por Anne Trafton, 21 de julio 2014
Cuando se trata de aprender idiomas, entre niños y adultos hay diferencias notorias. Los adultos sobresalen aprendiendo el vocabulario necesario para recorrer un supermercado o pedir comida en un restaurante; sin embargo, los niños tienen una asombrosa habilidad para absorber los matices más sutiles del lenguaje, que tan a menudo escapan a los adultos. A los pocos meses de vivir en un país extranjero, un niño pequeño puede hablar un segundo idioma como un nativo.
La estructura del cerebro desempeña un papel importante en este "período sensible" tan capaz del aprendizaje de idiomas, del que se cree que termina alrededor de la adolescencia. Un cerebro joven está equipado con circuitos neuronales que pueden analizar los sonidos y construir un conjunto coherente de normas que le capacitan para construir palabras y frases al margen de esos sonidos. Una vez establecidas estas estructuras de la lengua, es difícil construir otra para un nuevo idioma.
En un nuevo estudio, un equipo de neurocientíficos y psicólogos, dirigidos por Amy Finn, post-doctorado en el Instituto McGovern de Investigación Cerebral del MIT, ha hallado evidencias de otro factor que contribuye a las dificultades de los adultos con el idioma: Con el aprendizaje de ciertos elementos de la lengua, los adultos han conseguido unas habilidades cognitivas más altamente desarrolladas, y pese a ello, lo que peor llevaban cuando aprendían una lengua artificial creada, era el desciframiento de la morfología de la lengua, la estructura y el despliegue de las unidades lingüísticas como palabras raíces, sufijos y prefijos.
"Encontramos que el esfuerzo ayuda en la mayoría de situaciones, por ejemplo, para cosas como averiguar cuáles son las unidades del lenguaje que usted necesita saber, y para una referencia básica de elementos. Pero cuando se trata de aprender la morfología, al menos en esta lengua artificial que hemos creado, en realidad era peor cuando te esfuerzas", dice Finn.
Finn y sus colegas, de la Universidad de California en Santa Barbara, de la Universidad de Stanford y de la Universidad de la Columbia Británica, describen sus hallazgos en la edición del 21 de julio de PLoS One. Carla Hudson Kam, profesora adjunta de lingüística en la Columbia Británica, es autora principal del artículo.
Demasiado énfasis intelectual
Los lingüistas ya saben desde hace décadas que, los niños son expertos en la absorción de ciertos elementos difíciles de la lengua, como los participios pasados irregulares (entre ellos, en inglés, son "gone" y "been") o complicados tiempos verbales como el subjuntivo.
"Los niños, en última instancia, se desempeñan mejor que los adultos en cuanto a su dominio de la gramática y los componentes estructurales del lenguaje, que son algunos de los aspectos más idiosincrásicos y difíciles de articular del lenguaje, e incluso que la mayoría de hablantes nativos no tienen conocimiento consciente de ello", explica Finn.
En 1990, la lingüista Elissa Newport teorizó que los adultos tienen esos problemas para aprender los matices, porque tratan de analizar demasiada información a la vez. Los adultos tienen la corteza prefrontal más desarrollada que los niños, y tienden a utilizar todo esa capacidad intelectual en el aprendizaje de una segunda lengua. Este poderoso procesamiento, en realidad, puede interferir con ciertos elementos en el aprendizaje de una lengua.
"Es una idea que ha estado presente desde hace mucho tiempo, pero no ha habido ningún dato que experimentalmente demostrara que es verdad", dice Finn.
Finn y sus colegas diseñaron un experimento para probar si ejercer mayor esfuerzo podría ayudar u obstaculizar el éxito. En primer lugar, crearon nueve palabras sin sentido, cada una de dos sílabas. Cada palabra encajaba en una de tres categorías (A, B, y C), definidas según el orden de los sonidos consonánticos y vocálicos.
Los sujetos del estudio escucharon este lenguaje artificial durante unos 10 minutos. A un grupo de sujetos se le dijo que no analizaran demasiado lo que escuchaban, sino que lo entonaran bien. Para ayudarles a no pensar demasiado en el lenguaje, se les dio la opción de completar un puzzle o colorear mientras escuchaban. Al otro grupo se les dijo para trataran de identificar las palabras que estaban oyendo.
Cada grupo escuchó la misma grabación, que era una serie de secuencias de tres palabras, primero una palabra de la categoría A, luego la categoría B, y luego la C, sin pausas entre las palabras. En estudios previos ya han demostrado que los adultos, los bebés, e incluso los monos, pueden analizar este tipo de información en unidades de palabra, una tarea conocida como la segmentación de palabras.
Los sujetos de ambos grupos tuvieron éxito en la segmentación de palabras, aunque el grupo de análisis más difícil lo realizó un poco mejor. Ambos grupos también tuvieron un buen desempeño en la tarea llamada orden de palabras, lo cual requería que los sujetos eligieran entre una secuencia de palabras correcta (ABC) y una secuencia incorrecta (como ACB) de las palabras que habían oído antes.
La prueba final midió la habilidad en identificar la morfología de la lengua. Los investigadores reprodujeron una secuencia de tres palabras que incluía una palabra que los sujetos no habían oído antes, pero que encajaba en una de las tres categorías. Cuando se le preguntó que juzgaran si esta nueva palabra estaba en la ubicación correcta, los sujetos a quienes se pidió que prestaran más atención a las palabras originales, lo realizaron mucho peor que los que lo habían escuchado más pasivamente.
"Esta investigación es interesante, porque proporciona evidencias que indican que el aprendizaje que requiere esfuerzo conduce a resultados diferentes, dependiendo del tipo de información que los alumnos están tratando de dominar", señaló Michael Ramscar, profesor de lingüística en la Universidad de Tübingen, que no formó parte del equipo de investigación. "Los resultados indican que aprender a identificar las partes relativamentes simples del lenguaje, como las palabras, era facilitado por un aprendizaje que requiere esfuerzo, mientras que el aprendizaje de los aspectos más complejos del lenguaje, como las características gramaticales, se ve impedido por ese esfuerzo en el aprendizaje."
Desactivar el esfuerzo
Estos hallazgos apoyan la teoría de adquisición del lenguaje, que sugiere que algunas partes del lenguaje se aprenden a través de la memoria procedimental, mientras que otros se aprenden a través de la memoria declarativa. Según esta teoría, la memoria declarativa, que almacena el conocimiento y los hechos, sería más útil para el aprendizaje del vocabulario y ciertas reglas de la gramática. La memoria procedimental, que guía las tareas que realizamos, sin ser conscientes de la forma en que lo aprendimos, sería más útil para el aprendizaje de reglas sutiles relacionadas con la morfología de la lengua.
"Es probable que sea el sistema de memoria procedimental, sea realmente muy importante para el aprendizaje de estos aspectos morfológicos difíciles de la lengua. De hecho, cuando se utiliza el sistema de memoria declarativa, más que ayudarte, te perjudique," dice Finn.
Queda por resolver la cuestión de si los adultos pueden o no superar este obstáculo del aprendizaje de idiomas. Finn dice que no tiene aún una respuesta satisfactoria, aunque ahora está probando los posibles efectos de "desactivar" la corteza prefrontal de los adultos usando una técnica llamada de estimulación magnética transcraneal. Otras intervenciones que planea estudiar incluyen el distraer la corteza prefrontal, por lo que obligaba a realizar otras tareas mientras se escuchaba el idioma, e incluso probaba en los sujetos con drogas que alteran la actividad de esa región del cerebro.
- Investigación financiada por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, y la Fundación Nacional de Ciencia.
En un nuevo estudio, un equipo de neurocientíficos y psicólogos, dirigidos por Amy Finn, post-doctorado en el Instituto McGovern de Investigación Cerebral del MIT, ha hallado evidencias de otro factor que contribuye a las dificultades de los adultos con el idioma: Con el aprendizaje de ciertos elementos de la lengua, los adultos han conseguido unas habilidades cognitivas más altamente desarrolladas, y pese a ello, lo que peor llevaban cuando aprendían una lengua artificial creada, era el desciframiento de la morfología de la lengua, la estructura y el despliegue de las unidades lingüísticas como palabras raíces, sufijos y prefijos.
"Encontramos que el esfuerzo ayuda en la mayoría de situaciones, por ejemplo, para cosas como averiguar cuáles son las unidades del lenguaje que usted necesita saber, y para una referencia básica de elementos. Pero cuando se trata de aprender la morfología, al menos en esta lengua artificial que hemos creado, en realidad era peor cuando te esfuerzas", dice Finn.
Finn y sus colegas, de la Universidad de California en Santa Barbara, de la Universidad de Stanford y de la Universidad de la Columbia Británica, describen sus hallazgos en la edición del 21 de julio de PLoS One. Carla Hudson Kam, profesora adjunta de lingüística en la Columbia Británica, es autora principal del artículo.
Demasiado énfasis intelectual
Los lingüistas ya saben desde hace décadas que, los niños son expertos en la absorción de ciertos elementos difíciles de la lengua, como los participios pasados irregulares (entre ellos, en inglés, son "gone" y "been") o complicados tiempos verbales como el subjuntivo.
"Los niños, en última instancia, se desempeñan mejor que los adultos en cuanto a su dominio de la gramática y los componentes estructurales del lenguaje, que son algunos de los aspectos más idiosincrásicos y difíciles de articular del lenguaje, e incluso que la mayoría de hablantes nativos no tienen conocimiento consciente de ello", explica Finn.
En 1990, la lingüista Elissa Newport teorizó que los adultos tienen esos problemas para aprender los matices, porque tratan de analizar demasiada información a la vez. Los adultos tienen la corteza prefrontal más desarrollada que los niños, y tienden a utilizar todo esa capacidad intelectual en el aprendizaje de una segunda lengua. Este poderoso procesamiento, en realidad, puede interferir con ciertos elementos en el aprendizaje de una lengua.
"Es una idea que ha estado presente desde hace mucho tiempo, pero no ha habido ningún dato que experimentalmente demostrara que es verdad", dice Finn.
Finn y sus colegas diseñaron un experimento para probar si ejercer mayor esfuerzo podría ayudar u obstaculizar el éxito. En primer lugar, crearon nueve palabras sin sentido, cada una de dos sílabas. Cada palabra encajaba en una de tres categorías (A, B, y C), definidas según el orden de los sonidos consonánticos y vocálicos.
Los sujetos del estudio escucharon este lenguaje artificial durante unos 10 minutos. A un grupo de sujetos se le dijo que no analizaran demasiado lo que escuchaban, sino que lo entonaran bien. Para ayudarles a no pensar demasiado en el lenguaje, se les dio la opción de completar un puzzle o colorear mientras escuchaban. Al otro grupo se les dijo para trataran de identificar las palabras que estaban oyendo.
Cada grupo escuchó la misma grabación, que era una serie de secuencias de tres palabras, primero una palabra de la categoría A, luego la categoría B, y luego la C, sin pausas entre las palabras. En estudios previos ya han demostrado que los adultos, los bebés, e incluso los monos, pueden analizar este tipo de información en unidades de palabra, una tarea conocida como la segmentación de palabras.
Los sujetos de ambos grupos tuvieron éxito en la segmentación de palabras, aunque el grupo de análisis más difícil lo realizó un poco mejor. Ambos grupos también tuvieron un buen desempeño en la tarea llamada orden de palabras, lo cual requería que los sujetos eligieran entre una secuencia de palabras correcta (ABC) y una secuencia incorrecta (como ACB) de las palabras que habían oído antes.
La prueba final midió la habilidad en identificar la morfología de la lengua. Los investigadores reprodujeron una secuencia de tres palabras que incluía una palabra que los sujetos no habían oído antes, pero que encajaba en una de las tres categorías. Cuando se le preguntó que juzgaran si esta nueva palabra estaba en la ubicación correcta, los sujetos a quienes se pidió que prestaran más atención a las palabras originales, lo realizaron mucho peor que los que lo habían escuchado más pasivamente.
"Esta investigación es interesante, porque proporciona evidencias que indican que el aprendizaje que requiere esfuerzo conduce a resultados diferentes, dependiendo del tipo de información que los alumnos están tratando de dominar", señaló Michael Ramscar, profesor de lingüística en la Universidad de Tübingen, que no formó parte del equipo de investigación. "Los resultados indican que aprender a identificar las partes relativamentes simples del lenguaje, como las palabras, era facilitado por un aprendizaje que requiere esfuerzo, mientras que el aprendizaje de los aspectos más complejos del lenguaje, como las características gramaticales, se ve impedido por ese esfuerzo en el aprendizaje."
Desactivar el esfuerzo
Estos hallazgos apoyan la teoría de adquisición del lenguaje, que sugiere que algunas partes del lenguaje se aprenden a través de la memoria procedimental, mientras que otros se aprenden a través de la memoria declarativa. Según esta teoría, la memoria declarativa, que almacena el conocimiento y los hechos, sería más útil para el aprendizaje del vocabulario y ciertas reglas de la gramática. La memoria procedimental, que guía las tareas que realizamos, sin ser conscientes de la forma en que lo aprendimos, sería más útil para el aprendizaje de reglas sutiles relacionadas con la morfología de la lengua.
"Es probable que sea el sistema de memoria procedimental, sea realmente muy importante para el aprendizaje de estos aspectos morfológicos difíciles de la lengua. De hecho, cuando se utiliza el sistema de memoria declarativa, más que ayudarte, te perjudique," dice Finn.
Queda por resolver la cuestión de si los adultos pueden o no superar este obstáculo del aprendizaje de idiomas. Finn dice que no tiene aún una respuesta satisfactoria, aunque ahora está probando los posibles efectos de "desactivar" la corteza prefrontal de los adultos usando una técnica llamada de estimulación magnética transcraneal. Otras intervenciones que planea estudiar incluyen el distraer la corteza prefrontal, por lo que obligaba a realizar otras tareas mientras se escuchaba el idioma, e incluso probaba en los sujetos con drogas que alteran la actividad de esa región del cerebro.
- Investigación financiada por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, y la Fundación Nacional de Ciencia.
- Foto: Aprendiendo idiomas. de Thinkstock.
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