jueves, 25 de octubre de 2018

CUNA DE LOS PRIMEROS VERTEBRADOS FUERON EN AGUAS COSTERAS POCO PROFUNDAS, AFIRMA ESTUDIO

Los primeros peces se originaron en aguas marinas cerca de la costa

El lugar de origen de los primeros vertebrados ha sido siempre un tema debatido en paleontología. Las hipótesis apuntaban hasta ahora a las zonas de arrecifes, de agua dulce o incluso del océano abierto, basadas en el análisis de escasos y pequeños fragmentos fósiles. Un nuevo estudio señala que la cuna de los primeros vertebrados fueron en realidad las aguas costeras intermareales y poco profundas.

SINC 

Recreación de un Bothriolepis, un placodermo acorazado que vivió principalmente en la costa. / Nobumichi Tamura

Los primeros vertebrados en la Tierra fueron peces, y los científicos creen que aparecieron por primera vez hace unos 480 millones de años. Pero los registros fósiles son irregulares y solo se han podido identificar pequeños fragmentos. Unos 60 millones de años más tarde, hace 420 millones de años, el registro fósil muestra algo completamente diferente: una gran variedad de especies de peces en masa.

“Desde los primeros peces acorazados sin mandíbulas hasta los tiburones o incluso nuestros propios antepasados empezaron cerca de la playa”, dice Sallan

¿Pero dónde estaban realmente los peces? ¿Dónde se originaron? Un equipo de científicos, liderados por Lauren Sallan de la Universidad de Pennsylvania en EE UU, ha tratado de responder a estas cuestiones en un estudio publicado en la revista Science.

Hasta ahora la comunidad científica presumía que los primeros peces se desarrollaron en arrecifes de coral, dada la gran biodiversidad de peces que existe en la actualidad en esos ecosistemas, pero la búsqueda durante décadas en estos lugares no ha dado resultados.

El grupo de científicos analizó los fósiles de vertebrados desde el Paleozoico medio (entre hace 480 y 360 millones de años), así como los marcadores ambientales que indican sus antiguos hábitats. Con esta información los investigadores crearon una base de datos con 2.728 registros tempranos para peces con mandíbulas y sin mandíbulas. “Es un nuevo conjunto de datos realmente grande”, dice Sallan.

Los resultados indican que todos los grupos principales de vertebrados tempranos, incluidos los peces con y sin mandíbula, se originaron y diversificaron en entornos intermareales y submareales cerca de la costa, a lo largo de un período de 100 millones de años.

“Nuestro trabajo muestra que desde los primeros peces acorazados sin mandíbulas hasta los tiburones o incluso nuestros propios antepasados empezaron cerca de la playa, lejos de los arrecifes y más en el interior de la costa. A medida que los grupos antiguos se expandían, los más nuevos también aparecían en la costa”, declara Sallan, autora principal del trabajo y paleobióloga en la universidad estadounidense.

Estos hallazgos ayudan a llenar el vacío que existía en la comprensión de la diversificación temprana de los vertebrados, ya que hasta el momento se habían explorado poco los antiguos hábitats en los que vivieron.

Una pareja de Pituriaspis que también se originaron en la costa. / Nobumichi Tamura
Entender la evolución de los peces

El equipo pudo reconstruir la información incompleta del registro fósil utilizando modelos matemáticos, lo que permitió hacer predicciones sobre el tipo de hábitat en el que surgieron los primeros ancestros de varios grupos de vertebrados.

“Una de las cosas que queremos saber es si estas aguas poco profundas siguen siendo la bomba biológica que alimenta el arrecife”, subraya la autora

“Para los vertebrados, encontramos que se originan en esta área poco profunda e inesperada de los océanos, y permanecen en esta área limitada durante mucho tiempo después de que emergen”, recalca la científica.

A medida que estas poblaciones cercanas a la costa se diversificaban, las adaptaciones en los patrones corporales les permitieron extenderse a otros entornos. Según los autores, las criaturas más fuertes permanecieron en los hábitats cercanos a la costa o al agua dulce, mientras que las de cuerpos más gráciles colonizaron las aguas más profundas para evitar el aumento de la competencia, a medida que los hábitats someros y confinados cercanos a la costa se llenaron de vida.

Estas nuevas explicaciones en el registro fósil permiten además comprender el hecho de que, a lo largo del tiempo, muchos grupos de peces se trasladaron del océano al agua dulce, mientras que otros evolucionaron hasta convertirse en los primeros tetrápodos, los vertebrados terrestres.

“A menudo acudían al agua dulce antes de ir a los arrecifes, que es casi una línea de evidencia independiente de que hubieran tenido que haber estado cerca de la costa antes de hacerlo”, dice Sallan.

En la actualidad, nadie ha realizado un estudio exhaustivo similar sobre las especies de vertebrados vivos. “Una de las cosas que queremos saber es si estas aguas poco profundas siguen siendo la bomba biológica que alimenta el arrecife”, subraya Sallan.

Si ese fuera el caso podría haber algún pequeño consuelo ante las muertes masivas de arrecifes en todo el mundo. Según los científicos, es posible que estas aguas poco profundas sigan siendo la cuna de la diversificación de los peces, permitiendo que la biodiversidad persista a pesar de la escasez de hábitat de los arrecifes.
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Referencia bibliográfica:
L. Sallan et al. “The nearshore cradle of early vertebrate diversification” Science 25 de octubre de 2018

Zona geográfica: Internacional
Fuente: SINC
https://www.agenciasinc.es/Noticias/Los-primeros-peces-se-originaron-en-aguas-marinas-cerca-de-la-costa

domingo, 21 de octubre de 2018

NARANJA MECANICA O MERCANTILIZACIÓN DE LA VIDA

El barniz naranja de la banalidad equivale a metamorfosearnos en materia insustancial.
¿Economía naranja o naranja mecánica?
Establecer una relación directa entre cultura o creatividad y desarrollismo es en sí mismo un hecho limitante del sentido de las creaciones.

Álvaro Sanabria Duque

Fernando Maldonado, Conócete a tí mismo, óleo sobre lino, 80 x 100 cm (Cortesía del autor)

“La industria cultural ofrece como paraíso la misma vida cotidiana de la que se quería escapar. Huida y evasión están destinadas por principio a reconducir al punto de partida. La diversión promueve la resignación que se quisiera olvidar precisamente en ella”. 
Adorno Y Horkheimer

La expresión “naranja mecánica” nos remite de inmediato al icónico filme que con ese título dirigió Stanley Kubrick, como una adaptación de la novela del mismo nombre del escritor británico Anthony Burgess. El título de la novela, que según el mismo Burgess expresa la yuxtaposición de dos cosas incompatibles, nos lleva a pensar en la extrañeza de la alegría producida por el ejercicio de la violencia.

En efecto, la presencia abrumadora de Beethoven, como trasfondo enigmático de la película –de forma muy particular su novena sinfonía, conocida también como el Himno de la alegría– y la pasión que Alex DeLarge, personaje central de la “Naranja mecánica”, muestra simultáneamente tanto por la práctica de la crueldad como por la melodía del músico alemán, fuerzan a establecer la relación. ¿Se trata, entonces, de una alusión a que la alegría derivada de la violencia, es la bipolaridad que caracteriza la modernidad? DeLarge es sometido al “método ludovico” para ser curado de su agresividad patológica, y en él tiene que padecer, sin pestañear, una serie de imágenes violentas, que en su inconsciente deben quedar asociadas a sensaciones desagradables provocadas por drogas previamente suministradas. El resultado de su curación es su conversión en un ser ataráxico, que acaba también rechazando los sonidos de la música de Beethoven, pues los compases de fondo de algunas de las duras imágenes eran del compositor alemán. ¿Eliminada la violencia, perdida la energía junto con la alegría y el disfrute del arte?

La breve pero significativa alusión al “Triunfo de la voluntad”, el famoso documental propagandístico nazi de Leni Riefenstahl, durante la aplicación del “método Ludovico”, y el hecho mismo que ese tratamiento buscara ser usado como propaganda gubernamental, conduce a reflexionar sobre el papel central del espectáculo en las sociedades altamente mercantilizadas de la modernidad, y a preguntarnos sobre el papel de éste como sucedáneo del placer de la acción y ejercicio sublimado de la violencia, en el mejor de las casos, o, en el peor, al de la violencia como entretenimiento visual. Que el espectáculo haya sido convertido en industria y que a su alrededor haya sido construida toda una rama delimitada de la producción mercantil, la llamada industria cultural, y que el producto final de ésta sea el entretenimiento, es algo que marca cada vez más la actual etapa posindustrial del capitalismo.

Es sobre este tema que el actual presidente de Colombia es coautor de una cartilla en la que motejan como “economía naranja” las actividades dedicadas al entretenimiento (1). Los autores inician el contenido usando como epígrafe la frase de una canción de Frank Sinatra: “El naranja es el color más feliz”, y luego de señalar que los egipcios lo usaban en las tumbas de los faraones, y que también es el color del vestuario de los santones budistas e hinduistas, nos enseñan que en Occidente es el color del entretenimiento y la frivolidad, descorriendo así el velo de lo que en realidad está detrás del nombre. La fachada de seriedad la apuntalan con el uso reiterado de las palabras cultura, creatividad e innovación que aparecen santificando el escenario en el que los miembros más destacados del santoral son Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerber y Richard Branson (llama la atención la ausencia en la lista de Jeff Bezos), para luego, con un lenguaje y estilo de una liviandad digna de revista del corazón, gritarnos con signos de admiración que ¡la cultura no es gratis!, y que podemos hacernos inmensamente ricos si nos atrevemos a “innovar” en el ilimitado mundo de la diversión.
Industria de la cultura y frivolización de la vida

Una de las primeras reflexiones sistemáticas sobre la cultura industrializada aparece en el trabajo de Max Horkheimer y Teodor Adorno Dialéctica de la ilustración, en el capítulo titulado La industria cultural: ilustración como engaño de masas, y en el que las técnicas de la reproducción masiva de imágenes, sonidos y símbolos son señalados como el determinante que define el nuevo papel del arte y su condición subsidiaria de la ganancia y la publicidad.

Allí dicen Adorno y Horkheimer: “Por el momento, la técnica de la industria cultural ha llevado sólo a la estandarización y producción en serie y ha sacrificado aquello por lo cual la lógica de la obra se diferenciaba de la lógica del sistema social. Pero ello no se debe atribuir a una ley de desarrollo de la técnica como tal, sino a su función en la economía actual. La necesidad que podría acaso escapar al control central es reprimida ya por el control de la conciencia individual” (2), remarcando que las manifestaciones culturales serializadas, a diferencia de las que no estuvieron influenciadas por la masificación, lejos de permitir a los seres humanos descentrarse de las lógicas sociales dominantes los hunden más en sus espesas aguas, pues la subsunción real en el sistema del capital propicia asumir sus valores y principios.

Como lo expresan Horkheimer y Adorno, la estandarización es en sí misma la negación del arte, pues históricamente éste ha basado su función en mostrar perspectivas no experimentadas y, por tanto, en su carácter de realidad distinta. De allí que arte y diversión no han ido de la mano, pues el arte cuestiona, incita, mientras la diversión anestesia, usando contenidos que le prolongan al sujeto, como espectador, su cotidianidad, sin que tenga que experimentar como realidad las angustiosas situaciones del diario vivir. “La diversión es la prolongación del trabajo bajo el capitalismo tardío. Es buscada por quien quiere sustraerse al proceso de trabajo mecanizado para poder estar de nuevo a su altura, en condiciones de afrontarlo. Pero, al mismo tiempo, la mecanización ha adquirido tal poder sobre el hombre que disfruta del tiempo libre y su felicidad, determina tan íntegramente la fabricación de los productos para la diversión, que ese sujeto ya no puede experimentar otra cosa que las reproducciones del mismo proceso de trabajo. El supuesto contenido no es más que una pálida fachada; lo que deja huella realmente es la sucesión automática de operaciones reguladas. Del proceso de trabajo en la fábrica y en la oficina sólo es posible escapar adaptándose a él en el ocio. De este vicio adolece, incurablemente toda diversión” (3).

El centro de la llamada industria cultural es, entonces, el entretenimiento, y si bien no puede considerarse su único componente, hoy no sólo es el más importante en cuanto a su tamaño, sino que es el que marca la pauta del desarrollo de las demás actividades. La repetición, sin fin, de un mismo argumento en las telenovelas, las secuencias de las sagas en el cine desde la “legendaria” “Rocky”, pasando, más recientemente, por “Harry Potter”, “Piratas del Caribe”, o “Crepúsculo”, señalan claramente la captura y el encierro en la simplificación experimentada por la imaginación en la etapa de la producción en masa.

Esencia del arte industrializado, la simplificación y multiplicación de lo mismo, que ya el arte pop, y de forma muy particular Andy Warhol, puso en evidencia, reiterándose en un mismo cuadro con la multiplicación calcada de las latas de sopa, botellas de gaseosa o rostros de estrellas del espectáculo. Y así como una mentira repetida ad nauseam en los medios masivos de comunicación convencionales termina convertida en verdad para los receptores, una imagen del espectáculo, reiterada, es transformada en realidad. Entre-tener (que no significa otra cosa que intervalo en el que somos tenidos), no sólo ha sido convertido en la actividad principal del control social, sino que ha contribuido a ensanchar los límites del período de la producción, pues ahora el ocio también es tiempo de valorización del capital.

En 1997, Gran Bretaña creo al interior del Departamento de Cultura, Deporte y Medios una división dedicada a las Industrias Creativas (Creative Industries Task Force), dando así nacimiento formal a la búsqueda de la configuración de un aparato regulador de lo que ha ido constituyéndose de forma institucionalizada como Industria Cultural, y que Adorno y Horkheimer habían anticipado. La confusión acerca de las actividades que deben incluirse en el sector es patente, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad por sus siglas en inglés), por ejemplo, reconoce que “Definir los conceptos de industrias creativas e industrias culturales conlleva a importantes contradicciones y desacuerdos en las publicaciones académicas y en los grupos donde se crean las políticas. En ocasiones la distinción es realizada entre industrias creativas y culturales y en otras, ambos términos se utilizan de manera intercambiable” (4).

Tal indefinición, conveniente a los intereses de la mercantilización de la vida, va acompañada de la minimización que los efectos de la masificación y la reproductibilidad técnica tienen en la función misma de la obra de arte –y que autores como Walter Benjamín habían tratado (5)–, así como del hecho que este tipo de productos necesariamente esté relacionado con la creación de valores y, por tanto, cargue una connotación ideológica.

Sobre este particular, en su Informe sobre la economía creativa de 2013, dice la Unesco: “Esta visión pesimista sobre la relación entre la cultura y la empresa capitalista todavía es mantenida por algunos. Este es, especialmente, el caso de la izquierda, sobre todo en el contexto de debate actual sobre la amenaza de la homogeneización cultural global. Esta visión también se basa en una perspectiva de la cultura y la economía como mutuamente hostiles, cada una guiada por lógicas tan incompatibles que, cuando ambas convergen, la integridad de la primera siempre se ve amenazada. No obstante lo anterior, a comienzos de los años 60, muchos analistas empezaron a reconocer que el proceso de mercantilización no siempre o no necesariamente acaba resultando en degeneración de la expresión cultural. De hecho, a menudo sucede lo contrario, porque los bienes y servicios generados industrialmente (o digitalmente) poseen claramente muchas cualidades positivas” (6)..

En este párrafo la sinonimia entre “empresa capitalista” y “economía” es establecida como si en realidad fueran conceptos intercambiables. Que las manifestaciones artísticas sean actividades sociales en cuya creación siempre están involucrados elementos materiales producidos, hace qué en uno de sus muchos sentidos, sean hechos económicos, pero, de allí a que por eso su producción deba tener por fin la generación de una ganancia, o qué en caso de ser así, pueda afirmarse que eso no altera el contexto de la creación, es otra cosa. Establecer una relación directa entre cultura o creatividad y desarrollismo es en sí mismo un hecho limitante del sentido de las creaciones. Además, que en el saco de la industria cultural sean mezcladas actividades tan diversas como turismo, deporte-espectáculo o investigación, por ejemplo, ya es algo que debe hacer sonar las alarmas.

Haciendo cuentas

Como ejemplo de dinamismo y perspectivas de futuro de la economía naranja, la cartilla del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), expresa de forma exaltada que Hollywood, en Estados Unidos, Bollywood, en la India y Nollywood, en Nigeria, producen en conjunto más de cuatro mil películas por año, para resaltar con signos de admiración que son ¡más de ochenta películas por semana!, sin señalar que la gran mayoría son obras en serie, estereotipadas y cuya meta máxima es sobrevivir unos pocos días en exhibición para recuperar los costos, y en las que guionistas, actores, directores y técnicos, son trabajadores precarios que viven al filo del desempleo y sin casi ninguna garantía de seguridad social. Las grandes cifras de las estrellas mediáticas de los medios audiovisuales y del deporte-espectáculo que la prensa destaca, sirven como cortina que oculta que en la base de esas actividades las condiciones laborales de los trabajadores “invisibles” son mucho más inestables y desreguladas, incluso, que en el resto de los sectores explotados por el capital.

Son las cifras de ingresos por ventas, número de trabajadores ocupados, exportaciones, “valor agregado” o monto pagado por derechos de autor, que es otro de los pilares del sector, pues con ese recurso lo buscado es proteger los intereses de los grandes inversores (7), lo que interesa contabilizar a las entidades multilaterales. Estimular la producción en masa de bienes y servicios “culturales” pasa por un manejo estadístico más exacto, como garantía que la valorización del capital en esos espacios puede ser predicha. Es así como en 1993 las Naciones Unidas crean La Cuenta Satélite de la Cultura (CSC), como una cuenta complementaria al Sistema de Cuentas Nacionales de los diferentes países.

En consonancia con todo ello, el 23 de mayo de 2017 fue promulgada en Colombia la ley 1834 “Por medio de la cual se fomenta la economía creativa –Ley Naranja–, que en su artículo sexto “Cuenta satélite de cultura y economía naranja”, amplía la Cuenta que el Dane abrió en 2005, pero cuyos primeros resultados publicó en 2016.

En el artículo segundo de la misma Ley incluyen a los sectores editoriales, audiovisuales, fonográficos, de artes visuales, de artes escénicas y espectáculos, de turismo y patrimonio cultural material e inmaterial, de educación artística y cultural, de diseño, publicidad, contenidos multimedia, software de contenidos y servicios audiovisuales interactivos, moda, agencias de noticias y servicios de información, y educación creativa, en una mezcla de actividades heterogéneas que, además, dice la Ley, no es aún exhaustiva.

Ahora bien, si observamos la lista, de todos los sectores el que más impacto tiene en las economías del mundo entero, y el más consolidado, es el turismo. Sin embargo, cuando busca venderse la idea que lo “naranja” es algo novedoso, el turismo es soslayado. Y lo es por las fuertes implicaciones sociales que tiene, dado que la llamada “turistificación”, que no es otra cosa que el desalojo de los vecinos, debido al síndrome compuesto de las alzas desmedidas en el valor del alojamiento, las aglomeraciones y el cambio de orientación de las ofertas de bienes y servicios que dejan de ser dirigidas por las necesidades de los residentes permanentes, crea nuevos flujos de desplazados económicos. Los efectos brutales de la masificación sobre poblaciones como las de Barcelona o Venecia, para señalar dos ejemplos, ha dado lugar a que el rechazo al turismo, denominado turismofobia, sea manifestado con ataques a los vehículos de los visitantes, o, incluso, a algunas construcciones consideradas como atractivos.

Es una oferta cada vez más amplia y perversa. Es así como en los últimos años ha ido creciendo el llamado “turismo negro” en el que la experiencia raya con lo malsano. Tal es el caso de someterse a las condiciones de un encarcelamiento brutal –en algunos casos compartido con presos reales–, o recorrer las llamadas rutas “macabras”, que incluyen teatros de guerra o de represión recientes como es el caso de Siria o la Franja de Gaza. En el mismo sentido tenemos las visitas “turísticas” a sectores absolutamente deprimidos como Kibera, la mayor concentración informal de Nairobi y de toda África, por cincuenta dólares, para fotografiar y ser testigo de las condiciones de vida de un millón de personas en la absoluta miseria. En Suramérica, el recorrido más famoso es el de las favelas de Rio de Janeiro.

En Colombia, uno de los casos más conocidos y aberrantes, es el del turismo sexual infantil, que ocupó recientemente las páginas de los periódicos, con la captura de Liliana Campos Puello, más conocida como la “madame”, acusada de reclutar a las niñas ofrecidas a los turistas. Aunque parecen existir casos aún más grotescos e inhumanos como el “tour de la violación”, al parecer dirigido por ciudadanos israelíes, que consiste en que un grupo de jovencitas son drogadas y esparcidas en una finca para luego ser buscadas por un conjunto de “turistas” que literalmente las cazan para violarlas en grupo. Los “innovadores” tienen también en su portafolio El Pablo Escobar tour, en el que ofrecen hacer el recorrido por sitios ocupados por el tristemente célebre delincuente, así como aquellos donde realizó sus delitos más mediatizados. La prensa colombiana reseñó recientemente que las autoridades cerraron el museo en honor al capo instalado por su hermano en el barrio Las Palmas de Medellín, que era parte del recorrido.

Los “optimistas” dirán que nada de eso es lo buscado por el color naranja, y qué en el caso del turismo, se tratará de una oferta de calidad y sustentable (cualquier cosa que eso signifique), y que respecto de los filmes, los productos televisados o producidos para la red y los best sellers, son el costo que debe pagarse en una sociedad abierta, pero, lo que igualmente debe entenderse es que bajo la ley de la oferta y la demanda lo fácilmente digerible, como las comidas rápidas, es lo que acaba imponiéndose. ¿Es, entonces correcto que los recursos y esfuerzos del Estado le apunten a eso? La marca Colombia y “vender el país” es acá tan literal como en el extractivismo.

El exhibicionismo y el voyeurismo, cada vez más desarrollados en esta sociedad del espectáculo, invita a parafrasear a Hanna Arendt, que en su libro sobre la captura y ejecución del nazi Adolf Eichmann, se refería a la “lección terrible de la banalidad del mal”, pues hoy, uno de los mayores peligros lo representa la maldad de la banalidad. Arendt, en ese texto muestra como Eichmann terminó confundiendo su ejecución con un espectáculo, pues luego de rechazar soberbiamente cualquier ayuda le dijo a sus verdugos que muy pronto, caballeros, volveremos a encontrarnos: “En el patíbulo, su memoria le jugó una mala pasada; Eichmann se sintió «estimulado», y olvidó que se trataba de su propio entierro” (8). El terror es también espectáculo y ya sea que lo practique el Estado formalmente como en la pena de muerte, o que lo imponga cualquier otro actor, lo central es paralizar a quien lo visualiza.

La economía naranja, entonces, gira alrededor de lo espectacular y su color no es el de la felicidad, o mejor sí, de la felicidad de unos pocos a costa del malestar de muchos. Es el color de una naranja mecanizada, que es negación de lo vivo.

Sin duda, y contrario a lo que ahora pretende Duque y el gobierno que encabeza, las manifestaciones más complejas del ser humano no deben estar sometidas a la ley de la oferta y la demanda ni al cálculo de las ganancias. El barniz naranja de la banalidad equivale a metamorfosearnos en materia insustancial.
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1. Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque Márquez, La economía naranja, una oportunidad infinita, BID-Aguilar, 2013. 
2. Max Horkheimer y Teodor W. Adorno, Dialéctica de la ilustración: fragmentos filosóficos, Trotta, 1998, p. 166.
3. Ibíd., P. 181.
4. Unctad, Economía creativa: una opción factible de desarrollo, PNUD-Unctad, 2010, P. 45.
5. Walter Benjamín ve la posibilidad del uso de la reproducción mecánica del arte como un instrumento de desacralización del “aura” de las manifestaciones artísticas excluyentes, luego del triunfo de la Revolución, en su trabajo titulado La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. 
6. Unesco, Informe economía creativa, edición especial 2013, ampliar los cauces del desarrollo local. P. 20
7. La ley 1834 del 23 de mayo de 2017, promulgada para fomentar la economía creativa (Ley Naranja), dice en su artículo primero: “La presente ley tiene como objeto desarrollar, fomentar, incentivar y proteger las industrias creativas. Estas serán entendidas como aquellas industrias que generan valor en razón de sus bienes y servicios, los cuales se fundamentan en la propiedad intelectual”.
8. Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén, DeBolsillo, 2011, p. 368.
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*Economista, integrante del Consejo de redacción Le Monde diplomatique, edición Colombia.

Fuente: https://www.desdeabajo.info/colombia/item/35357-economia-naranja-o-naranja-mecanica.html

lunes, 15 de octubre de 2018

JUEGO DIDÁCTICO CONTRIBUYE A COMBATIR EL BULLYING

Juego didáctico contribuye a combatir el bullying

Inspirado en la estrategia Kiva, desarrollada y aplicada con éxito en Finlandia, el juego diseñado en la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) involucra a tres actores: abusador, abusado y espectadores.

Agencia de Noticias UN-



Toru, el juego didáctico creado por los estudiantes María Angélica Lozano y Mauricio Salas, de Diseño Industrial de la U.N., ha sido probado con resultados positivos en adolescentes entre los 13 y 14 años en uno de los colegios distritales de Bogotá, ubicado en la localidad de Bosa.

El juego está integrado por un kit que incluye varias actividades didácticas: la primera es una etapa de diagnóstico, en la que a partir de una infografía se identifican los conceptos de bullying o acoso escolar, inteligencia emocional y violencia.

La segunda es un laboratorio de creatividad que prepara a los participantes para proseguir con las siguientes tres etapas: autorreconocimiento, reconocimiento del otro, e identidad de grupo.

Inspirados en el toro como personaje que se destaca por su fortaleza pero cuyo carácter violento se despierta solo cuando es provocado por factores externos, esta figura se emplea para trabajar alrededor de dos de las falencias que más se destacaron durante el proceso de diagnóstico: respeto y empatía.

“La idea es que a partir de un esquema inicial que les proporcionamos, los jóvenes construyen un personaje en tercera dimensión que reúne sus principales características físicas”, explica el tesista.

En seguida se desarrolla un juego de roles, en el que cada uno debe identificar su papel dentro de la familia y la sociedad, gustos y actividades favoritas, de tal manera que se den cuenta de cuán variado puede ser rol de cada uno de ellos.

Mapa de barrio

En la siguiente fase se busca identificar qué se piensa o escucha de ellos y qué se dice o se siente, con el fin de establecer qué piensan los otros de cada uno, para luego efectuar un mapa del barrio, en el que algunos de los lugares más representativos se asocian con una serie de emociones.

Acción, reflexión e imaginación serán otros tres factores que se irán desarrollando en el transcurso de 12 actividades, de tal manera que se propicie un diálogo entre los participantes y sus orientadores.

Como muchos de los niños de la escuela en la que se hizo la investigación son hijos de desplazados, el juego también hace énfasis en identificar aquellas diferencias según los lugares de origen, de manera que los ellos puedan recrear esos mundos y compartirlos con los demás.

Finalmente se espera que los menores elaboren una serie de disfraces que los identifiquen ante el resto de sus compañeros, con sus virtudes y defectos, para que se puedan comparar entre ellos.

La propuesta es un aporte a la solución del “matoneo” que se presenta en las instituciones escolares y que según el Ministerio de Educación Nacional, aunque ha disminuido desde 2012, continúa superando el 20 % de menores que han reportado ser víctimas de esa actitud.

“Nos quisimos centrar en el bullying porque encontramos que esta es una de las expresiones más frecuentes de la violencia y que además se ejerce entre pares”, precisa la tesista, para quien este es origen de otras prácticas de violencia que luego terminan normalizándose.

“Aunque las realidades que viven estos niños en su entorno familiar y en el barrio es violenta, el juego está encaminado a cambiarlas a partir de la imaginación”, precisa la tesista.

Aunque el bullying es un fenómeno que requiere de otras acciones, la propuesta de los tesistas busca convertirse en una guía capaz de contribuir a un proceso creativo en el que el arte sea uno de los principales pilares.

(Por: Fin/JCMG/MLA/LOF)N.° 401

Fuente: http://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/article/juego-didactico-contribuye-a-combatir-el-bullying.html

viernes, 12 de octubre de 2018

NECESITAMOS UN NUEVO PENSAMIENTO PARA SALVAR EL PLANETA

Necesitamos un nuevo pensamiento para salvar el planeta
El futuro pasa por un mundo asentado en raíces biofilosóficas

Solamente en un mundo asentado en raíces biofilosóficas, la Tierra tiene aún una oportunidad de salir adelante, porque en el Homo Sapiens, absolutamente todos sus hechos, tienen naturaleza biológica. Una contribución para el Club Nuevo Mundo. 

Por Javier del Arco (*).

INTRODUCCIÓN

Pensar y repensar la ciencia es el oficio del epistemólogo. El Club Nuevo Mundo nos invita de manera expresa a contribuir en la medida que cada uno pueda a intentar salvar este deteriorado planeta que es nuestra casa: la Tierra, Gea o Gaia, como prefieran llamarla. Yo creo que si el deterioro de la Tierra comenzó por un mal uso de la tecnociencia por el leño torcido de la humanidad, ha de ser la vara derecha de la misma la que, uniendo una estrategia de tecnociencia e inteligencia emocional, contribuya a su salvación.
 
Gerd Altmann.

La codicia, eje maligno de nuestro mundo 

En los últimos tiempos, el neoliberalismo codicioso y criminal ahora en manos de locos, visionarios y desaprensivos, ha roto todas las barreras desmarcándose del Acuerdo de Paris alcanzado en diciembre de 2015. Rememorando de alguna manera una idea de Ortega, digamos que los jabalíes han encontrado un payaso propio para hacer el trabajo sucio y visible. 

En las entrañas del turbocapitalismo, se adivina una añoranza soterrada y muy oculta por el régimen puramente esclavista propio la edad moderna que los grandes países aplicaban en sus colonias. Si la realidad está por encima de la idea y dicha realidad es la única verdad tangible, de nada sirven las palabras y las instituciones de opereta que representan bonitas ideas que no se materializan. De nada sirve -y me refugio de nuevo en Ortega- el bello clamor y la trova servil de los tenores que ocultan la tragedia de la Tierra y sus pobres -en el sentido literal- habitantes. 

Así está la cosa. 

Una primera reacción por la vía de la ética 

Cierto es que ya hay una serie de agravios a nuestra Gaia que son irreversibles. No voy a detallar estos agravios, traspasados ya los abusos, porque muchos lo han hecho con mucha más autoridad que yo. 

Pero ante el abismo que se abre a nuestros pies, todavía hay un margen para pensar qué se puede hacer. 

A comienzos de la década de los setenta se abrió una potente vía teórica sustentada en la ética -todavía entonces una disciplina respetada- para concienciar y actuar, si hubiese oportunidad para ello. Se desaprovechó la oportunidad porque estaba formulada desde la perspectiva de una ética fuerte. Me refiero al “Principio de responsabilidad” enunciado por el filósofo alemán Hans Jonas en 1973. Pese a que esa vía ha quedado abandonada al decaer la ética e irse ésta debilitando hasta licuarse, he creído conveniente traerlo a colación como argumento histórico en la defensa de la Tierra y como punto de partida para unas reflexiones más profundas sobre esta cuestión fundamental. 

El Principio de Responsabilidad 

Hans Jonas, y en eso acierta de pleno, fija como punto de partida que el humano es el único ser conocido en la Tierra que tiene responsabilidad. 

Ciertamente, solamente los humanos pueden escoger de manera consciente y libre entre diversas posibilidades de actuar ante algo y esa elección siempre tiene consecuencias. La responsabilidad pues, es una consecuencia de la libertad. Libertad. Aquí ya podrían ponerse los primeros reparos. Uno sería de orden neurocientífico (1) y otros de orden práctico, ya que el humano es un ser totalmente mediatizado por sus circunstancias (sean estas las que fueren) de manera que el “yo” está indisolublemente unido a su circunstancia. Además, como señala el Prof. Rubia Vila, el propio “yo” “es una ilusión que aísla al sujeto de su entorno, haciéndole creer que tiene una autonomía que no es real” (2). Esas dos objeciones ponen ya en entredicho la universalidad de la responsabilidad. 

Hecha la salvedad de la conciencia de esas deficiencias y que toda filosofía ha devenido en biofilosofía (3), estimamos conviene iniciar esta serie de reflexiones sobre nuestro presente y futuro del planeta, por los pioneros en comprender su vulnerabilidad. El más significativo fue Hans Jonas. 

La ética de Jonas es deontológica, es decir, formula imperativos. El imperativo que plantea se suscitó al observar e interiorizar reflexivamente los efectos que la técnica, la mecanización y otros factores suponían de amenaza para la vida sobre la Tierra y del planeta en su conjunto. 

Para Jonas, la responsabilidad moral del humano se origina [en los pocos que se origina] por la toma de conciencia personal del riesgo que pende sobre los seres vivos y la naturaleza en general, que se ven amenazados en su existencia por el progreso técnico descontrolado [y la codicia del humano que es el dueño y señor de la técnica, añado yo]. La Tierra y todos los seres vivos que alberga, son vulnerables y ello se observa a simple vista 

Vulnerabilidad comprobada. Ahí reside el fundamento de la ética de Hans Jonas. Y por ello el Homo Sapiens actual tiene la obligación de hacer posible la continuidad futura de la especie. Ese deber, y ahí su profundo parentesco con la ética kantiana, lo expresa en forma de imperativo categórico. 

En su importante libro “El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica” (4), se formula el imperativo categórico-ecológico como prefiero llamarlo: "Obra de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica sobre la Tierra.” 

No voy a entrar en discusiones de escuela ni en su radical oposición a Bloch y su “Principio esperanza”, pues Jonas rechazaba la utopías. Voy a resistirme también a rebuscar reminiscencias heideggerianas y aristotélicas, que las hay, en sus formulaciones. Me he centrado en lo concreto, en una frase imperativa que, traída a nuestro primer quinto
 de siglo XXI, puede servir de punto de partida a la acción a realizar para salvar la Tierra.

Gerd Altmann.

Una nueva visión que quizá pueda contribuir a salvarnos 

Esta formulación primigenia y fuerte no debemos tomarla como un rechazo del progreso tecnológico. Más bien al contrario. Debemos promover, adecuar e inventar nuevas tecnologías para tratar de salvar lo que se pueda de este maltratado planeta. Hay que tener en cuenta que la ciencia ofrece y la tecnología demanda. Y hoy la demanda urgente es de tecnologías salvadoras del planeta; apartando prejuicios, superando supersticiones. 

La ética no es desdeñable aunque se halle en franca decadencia por dilución. Importantes también son los sentimientos que han surgido, tanto por la estética de lo viviente como por una necesidad de dar afecto a los animales en un contexto parcial de desafecto por lo humano, algunas veces justificado. 

La razón juega un papel más importante aún porque el miedo racional, el pavor frío, será a buen seguro un aliado fundamental para salvar lo que quede de nuestro mundo. Nadie quiere morir y el hombre, lobo para el hombre, es quien maquina acabar con su propia especie. 

Tenemos un ejemplo claro. Tras la II Guerra Mundial, en la que en sus horas postreras emergió el poder nuclear, surgió una gran desazón en el mundo. Al extenderse y perfeccionarse hasta límites insospechados, dicho poder nuclear y el terror que inspira, ha sido y sigue siendo el mayor factor de estabilidad. 

Porque la III Guerra Mundial no estalló en su momento y no estalla por el terror egoísta a perder todo y a morir que tienen los poderosos. Solo el miedo vence a la codicia y al egoísmo. Solo en el miedo, incluso en el terror, radica la verdadera salvación. Tristísima conclusión que surge del conocimiento biológico del hombre y no de constructos artificiosos. 

Decía que la filosofía es hoy biofilosofía y ello no es una osadía de visionario. Los últimos avances en neurobiología, genómica y proteómica, nos invitan a pensar en la posibilidad de un humano de naturaleza distinta del anterior. Repensar el Homo Sapiens desde una perspectiva diferente de las anteriores, por un mayor conocimiento de su íntima fisiología, nos impulsa a declarar fenecidos en su conjunto, los fundamentos más potentes de la vieja filosofía, especialmente metafísica y ética. El Homo Sapiens solo puede ser pensado desde una perspectiva biofilosófica. 

Mi opinión, que iré desglosando en sucesivos artículos, es que solamente en un mundo asentado en raíces biofilosóficas, la Tierra tiene aún una oportunidad de salir adelante, porque en el Homo Sapiens, absolutamente todos sus hechos, tienen naturaleza biológica.   
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(*) Javier del Arco es Biólogo y epistemólogo. Editor del Blog Biofilosofía de Tendencias21 y Socio Ejecutivo del Club Nuevo Mundo.

Notas 

(1) Rubia Vila, F.J., “La libertad es una ficción cerebral”. Tendencias 21, Madrid, noviembre 2008. 
(2) Rubia Vila, F.J., “El yo es una ilusión que vive en una realidad virtual”. Tendencias 21, Madrid, mayo 2013. 

(3) A este asunto tan trascendental, le dedicaremos en el futuro un amplio espacio. 

(4) Jonas, H., “El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica”. 5, Madrid, 1995 (edición consultada, hay anteriores).

Fuente: https://www.tendencias21.net/Necesitamos-un-nuevo-pensamiento-para-salvar-el-planeta_a44796.html

jueves, 11 de octubre de 2018

NEOLIBERALISMO, MUCHO MÁS QUE UNA IDEOLOGÍA O POLÍTICA ECONÓMICA DE OPRESIÓN

“El Neoliberalismo se ha convertido en un estilo de vida, en mucho más que una ideología o política económica”, Pierre Dardot

Pía Figueroa

Pierre Dardot (Imagen de Pressenza)

Pierre Dardot es docente y filósofo especializado en la obra de Marx y Hegel. Junto a Christian Laval, fundó en 2004 el grupo Question Marx. En colaboración con este autor ha publicado varios libros sobre Marx y su obra, como “Sauver Marx?” (2007) y “Marx, Prénom: Karl”(2012), que han despertado el interés de los grupos de izquierdas en diversos países.

Su última obra conjunta es “Común”, traducida al español en 2015, donde explican porqué este principio se impone como el término central de la alternativa política para el siglo XXI.

Para Dardot y Laval, la noción de “común” constituye, ni más ni menos, una alternativa positiva y posible a la razón neoliberal. Esta última es “la nueva razón del mundo”, una nueva racionalidad o lógica que “hace mundo”, en la medida en que atraviesa todas las esferas de la existencia humana. La razón neoliberal dirige las prácticas desde su propio interior, gobernando mediante la presión ejercida sobre los individuos por las situaciones de competencia que crea. Así, la lógica de mercado se extiende a todas las esferas de la vida social, no sólo la económica.

Conversamos largamente con el filósofo francés Pierre Dardot, que sostiene que si no se entiende cómo funciona el Neoliberalismo, no se lo puede resistir ni superar. Que es necesario reconocerlo permeando las distintas actividades humanas, influyendo mucho más allá de los sistemas económicos que reducen las funciones del Estado y recortan los presupuestos de las políticas sociales, privatizando los servicios y los recursos naturales, para irse extendiendo con sus formas individualistas y competitivas hacia los ámbitos de la cultura e incluso de los vínculos interpersonales, imponiendo conductas. La lógica del mercado se va extendiendo mucho más allá de los límites de la esfera estrictamente económica para convertirse en un conjunto de prácticas que se expresan en todos los ámbitos de la existencia humana. Impregna incluso la subjetividad y configura un estilo de vida, de modo que el individuo se va considerando a sí mismo como una suerte de “capital humano”, como una pequeña “empresa” en la que se dan las reglas de la competencia aún contra uno mismo. El Neoliberalismo actualmente es entonces una forma de sociedad e, incluso, una forma de existencia, que pone en juego nuestra manera de vivir, las relaciones con los demás y la manera en que nos representamos a nosotros mismos.

Junto a Christian Laval, sociólogo también francés, Pierre Dardot retoma los planteamientos de Michel Foucault para emprender una reconstrucción de la historia y del presente que termina vertiendo en uno de sus libros: “La nueva razón del mundo”. Su obra más reciente, ya traducida al Español y publicada por Gedisa, se llama “Común”. En ella analizan las luchas que proliferaran a partir del 2011 (el 15M español y la acampada en Plaza Sol, el fenómeno de la Plaza Taksim en Istabul así como el de los Occupy Wall Street que se instalara en Zuccotti Park, etc…) por diversas partes del mundo en sincronía y advierten que se va dando la constante de “lo común” como el factor a rescatar y sobre el cual se podría llegar a sustentar una alternativa política para la próxima forma revolucionaria, la del siglo XXI.

Estas prácticas son modos de resistencia activa a la lógica del Neoliberalismo; formas cooperativas y colaborativas de educación, producción, consumo, incluso hábitat que surgen en lugares diversos (agricultura, arte urbano o nuevas tecnologías), con sus especiales prácticas democráticas que emergen de la lucha misma y buscan descentralizar el poder en asambleas, comunidades activas en formación e interrelacionadas a través de Internet y las redes sociales. En cada una de esas plazas, por el tiempo en las que fueron ocupadas, el compromiso voluntario logró darse una práctica colectiva democrática como único medio para que los individuos pudieran vivir al abrigo de presiones económicas, mercantiles, de presiones competitivas y de las obsesiones por tener “siempre más”. Fue la manera que se encontró para convertirse en auténticos “sujetos democráticos”. En el caso de España, una vez levantada la acampada de Sol, esa sensibilidad se extendió – como una piel – a muchas otras plazas, arraigando en los barrios.

Independientemente de lo que ocurrió después, en esos ejemplos concretos de lo vivido en las plazas se anticipó el futuro, reafirmando que esas formas alternativas que se expresan en la política, la economía, lo cultural, son inseparables del objetivo global que se busca y que es la transformación radical de la sociedad. Esa lógica, esa racionalidad alternativa, no es sólo crítica o un modo de pensar de oposición, sino sobre todo es una forma creadora porque plantea, en la práctica y en cada ocasión de modo específico, la cuestión de las instituciones democráticas que es necesario construir para conducir juntos una actividad cualquiera. A esa lógica la llaman la “razón de lo común”.

Se trata de una razón política y de una forma de conducta que ya no está basada en la competencia, que escapa al estilo de vida Neoliberal, porque en ella prima – como intangible – la fraternidad y se sostiene en el sentido profundo de lo “común”, como principio político, en el que no hay más obligación que la que procede de la coparticipación en la deliberación y la decisión colectiva.

Si observamos bien, se trata de nuevas prácticas de democracia real, de una praxis instituyente, en el sentido de que organizan un nuevo modo de relación y lo instalan. Prácticas instituyentes que superan al Neoliberalismo instalando en las conciencias y en el campo social realidades nuevas, impensadas anteriormente. Instituir no es crear desde cero ni tampoco es institucionalizar. Es reconocer y dar existencia a algo que ya existe, es transformar lo que existe.

Creemos que la creación de instituciones comunes, la coordinación democrática sin centralizar y la transformación de las instituciones existentes, podría acercarnos a una noción de “política” que tome un sentido distinto, que se acerque a la de una igualdad al tomar parte en la deliberación y la decisión por la cual las personas se esfuerzan por determinar lo justo. La co-producción de normas o reglas que compromete a todos los que participan en una actividad. Así podríamos reconectar con la idea aristotélica de la política.

La lucha por la emancipación excluye sin duda a las figuras de estrategas y élites que deciden a partir de una posición de superioridad la elección de los medios a poner en práctica. Pero es necesario tener objetivos y diseñar tácticas. El asunto es cómo se lleva a cabo una actividad así, mancomunada, horizontal, arraigada y coordinada. Es preciso romper con la lógica de que algunos son los “representantes” del pueblo. La organización política del porvenir debe renunciar a “representar” a la mayoría, pasando a una democracia directa. Debe más bien actuar favoreciendo la convergencia práctica de las resistencias en los sectores de actividad más diversos, es decir, la construcción de lo “común” verdaderamente transversal que procede de una co-actividad y de una co-participación.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2018/10/el-neoliberalismo-se-ha-convertido-en-un-estilo-de-vida-en-mucho-mas-que-una-ideologia-o-politica-economica-pierre-dardot/

 
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