lunes, 17 de agosto de 2020

UNA HISTORIA MENTIROSA PODRÍA EXPLICAR NUESTROS CONFLICTOS

Imposición del 20 de julio y el 7 de agosto es otro acto ventajoso del centralismo político bogotano
¿Haber oficializado una historia mentirosa podría explicar nuestros conflictos?

Detrás del 20 de julio y el 7 de agosto hay muchas cosas que ignoramos. ¿Será esa la razón por la que repetimos una y otra vez los mismos errores?

Edward Torres Ruidiaz


El 20 de julio de 1810 fue impuesto como fecha de “independencia” por el Congreso mediante la ley 39 de 1907 y en 1913 se sumó el 7 de agosto como celebración nacional. Los antecedentes hablan de enfrentamientos entre los diversos territorios por exaltar lo que cada uno consideraba su aporte a la lucha independentista, entre otros Cartagena, Ciénaga, Mompox y Pamplona.

Los hechos muestran que el 20 de julio de 1810 de Bogotá no fue el “primer” levantamiento de independencia, de hecho ni siquiera la proclamaba, y que el 7 de agosto de 1819 tampoco fue la última y definitiva batalla para consolidarla. Entonces, ¿cómo lograron introducir al imaginario colectivo de los colombianos la celebración de estas fiestas patrias que hoy día se celebran mecánicamente?

El 20 de julio no fue la primera

En 1907, en el diario El Tiempo, algunos intelectuales cartageneros, retando la imposición del 20 de julio de la ley 39 de 1907, exaltaron el 22 de mayo de 1810, fecha de la deposición del brigadier Montes, gobernador de Cartagena, y el establecimiento de un gobierno provisorio, como la verdadera y primera “voz de libertad” (Román, 2005).

El debate se trasladó a la prensa cartagenera, donde su Alcalde minimizaba el 20 de julio como la “independencia de Bogotá” recordando que esa ciudad reconoció fidelidad al “muy amado Fernando VII” y que su independencia sólo fue hasta el 16 de julio de 1813 (diario El Porvenir de Cartagena, 25 de mayo de 1910).

En respuesta a la polémica, el presidente Gonzales Valencia en su discurso del 20 de julio de 1910 exaltó el protagonismo exclusivo de Bogotá y Boyacá, sellando el mito de la independencia que regiría del siglo XX en adelante, marginando las memorias locales regionales. (Román, 2005). Las celebraciones fueron complementadas con una dinámica exhibición de bustos y símbolos patrios, la mayor parte andinos, con el objetivo de “construir” la maltrecha memoria histórica del país.

La discusión no era nueva. En 1882 Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro reclamaron en favor de Cartagena y en 1841 Tomás Cipriano de Mosquera respondió a una invitación de celebración del 20 de julio aclarando “no reconocer esa fecha como independencia sino el 1809 de Quito o, si acaso, el 22 de mayo de Cartagena e, incluso, el 4 de julio de Pamplona”, pidiendo que “no se adultere la historia”. (Villegas. 2005)

Históricamente también se reclamaba el 2 de julio de 1810 de Mompox cuando expulsan al comandante español Talledo y el 6 de agosto de 1810 cuando esa ciudad fue la primera en declararse independiente; en Cali se firmó un acta de gobierno propio y de separación de Popayán el 3 de julio; los comuneros en El Socorro derrotaron a la tropa realista el 10 de julio. Todas fechas anteriores al 20 de julio bogotano.

Fabio Villegas, de la Academia de Historia Antioqueña, defendió los antecedentes jurídicos del 20 de julio como fecha oficial de independencia mediante la ley 60 de 1873 mientras critica al 7 de agosto por carecer de ello y resalta la importancia del 20 de julio como “hilo conductor” de los demás procesos.

Posteriormente, la Ley 149 de 1896 intentó una propuesta más incluyente exaltando, no solo un día sino “como período de la Independencia, el comprendido entre los años de 1810 y 1826 inclusive o hasta 1827”, pero no tuvo trascendencia.

Y el 7 de agosto de 1819 tampoco fue la definitiva

Hasta 1820 continuaban bajo el mando español algunos reductos del territorio nacional como Cartagena. El 10 de octubre de 1821, luego de la valiente campaña de Padilla, se embarcaría hacia Cuba al último gobernador español al lado de su tropa y funcionarios, para nunca más volver (Sourdis, Alexandra, 2009). Por ello el Caribe reclama esa fecha como el real y legítimo inicio de la vida autónoma de nuestra República. Al final, el 11 de noviembre Cartagenero fue elevado a fiesta nacional, pero cuidándose de llamarlo independencia “de Cartagena”, no de Colombia.

A la polémica se sumó Ciénaga, exigiendo la misma importancia para el 20 de noviembre de 1820 cuando en la batalla de San Juan de Ciénaga se da el verdadero establecimiento de la república y la exaltación para héroes Caribes como Maza y Padilla, recibiendo pleno respaldo de los alcaldes de Santa Marta y Barranquilla (Román, 2005).

Y lo que hoy es una orgullosa fiesta nacional, en su época no fue un concepto unánime. La Junta Suprema de Riohacha el 17 de septiembre de 1810 reiteró su fidelidad a la monarquía española, igual que Bogotá según su acta, mientras Santa Marta también se consolidó como bastión realista.

Así, la imposición del 20 de julio y el 7 de agosto es otro acto ventajoso del centralismo político bogotano, que luego pasó a los libros de historia que nos enseñan desde hace 150 años otras cosas como que Pablo Morillo no era un genocida sino un “pacificador”. Los mismos que blanquearon y luego desaparecieron la foto de Nieto, nuestro presidente negro.

Por eso cuando hoy vemos en las excitadas trincheras de “izquierdas contra derechas” repetirse los mismos odios de las paredes bogotanas que en 1829 le gritaban “longanizo” a Bolívar en su último viaje o las fogosas peleas de “liberales contra conservadores” de nuestros abuelos, entendemos que estemos repitiendo nuestra historia: tal vez porque la que nos enseñaron es mentira.

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domingo, 16 de agosto de 2020

DESMEMBRAMIENTO Y CREMACIÓN PRÁCTICAS FUNERARIAS DE 7000 AÑOS ANTES DE CRISTO

Desmembramiento y cremación: dos prácticas funerarias del Neolítico
Un estudio demuestra que 7.000 años antes de Cristo se quemaban cuerpos enteros en el Oriente Próximo, lo que marca una ruptura en los ritos con difuntos y muestra una gran variedad, pues también los descuartizaban

AGATHE CORTES

Los cuchillos encontrados en la cueva de Nahal Hemar (Israel) que sirvieron probablemente a desmembrar a los difuntos.

Quemar un cuerpo no es nada fácil. Hace falta mantener el fuego estable a unos 700 grados y ser paciente. Eso sí, la descomposición del cuerpo no dura más de dos horas si se hace bien, mientras que al enterrarlo, es cuestión de un año mínimo. Es lo que explica Fanny Bocquentin, arqueóloga del CNRS (Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia) que describe este miércoles la cremación más antigua del Próximo Oriente descubierta hasta ahora, de 7.000 años antes de Cristo. “Esto marca una ruptura y cambia la percepción que teníamos. No me lo esperaba”, comenta. Este hallazgo indica que, aunque los ritos funerarios seguían ocupando un lugar crucial en la cultura, se acortaron de forma notable.

Los actos funerarios de esas sociedades requerían mucho tiempo, se hacían en varias etapas, eran complejos y muy variados. Por ejemplo, las comunidades enterraban a los miembros de sus difuntos tras descuartizarlos, esperaban a la descomposición para recuperar sus huesos y proceder a otro tipo de homenaje como la cremación o la reutilización. “Recuperaban el cráneo para volver a simular un rostro humano y, a veces, con rasgos de animal, aunque no sabemos por qué lo hacían”, explica la investigadora. Su equipo ha analizado los huesos de un joven adulto que fue quemado sentado y entero cuyos restos fueron hallados en el sitio arqueológico de Beisamoun en Israel. “No es un caso marginado, pero es muy poco común encontrar esto y poder reconocer tan bien la posición del cadáver”, cuenta Bocquentin.

Restos del cadáver hallado quemado en Beisamoun. A la izquierda, restos de costillas y vertebras expuestos en medio de la estructura. Arriba a la derecha, el coxal derecho conservado casi completo y abajo, cuatro falanges del pie derecho.

Sus resultados publicados en la revista PLOS demuestran que, aunque más breve, también era un ritual puntilloso, debido, entre otras cosas, a los restos botánicos que se vieron alrededor del difunto. “Podemos ver que eran flores, lo que nos cuenta que podría ser un acto positivo al cual se ha dedicado atención y tiempo”, explica la autora. Sin embargo, no se sabe con exactitud. Estas flores quizás sirvieron para tapar el olor del cuerpo calcinado. Lo que sí asegura Bocquentin es que las cremaciones de este estilo, según los conocimientos hasta ahora, tenían un papel de homenaje a los difuntos.
Cuchillos para desmembrar

Unos restos de 23 individuos siguen en la cueva de Nahal Hemar (Israel). Todos han sido descuartizados o descarnados con un objetivo preciso. ¿Por quién? ¿Por qué? Todavía no se sabe. Hay más de 600 útiles líticos recuperados en Nahal Hemar, de los cuales más de 200 son láminas de sílex enteras, casi la mitad de ellas transformadas en cuchillos de hace 10.000 años. Tras ser analizados con detalle, expertos del Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC) constatan que han servido para cortar carne, huesos y tendones. “Al principio no sabíamos si esos cuchillos eran un depósito sin más o si habían sido utilizados o no”, comenta Ferran Borrell del IMF- CSIC y principal autor del estudio publicado en la revista Quarternary International.

La manipulación, a veces compleja, de los cuerpos ya era conocida. Se tenía constancia de ello debido a las marcas de corte que se veían en algunos restos humanos en otros yacimientos, pero hasta ahora, nadie se planteaba con qué se hacía. “Estos cuchillos tienen una carga simbólica muy importante. Se han guardado con cuidado. Y por primera vez se establece un vínculo entre las prácticas funerarias y los utensilios que servían para ello”, asegura.

La cueva de Nahal Hemar en Israel. FERRAN BORRELL

La cueva fue descubierta por beduinos y por azar a principios de los años 80. Desde entonces, no se volvieron a hacer estudios antropológicos sobre los restos humanos que siguen ahí. “Es un sitio único porque el entierro en cuevas no era nada habitual. Normalmente enterraban a sus muertos en yacimientos, bajo el suelo de sus casas o en cementerios. El paso siguiente es volver a estudiar estos restos con las técnicas actuales y ver qué nos cuentan”, explica.

Distribución dispersa e incógnitas

No solo los ritos funerarios del Neolítico son diversos y complejos. Los actos de cremación ya fueron registrados en yacimientos de Jordania y Siria. Según los estudios, se trataban de huesos quemados y no de un cuerpo entero y fresco como ha sido el caso esta vez. La cremación supuso por lo tanto otra etapa en el rito funerario. Cuenta Bocquentin que es probable que los sacaron tras ser enterrados y descompuestos y los quemaron. Por otra parte, una de sus alumnas fue al sur de Beisamoun y excavó unas 200 tumbas consciente de que podía toparse con restos humanos calcinados. No encontró ni uno. “Eso indica que entre el Levante Norte y el Sur había diferencias de tradición. ¿Por qué? No sabemos”, explica la científica.

Para Borrell lo más fascinante y desconocido en el marco del Neolítico es que no se sabe por qué son tan variadas, por qué en unos sitios se hace de una manera y en otros de otra. “No hay evolución lineal y gradual y tampoco tenemos claro la distribución de estas distintas prácticas funerarias, ni los límites geográficos”, argumenta. Las próximas etapas de investigación sería definir cómo conviven estas distintas prácticas en el seno de una misma comunidad y explicar a qué se deben los cambios cronológicos. “Con todo lo que sabemos, nos queda mucho por comprender. ¿Cómo coexisten? ¿Quién participa y dónde se realizaban? Son todo estos detalles lo que quedan por resolver y creo que los estudios tienen que ir en esa dirección”, concluye el experto español.

El mapa de los sitios mencionados en el estudio.FANNY BOCQUENTIN
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viernes, 14 de agosto de 2020

ONCE PENSADORAS EN BUSCA DE OTRA LÓGICA

LIBROS | CRÍTICA DE ‘FUERA DE SÍ MISMAS’

Once filósofas en busca de otra lógica

Un grupo diverso de pensadoras analiza el presente desde múltiples puntos de vista, con la voluntad común de hallar una nueva forma de mirar

FRANCESC ARROYO

Antígona, en una escultura en yeso de William Henry Rinehart, en el Museo Smithsoniano de Arte Americano, en Washington. SMITHSONIAN AMERICAN ART MUSEUM

Fuera de sí mismas recoge 11 textos de otras tantas pensadoras de Colombia, España, Argentina, México y Estados Unidos, acompañado cada uno de un comentario de otra de las participantes. Es un libro feminista que no necesita decirlo una y otra vez. El título y el subtítulo (Motivos para dislocarse) se justifican en diversos momentos de una obra que, sin tener un eje común, comparte la perspectiva y la voluntad de pensar fuera “de los patrones que nos condicionan”, de “romper el patrón incluso. Salirse del lugar que se ocupa”, asumiendo la afirmación hegeliana según la cual la filosofía es el propio presente aprehendido en el pensamiento. Un presente conflictivo en el que el pensamiento dominante, del que ellas se esfuerzan en salirse, trata de ocultar el conflicto al tiempo que sugiere que el todo es inalterable.

Laura Quintana, tomando pie en Jacques Rancière, sintetiza: en las “fronteras fijadas, que constituyen el teatro de escenificación de los medios de información consensuales, son pocos los rostros que aparecen, las voces a las que se les permite hablar (…), informar en el ‘sistema dominante’ quiere decir ‘poner en forma, eliminar toda la singularidad de las imágenes, todo lo que en ellas excede la simple redundancia del contenido significable’ (…), se trata entonces de producir otros lugares de aparición e inteligibilidad”, introducir el conflicto.

María del Rosario Acosta parte de La muerte y la doncella, de Ariel Dorfman. Una mujer que fue torturada durante la dictadura pinochetista tiene sólo una evidencia: la voz de su torturador. Acosta señala la diferencia entre el horror, que paraliza, y el terror, que provoca el deseo de escapar. Pero está también la voluntad de reconocer al otro y reconocerse en el otro. Ella se ha quedado sin voz, ni siquiera la reparación de las víctimas se la da porque la comisión creada se ocupa de los desaparecidos y ella está ahí. Sin remedio, sin voz, hasta que consigue que su torturador hable.


La réplica de Rosaura Martínez Ruiz se centra en la capacidad taumatúrgica de la voz y enlaza con su propia intervención, resaltando el papel del reconocimiento de la versión propia como verdad, del propio dolor como verdadero. En su ensayo, centrado en el psicoanálisis, revisa la capacidad del lenguaje en el proceso, en la narración repetida, no siempre idéntica, lo que lleva a Emma Ingala Gómez, en el comentario que sigue al texto, a recuperar la idea del otro: “El otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social”. También sitúa la alteridad como condición “para imaginar un futuro: sin alianzas con otra(o)(s), el futuro no existe”.

La figura del otro flota en varios textos. Para Ingala Gómez, ese otro se hace presente en el carácter relacional del ser humano, partiendo de Gilles Deleuze y Judith Butler, asume que “el yo está constituido y sustituido simultáneamente por su relación con la alteridad”, como ya viera Marx: “La esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales”. Llama la atención la calificación de la novela Robinson Crusoe como “tediosa”.

En El deseo de lo femenino, Cadahia analiza, por cuenta propia pero mirando a Hegel, la figura de Antígona: “Me gustaría detenerme en aquella voz masculina que hizo entrar a Antígona en la escena de la filosofía”, escribe. Hay dos tipos de leyes, la humana (lo masculino, el Estado, la luz, la razón práctica) y la divina (lo femenino, lo opaco, lo subterráneo, la eticidad moral). Llega así a cómo “la filosofía descubre una voz femenina que altera el lugar de enunciación sobre lo público y exige su acceso a ese derecho”.

Ese dualismo masculino/femenino también aparece en el etnocentrismo occidental, sostiene Amanda Núñez García. Todo pensamiento tiene “afueras”. Los conquistadores se plantearon si los indios eran humanos, paso previo a tranquilizar la conciencia y explotarlos. Hoy se reconoce el alma del colonizado y se mantiene la explotación. Conviene, por tanto, asumir que cada encuentro “necesita un comenzar a preguntar acerca del punto de vista, acerca de quién se es en cada relación” iniciando una “auténtica investigación y negociación acerca del otro”.

“¿Cómo pensar en otro orden desde un orden que condiciona ya nuestro modo de pensar?”, se plantea Ana Carrasco-Conde

El comentario de Ana Carrasco-Conde sugiere si no sería más fructífero pensar el conflicto “no tanto en términos de mundos ontológicamente distintos, sino entre lógicas distintas”, lo que posibilitaría la comunicación. Un discurso que retoma en su texto, centrado en la idea del mal, su significado, su origen. El mal, una categoría difícil de pensar, porque “¿cómo pensar en otro orden desde un orden que condiciona ya nuestro modo de pensar?”. Quizás lo necesario para entender el mal sea otro tipo de razón. El mal no es lo mismo que la maldad. Esta implica el orden existente y la voluntad de “ejercer un daño irreparable”. El mal por el mal. Un mal cuyo origen, retoma la autora a Kant, es la libertad.

Replica Macarena Marey que el mal es entendible desde la perspectiva kantiana, como “injusticia estructural, política”. En un mundo injusto, el restablecimiento de la justicia exige la acción sobre el orden insoportable”; la rebelión pasa a convertirse en deber moral. Este mundo injusto reduce la vida “a paquetes de tiempo”, el tiempo del trabajo, según Nuria Sánchez Madrid. Ana María Brigante, al comentarlo, apunta que es una crítica a las formas de vida del neoliberalismo.

La sociedad actual como organización política, hija del contrato social, es el objeto de análisis del artículo de Marey que cierra el libro. Nuevamente es Kant el punto de arranque, para encontrar un “agente colectivo”. Vale la pena, sin embargo, tener presente que “no se pueden esperar resultados justos de procedimientos y escenarios estructuralmente injustos”, porque “las desigualdades no se disuelven con el mito de la inclusión individual en sistemas excluyentes, sino con la transformación radical de los sistemas de dominación”.


BUSCA ONLINE ‘FUERA DE SÍ MISMAS’

Varias autoras
Edición y prólogo de Luciana Cadahia y Ana Carrasco-Conde.
Traducción del inglés (un capítulo): Juan Diego Pérez.
Editorial: Herder, 2020.
Formato: 400 páginas. 19,80 euros

Fuente:

 
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