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Por Renán Vega Cantor
En el presente semestre escolar se ha puesto en marcha por parte del gobierno central el programa “ser pilo paga”, el que está siendo presentado tanto por voceros del régimen como por sus áulicos de prensa como una “verdadera revolución educativa”, que va a transformar a Colombia. Este tipo de anuncios demagógicos no es nuevo, porque eso mismo se dijo cuándo se aprobó la Ley 100, que mercantilizó el sistema de salud o más recientemente con “Agro ingreso seguro”, que cedió tierras de campesinos pobres y desplazados a grandes empresarios y latifundistas.
Es necesario analizar las principales mentiras del programa “ser pilo paga”, para desentrañar su sentido y sus objetivos, como parte integral del reforzamiento del neoliberalismo educativo.
Primera mentira: La “pilera” de los jóvenes se refleja en los resultados de las pruebas del ICFES
En Colombia se usa en forma coloquial la palabra “pilo” para designar a una persona que es considerada como inteligente, juiciosa o que obtiene buenos resultados escolares o descuella en una determinada actividad. Un estudiante “pilo” sería aquel que obtiene buenas notas, lo que da a entender que es sinónimo de inteligente, una falsa idea que se encuentra detrás de todas las pruebas académicas de respuesta múltiple como las que presentan los estudiantes de grado 11, cuando concluyen la educación media.
En forma mecánica se supone que es más inteligente aquel estudiante que obtiene mejores puntajes en dichas pruebas estandarizadas, de donde se concluye sin mucho esfuerzo que los “ricos” son más inteligentes que los pobres, puesto que siempre ocupan los primeros lugares en el ranking de estudiantes y los colegios en donde estudian se llevan las palmas en el escalafón de prestigio que concede “pilera”. Según esta falacia los ricos no obtienen los mejores puntajes por sus ventajas y privilegios económicos y sociales, sino por su mérito personal y su inteligencia superior. ¿Será que, por ejemplo, tal meritocracia explica que individuos tan mediocres y tan poco inteligentes como los hijos de Álvaro Uribe, Oscar Iván Zuluaga, César Gaviria o Luis Carlos Galán tengan el poder que tienen?
Este sofisma, hoy dominante, no resiste el menor análisis, puesto que no considera la diferencia de clase y de ingreso que está en la base de la desigualdad educativa, en donde se reproduce al pie de la letra la desigualdad de la sociedad colombiana, que conduce a que exista educación para ricos, clase media y pobres, y que nunca se encuentren en los espacios escolares, generando una terrible ghettoización escolar.
Ahora, el gobierno de Juan Manuel Santos y su “brillante” ministra de Educación, Gina Parody, creen que ese foso infranqueable entre la educación para ricos y para pobres se va a solucionar escogiendo a los diez mil estudiantes que tengan un puntaje en la prueba Saber 11 de 310 puntos y un sisben bajo, porque se estableció que este es un puntaje que mide la “inteligencia” (pilera) de los jóvenes colombianos pobres, que por meritocracia accederán a la “educación de calidad”.
Segunda mentira: No son becas sino créditos
Gina Parody y sus tecnócratas, para justificar el programa, han anunciado que el gobierno concederá diez mil becas cada año durante el próximo cuatrienio hasta alcanzar la suma de cuarenta mil. Esto también es falso, porque una beca que de verdad merezca tal nombre implica que se concedan las facilidades para estudiar, como vivienda, transporte, alimentación, libros, fotocopias y desde luego pago de la matrícula y de los estipendios exigidos por una universidad. Si algo de esto falta no estamos hablando de becas. El asunto es peor cuando claramente se estipula que es un préstamo condonable lo que concede el gobierno, a condición de que el estudiante termine satisfactoriamente y en el tiempo estipulado una carrera. Esto es un crédito y no puede llamarse beca, sin abusar del lenguaje.
Al respecto se argumenta que esos condicionamientos no representan ningún problema porque simplemente los “pilos”, por sus méritos, van a terminar los estudios, puesto que se les concede, aparte de que se les paga matricula en “universidades de calidad”, una ayuda semestral de un salario mínimo si viven en la misma ciudad donde estudian y un salario mínimo y medio si estudian en otra ciudad distinta a su lugar de origen. En cualquier caso reciben la fabulosa suma de 100 mil pesos mensuales y en el otro 160 mil, con lo que es imposible que un alumno viva y estudie dignamente.
Si a esto se le agrega que la deserción universitaria es del 50%, nada lleva a suponer que el asunto va a ser diferente para los “pilos pobres”, porque ¿cómo van a poder resistir la competencia desenfrenada del consumo mercantil en que se han convertido las universidades, muchas de las cuales tienen cara de centro comercial?
Con esto, en poco tiempo existirá una masa de nuevos deudores “pilos” que no han soportado el tren del negocio educativo y van a quedar sin estudio, sin títulos, pero con una inmensa deuda con el sistema financiero que se ven obligados a pagar, ellos o sus familiares.
Tercera mentira: Los diez mil créditos contribuyen a solucionar el problema del acceso educativo a la universidad por parte de los pobres.
Diez mil créditos se presenta como una cifra elevada, pero no lo es si tenemos en cuenta dos indicadores, que hablan por sí mismos: en el 2013 presentaron la prueba Saber 11 unos 680 mil estudiantes en todo el país, lo que quiere decir que los créditos cubren a tan sólo al 1.4% de los estudiantes que obtienen el título de bachiller; para el 2014 el ICETEX anunció que iba a conceder 73 mil créditos para matriculas de pregrado, lo que indica que “ser pilo paga” solamente corresponde a una séptima parte de esa cantidad. De modo que no hay nada nuevo bajo el sol, en términos de créditos, ni menos de cobertura, que sigue llegando a una cifra ínfima de la población colombiana.
Cuarta mentira: Con la llegada de los “pilos” la universidad privada se hace pública
Varios comentaristas de prensa, entre ellos el neoliberal Salomón Kalmanovitz, han dicho que un efecto notable del programa comentado radica en que va a contribuir a hacer más pública a la universidad privada, porque a ella van a llegar jóvenes procedentes de todas las clases, etnias y regiones del país. Tal sofisma oculta que “ser pilo paga” es simplemente el remate de la arremetida neoliberal en la educación, que conduce a su privatización y mercantilización y a la transferencia del presupuesto que debería ser destinado a la Universidad Pública y Estatal, vía bonos educativos, a las universidades privadas. No sorprende que el programa haya sido diseñado en la Universidad de los Andes y que a esta universidad hayan llegado 600 estudiantes. Si el Estado le transfiere por cada uno de ellos una cifra semestral de 12 millones de pesos, tenemos que, sin el menor esfuerzo y con escaza inversión, dicha universidad se embolsilla 7.200 millones de pesos. Además, ese ingreso llega seguro, así el estudiante deserte. No por azar, la mayor parte de los “pilos-con crédito” han llegado a universidades privadas.
Acá simplemente tenemos puesto en marcha el viejo proyecto educativo de Milton Friedman de los bonos educativos, con el que se financia la demanda en desmedro de la oferta, o, en otros términos, el Estado en lugar de financiar la universidad pública le transfiere recursos a la universidad privada por medio de los créditos educativos a unos pocos estudiantes pobres.
Tampoco se debe olvidar que dado el clasismo que impera en las universidades más elitistas, los jóvenes pobres que allí llegan van a ser perseguidos y estigmatizados, como ya se empieza a ver en las Universidades de los Andes y de la Sabana, donde se han empezado a hacer grafitis y “denunciar” la llegada de “guisas” (empleadas del servicio doméstico) y “hampones” que van a contaminar el ambiente social de quienes nunca se quieren mezclar con los pobres.
En conclusión, “ser pilo paga” es un programa demagógico que no contribuye ni a ampliar el acceso a la universidad, ni a mejorar la educación superior, sino que constituye un proyecto que fortalece a la universidad privada y le da otro golpe de gracia a la maltrecha universidad pública, como remate del neoliberalismo educativo predominante en Colombia.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196982
Seis 'pilos' aplazan semestre y otros se quejan porque no tienen plata
Decenas de estudiantes del programa de becas 'Ser Pilo Paga' manifiestan su angustia por la demora en el subsidio de sostenimiento prometido por el gobierno.
Redacción Vivir
Dos semanas después de comenzar las clases en la Universidad de los Andes, un gran número de los estudiantes becados por el Programa Ser Pilo Paga han comenzado a expresar su malestar por la demora en el desembolso de los subsidios de sostenimiento prometidos por la ministra de educación Gina Parody.
De acuerdo con un representante del Consejo Estudiantil Uniandino, dos estudiantes habrían desertado del programa. Una información desmentida por María Consuelo Burgos Cantor, decana de estudiantes U. Andes. Según Burgos, lo que sucedió fue que seis de los estudiantes becados por este programa decidieron aplazar el semestre por no tener claro lo que quieren estudiar. Para evitar que pierdan el beneficio de la beca, la Universidad y el Icetex acordaron permitir a los becados aplicar esta opción.
“Más que un asunto de deserción, los casos de estos estudiantes se refieren a orientación vocacional. Como el proceso para presentarse a la beca fue tan rápido, llegaron con una idea no muy precisa frente a la carrera que eligieron. “Queremos que se tomen un tiempo para definir mejor la carrera que quieren estudiar”, comentó Burgos.
El grupo Andar, que ha hecho seguimiento a los becarios de esta universidad, y miembros del Consejo Estudiantil Uniandino están muy preocupados porque algunos de estos estudiantes se han visto obligados a recurrir a préstamos y un sinfín de estrategias para mantenerse a flote económicamente mientras llega el prometido subsidio.
Al respecto, Consuelo Burgos aclaró que la universidad decidió ofrecer a los alumnos que lo necesiten un auxilio exprés mientras se organiza un auxilio adicional que les permitirá cubrir gastos personales, transporte, comida y materiales educativos.
El Ministerio de Educación y el Icetex no han sido claros con los estudiantes becados sobre este tema. Una de las becarias entrevistadas por El Espectador hace apenas unos días comentó que “no hay claridad en la manera como se realizan los pagos. Ni mis papás ni yo sabemos cuándo voy a empezar a recibir ese subsidio y por ahora son ellos los que asumieron mi manutención”. Otro comentó: “mi mamá responde por mí y ella gana un salario mínimo. Aquí tengo que pagar arriendo, comida, transporte y fotocopias”.
“Queremos mostrar nuestra inconformidad y preocupación como la incertidumbre de los estudiantes de Ser Pilo Paga”, le dijo a El Espectador uno de los representantes estudiantiles al mismo tiempo que solicitaron al Ministerio de Educación responder a esta demanda.
Inicialmente el Gobierno prometió entregarles cinco salarios mínimos durante el semestre y más adelante lo redujeron a cuatro. Sobre las fechas de pagos tampoco hay claridad. El Gobierno ha dicho que el 16 de febrero entregará las tarjetas débitos de las cuentas en el Banco Popular, donde les será consignado el subsidio, pero esto ocurrirá casi un mes después de iniciadas las clases. En otros países y universidades, el dinero para la subsistencia de los becarios suele entregarse antes del inicio de clases para evitar que los estudiantes tengan problemas.
A través de Blu Radio, el Ministerio de Educación aceptó que el giro del dinero se ha demorado por problemas administrativos y prometió agilizar los trámites para que sea entregado antes del 7 de febrero.
La Universidad de los Andes, que cuenta con un fondo de apoyo a los becarios, también está pagando el precio del afán con que se implementó el Programa Ser Pilo Paga pues el dinero presupuestado era para unos 700 alumnos y esa cantidad se duplicó con los nuevos matriculados a través de las becas (624 estudiantes). Aun así, la decana de estudiantes dice que gracias al programa previo de becas que tenían, Quiero Estudiar, están enfrentando de la mejor manera los retos que se presentan.
“Frente a la importancia de este programa en la educación nacional, pensamos que vale la pena hacer todos los esfuerzos para que estos muchachos tengan una oportunidad. Tenemos que enfrentar el reto como comunidad académica”, comentó Burgos.
Esta no es la única queja que ha surgido frente a la implementación del programa. De acuerdo con el rector de la Universidad Nacional, Ignacio Mantilla, muchos estudiantes becados no pudieron aplicar a esta y otras instituciones públicas porque las becas se anunciaron después de haber cerrado el proceso de admisión. Un detalle que revela el afán en el lanzamiento del programa.
http://www.elespectador.com/noticias/educacion/seis-pilos-aplazan-semestre-y-otros-se-quejan-porque-no-articulo-541048