viernes, 23 de julio de 2010

¿Por qué volver sobre las guerras de independencia hispanoamericanas?



Tomás Pérez Vejo[2]
 “Los conflictos bélicos de las primeras décadas del siglo XIX no se pueden seguir interpretando como guerras de liberación nacional”, dice Tomás Pérez Vejo. The Picture Desk
  
¿Por qué volver sobre las guerras de independencia hispanoamericanas?


Por: Tomás Pérez Vejo, Escuela Nacional de Antropología e Historia - INAH, México
Porque no podemos seguir diciendo que las naciones fueron su causa cuando fueron su consecuencia, que fue un enfrentamiento entre criollos y peninsulares cuando fue entre americanos, que fue un choque entre clases sociales o defensores del Antiguo Régimen y partidarios del nuevo orden liberal, cuando algunos líderes independentistas eran profundamente conservadores y reaccionarios, y varios realistas liberales y progresistas.
En este año de conmemoraciones múltiples, desde Argentina hasta México, la pregunta de por qué volver sobre las guerras de independencia puede parecer capciosa. La celebración de los primeros doscientos años de vida independiente de muchas de las naciones americanas parece motivo más que suficiente para echar una mirada, entre nostálgica y evocadora, sobre lo que fueron estas confrontaciones. Aunque quizá no estaría de más recordar que ninguno de los Estados que conmemoran el bicentenario proclamó su libertad en 1810, y que todas las supuestas declaraciones de independencia de ese año inician o concluyen con vivas a Fernando VII.

No es, sin embargo, esto lo que me interesa aquí. La celebración de los Centenarios, coincidente con un momento de exaltación nacional y nacionalista, fue el broche de oro final de una historiografía –y quizá también de una cultura–, que hizo de la nación el protagonista de la historia y del Estado nación la forma de organización política “natural” de la humanidad.
Cien años después, poco queda ya de aquella efervescencia nacionalista, menos todavía de la ingenuidad con la que la nación fue vista y juzgada. Las naciones se muestran hoy a los ojos del científico social como construcciones imaginarias, de origen relativamente reciente y cuyo principal cometido, si no único, es la legitimación del ejercicio del poder.
Pasadas ya las necesidades de legitimación historicista de los Estados nación y, aunque quizá menos, las pulsiones nacionalistas de los historiadores, parece el momento apropiado para volver sobre lo ocurrido desde una perspectiva que tome en consideración tanto los nuevos aportes de la teoría política sobre el concepto de nación, como los que la historiografía sobre las guerras de independencia ha ido acumulando en las últimas décadas. Es tiempo ya de sacar el relato de las guerras de independencia americanas de la jaula de la melancolía, la nostalgia por lo que nunca existió, en la que las historias patrias decimonónicas del continente le encerraron casi desde su origen.


¿Derrota de una nación o de un sistema?

Hay que volver sobre los conflictos bélicos de las primeras décadas del siglo XIX porque no podemos seguir interpretándolos como guerras de liberación nacional. Las naciones no fueron su causa sino su consecuencia; no podemos seguir repitiendo que fueron un enfrentamiento entre criollos y peninsulares cuando lo que los datos nos demuestran es que los ejércitos, de uno y otro bando, estuvieron formados casi exclusivamente, y salvo excepciones puntuales, por americanos; no podemos seguir afirmando que fueron un enfrentamiento de clases sociales, cuando clases privilegiadas y subalternas tomaron partido a partir de motivos que en gran parte se nos escapan, pero que en ningún caso estuvieron determinados por su ubicación en la pirámide social, y, por último, tampoco podemos seguir afirmando que fue un enfrentamiento entre los defensores del Antiguo Régimen y los partidarios del nuevo orden liberal, cuando algunos de los líderes de las independencias muestran un pensamiento profundamente conservador y reaccionario y algunos de los realistas, liberal y progresista.

Esta celebración es un buen momento también para preguntarnos si, como han repetido insistentemente las diferentes historias patrias del continente, estamos ante guerras de liberación nacional en las que unas preexistentes “naciones” americanas se liberaron de una también preexistente “nación” española y la respuesta es claramente negativa. La Monarquía católica era una estructura política de carácter anacional. Un conglomerado de coronas, reinos y señoríos en el que la nación carecía de cualquier tipo de densidad política. El vacío de poder generado por el colapso de esta estructura fue ocupado por nuevos poderes de tipo nacional, a uno y otro lado del Atlántico, pero las naciones fueron la consecuencia de su disolución y no su causa.

El modelo para explicar las independencias americanas poco tiene que ver con las guerras de liberación nacional clásicas, las africanas y asiáticas de mediados del siglo XX. No solo por un desfase histórico–temporal más que evidente, sino porque, a diferencia de lo que ocurrió en éstas, las élites que las llevaron a cabo fueron los descendientes genéticos y culturales de los antiguos colonizadores.

Las independencias americanas forman parte de otro modelo, el de la desaparición por implosión de sistemas imperiales fracasados, caso del Imperio turco, el Imperio austro–húngaro o, más recientemente, la Unión Soviética. Todos ellos alternativas globales, se podría decir civilizatorias, a formas de organización económico–socio–político–culturales frente a las cuales acabaron por sucumbir. Es la derrota de un sistema, no la de una nación. Parece bastante evidente que lo que llevó a la disolución de la extinta Unión Soviética no fue el deseo de independencia de rusos, bielorrusos o ucranianos, sino la derrota en la Guerra Fría de su propuesta de organización económica, social, política y cultural.

Americanos contra americanos

Las llamadas guerras de independencia fueron guerras civiles, respuestas a una situación de crisis generalizada que, a partir de un determinado momento, desde luego no en 1810, pero sí en torno a 1812, comenzaron a incluir la idea de la nación como fundamento de la organización política en sustitución del rey. Una nación, sin embargo, que nadie en el ámbito hispánico sabía muy bien qué era, por eso se pudo transitar desde una cuyos límites se confundían con los de la antigua monarquía (Constitución de Cádiz) a otras que se confundían con los antiguos pueblos de la tradición jurídica castellana (las innumerables Juntas que con posterioridad a 1808 proclamaron la soberanía política), en medio de todas las alternativas posibles.

Las guerras no fueron un conflicto entre identidades nacionales. No lucharon de un lado “españoles” y de otro, póngase el gentilicio que se quiera (“argentinos”, “colombianos” o “mexicanos”), sino americanos contra americanos, desde el Río de la Plata hasta la Nueva España. Fue la propaganda bélica y el carácter sanguinario del conflicto los que construyeron la imagen de dos comunidades enfrentadas en la que los ejércitos realistas eran los de “los españoles”. Unos ejércitos realistas –hay que recordar– formados también básicamente por americanos, desde la Nueva España, donde fueron oficiales realistas prácticamente la totalidad de los primeros jefes de Estado del nuevo México independiente (Iturbide, Santa–Anna, Bustamante, Herrera, etc.), hasta el Río de la Plata, donde la decisiva batalla de Salta enfrentó a las tropas del criollo Manuel Belgrano con las del no menos criollo Pío Tristán. Esto por no hablar de los soldados.


Edición:
UN Periodico Impreso No. 135


[1] Edición: UN Periodico Impreso No. 135. ¿Por qué volver sobre las guerras de independencia hispanoamericanas?. Tomás Pérez Vejo, Escuela Nacional de Antropología e Historia - INAH, México. Ver: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/por-que-volver-sobre-las-guerras-de-independencia-hispanoamericanas/
[2] Tomás Pérez Vejo nació en Caloca (Cantabria), doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid (1996) hizo también estudios de periodismo (Licenciado en Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid, 1980), historia del arte (Licenciado en Historia del Arte, Universidad Complutense de Madrid, 1982) y ciencias políticas (Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas, Universidad Complutense de Madrid, 1985). Ha ejercido la docencia en diversas universidades europeas y americanas. Actualmente es Profesor-investigador en el Posgrado de Historia y Etnohistoria de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México, nivel II.
Sus investigaciones se han centrado en:
·         Teorías sobre la nación y el nacionalismo.
·         Procesos de construcción nacional en el mundo iberoamericano.
·         Relaciones Mexico-España.
·         Usos políticos de las imágenes.
·         Usos de las fuentes literarias e icónicas en la investigación histórica.
·         Pintura de historia en España y México.
Publicaciones:
I Libros:
-Pérez Vejo, Tomás, Elegía criolla. Una reinterpretación de las guerras de independencia hispanoameriacanas, México, Tusquets Editores, 2010. ISBN: 978-607-421-182-5.
-Suárez Cortina, Manuel y Pérez Vejo, Tomás (Coordinadores), Los caminos de la ciudadanía. México y España en perspectiva comparada, Santander, Universidad de Cantabria, 2010. ISBN: 978-849-742-963-4.
- Pérez Vejo, Tomás (edición y estudio preliminar), Biografía de Isidoro de la Fuente Pérez,  Santander, Universidad de Cantabria, 2009. ISBN: 978-84-8102-538-5.
- Pérez Vejo, Tomás y Quezada, Marta Yolanda (Coordinadores),  De novohispanos a mexicanos. Retratos e identidad colectiva en una sociedad en transición, México, INAH, 2009. ISBN: 978-607-484-024-7.
- Lozoya, Johanna y Pérez Vejo, Tomás (Coordinadores), Arquitectura escrita. Doscientos años de arquitectura mexicana, México, INAH, 2009. ISBN: 978-607-484-038-4.
- Pérez Vejo, Tomás, España en el debate público mexicano, 1836-1867. Aportaciones para una historia de la nación, México, El Colegio de México-Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2008. ISBN: 978-968-12-1343-5.
- Sánchez Andrés, Agustín, Pérez Vejo, Tomás y Landavazo, Marco Antonio (Coordinadores),Imágenes e imaginarios sobre España en México, México, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y Editorial Porrúa, 2007. ISBN: 970-07-6851-1.
- Miquel, Ángel, Nieto Sotelo, Jesús y Pérez Vejo, Tomás (Compiladores), Imágenes cruzadas. México y España, siglos XIX y XX, Cuernavaca (México), Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2005. ISBN: 968-878-152-5.
- Camarero, Manuel, Navarro, Rosa, Pedraza, Felipe y Pérez Vejo, Tomás, Antología comentada de la Literatura española (Historia y textos). Siglo XVI, Madrid, Castalia, 2005, ISBN 84-9740-125-5.
- Pérez Vejo, Tomás, Pintura de historia e identidad nacional en España, Madrid, Universidad Complutense, 2001. ISBN: 84-8466-113-X. Texto disponible en http://www.ucm.es/eprints/2451/
- Amorós, Amorós, Camarero, Manuel y Pérez Vejo, Tomás, Antología comentada de la Literatura española. Siglo XIX, Madrid, Castalia, 2000. ISBN: 84-7039-840-7.
- Pérez Vejo, Tomás, Nación, identidad nacional y otros mitos nacionalistas, Oviedo, Nobel, 1999. ISBN: 84-89770-52-2 (Finalista del Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 1999).
- Amorós, Andrés, Camarero, Manuel, Marzal, Miguel Ángel y Pérez Vejo, Tomás, Antología comentada de la Literatura española. Siglo XVIII, Madrid, Castalia, 1999. ISBN: 84-7039-804-0. Entre otros. Ver>: http://catedramex-esp.colmex.mx/pagina_principal_tomas_perez_vejo.htm


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