martes, 21 de abril de 2020

PARA COMPRENDER LO QUE LES RODEA NIÑOS PREFIEREN CUENTOS QUE EXPLIQUEN EL MUNDO

Los niños prefieren cuentos que expliquen el mundo
Necesitan comprender la mecánica de lo que les rodea

Los niños quieren que les lean cuentos que expliquen por qué suceden las cosas y no solamente cómo ocurren. Estos cuentos pueden propiciar la alfabetización temprana y las habilidades lingüísticas.

Imagen de karin_van_Duke en Pixabay

Un nuevo estudio publicado en Frontiers in Psychology ha descubierto que los niños prefieren libros de cuentos que contienen información causal.

Eso significa que los niños prefieren cuentos en los que se les explique, por ejemplo, por qué los animales se comportan de determinada forma.

Los cuentos que solamente describen las características y comportamientos de los animales les interesan menos.

Los resultados de esta investigación podrían ayudar a los padres y maestros a elegir los libros más atractivos para aumentar el interés de los niños en la lectura, lo cual es importante para mejorar la alfabetización temprana y las habilidades lingüísticas.

Experimento

La investigación se desarrolló con 48 niños de edades comprendidas entre los 3 y los 4 años, todos residentes en Austin, Texas (USA).

Durante el experimento, un adulto leyó dos libros de cuentos diferentes a los niños y luego se les preguntó cuál les había gustado más.

Uno de los cuentos era rico en información causal y el otro meramente descriptivo.

Todos los niños se mostraron igualmente interesados por ambos cuentos, pero preferían el que ofrecía información causal.

La clave

Los investigadores consideran que la preferencia de los pequeños se estableció porque el cuento elegido contenía información causal.

"Creemos que este resultado puede deberse al deseo natural de los niños de aprender sobre cómo funciona el mundo", explica Margaret Shavlik, una de las autoras de esta investigación, en un comunicado.

Y añade: "Si los niños prefieren los libros de cuentos con explicaciones causales, los adultos podrían buscar libros más ricos y casuales para leer con los niños, lo que a su vez podría aumentar la motivación del niño para leer juntos, lo que facilitaría la alfabetización temprana".

Curiosidad infantil

Los investigadores destacan que los niños tienen una urgente necesidad de comprender la mecánica del mundo que los rodea.

Con frecuencia bombardean a padres y maestros con preguntas sobre cómo y por qué las cosas funcionan de la manera en que lo hacen.

Este estudio indica que la causalidad podría ser clave para involucrar a las mentes jóvenes durante las actividades de aprendizaje de rutina.

Nuevos estudios podrían investigar si el contenido rico en causas puede mejorar los resultados de aprendizaje específicos, incluida la alfabetización, las habilidades lingüísticas y más.

Después de todo, el aprendizaje debe consistir en comprender el mundo que nos rodea, no solo memorizar información, concluyen los investigadores.
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Referencia

Fuente:

martes, 14 de abril de 2020

DESCONOCEMOS AÚN EL SENTIDO DE LA EVOLUCIÓN HUMANA

Aún desconocemos el sentido evolutivo de la experiencia humana
Formamos un crisol en el que se entremezclan la vida y la no vida

La humanidad persigue un futuro ideal que no puede definir ni conseguir: forma un crisol en el que se entremezclan la vida y la no vida. La lucha por la supervivencia la transforma sin permitirle comprender el sentido del experimento evolutivo humano.

Alicia Montesdeoca Rivero

Johannes Plenio

La humanidad que puebla el planeta Tierra, tan diversa en su composición, tan rica en cualidades, tan dispuesta a superar sus limitaciones, tan capaz de transformar las condiciones, persigue siempre una meta: a ella se dirige por un aparentemente ciego e incontrolable impulso interior.

Este impulso es conducido por un gran anhelo que la humanidad es incapaz de definir, porque su infancia se prolonga generación tras generación, sin alcanzar el sueño que persigue. Ni siquiera llega a entender e interpretar plenamente sus símbolos.

Etapa tras etapa, la humanidad consume generaciones que alcanzan objetivos y que se convierten en nuevos inicios.

Inicios que valora como rupturas con etapas anteriores porque no percibe la permanente continuidad de sus pasos y el diseño de una obra que trasciende la aportación individual hasta convertirse en patrimonio de todos sus miembros.

Y es que la humanidad no sabe aún que ese conglomerado tan diverso, tan rico en expresiones, tan abundante en posibilidades, tan predispuesto a colaborar, o tan necesitado de la cooperación para llegar a acceder a los umbrales que añora, requiere de la confabulación consciente de todos y de cada una de las personas que la integran.

Y que alcanzar plenamente el objetivo que se le escapa depende de una maduración colectiva que sólo se alcanzará a través de la acumulación de vivencias emanadas del reconocimiento, la vinculación, la interacción y la cooperación de sus miembros: los que fueron, los que son y los que serán.

Crisol de vida y no vida

Así que, tal vez, con las cualidades que ha dotado la vida al conjunto de los humanos, se pueda alcanzar el desarrollo de la potencia creadora del conjunto.

Esta potencia creadora no abarca solo al ser humano, sino también a la Tierra que lo acoge y a los recursos naturales que aporta.

Todos estos ingredientes conforman un mismo crisol en el que se entremezclan la vida y la no vida, como un todo intensamente complementario.

¿O es quizás que toda la experiencia humana sirve como experimento a un Misterioso Alquimista?

Esa supuesta inteligencia natural estaría empeñada en construir un Universo para el que aún no tiene definición alguna, pero al que dedica todas las capacidades que reúne la Tierra y lo que en ella habita.

Confía en que esa necesaria fusión dé los frutos, confabulándose con él en la hipotética pero hermosa construcción de un paraíso, ideal latente en todos los sueños de los hombres y las mujeres de este pequeño mundo.

¿Hacia dónde?

Pero mientras este “juego” se desarrolla, mientras cada individuo no tiene capacidad para comprender a qué se está jugando, la humanidad se enreda, condicionada por la temporalidad de cada sujeto.

Una temporalidad que también le muestra las leyes del juego que malinterpreta, tratando de conseguir durante la corta vida de la que goza, -o en la que padece-, objetivos absolutamente perecederos como él.

Unos objetivos que, a pesar de su inconsciencia, se integran en el cúmulo de experiencias necesarias para constituir, poco a poco, el objeto colectivo que parece alumbrarse en el horizonte humano.

La narración aislada de cada época histórica nos puede llevar a la enumeración de múltiples intentos por acaparar recursos, por controlar movimientos, por atesorar vivencias, por dirigir y protagonizar devenires.

También a intentos por expandir las fuerzas necesarias para poseer y controlar “dones estratégicos” de la naturaleza, acabando, si es preciso, con los que se oponen a ser sometidos o destruidos, para despojarlos de los bienes que disfrutan sin considerar que, no por azar, “los otros y lo otro”, también están ahí en lo mismo.

Visiones

La historia humana, la escrita o la contada, ha sido narrada desde la visión de una lucha por la supervivencia, sea ésta la de la vida terrenal o la celestial, la de las creencias o la de los deseos (más simples o elevados).

Este enfoque ha conducido a afirmaciones como que “el hombre es un lobo para el hombre” (pobre lobo y triste leyenda); o que la evolución está marcada por la supervivencia de los mejores dotados para sobrevivir a las condiciones externas.

Ninguna de estas perspectivas calibra que lo que emerge tiene incorporado, también, lo que le antecedió.


Camille Brodard

Hegemonía efímera

Sin embargo, si trazamos una línea transversal que nos lleve a desentrañar de qué forma la humanidad accede a la consciencia, descubrimos cómo, poco a poco, a través de incontables intentos ciegos, el ser humano ha pretendido colocarse hegemónicamente sobre cada espacio nuevo que descubre.

Para ello creyó necesario vencer la resistencia de los que llegaron antes a esos espacios, seres vivos de cualquier especie, distintos en sus desarrollos y expresiones.

Ese supuesto recién llegado ha utilizado la fuerza y ha violentado a los otros y se ha violentado a sí mismo hasta lograr lo que perseguía, pagando con ello un alto precio en destrucción, en sufrimiento y en vidas, la propia y las de los otros.

En ese proceso de conquistar lo anhelado, el espacio perseguido se transforma, como también transforman al depredador y a su víctima las condiciones en las que se generan los conflictos.

Nuevas condiciones

En esa transformación también se crean condiciones nuevas: engendran capacidades que permiten sobrevivir a los que se sienten en peligro de extinción.

Todo ese largo proceso de mutación proporciona significado a la razón de ser de cualquier experiencia humana, a pesar de que no tiene garantizado el futuro, ni definidas las formas a adoptar para poder avanzar.

El experimento está servido: lo que parece una lucha loca por la supervivencia -no solo física- de la especie, trasciende la comprensión de esta humanidad hasta hoy.

El anhelo sigue siendo una incógnita; las formas de materializarlo hasta hoy han sido rudas, toscas, llenas de ignorancia, soberbia y prepotencia.

A lo mejor es que nuestras “herramientas” aún no han sido lo suficientemente pulidas o no hemos alcanzado los niveles de sutilidad suficientes, para entender qué es lo que se persigue con este experimento que llamamos “Humanidad Terrestre”.
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Alicia Montesdeoca Rivero, Editora de Tendencias21, es Licenciada en Sociología por la Universidad... Saber más del autor

Fuente: 

domingo, 12 de abril de 2020

VIRTUALIZACIÓN DE LA PRECARIEDAD DE LA EDUCACIÓN

Si los edificios de las escuelas y las aulas son de por sí precarios en sus condiciones básicas para el desarrollo integral de aprendizajes y habilidades holísticas; si las escuelas multigrado, las comunitarias y las que atendieron la integración de las discapacidades en condiciones regulares representan ya condiciones de exclusión y desatención; la infraestructura tecnológica y de acceso a Internet es aún más precaria...
Virtualización de la precariedad y de la educación bancaria


Lev M. Velázquez Barriga*

Imagen: https://www.las2orillas.co/wp-content/uploads/2020/04/BeFunky-collage-17-4.jpg

La pandemia por el Covid-19 ha sido el escenario ideal para acelerar la virtualización de la educación, porque se presenta como única opción frente al cierre de las escuelas y se evaden las consecuencias o incluso su viabilidad ante los contextos adversos; sin embargo, es necesario que en medio de la crisis y ante el ritmo vertiginoso en que desembarca la educación a distancia, analicemos la situación sin que seamos arrastrados por la necesidad de continuar con el proceso formativo. Del amplio campo temático que pudiera derivarse, coloco al menos dos temas: el uso de las Tic’s no es sinónimo de mejores condiciones en la educación y tampoco es igual a un aprendizaje creativo.

Si los edificios de las escuelas y las aulas son de por sí precarios en sus condiciones básicas para el desarrollo integral de aprendizajes y habilidades holísticas; si las escuelas multigrado, las comunitarias y las que atendieron la integración de las discapacidades en condiciones regulares representan ya condiciones de exclusión y desatención; la infraestructura tecnológica y de acceso a Internet es aún más precaria, lo mismo en los centros escolares que en las comunidades y las viviendas del país, pero también con respecto a los dispositivos personales de los alumnos, que muchas de las veces no son los adecuados para soportar plataformas virtuales más completas y complejas.

Pareciera que estamos asistiendo a la instalación de un proceso de virtualización de la precariedad, en el que las carencias de la educación escolarizada, de constitución física y material, de relaciones interpersonales directas se trasladan, se profundizan y se extienden a sectores más amplios de la población con la educación virtual y a distancia. De igual modo se transfieren y agudizan los factores altamente burocráticos, según denuncian los propios maestros que han visto fuertes limitaciones en ellos mismos y sus alumnos para continuar con las clases, pero ahora con mayor hostigamiento por parte de la autoridad educativa para entregar evidencias de su trabajo virtual, por veces peor al que fueron sometidos en épocas de la evaluación estandarizada.

La educación a distancia, aunque se apoye de medios digitales, de redes sociales como WhatsApp y Messenger, de Facebook o de correos electrónicos, si regularmente utiliza estas herramientas sólo para la distribución de tareas, cuestionarios, lecturas o actividades, que en determinado tiempo tienen que ser devueltas por el mismo medio, contestadas o desarrolladas para que sean revisadas y aprobadas por los docentes, el objetivo no es muy diferente a la vieja educación por correspondencia, salvo los formatos digitales y la rapidez con la que fluyen los materiales por la Internet.

En este mismo sentido, estamos frente a otro proceso que podríamos denominar virtualización de la educación bancaria, en la que a los alumnos se les sigue viendo como cabezas vacías, depositarios de conocimientos tutelados y dirigidos de forma unidireccional, de ida y vuelta, por medio de canales digitales; se les sigue concibiendo sujetos sin habilidades creativas y de indagación, sin curiosidad ni autonomía cognitiva o intereses propios, pero con capacidad de responder, de seguir ordenamientos y secuencias, al igual que se hace en la programación informática, con la diferencia de que estamos tratando con seres humanos, no con computadoras o videojuegos.

La crisis sistémica y la deshumanización del capital que se puso al descubierto con la pandemia nos deja la oportunidad de reordenar el currículo para repensar el mundo que queremos, de colocar ahí los temas fundamentales para la humanidad, de poner en el análisis del pensamiento crítico las salidas que garanticen la vida y la sustentabilidad planetaria, por ejemplo: la economía solidaria y endógena, las cosmovisiones y formas de vida de los pueblos originarios, el territorio como fuente de vida y cultura, la democracia protagónica, la agroecología, la cultura para la paz, la pluriversidad frente al racismo y el neocolonialismo, el pensamiento complejo para enfrentar problemas sistémicos, la despatriarcalización, la ciudadanía planetaria, la cuarta revolución industrial para todos, la singularidad tecnológica y la reivindicación humana, la mecánica cuántica y la espiritualidad no religiosa.

Sin embargo, la virtualización de la educación bancaria opta por instalar el capitalismo en su fase digital y tecnológica, por organizar la acumulación de plusvalía desde la casa o desde la localización donde se encuentre cada individuo interconectado por el Internet de las cosas, por continuar con el mismo currículo oficial que no propicia la emancipación humana ni del pensamiento. La educación escolarizada fue el espacio de disputa para las pedagogías criticas del siglo XX; ahora, la virtualización, así como la revolución industrial de tercera y cuarta generación que se condensan en las nanotecnologías, la big data, la robótica, la inteligencia artificial y las neurociencias del siglo XXI son los nuevos escenarios para repensar las educaciones populares, para defender la escuela pública, justo en este momento en que las corporaciones y sus plataformas digitales privadas dictan dónde, cómo, en qué y a favor de quién educar.
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* Doctor en pedagogía
Twitter @levmx666

Fuente:

viernes, 10 de abril de 2020

ESCUELA, NIÑOS Y PADRES EN TIEMPO DE PANDEMIA

DOSSIER:
FOTO: SHUTTERSTOCK

1. Los niños y la escuela en tiempos de pandemia
Con la pandemia, todo lo anterior se esfumó, espero que temporalmente. Lo que quedó es aquello más desterritorializado e institucional...
2. La escuela en tiempo de pandemia
Los profesores han debido readecuar rápidamente sus prácticas educativas, repensando –con más o menos competencias tecnológicas, con más o menos experiencias– cómo transmitir los contenidos mediante un sistema digital y a la vez, no dejar atrás a aquellos estudiantes que no tienen acceso a conectividad...
3. Educación en tiempos de pandemia: COVID-19 y equidad en el aprendizaje
Las medidas llevadas a cabo ante la rápida propagación del coronavirus reflejan la realidad inequitativa que viven muchos estudiantes fuera de las aulas..."Este es un enorme desafío de equidad educativa que puede tener consecuencias que alteran la vida de los estudiantes vulnerables".

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1. Los niños y la escuela en tiempos de pandemia 

Lorena Ramírez y Verónica López 


La crisis sanitaria que conlleva el coronavirus nos ha encontrado a todos desprevenidos y hemos visto cómo se intenta tomar medidas para hacerle frente. Entre los múltiples espacios afectados está la escuela. Sus puertas cerraron abruptamente hasta nuevo aviso, dejando a miles de niños y niñas de un momento a otro en sus casas o lugares de acogida.

En este escenario, se advierte como padres, madres y apoderados interpelan a los establecimientos educacionales a hacerse presentes de distintas maneras. Algunos alzan la voz pidiendo que no se dejen de transmitir los contenidos acordes al curriculum escolar para seguir recibiendo el servicio educativo. Otros, con agobio, reclaman el exceso de tareas que están recibiendo sus hijos e hijas debido a las dificultades que esto conlleva para su acompañamiento y seguimiento en casa.

En estas disputas nos movemos frente a un Ministerio de Educación que ha centrado su accionar en el lanzamiento de la plataforma “Aprendo en línea” que entrega textos escolares y guías de estudio para que los niños, niñas y jóvenes puedan seguir aprendiendo desde sus hogares. El objetivo –plantea el Mineduc– es ayudar a que los niños y niñas puedan continuar con sus rutinas desde el hogar, proporcionando herramientas que permitan reforzar sus conocimientos y aprendizaje. Frente a esta iniciativa los profesores han debido readecuar rápidamente sus prácticas educativas, repensando –con más o menos competencias tecnológicas, con más o menos experiencias– cómo transmitir los contenidos mediante un sistema digital y a la vez, no dejar atrás a aquellos estudiantes que no tienen acceso a conectividad.

Llama la atención –aunque no sorprende dada la existencia de una lógica educacional basada en el mercado y en la rendición de cuentas– que la primera respuesta al cierre de las escuelas esté siendo la de proveer materiales con información y guías de trabajo que los niños y niñas deben desarrollar en tiempos determinados y cuyo único énfasis está en asegurar una cobertura curricular. Sin embargo, es necesario entender que para niños y niñas la escuela es mucho más que eso. Si bien hay que aceptar que difícilmente se podrá llevar íntegramente la escuela al hogar el gran desafío está justamente en qué hacer para no perderla.

Para acercar la escuela en medio de esta crisis que limita el contacto físico se hace imprescindible facilitar instancias de encuentro para mitigar en algo la distancia así como para ayudar a los niños y niñas a recuperar parte de lo que para ellos es de gran valor: su comunidad, su vida cotidiana y el poder expresar su propio sentir y vivencias, aspectos sin duda relevantes para generar mejores condiciones para su aprendizaje y bienestar. 

De un día para otro niños y niñas se quedaron sin la escuela, sin sus rincones para conversar con sus compañeros/as, sin el saludo del profesor/a. Entre muchas cosas, se quedaron sin los actos y las canciones en conjunto, sin los recreos, e incluso para los creyentes, sin los rezos colectivos de cada mañana. En un país que se caracteriza por una alta segregación territorial y fragmentación de las relaciones sociales, los niños y niñas se quedaron sin ese espacio social que les permite encontrarse con un otro. Se quedaron sin esa disposición particular del tiempo, espacio y material que configura la escuela para despertar su interés por aprender. Si queremos llevar algo de la escuela a la casa estos aspectos deben ser considerados, especialmente prestando atención a las necesidades propias de niños y niñas. Claramente la respuesta no es nada fácil, sin embargo, los estudiantes pueden dar claves más precisas de lo que requieren en estos momentos de su escuela, importantes de ser escuchadas.

Evidencia científica emanada desde el Centro de Investigación para la Educación inclusiva y de otras investigaciones nacionales plantea que para los niños y niñas la escuela es representada como un lugar distintivo que les permite el encuentro con otros, principalmente con sus docentes y compañeros/as. Para los estudiantes el sentido esencial de la escuela es poder aprender colaborativamente con otros, así como también establecer relaciones afectivas con los miembros de la comunidad educativa. De esta manera, el bienestar de los niños y niñas en la escuela está asociado a compartir y a divertirse con su grupo de pares así como también a sentirse constantemente acompañados, cuidados y apoyados por los profesores. Por tanto, desde la perspectiva de los estudiantes no basta con asegurar tan sólo la entrega de contenidos, sino que un pilar fundamental es también mantener las relaciones interpersonales y vínculos relevantes con la escuela.

Si se va a utilizar la tecnología a favor –ciertamente para los que tienen acceso– se hace necesario buscar alternativas para que docentes y compañeros/as puedan mantenerse contactados entre sí. Por ejemplo, en vez de sólo enviar una guía de trabajo los docentes también pueden conversar directamente con aquellos estudiantes que lo necesitan o mandar un video con caras y voces conocidas en lugar de entregar un enlace de algún material realizado por alguien con quien no tienen ningún tipo de conexión. Generar encuentros online entre todo el curso y compartir ideas en conjunto es una alternativa que resulta motivadora para el estudiante ya que favorece el efecto par para el aprendizaje.

Para acercar la escuela en medio de esta crisis que limita el contacto físico se hace imprescindible facilitar instancias de encuentro para mitigar en algo la distancia así como para ayudar a los niños y niñas a recuperar parte de lo que para ellos es de gran valor: su comunidad, su vida cotidiana y el poder expresar su propio sentir y vivencias, aspectos sin duda relevantes para generar mejores condiciones para su aprendizaje y bienestar.

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2. La escuela en tiempo de pandemia
La escuela debe cambiar la estrategia: llevar a la casa su función solidaria y democrática y dejar a un lado lo institucional y autoritario

Sebastián Plá*

La escuela pública es una institución central para la solidaridad democrática. Hoy, ante la ausencia física de la escuela, es notable su increíble número de funciones: organiza los calendarios sociales, laborales y vacacionales, permite que padres y madres puedan ir al trabajo, resguarda a un porcentaje importante de la población entre sus muros por varias horas al día y da trabajo y sustento a muchísimas personas, entre otras. Por otro lado, todavía más importante, en ella una generación intenta educar a otra, se producen infinidad de relaciones únicas, da oportunidad a los y las niñas de ser libres de sus padres, madres o tutores por una horas, crea oportunidad de democratizar el conocimiento y muchas otras tantas más.

Con la pandemia, todo lo anterior se esfumó, espero que temporalmente. Lo que quedó es aquello más desterritorializado e institucional, aquello que es más fácil mover, de trasladar al mundo virtual: la certificación, la planeación de clase, la sobreabundancia de actividades, la evaluación a distancia. También se mantuvo la tarea, pero ahora sobrecargada. Toda actividad escolar es hoy una tarea. Y con ella, la pesadumbre de los y las estudiantes, la angustia de los padres y las madres de fallar en el trabajo y fallarle a los hijas e hijas o, peor aún, a quedar sin trabajo o continuar siendo víctima de la brecha digital y la desigualdad económica, es decir, no tener escuela alguna. Estamos, por tanto, ante una amenaza grave: perder la función democratizadora de la escuela pública.

Ante la crisis global, la escuela debe cambiar la estrategia: llevar a la casa su función solidaria y democrática y dejar a un lado lo institucional y autoritario. ¿Qué significa esto? Primero, eliminar todo vestigio de calificación. Todos los y las estudiantes, desde prescolar hasta bachillerato, deben aprobar el año, sobre todo, si no se abren la escuelas de aquí a mayo. Segundo, reconocer que en momentos como estos, el seguimiento del plan de estudio puede esperar un poco. Tercero, que las autoridades, que muchas veces también son docentes, dejen de vigilar y den a los y las docentes la libertad y la confianza que merecen, para que sean ellos quienes asuman su responsabilidad solidaria y democrática. Cuarto, y con medida de lo posible, apoyarse en la solidaridad comunitaria.

Pero lo anterior es insuficiente si no cambiamos los objetivos de la escuela. Llevamos décadas de reformas educativas tratando de formar al ciudadano competitivo para la sociedad del conocimiento, en detrimento del ciudadano solidario, colectivo, amable, que cuida de sí mismo y de los demás. La escuela en tiempos de pandemia, es también la crisis del sujeto neoliberal que ha tratado de formar la escuela. Hoy, para mí, la escuela debe ofrecer a estudiantes y padres y madres de familia una pedagogía de emergencia, una pedagogía pública, que proporcione conocimientos a todos en la casa para comprender la pandemia, enfrentar nuestros miedos y angustias, y fomentar el cuidado de sí y del otro. Una escuela que enseñe, por ejemplo, que el personal del sistema de salud pública es parte fundamental de la solidaridad social y que en vez de discriminarlos o agredirlos, tenemos que estar agradecidos con ellas y ellos.

A una escuela democrática y solidaria en tiempo de pandemia la hacemos todos. Pero sobre todo la hacen los y las docentes. Somos los y las docentes quienes tenemos que crear esta escuela y reconocer nuestra función como pilar de la solidaridad y la democracia. Pero para ello, la sociedad debe tener presente que como cualquiera, los y las docentes también estamos encerrados con la escuela en casa, tenemos angustias y miedos y, a veces, tampoco tenemos la mente clara para poder trabajar. Una escuela solidaria debe serlo para todos.
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* Doctor en Pedagogía e investigador del IISUE en la UNAM. Su último libro: Calidad educativa. Historia de una política para la desigualdad

Fuente:

3. Educación en tiempos de pandemia: COVID-19 y equidad en el aprendizaje

Paola Estrada Villafuerte 

Foto: Pxfuel.

Las medidas llevadas a cabo ante la rápida propagación del coronavirus reflejan la realidad inequitativa que viven muchos estudiantes fuera de las aulas.

El coronavirus está cambiando instantáneamente la forma en que se imparte la educación, ya que la escuela y el hogar, ahora se convierten en el mismo lugar tras las necesarias regulaciones efectuadas. Según la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia global que nos ha sacudido este año. Millones de familias en EE.UU. se han tenido que unir al 1.7 millón de niños que se encuentran enrolados en la educación en el hogar (homeschooling). Al igual que en México, donde la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha extendido el período vacacional desde el 23 de marzo al 17 de abril del 2020.

Estas medidas terminan por iluminar la realidad de los muchos otros roles que la escuela ofrece además de lo académico. Ya que, para algunos, resulta ser una complicación incómoda, mientras que para otros, la situación es aún más preocupante. En ciudades donde el 70 % de los estudiantes vienen de familias de bajos ingresos, llevar la escuela a casa significa enfrentarse a no poder ofrecer comidas adecuadas, y mucho menos la tecnología o conectividad necesarias para el aprendizaje online.

"Este es un enorme desafío de equidad educativa que puede tener consecuencias que alteran la vida de los estudiantes vulnerables", dijo Ian Rosenblum, director de The Education Trust-New York. Desafortunadamente, las escuelas que pueden ofrecer una experiencia académica virtual completa, con alumnos que cuentan con dispositivos electrónicos, profesores que saben cómo diseñar lecciones en línea funcionales y una cultura basada en el aprendizaje tecnológico, no son muchas. La realidad es que la mayoría de las escuelas no están preparadas para este cambio que permite reconocer que el acceso desigual a internet es tan sólo uno de los muchos problemas que enfrenta nuestro sistema educativo a nivel global, así lo plantea Tara García para The Hechinger Report.

Según el World Economic Forum, sólo alrededor del 60 % de la población mundial tiene acceso a la red. Generando que muchísimas instituciones busquen soluciones provisionales a esta crisis, tales como el sistema educativo mexicano, que fuera de colegios privados o facultades universitarias, no se acogió la implementación de aprendizaje en línea para el sector público. La brecha digital continúa expandiéndose a medida que los estudiantes en sectores vulnerables siguen quedándose atrás en su aprendizaje.

"El mayor cambio que requiere el aprendizaje virtual es la flexibilidad y el reconocimiento de que la estructura controlada de una escuela no es replicable en línea", señala Noah Dougherty, director de diseño en la consultora de educación, Education Elements. Muchas preguntas surgen a raíz de las problemáticas que tienden a afectar de manera desigual a aquellos en desventaja. El apoyo que se proporcionará, por ejemplo, a miles de madres solteras mexicanas que necesitan escuelas abiertas porque tienen que trabajar y su empleador o rubro no le permiten trabajar desde casa, a familias inmigrantes que deberán averiguar cómo participar en la educación en el hogar con programas en inglés, que podría no ser su primer idioma, o a aquellos niños que dependen de la escuela para sus comidas, es aún desconocido.

"Han sido desalojados de su estabilidad, han sido desalojados de sus hogares, han sido desalojados de su capacidad de vivir de manera cómoda y segura".

Estas dificultades se replican mundialmente, no sólo en la educación básica, sino en miles de universidades que han tenido que cerrar sus aulas debido a esta crisis sanitaria. Harvard, Cambridge, MIT, UCLA, por nombrar sólo algunas instituciones de las que se han sumado, pusieron pausa a todas las clases presenciales, eventos académicos y demás servicios, para mudarse a lecturas y conferencias en línea. Consecuentemente, miles de alumnos en educación superior alrededor del mundo, han tenido que abandonar sus campus tras el aviso de desalojo que ha tomado a muchos sin recursos u opciones disponibles. Todas estas medidas fueron tomadas tras el estado de emergencia declarado en distintos estados, como en Massachusetts, EE. UU., donde fueron dados a conocer más de 100 casos confirmados.

Tal es la situación del 20 % de los alumnos totales en la Universidad de Harvard que se encuentran en ayuda financiera completa, los 10,000 estudiantes internacionales, además de aquellos que pertenecen a grupos minoritarios, quienes han sido los más afectados tras las normas preventivas llevadas a cabo estos últimos meses. Estos se preguntaban si podrían permitirse el lujo de regresar a casa, qué sucedería con las visas que no permiten educación en línea , qué acciones tomarían quienes son originarios de países que se encontraban en la lista que CDC recomienda evitar, cuáles serían los efectos que este periodo tendría en proyectos de años de investigación para los alumnos de posgrado y en carreras universitarias, como en las artes y ciencias, donde la educación frente a frente es pieza clave.

"Han sido desalojados de su estabilidad, han sido desalojados de sus hogares, han sido desalojados de su capacidad de vivir de manera cómoda y segura", menciona Jordan H. Barton, para The Crimson, periódico estudiantil de Harvard. Muchísimos casos de estudiantes que están atravesando este periodo de manera más turbulenta que otros están saliendo a flote. James A. Bedford, quien depende simultáneamente del apoyo financiero económico total y los distintos empleos que ejerce dentro del campus para subsistir, se verá privado de sus principales fuentes de ingreso, por lo que su regreso a casa se verá comprometido.

"Este es un enorme desafío de equidad educativa que puede tener consecuencias que alteran la vida de los estudiantes vulnerables".

Más escenarios se suman a la lista, como quienes viven en áreas rurales sin acceso a internet, o con zonas horarias distintas. "Digamos que tengo que volver a Japón. Eso significa que hay una diferencia de tiempo de 13 horas. Cuando ustedes estén tomando la sesión real, debería estar durmiendo", mencionó Satoshi Yanaizu al periódico estudiantil. Otro estudiante, Tomasz Wojtasik, quien se encuentra una situación mucho más crítica, dijo que fue expulsado de la casa de sus padres debido a su sexualidad hace un año y menciona que no sabe en dónde se estará quedando durante este proceso.

“El único ecualizador en Harvard es el hecho de que todos vivimos juntos y tenemos el mismo alojamiento. Vivimos juntos, comemos la misma comida, tenemos los mismos recursos docentes ”, agregó Wyville, quien es originario de Anniston, Alabama. "Pero si quitas la vida en el campus y la vida residencial, entonces quitas ese ecualizador".

Aunado a esto y de manera muy contigua, agregamos la situación en la que se encuentran las personas que ofrecen sus servicios al campus en áreas de limpieza, seguridad y mantenimiento. Personal que depende totalmente de la afluencia de estudiantes y docentes en el campus. Las posibilidades para ellos varían entre la reducción de horas, licencias no remuneradas hasta los muy posibles despidos.

Harvard, en respuesta a todas las necesidades de los estudiantes, ha estado desarrollando casos de excepción para aquellos estudiantes internacionales que no pueden regresar a casa, y reembolsos totales o parciales de vuelos y transporte de pertenencias, a quienes dependen del apoyo financiero otorgado por la universidad. A esto se le une la solidaridad de los alumnos que se encuentran ofreciendo resguardo y alimento a aquellos que lo necesitan.

"El mayor cambio que requiere el aprendizaje virtual es la flexibilidad y el reconocimiento de que la estructura controlada de una escuela no es replicable en línea".

En cuestión de semanas, se ha cambiado la manera en la que los estudiantes aprenden, y justo estas transformaciones nos dan un vistazo a las fallas en materia de equidad que sigue presentando nuestro sistema educativo, incluso en los círculos más privilegiados. El World Economic Forum, plantea que esta pandemia se convierte en una oportunidad para recordarnos las habilidades que nuestros estudiantes necesitan justo en crisis como estas, siendo así, la toma de decisiones informada, resolución creativa de problemas y, sobre todo, adaptabilidad. Para garantizar que esas habilidades sigan siendo una prioridad para todos los alumnos, la resiliencia también debe integrarse en nuestros sistemas educativos.

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miércoles, 1 de abril de 2020

OBTIENEN EVIDENCIA GENÉTICA HUMANA MÁS ANTIGUA HASTA AHORA

Obtienen la evidencia genética humana más antigua hasta la fecha

Un equipo internacional de científicos, con participación española, ha recuperado por primera vez material proteínico del esmalte dental de Homo antecessor con una antigüedad de 800.000 años. El análisis sugiere que esta especie, una de las primeras especies de homínidos, estuvo estrechamente relacionada con Homo sapiens, Homo neanderthalensis y denisovanos.

Reconstrucción digital del especímen ATD6-69 de la colección de Homo antecessor. / Laura Martín-Francés

En 1994, durante las excavaciones dirigidas por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell se descubrieron más de 170 fósiles humanos en el nivel estratigráfico TD6 del yacimiento de la en la Gran Dolina. A partir de estos restos, tres años más tarde se propuso la nueva especie, el Homo antecessor.

“Nuestros resultados respaldan la idea de que Homo antecessor era un grupo hermano del conjunto de homínidos que forman neandertales, humanos modernos y denisovanos", dice Frido Welker

Ahora, el análisis de uno de los molares hallados entonces, de 800.000 años de antigüedad, arroja luz sobre uno de los puntos más interesantes de la genealogía humana, logrando una antigüedad muy superior a la que se había conseguido hasta la fecha mediante la obtención de ADN.

El hallazgo ha sido posible gracias a la colaboración multidisciplinar entre científicos de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH-ICTS), el Centro de Regulación Genómica (CRG), la Universidad Pompeu Fabra, el Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos y la Universidad Complutense, entre otros.

El análisis de proteínas antiguas, publicado en la revista Nature, proporciona evidencia de una estrecha relación entre Homo antecessor, Homo sapiens, Homo neanderthalensis y los denisovanos.

“Nuestros resultados respaldan la idea de que Homo antecessor era un grupo hermano del conjunto de homínidos que forman neandertales, humanos modernos y denisovanos, así que debemos suponer que los árboles filogenéticos que hemos obtenido describen bien las relaciones de parentesco entre estos grupos de homínidos”, señala Frido Welker, investigador en el Globe Institute de la Universidad de Copenhague y primer autor del artículo.

Reconstruyendo el árbol genealógico humano

Mediante el uso de una técnica llamada espectrometría de masas, los investigadores secuenciaron proteínas antiguas del esmalte de los dientes, y pudieron determinar de manera muy precisa la posición de Homo antecessor en el árbol genealógico humano.

El material genético humano más antiguo recuperado hasta la fecha apenas superaba los 400.000 años

El nuevo método, desarrollado por investigadores de la Facultad de Ciencias Médicas y de la Salud de la universidad danesa, permite a los científicos recuperar evidencia molecular para reconstruir con precisión la evolución humana desde tiempos a los que todavía no se había tenido acceso.

Las respectivas genealogías de chimpancés y humanos divergieron hace entre siete y nueve millones de años. Desde que se tiene ese dato, los científicos se han afanado en comprender mejor las relaciones evolutivas entre los humanos modernos y todas las demás especies de nuestro linaje, de las que solo quedan sus restos fósiles.

“Mucho de lo que sabemos hasta ahora se basa en los resultados del análisis de ADN antiguo o en observaciones de la forma y la estructura física de los fósiles. Debido a la degradación química del ADN a lo largo del tiempo, el material genético humano más antiguo recuperado hasta la fecha apenas supera los 400.000 años”, explica Enrico Cappellini, profesor asociado del Globe Institute y responsable principal del grupo de investigación.

“Ahora, el análisis de proteínas antiguas con espectrometría de masas, un enfoque comúnmente conocido como paleoproteómica, nos permite superar estos límites", añade Cappellini.

Restos fósiles de Homo antecessor. / José María Bermúdez de Castro

Teorías sobre la evolución humana

Cuando los fósiles de H. antecesor fueron descubiertos en 1994 y la especie propuesta en 1997, las observaciones iniciales llevaron a concluir que este homínido había sido el último antepasado común de los neandertales y los humanos modernos, una conclusión basada en la morfología de los fósiles.

“El Homo antecessor podría ser una especie basal de la humanidad emergente que dio lugar a neandertales, denisovanos y humanos modernos”, declara José María Bermúdez de Castro

Durante años, la relación exacta entre Homo antecessor y otros grupos humanos, como sapiens y neandertales, se ha discutido intensamente entre los expertos. “Los investigadores de Atapuerca abrieron un debate científico enorme sobre el papel de Homo antecessor y ahora lo hemos cerrado desde donde no se podía soñar en aquella época, desde la paleoproteómica. Esperamos que la misma técnica cierre muchos más debates en el futuro”, añade Carles Lalueza-Fox, investigador principal del Instituto de Biología Evolutiva (IBE-UPF) y coautor del artículo.

Aunque la hipótesis de que Homo antecessor como ancestro común de los neandertales y los humanos modernos sea muy difícil de encajar en el escenario evolutivo del género Homo, los nuevos hallazgos en TD6 y estudios posteriores revelaron varios caracteres compartidos entre los neandertales y las especies humanas encontradas en Atapuerca.

Además, estudios adicionales confirmaron que las características faciales de Homo antecessor son muy similares a las de Homo sapiens y muy diferentes de las de los neandertales y sus antepasados más recientes.

“Me alegro de que el estudio de proteínas proporcione evidencia sobre la posible relación entre Homo antecessor, el ancestro común de los neandertales, los humanos modernos y los denisovanos. Las características compartidas por la especie de TD6 con estos homínidos aparecieron claramente mucho antes de lo que se pensaba. Por lo tanto, podría ser una especie basal de la humanidad emergente que dio lugar a neandertales, denisovanos y humanos modernos”, declara José María Bermúdez de Castro, del CENIEH y coautor del trabajo.

El estudio de la evolución humana por paleoproteómica continuará en los próximos años a través del proyecto iniciado recientemente Palaeoproteomics to Unleash Studies on Human History (PUSHH), financiado por la Unión Europea y al que pertenecen muchos de los coautores del artículo. "Realmente espero ver lo que la paleoproteómica revelará en el futuro”, señala Cappellini.

En este sentido María Martinón, directora del CENIEH y coautora de la investigación concluye: “Es emocionante ser pioneros en la aplicación de un campo tan innovador como el de la paleoproteómica al registro fósil humano. Los próximos años estarán llenos de sorpresas científicas”.
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Referencia:
Frido Welker et al. “The dental proteome of Homo antecesor” Nature 1 de abril de 2020

Fuente:
Derechos: Creative Commons.

 
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