jueves, 29 de noviembre de 2018

CUNA DE LA HUMANIDAD SE EXTENDIÓ A TODA ÁFRICA

La cuna de la humanidad se extiende a toda África

Durante mucho tiempo, África oriental se ha considerado el origen de los primeros homínidos. Este paradigma se ha roto gracias a un trabajo basado en los restos arqueológicos más antiguos del Norte de África, datados en 1,9 y 2,4 millones de años.

SINC 

Miembros del equipo de Ain Hanech excavando en Ain Boucherit / Sahnouni et al.

Un equipo de científicos encabezado por Mohamed Sahnouni, arqueólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), acaba de publicar en la revista Science un artículo que rompe con el paradigma de que la cuna de la humanidad se encuentra en África Oriental.

El trabajo se ha basado en los restos arqueológicos hallados en los yacimientos de la región de Ain Hanech (Argelia), los más antiguos que se conocen actualmente en el Norte de África.

Durante mucho tiempo, África oriental ha sido considerada el lugar de origen de los primeros homínidos y de la tecnología lítica, porque hasta ahora se sabía muy poco sobre las primeras ocupaciones y sus actividades al norte de continente. Dos décadas de investigaciones de campo y de laboratorio han demostrado que los primeros homínidos fabricaban herramientas líticas en África septentrional que son casi contemporáneas con los primeros utensilios de piedra conocidos en el África oriental, de hace 2,6 millones de años.

Se trata de artefactos líticos y huesos de animales con marcas de corte de herramientas de piedra

Se trata de artefactos y huesos de animales con marcas de corte de herramientas de piedra, con una cronología estimada en 2,4 y 1,9 millones de años, hallados en dos niveles del yacimientos de Ain Boucherit.

Los fósiles de animales como cerdos, caballos y elefantes, procedente de yacimientos muy antiguos, ha sido utilizados por el paleontólogo Jan Van Der Made, del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, para corroborar la edad derivada del paleomagnetismo obtenida por el geocronólogo del CENIEH Josep Parés, y de la resonancia paramagnética electrónica (RPE) llevada a cabo por Mathieu Duval, de la Universidad de Griffith.
Más que carroñeros

Los artefactos de Ain Boucherit se fabricaban con piedra caliza y sílex disponibles localmente e incluye cantos tallados como choppers, poliedros y subesferoides, así como herramientas de corte de bordes afilados utilizadas para el procesamiento de cadáveres de animales. Estos artefactos son típicos de la tecnología lítica olduvayense, conocida desde hace de 1,9 a 2,6 millones de años en África Oriental, aunque los de Ain Boucherit muestran sutiles variaciones.

“La industria lítica de Ain Boucherit, que es tecnológicamente similar a la de Gona y Olduvai, demuestra que nuestros antepasados se aventuraron en todos los rincones de África, no sólo en su parte oriental. La evidencia de Argelia cambia la visión anterior de que África Oriental es la cuna de la humanidad. En realidad, toda África ha sido cuna de la humanidad”, afirma Mohamed Sahnouni, líder del proyecto Ain Hanech.

Las pruebas demuestran que nuestros antepasados competían de forma exitosa con los carnívoros 

Ain Boucherit es uno de los pocos yacimientos arqueológicos de África que ha proporcionado pruebas de huesos con marcas de corte y percusión asociadas in situ con las herramientas líticas, que muestran inequívocamente que los homínidos ancestrales aprovechaban la carne y la médula ósea de los animales de todos los tamaños y las partes esqueléticas, lo que implicaba el despellejamiento, la evisceración y la descarnación de las extremidades superiores e intermedias.

Isabel Cáceres, tafónoma del IPHES, ha comentado al respecto que “el uso eficaz de herramientas líticas con cortes afilados en Ain Boucherit sugiere que nuestros antecesores no eran meros carroñeros. No está claro en este momento si cazaban o no, pero las pruebas demuestran claramente que estaban compitiendo de forma exitosa con los carnívoros y que gozaban del acceso prioritario a la carne de los animales”.
¿Quién ha fabricado estas herramientas?

En este momento, la pregunta más importante es quién fabricó las herramientas de piedra descubiertas en Argelia. Todavía no se han encontrado restos de homínidos en el Norte de África que sean contemporáneos de los primeros artefactos líticos. De hecho, tampoco se ha documentado ningún homínido en asociación directa con las primeras herramientas líticas conocidas en el Este de África.

Sin embargo, un descubrimiento reciente en Etiopía ha puesto de manifiesto la presencia del primer Homo hace aproximadamente 2,8 millones de años, con mucha probabilidad el mejor candidato también para los materiales hallados tanto al este como al norte del continente.

Los descendientes de los contemporáneos de Lucy podrían haber sido los responsables de dejar los retos arqueológicos ahora descubiertos en Argelia

Durante mucho tiempo, los científicos creyeron que los homínidos y su cultura material se habían originado en el Gran Valle del Rift del África Oriental. Sorprendentemente, el primer homínido conocido datado en aproximadamente 7 millones de años, y el Australopithecus bahrelghazali, de hace 3,3 millones de años, han sido descubiertos en Chad, situado en el Sáhara, a 3.000 km de las fosas tectónicas del este de África.

Como explica Sileshi Semaw, científico del CENIEH, que también ha participado en este artículo, “los homínidos contemporáneos de Lucy, de aproximadamente 3,2 millones de años, probablemente deambulaban por el Sáhara, y sus descendientes podrían haber sido los responsables de dejar los retos arqueológicos ahora descubiertos en Argelia, que son casi contemporáneos de los de África Oriental”.

“Las próximas investigaciones se centrarán en la búsqueda de fósiles de homínidos en los yacimientos cercanos del Mioceno y el Plio-Pleistoceno, en busca de los fabricantes de utensilios e incluso de herramientas líticas más antiguas”, concluye Sahnouni.
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Zona geográfica: Castilla y León
Fuente: Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana

Fuentehttps://www.agenciasinc.es/Noticias/La-cuna-de-la-humanidad-se-extiende-a-toda-Africa

martes, 27 de noviembre de 2018

FREIRE, MARIATEGUI Y UNA EDUCACIÓN POPULAR CAMPESINA

Freire, Mariategui y una educación popular campesina


Oscar Soto 


Las líneas que siguen a continuación toman distancia de las elucubraciones academicistas que suelen circular en torno de lo pedagógico y ciertas “reflexiones” teóricas del pensamiento educativo. Así como la “toma de distancia” en la educación tradicional de nuestras escuelas latinoamericanas ha sido un acto de disciplinamiento corporal naturalizado, la escritura en torno del pensamiento rebelde de Nuestra América suele presentarse rutinizado en las indexaciones de cierto tipo de bibliografía especializada –no en vano más de unx suele colocar a Freire y a Mariategui, de quienes algo esbozaremos a continuación, como insumo de una teorización delimitada de las ciencias sociales-. Inversamente a ello, pensamos que Mariategui y Freire son una clave estrictamente política nuestroamericana, luego todo lo demás.

Intentamos aquí simplemente una crónica de sucesos recientes, ni más ni menos que a modo de “ensayo”. Nos probamos una vez más que la lucha silenciosa de la educación es escrita como resistencia y re-existencia; y que ésta bien puede ser nominada como una pedagogía que surge de la lucha. Se nos ocurre que pedagogía del oprimido, pedagogía de la autonomía, de la esperanza, de la pregunta, educación como práctica de la libertad etc.… son nombres sumamente urgentes y actuales. A cuento de esa actualidad nos llega la vigencia de Paulo Freire y del Amauta José Carlos Mariategui.

I- Inicio de la crónica. Resistencia ancestral

El proceso de acumulación europea que explica con sangre, cuerpos y territorios el despojo de América Latina, no merece palabras benévolas. Se trata de una “conquista” y la conquista como primerísima forma de extranjerización de la tierra y los bienes comunes, conforma una dinámica de extracción necesaria para el sostén de la empresa capitalista imperial, entre otras cosas a partir de la esclavización y las formas de sometimiento de las poblaciones nativas[i]. La colonización y la opresión son el más añejo antecedente de la acción antidialógica que el grito freireano denuncia. Dicho de otra forma: la invasión cultural como vehículo para la inautenticidad de los sujetos invadidos (Freire, 1969: 138), tiene su fecha de origen en la época de la colonia, pese a que aún persiste caprichosamente en la actual sociedad del capital.

Fuimos dominados y resistimos desde el comienzo, volvimos a ser sometidos y sin embargo el curso de nuestras rebeldías se ha tornado, al decir de Martí (1883), “una enérgica, madura y casi simultánea decisión de entrar con brío en el concierto de pueblos trabajadores y triunfantes”.

Hay allí una resistencia abigarrada.

II- Crónica cercana. El avance de las luchas: Paulo Freire.

El problema del indio, de la tierra y de la economía, entre muchos otros dramas de América Latina -latentes en el ensayo mariateguiano, por otro lado-, han sido metabolizados en los territorios rurales de nuestra región. Mujeres y hombres latinoamericanxs, sujetos cargados de historicidad que se saben en el mismo movimiento como seres “inacabados” (Freire, 2015: 95), transitan desde siempre una obstinación militante o lo que en términos de Romain Rollaind ha sido un “pesimismo de la razón [entreverado con un] optimismo de la pasión”, propuesto a reinventar los espacios de humanización posible.


¿Pero qué hay de nuevo en la historicidad latinoamericana si nos pensamos a partir de la crónica reciente? Si bien lo viejo no termina de morir en nuestra región, los rincones del despojo se recrean como espacios de libertad, a pesar de las dependencias, la colonialidad y tantas más. Pensamos que aquí es donde la palabra enunciada en Freire se escucha reivindicar la humanidad de los vencidos y una pedagogía liberadora: el oprimido liberándose y liberando al opresor (Freire, 2015: 39).

Paulo Freire es la persistencia de una esperanza cuando el mundo se presenta desesperanzado; cuanto menos es el ensayo militante que sugiere al sujeto latinoamericano empaparse de una profunda creencia en los hombres y las mujeres (Freire, 2015: 81), tal vez porque como él mismo diría “sin un mínimo de esperanza, no podemos ni siquiera comenzar el embate” (Freire, 2010a: 25). La lucha por la liberación y la humanización que en Freire tiene la amplitud de los sueños que portan los pueblos oprimidos de América, es una fuerza desde abajo que detona todas las estructuras posibles con la finalidad de trascender, dialogar, participar, anticipar, prefigurar, subvertir.

La educación popular de Paulo Freire es la posibilidad de que trabajadorxs, campesinxs, sin tierra, obrerxs, excluidxs y marginadxs se piensen y se re-inventen en el tránsito de espectadores a genuinos creadores de las condiciones materiales de la vida. No en vano el lenguaje de la rebeldía pedagógica del oprimido/oprimida, es hablado en los movimientos populares, en las comunidades de base, en las teorías de las dependencias, las sociologías de la explotación, las teologías liberadoras, los socialismos latinoamericanos, la investigación-acción participativa y tantas tradiciones de la resistencia de Nuestra América.

III- Crónica reciente: Notas sobre una educación popular auto-emancipadora.

El acuse de tiempo que despinta el calendario, desde las notas de Freire a fines de los ´60 hasta la condensación de procesos autónomos políticos y culturales que echan raíces en esa matriz de inconformismo y revolución, deja visibilizar cómo en “las esquinas” de la práctica social mayor (Freire, 2010b) en la que se consolidan los discursos libertarios como éste, quedan los restos de lucha social que explican nuestro presente de resistencias.


En la multiplicidad de movimientos y organizaciones sociopolíticas que asumen la esperanza freireana, su dialogo y su horizontalidad, la escuelas campesinas integradas a la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) y La Vía Campesina internacional, son una sólida evidencia de tanta humanidad. En Mendoza, Argentina, la Escuela Campesina de Agroecología (ECA) de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra del Movimiento Nacional Campesino Indígena – UST/MNCI- es una constante actualización de lo que alguna vez Paulo Freire expresara: hombres y mujeres que, desafiados por la dramaticidad de la coyuntura, se proponen a sí mismos como problema (Freire, 2015). La tierra, la educación, la soberanía alimentaria y la reforma agraria y popular se siembra como elemento de lucha en la Escuela Campesina.

La larga historia que narramos desde la colonización hasta la organización de saberes subalternos como formas de re-existencia en la actualidad, bien puede inscribirse en la genealogía de la pedagogía del oprimido 50 años después de esas reflexiones.


El pasado 11 y 12 de octubre el compañero Miguel Mazzeo visitó la ECA junto a muchos compañerxs que transitan ese espacio de re-educación colectiva, de desaprendizaje y de constante contradicción entre educador/educando. El motivo del encuentro giró en torno del diagnóstico y los desafíos que atraviesa el campo popular en la hora actual de América Latina. La excusa de conversación fue el dialogo en torno a Mariátegui, sin embargo el reverso de ese intercambio mientras caía la tarde, parecía dibujar entre reflexiones la figura de Paulo Freire. Es que Mariategui y Freire, así como los movimientos campesinos, los bachilerratos populares, los colectivos autogestivos y las organizaciones populares de Nuestra América, esbozan tal como sostiene Mazzeo una comprensión ampliada de la política como praxis transformadora y utópica; a modo de “elementos de socialismo práctico” que emergen permanentemente.


En el recorrido de nuestras luchas, las interpretaciones del pensamiento crítico latinoamericano ha heredado de Freire y Mariátegui una virtuosa capacidad de evadir las clausuras deshumanizantes de la historia y de reinventar las luchas rurales, urbanas, campesindias y populares. La educación popular y en nuestro caso la educación popular campesina constituye una pedagogía humanista y liberadora.

Es a partir de allí que podemos pensar tal vez que, en la incesante puesta en cuestión de las dicotomías que la educación bancaria impone, se erigen formas de construir esa otra emancipación surgida de los territorios campesinos, históricamente apropiados. Es decir que lo pedagógico en los movimientos campesinos es -como relataba Miguel Mazzeo siguiendo a Mariategui- una forma de auto-educación y auto-emancipación de las clases subalternas orientada a socializar el poder y configurar esa sociedad sin oprimidos a la que aspiramos.

*Oscar Soto. Politólogo. Miembro del colectivo de educadores de la Escuela Campesina de Agroecología – Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra – Movimiento Nacional Campesino Indígena. Mendoza.


Referencias

  • Freire, Paulo (2010a) Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.
  • Freire, Paulo (2010b) La educación como práctica de la libertad. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.
  • Freire, Paulo (2015) Pedagogía del oprimido. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.
  • Martí, José (1883) La América, Nueva York.

[i] Precisamente todo acto de conquista, nos dirá Paulo Freire, implica un sujeto que conquista y un “objeto” conquistado al que se le otorga ambigüedad; se trata de “un ser que aloja en sí al otro”, un acción esencialmente necrófila (Freire, 2015: 177).

Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/freire-mariategui-y-una-educacion-popular-campesina/

EL CONSUMO TE CONSUME. BLACK FRIDAY: IDEOLOGÍA DEL APOCALIPSIS CONSUMISTA

Black Friday: ideología del apocalipsis consumista

Una imagen recorría hace semanas las redes sociales. En ella se podía ver a dos mujeres racializadas, de rasgos orientales, llevar bolsas de una tienda de ropa de lujo, mientras caminaban con agua hasta la cintura en un entorno fácilmente identificable: Venecia en una de sus subidas de marea, ahora relacionadas con el cambio climático. La imagen se completaba con una frase popularizada por Fredric Jameson: “Es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo”.

Inundaciones en Venecia, foto de Claudia Manzo.

IGNACIO MORENO SEGARRA
AUTOR DEL LIBRO LADRONAS VICTORIANAS Y HERSTORY: UNA HISTORIA ILUSTRADA DE LAS MUJERES

El éxito de este meme, como el de muchos otros, residía en concentrar una serie de materias primas ideológicas: el capitalismo como exceso consumista, el consumismo como pasatiempo femenino y la mujer como el otro. Actuando de este modo, el meme alejaba el debate de sus potenciales participantes y levantaba una oleada de comentarios indignados en los muros que parecían decir: “el fin del mundo es una fiesta a la que no estamos invitados pero que, de todos modos, vamos a sufrir”. Ese meme y sus respuestas me hicieron preguntarme si, de verdad, no estábamos invitados a la fiesta del consumo o si, por el contrario, como ejemplifican la proliferación de fechas consumistas como el Black Friday anglosajón -el viernes siguiente a Acción de Gracias cuando los comercios salen de números rojos, es decir, pasan a negro (Black)- o el Guanggun Jie, el Día del Soltero chino -el 11 de noviembre, el 11 del 11- va a ser imposible no asistir. ¿De verdad podemos abstraernos del consumismo? ¿De verdad podemos hablar desde fuera de la ideología consumista?

Para los especialistas Yiannis Gabriel y Tim Lang la década de 1950, con el auge del fordismo, va a ser el momento en el que el consumo se democratice en el Occidente anglo. Hasta que el consumo se lograra convertir en un pasatiempo que aliviara alienación de la cadena de montaje habían pasado una gran cantidad de hechos históricos: desde el inicio del comercio en Europa durante la época moderna, con el crecimiento de las ciudades y un aceleramiento de intercambios internacionales que se levantarán durante siglos de guerras y saqueos colonialistas, hasta la explosión comercial de la década de 1850 con la aparición de los grandes almacenes. Unos lugares donde el precio fijo acabará con el regateo con el dependiente -con la conversación- y que situará los objetos a la vista, unos al lado de otros, cobrando sentido en la abundancia. Si la década de 1920 unirá consumo a placer y libertad, la década de 1930, con la Gran Depresión, va a redoblar la dureza de los mensajes, marcando el tono con el que las sucesivas recesiones del capitalismo tratarán el tema del consumo: “Consumir es una obligación”. 

La década de 1950 va a ser también el momento en el que se realicen unas de las críticas más virulentas al consumismo. Según la profesora Mica Nava, estos ataques, capitaneados por Herbert Marcuse, estaban realizados por un grupo de autores, la mayoría intelectuales emigrados a Estados Unidos, desencantados con una sociedad de masas que había producido el Fascismo y que vivían en una sociedad que disfrutaba del consenso del bien material tras la Guerra Mundial: en el capitalismo, la libertad de elección a la hora de consumir es reflejo de la libertad personal y política, al contrario de lo que ocurría en los países de la orbita socialista. No en vano, en 1959, Nikita Khrushchev y Nixon, como si fueran dependientes de unos grandes almacenes, se enzarzaron en un debate sobre quien hacia mejores cocinas en la Exposición Nacional Americana en Moscú donde los capitalistas habían construido una casa que, según ellos, cualquier norteamericano podía comprar. Consumir era una carta de ciudadanía. 

Para Mica Nava, el tono de esos autores marcó mucha de las críticas de la izquierda hacía el consumismo: la izquierda era una doctrina de la austeridad y los consumidores eran manipulados por la publicidad que les lavaba el cerebro. Estas afirmaciones demostraban la escasa atención con la que la izquierda había tratado el otro extremo de la ecuación capitalista, el consumo. Nava resume muy bien este punto afirmando: . Esta afirmación tenía, por supuesto, implicaciones culturales y autores como Richard Hoggart señalaban en 1957 como el consumismo norteamericano estaba erosionando la verdadera cultura obrera que, de manera nostálgica, situaba en los pubs ingleses de unas décadas anteriores, pero también tenía importantes implicaciones de género. Si tal como explicaba Nava, en 1976, en Inglaterra, las mujeres realizaban el 80% de las compras, esa visión del consumo tenía fuertes connotaciones machistas. Las compras, y podemos discutir de la validez de esta afirmación en la actualidad, ha sido un trabajo para muchas mujeres. Un trabajo en el que demostrar sus capacidades, su experiencia y sus conocimientos de economía, una labor supeditada muchas veces a un jefe, el marido -como si fuera la responsable de compra de una empresa, explica Nava- pero absolutamente necesaria para los cuidados en muchos hogares obreros y burgueses. Desde qué posición hablamos de anti-consumismo, ¿desde la de intelectual de izquierdas o desde la de madre que tiene que comprar dos sobrepijamas con un presupuesto de 10 euros? ¿Desde ambas?


Si bien la década de los 60 produjo algún discurso reconciliador, como el de los Estudios Culturales, donde se exponía la capacidad de ciertos grupos, especialmente el de las subculturas juveniles, de reapropiarse de objetos de la sociedad de consumo, como la ropa, para crear mensajes anti-comerciales, el triunfo global del capitalismo acabó imponiendo su lógica individualista y hedonista que es, a su vez, muy poco conciliadora. La década de 1980 vivó el triunfo del consumismo y el declive de las barreras culturales para su disfrute en frases como “La avaricia es buena” (Greed is Good) de la peli “Wall Street” y la década de los 90 ese ambiente se endureció aún más con mensajes publicitarios que hablaban de lo exclusiva que se había vuelto la fiesta del consumo. Zygmunt Bauman habló en esa misma década de como los “nuevos pobres” eran vistos no en términos de privación material sino como consumidores fracasados. Personas que habían fallado en sus elecciones -está noción estuvo muy presente, por ejemplo, en la gran estafa hipotecaria en España- y que ahora debían de depender del Estado para que eligiera por ellos.

Espectáculo y consumo en el Black Friday 

Los cambios en las últimas décadas han provocado fenómenos contradictorios que mantienen la maquinaria del consumo en un estado de incansable ebullición: si bien la globalización, con su deslocalización del trabajo, ha roto el pacto fordista de trabajadores-consumidores, la explotación racista de personas en situación más desfavorecida en otros contextos geográficos ha hecho el consumo más asequible -la ropa es un claro ejemplo. Si bien la crisis económica ha retraído el consumo -en 2015 el consumo privado había caído en 12,6 % en España- la presión por consumir que producen las recesiones económicas tiene repercusiones en campos específicos como la tecnología y su bajada de precios - según estadísticas del Mobile Smart Phone en España hemos pasado de un 41% de usuarios/as de smartphones en 2012 a un 81% en 2017. Si bien la incertidumbre laboral nos ha puesto en sobre aviso sobre ciertas estrategias capitalistas, la precariedad y su canibalismo económico, temporal y de fuerzas nos impide investigar otras formas de consumo -la comida ecológica de proximidad sería un buen ejemplo. 

El activismo consumista tiene, por supuesto, una larga tradición que ha expuesto respuestas parciales a esas situaciones. El boycott es una de ellas: en 1989 una llamada a la embajada de USA avisando de que se había inyectado con cianuro a dos uvas de producción chilena destinadas al mercado norteamericano produjo millones en pérdidas y se llevó por delante decenas miles de puestos de trabajos. Junto a este tipo de acciones, han convivido el movimiento cooperativista, que busca que los consumidores tomen las riendas de la producción, el movimiento de consumidores/as que defiende derechos y evalúa cualidades, así como otros movimientos de consumo ético o que buscan redefinir nuestras compras en clave ecológica o de proximidad y que tienen en las campañas de información uno de sus puntos fuertes.


Frente a este panorama, marcado tanto por la inestabilidad laboral como por una mayor información a la hora de comprar, los grandes conglomerados comerciales, que cada vez colonizan más nuestra cesta de productos básicos, tienen que lidiar con unas compras más azarosas, precarias e impredecibles. Una de sus respuestas en la de subrayar el espectáculo, subrayar los valores estéticos no sólo de los objetos sino de la misma compra. Todo es espectáculo y no en vano, en los centros de nuestras capitales, las tiendas de ropa han sustituido a los cines como lugares que organizan nuestros sueños. El espectáculo ha contaminado hasta el trabajo en esos centros comerciales y la semana pasada una marca de ropa interior entrevistaba a las aspirantes a dependientas en su escaparate, imitando a una cadena hotelera que, hace unos meses, lograba colapsar una céntrica plaza madrileña provocando una hilera de aspirantes con su currículo en mano. El Black Friday como evento -no religioso- centrado únicamente en el consumo es puro espectáculo y ejemplifica muy bien la escalada de tono del neoliberalismo para mantener el cada vez más frágil discurso del eterno crecimiento y de la autorrealización a través de la compra. En su discurso individualista, este tipo de acontecimientos crean unas desviaciones del ocio que caen en lo delictivo, tal y como demuestra la presencia constante de altercados violentos en centros comerciales por esas fechas en los países anglosajones, y que en 2008 provocaron la muerte de un empleado de 34 años, Jdimytai Damour, por una estampida durante el Black Friday. Thomas Raymen y Oliver Smith, que han estudiado este tipo de actos vandálicos en Inglaterra durante el Black Friday de 2014 señalan que los protagonistas de los altercados no son personas de bajos recursos queriendo acceder a compras que no pueden conseguir sino consumidores conscientes que consideran la compra como un ocio serio y especializado, que conocen los mejores lugares, tácticas y estrategias de ahorro. Estos consumidores “extremadamente competentes” o “compradores extremos” están actuando con respecto a la lógica del consumismo, son “hiper-conformistas” con los valores del neoliberalismo: la competitividad individual, la envidia y la exhibición agresiva de bienes de consumo. 

Si bien no estamos hablando de masas desinformadas y frenéticas sino lógicas con el clima cultural, el individualismo y la tramoya comercial del Black Friday nos dan una clave del modo en el que podemos plantear alternativas: desde lo colectivo y manteniendo una cierta distancia con el espectáculo. Lo que nos remite a la foto con la que comenzábamos este texto. ¿Cómo construimos esa distancia? ¿Desde la academia? ¿Desde los viejos discursos de la izquierda? ¿Tienen lectura de género nuestros discursos anti consumistas (tienen en cuenta los cuidados)? ¿Y tienen sensibilidad racial (Jdimytai Damour era un trabajador afroamericano)? ¿Qué tipo de capital cultural y social requieren nuestras alternativas? ¿Están nuestras alternativas levantadas sobre la acción y responsabilidad individual?...

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/mecambio/black-friday-ideologia-del-apocalipsis-consumista

 
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