domingo, 15 de agosto de 2021

INTERCAMBIO CULTURAL CONOCIDO ENTRE HUMANOS OMENZÓ HACE 400.000 AÑOS

El intercambio cultural entre humanos comenzó hace 400.000 años

Los registros arqueológicos del uso del fuego durante el Pleistoceno Medio demuestran que los seres humanos ya intercambiaban técnicas de fabricación de herramientas, así como conocimientos para la creación del fuego.

Dos ejemplos de herramientas de piedra esculpidas según la técnica de Levallois. — Universidad de Leiden / SINC

Un equipo de investigación conjunto de la Universidad de Leiden y la Universidad Tecnológica de Eindhoven (Países Bajos) propone que el primer ejemplo claro de difusión cultural humana a gran escala se produjo en algún momento hace 400.000 años

Los investigadores fundamentan su afirmación en los cambios en el uso del fuego visibles en los estratos arqueológicos. Las evidencias más tempranas del posible uso controlado del fuego son bastante escasas y son difíciles de distinguir de los restos provocados por fuegos de origen natural. En cambio, en los estratos geológicos correspondientes a hace 400.000 años se encuentran múltiples evidencias arqueológicas de fuego no natural, la mayoría en condiciones muy buenas de conservación.

Esta evidencia no es particular de una sola zona geográfica, sino que se ha encontrado en distintas regiones del continente europeo, en África e incluso en la zona occidental de Eurasia, según exponen los autores del estudio.

¿El uso del fuego surgió en varios lugares al mismo tiempo?

Según los científicos, "una distribución geográfica tan amplia de este comportamiento sociocultural podría explicarse de varias formas, como que grupos de homínidos sin contacto entre sí desarrollaran la tecnología del fuego de forma independiente, que los movimientos migratorios de grupos de población posibilitaran el intercambio de conocimiento, o incluso que prevaleciera en el tiempo una línea genética vinculada a la creación del fuego".

Sin embargo, la falta de evidencia geológica de un cambio climático generalizado que forzara los movimientos migratorios y la ausencia en el registro fósil de pistas sobre el movimiento de poblaciones humanas durante este período, hacen más plausible para los investigadores la idea de un intercambio cultural entre poblaciones.La difusión del conocimiento entre grupos de homínidos podría haber comenzado hace 400.000 años

Para sostener esta afirmación, los autores del artículo, publicado en la revista PNAS, comparan la expansión similar en la misma área geográfica y en un período de tiempo mucho más corto, de un complejo método de lascado de herramientas de piedra denominado técnica de Levallois, de la que se han encontrado múltiples evidencias en el mismo estrato fósil.

"Nuestra investigación debería estimular el debate y la realización de nuevos estudios, en particular sobre los cambios en los mecanismos de transmisión cultural que permitieron esta difusión extraordinariamente rápida de la tecnología del fuego y de las herramientas de piedra", concluyen los autores.
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LA POSTEDUCACIÓN... YA ESTÁ AQUÍ

La posteducación y cómo prepararse para un futuro que ya está aquí


José Negrón Valera

Cada dimensión de nuestra vida ha sido trastocada por la pandemia de COVID-19. Eso es un hecho. Tendencias que ya venían anunciándose como probables hace unos diez años, se aceleraron de una forma impensable.

El teletrabajo, la educación a distancia, son uno de los pocos ejemplos. La intersección de las tecnologías de comunicación e información y el distanciamiento obligado por la enfermedad, impusieron un formato educativo que quizá, en otras circunstancias, habría tardado algunos años más en asentarse.

Sin embargo, no se trata solo el debate de la virtualidad versus la presencia de los seres humanos en los salones de clase, lo que estamos viviendo nos impulsa a un cambio completo en cuanto a la concepción del proceso de aprendizaje y enseñanza.

La singularidad del pensamiento

En 2016, el experto en tecnología disruptiva David Roberts ya afirmaba que "la mayoría de universidades del mundo" iban a desaparecer. Desde su concepción, la educación iba a moverse hacia un modelo como el que proponía la “Universidad de la Singularidad”. Una experiencia educativa creada en Silicon Valley con el apoyo de gigantes de la industria tecnológica y la innovación como Google, Apple y la Nasa.

Dicha Universidad no tiene una estructura convencional y tampoco posee un pensum de estudios tradicional. Su meta es apalancar ideas creativas e innovadoras con el uso de tecnologías, para resolver lo que llaman los Doce grandes desafíos de la humanidad:

  • Energía: amplia, accesible y sostenible para las necesidades de la humanidad,
  • Medio Ambiente: administración sostenible y equitativa de los ecosistemas de la Tierra para un funcionamiento óptimo tanto a nivel mundial como local,
  • Comida: consumo de alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para mantener una vida sana y activa para todas las personas en todo momento,
  • Refugio: seguro y sostenible para residencia, recreación e industria para todas las personas en todo momento,
  • Espacio: uso y administración seguros y equitativos de los recursos y tecnologías espaciales en beneficio de la humanidad y de nuestro futuro como especie interplanetaria,
  • Agua: abundante y segura para consumo, saneamiento, industria y recreación,
  • Resiliencia ante desastres: reducción del riesgo de desastres, respuesta a emergencias y rehabilitación efectivas y eficientes que salvan vidas y medios de subsistencia,
  • Gobernanza: participación equitativa de todas las personas en una gobernanza formal y social que esté de acuerdo con los principios de justicia y derechos individuales,
  • Salud: física y mental óptima, incluido el acceso a prevención rentable, diagnóstico temprano y terapia personalizada para individuos y sociedades,
  • Aprendiendo: acceso a información y experiencias que construyen conocimientos y habilidades para todas las personas en todas las etapas de su vida,
  • Prosperidad: acceso equitativo a oportunidades económicas y de otro tipo para la realización personal donde todas las personas estén libres de pobreza y puedan prosperar,
  • Seguridad: seguridad de todas las personas frente a daños físicos y psicológicos, incluso en los mundos virtuales; y protección de sistemas físicos, financieros y digitales.
Dichos desafíos, que se encuentran "interrelacionados y son interdependientes", están inscritos en tres grandes perspectivas: asegurar que se satisfagan las necesidades básicas de todas las personas, mantener y mejorar la calidad de vida y mitigar los riesgos futuros.

Ideas desde Venezuela

Tal y como lo expresa Myriam Anzola, doctora con estudios de posgrado sobre informática educativa y tecnología, "si la educación tradicional no se replantea en una estructura afín a los tiempos, que entienda las necesidades cognitivas de los estudiantes y las posibilidades técnicas de otros modos pedagógicos quedará a la deriva", afirma.


Anzola, quien ha dedicado su carrera a repensar los modelos pedagógicos y la influencia de las nuevas tecnologías sobre ellos y plasmó sus conclusiones en el libro Los estudios abiertos: una ruta hacia la posteducación, aprovecha esta entrevista a Sputnik para reflexionar sobre este campo de pensamiento.

— ¿Cómo definiría la posteducación?

El sistema educativo tal como ha sido concebido resulta anacrónico y paralítico. No ha podido crear mecanismos de transformación ni de adaptación para convertirse en un sistema pertinente a las necesidades epocales, ni mucho menos a las expectativas de los estudiantes. Ha emergido un escenario espontáneo que genera situaciones en que las nuevas generaciones se informan y se educan al margen de la escolaridad.

En este contexto es imperativo crear una estructura coherente y organizada que represente un paradigma educativo diferente y es lo que llamo posteducación.

— Informes demuestran que las universidades tales como las conocíamos van a desaparecer o cambiar drásticamente. Un ejemplo de esto es la Singularity University , donde no se expiden certificados, ni titulaciones. ¿Cómo ve usted la universidad del futuro? ¿Puede hablarnos de alguna experiencia en particular?

Hay tendencias nuevas que han aparecido desde los 70. Por ejemplo, el concepto de Multiversidad que intentó la universidad de California reconociendo los saberes diversos, no sólo académicos. En 1989, se reproduce en Suramérica con la Universidad Franciscana que implicaba un compromiso ético con la vida y las emociones y no solo con el conocimiento. En 1999, Edgar Morín recrea esta idea con la Multiversidad Mundo Real que asume las Teorías de la Complejidad poliforma para derribar el positivismo.

En Venezuela surgió CEPAP en la UNESR con la acreditación de experiencias en educación. Hace ya 10 años surge el Programa de Estudios Abiertos desde la Universidad Politécnica de Mérida, que ahora administramos desde la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Cuenta en toda Venezuela con comunidades de aprendizaje en cualquier área del conocimiento, con un currículo flexible y adaptado al quehacer de los grupos que se conforman. Pero hace falta ir más allá, hay que entender la nueva universidad desde múltiples perspectivas, no sólo con programas circunscritos a una unidad académica sino con una concepción emancipadora del conocimiento echando mano a los recursos que ofrece la tecnología, pero más importante: reconociendo los nuevos modos de pensamiento de las generaciones actuales para aprovechar su talento en toda su dimensión humana.

— La omnipresencia de los aparatos electrónicos también ha generado una nueva realidad para las nuevas formas de aprendizaje. ¿Qué es lo positivo y lo negativo de esta situación? ¿Qué nos dicen las investigaciones de psicología cognitiva?

Lo interesante es que han surgido nuevas destrezas de pensamiento, nuevas velocidades de captación de información multisensorial que potencia las posibilidades creativas, lo negativo es la adicción a los dispositivos y la manipulación mental que hacen las redes de los sujetos cuando no hay interlocutores atentos para hacerlos reflexionar sobre el volumen exacerbado de información simultánea y permanente que reciben.

— Usted rescata a autores como Simón Rodríguez, Luis Beltrán Prieto Figueroa y Paulo Freire. ¿Cómo podemos conectar sus aportes con la nueva realidad?

Simón Rodríguez fue un adelantado a los tiempos que dijo cosas clarísimas que tienen plena vigencia sobre el aprendizaje a partir de la praxis y el fomento de la heurística. De Prieto rescato su concepción de la dignidad del docente y de la ética de la profesión. De Freire la Educación Popular para todos, entender que la educación es para todos y siempre, sin apellidos ni límites.

— En Venezuela se están viviendo debates muy interesantes desde el punto de vista de la lucha por la descolonización y también para superar un modelo económico basado en la dependencia del petróleo. Este nuevo modelo educativo que plantea, ¿cómo se conectaría con la necesidad de poner la riqueza de Venezuela en su gente y no en sus recursos minerales?

Siguiendo ideas como las de Dussel o Zemelman, entendiendo que no sólo Venezuela sino América Latina es un emporio de recursos intelectuales, de grandes pensadores, de talentos genuinos, que no necesitan exportar respuestas a sus problemas en modelos foráneos pensados para otras mentes, para otros espíritus.

— Para nadie es un misterio que la situación económica en Venezuela ha golpeado al sector educativo en todos los niveles. ¿Qué medidas creativas e innovadoras podría usted aportar para fortalecer el sector educativo en estas circunstancias tan adversas?

Tal como lo expreso en el artículo de la posteducación:

  • Un ambiente armonioso de libertad para la creación que respeta la iniciativa personal y la del grupo como instancia que orienta en el aprendizaje.
  • Un acompañante del aprendizaje, que está dispuesto a sortear obstáculos, a encontrar atajos, a reconocer escollos, con una bitácora dinámica y no con una ruta prefigurada.
  • Un tópico de interés sobre el cual investigar, hacerse preguntas, intercambiar, hacer bromas, disentir y argumentar.
  • Un sujeto que se siente protagónico, centro del interés del proyecto, para quien el aprendizaje no tiene tinte de requisito, sino de bien personal, aquilatado con los avances y proyectado en el tiempo como necesidad de vida.
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martes, 10 de agosto de 2021

PAULO FREIRE, 100 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Cambiar es difícil pero posible
Paulo Freire: a 100 años de su nacimiento, una lectura en tiempos de pandemia 

Por Gladys Rodríguez Jourdan*


Conocí a Paulo Freire en una fría mañana de junio de 1989. Fue la única vez que visitó Uruguay. El frío se transformó pronto en un encuentro cálido. Entre la muchedumbre que lo acompañó, el diálogo amoroso, término que utilizaría muchas veces para referirse a la acción educativa, logró que el frío se transformara en calor humano, en emoción al tenerlo ahí cerquita, con esa barba blanca y esa entrante calva que lo inmortalizó. Fue en el entonces Instituto de Psicología de la Universidad de la República, en la calle Leguizamón.

En los 100 años de su nacimiento, recordarlo en la Casa del Maestro, en la calle Soriano, fue haber vivido algo de su pedagogía. Estaba previsto que fuera al interior de la casa sindical, pero la multitud hizo que se dirigiera al público presente en la calle, desde el balcón, una experiencia que como lo mencionara él, no había vivido ni siquiera en su propio país. Presentado por Reina Reyes, se volvió un diálogo con educadoras y educadores, una experiencia pedagógica para repensar en los tiempos que corren.

En este 2021 se cumplen 100 años de su nacimiento y se le hacen homenajes en buena parte del mundo, en particular en América Latina. Se trata del más notorio referente de la pedagogía latinoamericana del siglo XX, pero la trascendió: no sólo tuvo una importante participación en los procesos descolonizadores en África, sino también en Estados Unidos y Europa.

Su pedagogía fue una construcción desde la praxis; pensaba mientras andaba, y mientras andaba junto a los desposeídos de todo, los desharrapados del mundo, como los definía. Creaba la pedagogía de hombres y mujeres oprimidas. No delante ni detrás, sino junto al hacer de personas luchadoras, los condenados de la tierra, favelados, indígenas, afrodescendientes, blancos pobres.

Creo que un aspecto esencial a considerar es que hoy Paulo Freire merece ser leído teniendo presente lo que él mismo decía en cuanto a que no repitiéramos su pensamiento sino que lo recreáramos, lo rehiciéramos, no a la luz de nosotros sino del mundo y de las circunstancias históricas en las que nos situáramos. Como bien escribe en Grito Manso: “Tenemos que comprender que las luchas de los pueblos atraviesan etapas diferentes y esas etapas tienen dificultades diferentes”.

Paulo Freire: un pensador de oposiciones superadoras

Cuando se habla de transformaciones, Peter McLaren, su amigo y uno de los principales referentes de la pedagogía crítica norteamericana, nos invita a captar las oposiciones a las que recurre en sus obras de tal modo que esas oposiciones no se transformen en categorías fijas, ya que vivimos en un mundo muy complejo en el que los humanos están siempre interrelacionados. Aludiendo a una de sus obras más conocidas, McLaren se pregunta: “¿Quiénes son los oprimidos hoy?”.

Son esos “nadies” que, desde hace más de 500 años, en medio de una pandemia de ribetes universales, en el continente más desigual del planeta, decidieron salir a defender su memoria colectiva, su lengua, sus atuendos, su comida, su alegría danzarina y su polifonía musical como el más hermoso acto de rebeldía ancestral. Ellos, como nadie, aprendieron esa máxima freiriana de que las formas de acción política se reinventan. Como lo expresa Adriana Puiggrós, en estos tiempos de fatalismo neoliberal que nos condenan al inmovilismo de que nada se puede hacer, fatalismo neoliberal del discurso cerrado y único que no se abre al conjunto de la sociedad, que ha maltratado el concepto de libertad, que no dialoga, que no integra, los pueblos oprimidos se abren y muestran la esencia de su rostro a esa parte de la sociedad que los silencia.

Son esos millones de jóvenes colombianos que, cansados de tanto no tener nada, salieron a las calles en todos los rincones del país, en ese gran Paro Nacional, para denunciar a los despojadores de siempre y usurpadores de la riqueza del pueblo colombiano. Son la Minga indígena que sale con orgullo del ostracismo al que fueron condenados. Salen a luchar con su resistencia acumulada por siglos en bandas musicales, con sus danzas tradicionales, a gritar al mundo la alegría de su reserva cultural resguardada en sus comunidades.

Son los jóvenes estudiantes chilenos hartos de que les vendieran todo a los capitales multinacionales enriqueciendo a unos pocos de la élite oligárquica y tuvieran que pagar por algo tan elemental como el derecho humano a la educación pública y gratuita. Dijeron basta al aumento de 30 pesos del boleto, que no eran 30 pesos, eran 30 años de represión, de abuso pinochetista al servicio de los grandes capitalistas. Son los pobres de las poblaciones, los mapuches que alzaron sus voces y lograron sentarse a una mesa para pensar juntos como ciudadanos y ciudadanas dignos, con derechos. Asumieron la unidad en la diversidad para dialogar en sentido freiriano y escribir una nueva constitución para que sea posible entablar nuevas relaciones y construir un Chile plurinacional. Un diálogo que no cosifique al otro sino un diálogo en el que se crea en los que han sido silenciados, en los que han sufrido el asalto deshumanizante.

Con el asesinato del afroestadounidense George Floyd en Estados Unidos, son los protagonistas de las movilizaciones antirracistas, dice Peter McLaren. Él trata, siguiendo el pensamiento freiriano, de integrar estos movimientos a la pedagogía crítica. Se intenta prohibir la historia de la esclavitud porque los euroestadounidenses blancos tienen miedo a lo que llaman “un invierno demográfico” en el que sean suplantados por población afrodescendiente o inmigrantes latinos, descalificados, según ellos.

Esos movimientos antirracistas surgen desde el territorio, se enfocan en lo colectivo, movilizan a los actores que viven en campamentos, lugares ocupados en los barrios, los desplazados por razones étnicas, ecológicas, para pensar en algo que Freire llamó la ecopedagogía y la geopedagogía.

Siguiendo con la lógica de las oposiciones: “¿Quiénes son los opresores hoy?”, se pregunta McLaren. A modo de ejemplo, en “las entrañas de la bestia”, como suele decir, durante la era Trump se expandieron los movimientos evangelistas pentecostales que siguen difundiendo la idea de que Donald Trump es una especie de elegido de Dios y en la que mucha gente cree. Aprovechando la pandemia, fuerzan a las familias a continuar con la educación en el hogar y así enseñar la religión conservadora. Como ya planteamos, siguen siendo los capitales transnacionales, las élites dominantes, los latifundistas que arrasan la Amazonia, que se adueñan y mercantilizan las reservas de agua y gas natural, los generadores del extractivismo, los que contaminan el ecosistema y obligan a grandes desplazamientos humanos.

Como manifiesta Carlos Rodríguez Brandão, el mal gobierno y el gobierno del mal de Jair Bolsonaro y sus aliados poderosos quieren borrar la figura de Freire. La descalificación es permanente, quieren desaparecerlo de la pedagogía de Brasil, así como Mauricio Macri lo mandó sacar de la bibliografía de la formación de los educadores en Argentina. Sin embargo, está más vivo que nunca. La pandemia virótica y el pandemonio no han impedido que universidades públicas y privadas, cooperativas, las comunidades de las favelas, el Movimiento de los Sin Tierra, en todo el país y fuera de él, lo recuerden, lo homenajeen y recreen su pensamiento.

Freire nos invita a pensar que la pedagogía es política y la política es pedagógica. La pedagogía como política de reflexión y acción y la política como pedagogía de transformación.

La educación a la que llamó bancaria sigue siendo la educación de los ricos, de los poderosos, donde el otro no existe. Es la educación que ignora a los educadores, a los pueblos originarios, a los pueblos afro, a los trabajadores, a los desocupados, a los inmigrantes pobres. Es la educación de la sociedad del espectáculo neocolonizador, profundamente enraizado en nuestras subjetividades, que desconoce la identidad cultural de los pueblos, la naturaleza, el cosmos, las actividades productivas de los colectivos aborígenes, de las cooperativas, de los talleres de telares.

En cambio, la educación liberadora, la educación problematizadora, la educación dialógica que propone el pedagogo brasileño es el sustento para romper hoy con el colonialismo y el neocolonialismo, que trajo consigo el patriarcado al que enfrentan hoy los movimientos feministas y LGTB en gran parte del mundo o la revolución de las viejas en Argentina.

Hemos visto hace poco tirar monumentos de Cristóbal Colón en Colombia como símbolo del colonialismo instaurado desde hace más de 500 años y, en su lugar, subirse a su basamento como afirmación simbólica de que los desposeídos siguen siendo, quieren ser sujetos de la historia y no objetos deshonrados. Freire nos deja la posibilidad de aprender a leer la realidad desde la propia historia de los pueblos que han sido desconocidos para escribir la historia desde ese desconocimiento, desde esa invisibilización. Aprender cómo hablan esas voces que nunca han sido escuchadas. Aprender a leer los límites cuando las condiciones son adversas para los desharrapados, pero también aprender a leer las posibilidades de transformación desde esas condicionantes que se pueden transformar.

Freire y el mundo de la pandemia

Como bien expresa el pedagogo chileno Jorge Osorio Vargas, en el mundo de la pandemia se vive en la extrañeza, en la inseguridad de la incertidumbre. Al mismo tiempo que la pandemia desnuda las desigualdades y las injusticias ya existentes, nos enfrenta al desafío de dar cuenta de cómo las personas y comunidades construyen estrategias a los riesgos que vivimos. La excepcionalidad de la pandemia –dice– es un agregado a la falta de vivienda, de salud, de educación, de posibilidades de vivir en un vecindario con dignidad básica.

La epidemia nos ha puesto frente a la precariedad y la injusticia, pero Freire nos deja pistas, porque él fue un alternativista, nos deja la posibilidad de construir alternativas teniendo presente las realidades actuales que se viven. Vivimos un contexto de vulnerabilidad que no es un pensamiento miedoso –dice Osorio–, sino que hay que mirar el sufrimiento, la extrañeza y desde ahí afrontar los desafíos transformadores. La metaexclusión de la pandemia radicaliza la vulnerabilidad, los miles y miles de muertes evitables, los niños y niñas que no pueden ir a la escuela y que no tienen formas de conectarse a la virtualidad, los padres y madres que pierden sus trabajos ya precarios, sus viviendas, sus tierras.

Paulo Freire fue un latinoamericanista, él nos invitó a no perder la capacidad de soñar, sobre todo en tiempos difíciles como los que vive América Latina hoy. Basta observar cómo responden las comunidades que están sufriendo: una pedagogía desde la pobreza, desde el riesgo, pero una pedagogía de la resistencia para que las comunidades sean gestoras de vidas más dignas. Son justamente las adversidades, y es por ellas que no hay que perder la capacidad de soñar con cambiar las condicionantes adversas.

Siguiendo con Osorio, estamos viendo nacer las semillas de las comunidades desposeídas que prometen germinar algo incierto aún, un futuro que no podemos definir a ciencia cierta. Las comunidades, los barrios, los estudiantes han asumido el sufrimiento y están gestando procesos de resistencia.

Y aquí creo que vale tener presente que Freire nos habla del miedo de los poderosos y del miedo de los dominados como miedos diferentes. En las luchas que se dan en América Latina, en Estados Unidos, vemos cómo los pobres, los estudiantes, la ancestralidad africana van perdiendo el miedo a la libertad puesto que, como dice Freire, “se sienten capaces de asumir el riesgo de asumirla”, de ahí nace la valentía que les permite enfrentar las represiones de la élite dominante. Élite que tiene miedo, pero el miedo es otro, es el miedo de perder sus privilegios, y apela a la represión y al lenguaje del terror.

Cambiar es difícil pero posible

Cambiar es difícil pero posible, nos advierte Paulo Freire. No estamos determinados por las realidades históricas que nos imponen los poderosos, estamos condicionados por esas realidades que ellos imponen. Pero los pueblos son capaces de tomar conciencia de esos condicionamientos, unirse y luchar para cambiar esas condiciones en favor de los postergados de siempre. “Es precisamente la relación entre la dificultad y la posibilidad de cambiar el mundo lo que introduce la cuestión de la conciencia en la historia”, afirma Freire.

Se reitera en los homenajes la idea del inédito viable como un concepto importante para comprender los estallidos sociales. La miseria, el hambre, la desocupación se transformaron en situaciones límite que estimularon la necesidad de manifestarse, provocando muy diversas formas de expresión que se recrean en formas colectivas de concientización desde su condición de oprimidos. Van dejando al descubierto lo inédito de esas movilizaciones colectivas, que es lo que precede a descubrir las posibilidades de la viabilidad de cambios más profundos. Cambios que aún no se percibe cómo serán, pero van haciendo camino, como la retirada de la reforma tributaria y la intentona aún más privatizadora de la salud pública en medio de una pandemia que deja sin atención a millones de personas en Colombia.

Es el plebiscito para nombrar los y las constituyentes que redactarán la nueva constitución en Chile y que acaban de elegir a una activista y académica mapuche como presidenta de la Convención Constituyente.

Son los indígenas y campesinos, ronderos, jóvenes y viejos que se sintieron identificados con el lápiz y un sombrero de campesino de un maestro de escuela rural como símbolo de la unión entre la educación y la tierra y salieron a defender su voto en las calles de Perú, compartiendo abrigo, ollas populares y la esperanza en que uno de ellos llegara al gobierno. Es la lucha de todas las sangres, expresan los campesinos peruanos.

En América Latina, en Estados Unidos, en África, es la misma lucha, pero no es la misma lucha. Paulo Freire acompañó los procesos de descolonización europea en África, pero la decolonialidad es hoy una noción que hay que deconstruir a la luz de las realidades actuales. No me sigan, recreen mi pensamiento –nos advertía–, porque la historicidad es un principio fundamental que recorre su obra. Los seres humanos somos seres situados en una historia, en una cultura, en un tiempo y espacio determinado.

Y no olvidar que Freire nos invita a pensar que la pedagogía es política y la política es pedagógica. La pedagogía como política de reflexión y acción y la política como pedagogía de transformación.

A modo de cierre, traer a luz una experiencia que le pasó a él, narrada al inicio de Pedagogía de la esperanza. Allí Paulo Freire deja bien claro que la naturaleza de la educación es política. “Eso fue lo que ocurrió en un encuentro realizado recientemente en la Unesco, en París, según me contó uno de los que participaron en él, en que representantes latinoamericanos me negaban la condición de educador. Que obviamente no se negaban a sí mismos. Criticaban en mí lo que les parecía mi politización exagerada. No percibían, sin embargo, que al negarme a mí la condición de educador, por ser demasiado político, eran tan políticos como yo. Aunque ciertamente, en una posición contraria a la mía. Neutrales no eran ni podrían serlo”.
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*Gladys Rodríguez Jourdan es docente y licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de la República, Uruguay

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