impuestos (Palacios, 2012b, p. 51), ergo en Colombia “no funciona el Estado” conditio sine qua non de la modernidad que se asume como la clave (demiurgo) del desarrollo, etcétera; esto es, todo el imaginario académico producto del eurocentrismo al que se responde desde la decolonialidad, debate de crucial importancia que ha pasado de agache entre nuestra “intelectualidad” marcada por el verbalismo que encubre su servilismo y postración al statu quo.

No obstante es significativo su aporte sobre la modernización que:

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No explica, sin embargo, la profundidad del cambio que representó la aceleración de un tipo de capitalismo salvaje y sus conexiones profundas con el complejo política-violencia; ni las transformaciones del poder mundial y el papel de Estados Unidos en la modernización de un país tecno-económicamente atrasado y fiscalmente débil como Colombia. (Palacios, 2012b, p. 48).
Al igual que Uribe López, Palacios se aferra al concepto de Estado hobbesiano propio de un liberalismo hirsuto. El primer capítulo del libro es en realidad un testimonio de vida, que no logra un orden expositivo con los capítulos subsiguientes que aparecen inacabados, pues resultan en últimas una crónica con vacíos en el arsenal bibliográfico, por ello deja en espera un ulterior estudio histórico.

Conclusión: La salida política: construcción del posconflicto y pluralidad de enfoques


Los factores para el ‘posconflicto’ (Cárdenas, s.f., pp. 31-41) resultantes de una negociación que conlleva una reducción efectiva y rápida del gasto militar en pro de lo social, pasan entonces por un cambio de fondo en el manejo del país, una dirección de los asuntos públicos como república moderna, una administración


pública digna de llamarse pública, y el cese del abuso de los banqueros, los hacendados, los contratistas y proveedores, y la eliminación de los privilegios que gozan los altos funcionarios del Estado.

La guerra civil –aquella que se libra sin armas– permitirá a Colombia superar el conflicto armado para ocupar el próximo medio siglo en la construcción de una sociedad libre y justa en el sistema dinámico y cambiante de relaciones económicas y políticas internacionales. Estos serían algunos de los factores necesarios para superar el conflicto que se inició con el Frente Nacional y construir una sociedad con un manejo adecuado de los recursos naturales como un bien común, base cierta de una economía social que garantice el pleno respeto a los derechos humanos de carácter universal.

Una gran causa por la cual se han librado guerras inútiles y costosas, y sin gloria como lo demostró con entereza y valor el General de la República, Luis Alfonso Mejía Valenzuela, en su libro de 2008 sobre “la endemia de la sedición en Colombia”, en el cual explica que las raíces de la insurgencia actual se hallan en la crisis agraria.

En la actualidad se puede encontrar una dimensión global del conflicto marcada

por un componente sustancial en la lucha por la humanización de la vida en el 20 planeta: la preservación formal y la aplicación real de los derechos humanos, económicos y sociales, y de lo que más recientemente se ha venido a acuñar
como el “derecho al desarrollo”, a la seguridad alimentaria y humana, como doctrina que toma fuerza para orientar políticamente el sistema de relaciones internacionales. Hoy no es posible concebir el problema de la seguridad sin asumir un respeto integral, esto es, conceptual y pragmático, con los Derechos Humanos como instrumento clave para la “construcción del posconflicto” en términos de soberanía alimentaria.

Hay quienes piensan que dejar atrás la dinámica bélica y construir el posconflicto es un sinsentido. Consideran que aún vivimos una fase primaria de la agudización de la crisis y que es menester que el conflicto madure, esto es, que se agudice para delimitar mejor las posturas y saber con precisión cuál es la capacidad real de las fuerzas enfrentadas para, sobre esa base, hablar de posconflicto. En su mirada falta recorrer una fase en la que la correlación de fuerzas permita un desequilibrio estratégico que pueda crear las condiciones para que así el llamado posconflicto alcance la conditio de categoría de la ciencia política aplicable al proceso colombiano, dada su composición y características actuales.


Así las cosas, cuando se habla de la “solución política del conflicto en Colombia”, la referencia es la necesidad de perseverar en una idea arraigada en amplios sectores de la opinión pública nacional e internacional acerca de cómo dar curso a un proceso integral de negociación que reconozca las causas objetivas y subjetivas del conflicto; que no se autoengañe con la idea de la derrota del enemigo, y que abra la posibilidad de ofrecer una solución –en términos de plan de vida– no solo a unos tantos miles de insurrectos levantados en armas –sino a la población que sufre las consecuencias del conflicto–, cuyas raíces se hunden en el problema agrario y en la exclusión política que ha conllevado al uso de la violencia desde arriba, a partir de la década del veinte durante el siglo pasado.

La salida a la crisis colombiana no puede resultar de una retórica “concertada por arriba” que realiza algunas reformas institucionales “para la paz” con el fin de lograr una “buena administración del Estado” e impulsar “reformas sociales” que den “vida digna al conjunto de la población”. En realidad

(…) No hay un capitalismo enfermo de la mundialización neoliberal y de guerrerismo y otro capitalismo “posible” o utópico, estable y eficiente, que funcionaría con fluidez, libre de las crisis, del militarismo y la guerra y de brotes neofascistas. (Teitelbaum 2010, p. 21).

En resumen se trata de la modernidad que trae el capitalismo desde el siglo XV a
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un país tropical, ubicado en el centro geoestratégico de un continente; es por tanto explicable un colonialismo cultural que persiste a través de diversas formas de colonialismo económico y político. Como bien lo reconoce Uribe López, en Colombia el tipo de liberalismo inserto en los libretos cognitivos del bloque en el poder no es el que busca amordazar al Leviatán para conjurar su despotismo, sino un liberalismo que busca mantener debilitada su capacidad infraestructural a fin de evitar un poder capaz de ponerle cortapisas a sus intereses particulares. Como con su habitual lucidez lo advirtiese Ernesto Guhl


(…) es un hecho sabido que quienes están arriba triunfan, y por lo mismo les asiste la razón, corrompiendo en la mayoría de los casos a las ciencias, poniéndolas al servicio de sus intereses, hasta llegar a ejercer la violencia. (1991, p. 5) .


Se trata de un sistema basado en comportamientos egoístas, pragmáticos e individualistas. Por ello es necesario hacer una lectura de los dos textos y sumarlos a la búsqueda de una interpretación de la violencia en Colombia, que tiene una causa fundamental: la élite en el poder que impide manu militari la existencia de una antiélite. (Cárdenas, 2014, pp. 356-386). Por eso la crisis permanece y se profundiza. Colombia –al igual que el resto del mundo– transcurre


“[…] una era de la historia que ha perdido el norte y que, en los primeros años del nuevo milenio, mira hacia delante sin guía ni mapa, hacia un futuro irreconocible” (Hobsbawm, 2007, p. 9).


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