viernes, 11 de julio de 2014

CRECIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN CIENTÍFICA EN COLOMBIA SE MANTENDRÁ SI SE CONSOLIDA SISTEMA NACIONAL Y MAYOR PRESUPUESTO

Despega la ciencia 

Por Félix de Moya Anegón

El importante crecimiento de la producción científica que ha tenido el país en la última década solo se puede mantener si se consolida un Sistema Nacional y se aumenta el presupuesto para la actividad.


Al contrario de lo que la mayoría piensa, Colombia no está tan atrasada en ciencia. Por lo menos las cifras así lo demuestran. Entre 2003 y 2012 el país pasó del puesto 57 al 48 en el ranking mundial como productor de conocimiento científico. De hecho, creció en ciencia más del 475 por ciento en ese periodo (incluso por encima de China y Brasil), un logro que empieza a hacer creíble que Colombia se situará en un futuro muy próximo en la posición que le corresponde de acuerdo a su estatus socioeconómico en el contexto global (36 del mundo en PIB según el Banco Mundial). 

Sin embargo, el logro más importante alcanza-do en materia de investigación ha sido el de avanzar hacia consolidar un Sistema Nacional Científico y Tecnológico (SNCyT) homologable internacionalmente. Una evidencia está en el hecho de que más de 10.000 investigadores colombianos participaron como coautores, en 2012, de más de 6.300 trabajos científicos que tuvieron visibilidad internacional. Este pool de talento científico empieza a ser significativo en el nivel regional y seguramente en los próximos años permitirá que Colombia ascienda al cuarto puesto en producción científica en América Latina, detrás de Brasil, México y Argentina. 

Este salto no tendrá utilidad socioeconómica si no se logra que al menos una parte del conocimiento generado contribuya a resolver en alguna medida los problemas del país. Será también difícil justificar el necesario aumento de recursos públicos destinados a la ciencia colombiana si el incremento de resulta-dos y de investigadores activos no viene acompaña-do de la imprescindible acreditación internacional, una garantía de calidad del conocimiento generado. Una forma de eludir esta medición ha sido la de crear validaciones mutuas dentro del país, que ter-minan creando entornos endogámicos de autocomplacencia que en nada ayudan a medir la calidad de las investigaciones. Solo los países que han exigido a sus científicos someterse al escrutinio de las comunidades internacionales a las que pertenecen, han conseguido gastar eficientemente los recursos públicos y privados puestos al servicio de la ciencia. Una ciencia validada ‘inhouse’ solo sirve a quienes la hacen, no a la sociedad. Es claro que las políticas públicas de ciencia exigen modelos de validación basados en la ausencia de conflicto de interés, tal y como ocurre en cualquier proceso público.

Otro de los retos del SNCyT colombiano está en descentralizar las capacidades científicas que hay en Bogotá, Antioquia, Valle del Cauca y Santander. Aunque este fenómeno es común en América Latina, ese desequilibrio dificulta la ejecución de políticas de ciencia. Por eso, es fundamental, dentro de la agenda política de la ciencia, lograr un balance entre los departamentos y regiones de Colombia.

Entre los retos inmediatos del Sistema Científico nacional está mantener el ritmo de crecimiento científico actual, tanto en productos como en acto-res, mejorar la calidad a través de procesos de inter-nacionalización, mejorar el balance de capacidades científicas departamentales. Y aún más, está lograr que cada vez más universidades consigan que sus docentes se incorporen a las actividades de investigación con visibilidad internacional. 

Un país que produce casi el 90 por ciento de su ciencia en las universidades tiene que plantearse políticas con un componente académico importante. Pero, al mismo tiempo, debe incrementar la participación en el desarrollo científico de otros actores institucionales, centros públicos y privados de investigación, en particular en el ámbito de la salud. Solo un SNCyT complejo, integrado por instituciones pertenecientes a distintos sectores de la sociedad civil, garantizará que se cumplan sus objetivos.

Depender de estas pocas universidades y regiones resulta útil en esta fase de despegue del SN-CyT, pero no será suficiente en el futuro. Mantener altas tasas de colaboración internacional como las actuales (cercanas al 50 por ciento) es importante para que la investigación colombiana se mantenga en niveles cercanos a la media mundial. Ahora bien, para ciertas áreas del conocimiento, también se re-quiere que participen varios actores institucionales. Por ejemplo, en la salud, aún resulta incipiente la presencia de los hospitales en la investigación clínica. Y, en general, se suele considerar que la investigación académica tiene un carácter más básico que aplicado. La participación compartida de instituciones de diferentes sectores en el desarrollo de nuevo conocimiento científico es garantía para que la ciencia generada alcance niveles de pertenencia más altos.

Es posible que algunos investigadores con alta sensibilidad social ataquen problemas enraizados sólidamente en el entramado social, pero solo un SNCyT con una estructura institucional compleja asegura que las demandas socioeconómicas y el conocimiento científico trabajen de manera efectiva, evitando el ‘autismo’ científico del que se acusa con justo motivo a quienes a veces, obsesionados por el desarrollo disciplinar o por la mímesis de los procesos científicos globales exitosos, abandonan el necesario compromiso con la sociedad y el mundo en el que viven. En estos casos ciencia habrá, pero solo cumplirá el objetivo de mantener suficientemente actualizados a los académicos que tienen el deber de formar capital humano avanzado. Lo que no harán será cumplir con el otro gran objetivo de la actividad investigadora: contribuir a solucionar los problemas del entorno.

Por último, es necesario observar la forma en que ha evolucionado la producción científica colombiana desde el punto de vista institucional. En especial por lo que afecta a las estrategias seguidas para incrementar sus resultados de investigación de los últimos años. 

En 2003 solo había en Colombia tres instituciones capaces de producir al año más de 100 investigaciones con visibilidad internacional. En 2012 ya había 13 universidades que superaron ese umbral. La concentración de producción científica en la Universidad Nacional, la primera institución científica del país, es una señal de identidad en la estructura científica de la mayoría de los países de la región, como la Unam en México; la Universidad de Sao Pablo en Brasil; la de Buenos Aires en Argentina o la de Chile en el país austral.

Sin embargo, las numerosas sedes departamentales que la Nacional tiene a lo largo del país podrían de entrada justificar su posición Aunque la mayor parte del trabajo científico se concentra en el campus de Bogotá. Por eso, en el futuro será necesario aprovechar la presencia de esta y otras instituciones en numerosas sedes departamentales para fomentar el desarrollo de capacidades científicas distribuidas. En cualquier caso, es preciso recordar que uno de cada cuatro trabajos científicos por autores colombianos tienen la presencia de al menos un investigador de la Nacional. Lo que hace de esta institución un puntal imprescindible en el desarrollo del SNCyT de país.

Como colofón a este sucinto análisis, es preciso enfatizar que las políticas nacionales en materia de ciencia, a pesar de los debates que suscitan en el mundo académico, están en el origen de la dinámica que al interior de las instituciones se están produciendo en Colombia en los últimos años. Los procesos de acreditación institucional, por un lado, y los de categorización de grupos y publicaciones ligados a incentivos, por otro, han servido para la vertebración del Sistema Nacional de Ciencia en la medida en que las políticas institucionales tanto en el sector público como en el privado se han ido alineando con las emanadas de las agencias nacionales (Colciencias y CNA).

Más allá del necesario debate académico que los procesos de evaluación de la investigación a diferentes niveles suscita en cualquier lugar del mundo, es obligación de los poderes públicos competentes en esta materia encaminar a las instituciones implicadas en los procesos de generación de conocimiento en la dirección de ser más eficientes aun teniendo en cuenta que la ciencia es el resultado de procesos sociales autoorganizativos que solo permiten a esos poderes públicos políticas persuasivas. Esto no debe impedir que sean reconocidas en el ámbito de la política pública aquellas instituciones públicas o privadas que realicen contribuciones más significativas en investigación. Esta función está impulsando la proactividad que observamos en las instituciones colombianas a la hora de evolucionar de universidades docentes a universidades de investigación. 

La oportunidad que se abre en esta nueva y esperanzadora fase de la política colombiana debe ser el marco en el que se apueste por un crecimiento decidido de los recursos destinados a la ciencia que sea capaz de ser internacional y pertinente. Es el momento de sustituir los recursos destinados a la guerra por recursos destinados al conocimiento.

http://www.sumamente.co/articles/detail/despega-la-ciencia

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