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FORMAR CIUDADANOS EN LA ESCUELA
Jennifer Fager Cárdenas
Universidad Pedagógica Nacional Bogotá Colombia
Resumen
El texto hace referencia al contexto educativo oficial y privado en Colombia, mediado por políticas concerni- entes al sistema económico predominante, que privi- legia un modelo educativo basado en competencias, cuyo principal objetivo es formar personas capacita- das en miras de privilegiar la noción de desarrollo actual, dejando de lado y pasando por encima de sa- beres locales y situados de grupos “minoritarios”, por considerarse como inapropiados por no hacer parte del canon científico de la razon occidental. En este sentido el presente escrito presenta la posibilidad de plantear un tipo de educación diferente, que desde el concepto de ciudadania permita el desarrollo y partici- pación igualitaria de todos los grupos étnicos, sociales y culturales dentro del espacio público, sin importar raza y/o condición social y económica, esto con el fin que todos los que habitan este territorio hagan parte de las desiciones que se toman y afectan a la totalidad de la nación.
Palabras Clave: Educación, Ciudadanía, Estado-Nacional
El presente texto no es más que una reflexión concerniente a la escuela y las prácticas ciudadanas que ésta forma en el contexto Colombiano actual.
Desde mi perspectiva la educación de nuestros tiempos en Co- lombia, es una institución del Estado encargada de la formación de sujetos, de acuerdo a unas normas de comportamiento es- tablecidas por éste, que se ha caracterizado por ser injusto y excluyente, aunque en la constitución de 1991 se planteé lo con- trario, ya que es evidente que todos los habitantes de nuestro territorio no son tratados de la misma forma, por tanto se relegan las minorías de las decisiones que afectan a todos, así la educación es tomada como instrumento por las elites occidentales para incidir en la experiencia humana, haciéndola monoepistémica, pues los saberes que se imparten están relacionados con narra- tivas maestras y relatos fundacionales ligados al canon científico, que se hace bueno para todos los contextos existentes.
De este modo, lo que se busca por medio de la escuela es instau- rar modelos de mundo que buscan la integración social como un modo de mantener el orden ya establecido, por lo que se podría considerar al Estado colombiano como “monista”, puesto que se impone un grupo por encima de otros y en ese caso no todos los ciudadanos se podrían considerar de primera clase, porque no hay una participación igualitaria dentro del espacio público, tal como lo plantea Adela Cortina:
“En buena parte de los países democráticos existe el hábito de poner todas las decisiones, incluso las morales, en manos de los gober- nantes, y la igualmente arraigada costumbre de atenerse a un código moral único.” (Cortina 2003)
Así, la educación intenta formar un tipo de ciudadano conforme con el proyecto estatal siguiendo políticas económicas propias del neoliberalismo, sin capacidad crítica y limitado intelectual y físicamente a través de mecanismos que controlan y vigilan el actuar y el pensar de los estudiantes (Fleuri 2008), es por esta razón que la escuela colombiana no ha sido pensada para un país pluriétnico y diverso como lo es realmente Colombia, sino para un tipo de sociedad que pretende ser igualitaria e imponer las creencias y costumbres de la cultura dominante, todo esto se refleja con la prohibición de todo aquello que no esté a la par con las normas de comportamiento impuestas por el Estado Nacional, de este modo los niños son educados bajo principios que muchas veces no son propios, para formar un ciudadano de acuerdo a principios nacionales unificadores convenientes al poder.
Según lo anterior, vemos como la educación se ha puesto al servicio de las clases poderosas, convirtiéndose en una institución coercitiva que forma a los estudiantes sin una verdadera concien- cia política, impidiendo una participación activa en el ejercicio de la ciudadanía, pues lo que impone el Estado a través del ministerio de educación nacional desde hace algunos años, se basa en intereses privados relacionados con los de los países que mane- jan la economía mundial (Estados Unidos y algunos de Europa central) y para mantener los presupuestos que imponen estas naciones se hace necesario monopolizar las formas de decir a partir de dispositivos de control, que intentan homogenizar la población, controlado las formas de actuar e imponiendo modelos a seguir, valores, costumbres y prácticas monoculturales que se generalizan a través de las instituciones sociales (Foucault 1975)
A partir de este panorama es claro que las formas disidentes del pensar y el actuar quedan limitadas por lo que impone el Estado nacional, que tiene sus bases en el colonialismo, eurocentrismo, capitalismo y racionalismo que buscan la eficacia y rentabilidad afectando las prácticas culturales locales, y es precisamente la rentabilidad la que persigue el modelo económico predominante en la actualidad, que busca en la educación de los ciudadanos una fuerza técnica que contribuya al “desarrollo”, manejado por las grandes industrias/multinacionales a las que no les interesa empleados con capacidad crítica para reflexionar acerca del contexto actual, sino por el contrario buscan obreros o mano de obra barata, que simplemente cumplan con su labor de manera mecánica y sin poder alzar una voz de protesta ante ninguna circunstancia:
“Estamos frente a una concepción única, glo- balizadora y universal del mundo, gobernada por la primacía total del mercado y de la cos- movisión neoliberal y como parte de ella, por un orden político, económico y social, un orden también de conocimiento” (Walsh 2004)
Es por esta razón que en la escuela colombiana no se les in- culca a los estudiantes la capacidad para poder pensarse desde su realidad propia, sino que simplemente se les enseña técni- cas extranjeras que se basan en la producción de capital, por eso el énfasis del ministerio de educación está en el desarrollo de competencias, que en últimas giran en torno al desarrollo de competitividad (tal como su nombre lo indica) para consolidar un mercado internacional:
“De hecho, el conocimiento tiene una relación y forma parte integral de la construcción y organi- zación del sistema-mundo moderno que, a la vez y todavía es colonial. Es decir, “la historia” del conocimiento está marcada geohistórica- mente, geopolíticamente y geoculturalmente, y tiene valor, color y lugar de origen”. (Walsh 2004)
Así, las cosas deberían ser de otro modo, pues la ciudadanía debe ser contemplada como un término integrador de dos fac- tores fundamentales de la vida pública y humana de los individ- uos, pues por un lado es crucial tener en cuenta la igualdad de justicia y de derechos para todos los miembros, para que de este modo los ciudadanos sientan legitimidad y protección del estado nacional generando adhesión a los proyectos conjuntos; por otro lado el término ciudadanía debe tomar en cuenta los lazos de pertenencia que configuran las identidades propias, cosa que ha sido olvidada por la mayoría de estados, ya que tienden a invisibilizar las identidades que no pertenecen a la de la mayor parte de la población, generando desinterés y sentimientos de desamparo por parte de los grupos minoritarios, en palabras de los profesores Villa:
“En la educación, durante cierto tiempo se ha privilegiado unos modos de decir universales, abstractos y objetivos que han conllevado al olvido y desvalorización de las prácticas situ- adas representación que involucran actores concretos, Para este caso se puede entrar a mirar la experiencia de la educación de los gru- pos étnicos que puede ser visto como lo otro, en tanto ha sido silenciado y desalojado de cualqui- era posibilidad de representación, teniendo en cuenta el lugar de la cultura en la configuración de un pensamiento propio” (Villa 2008)
Desde esta perspectiva lo que se plantea en este texto es una ciudadanía pluralista en la que distintas culturas puedan vivir en un mismo territorio con igualdad de justicia y derechos, pero reconociendo y respetando las diferencias culturales de cada individuo. Según lo anterior los retos que debería plantearse la educación tendrían que basarse en la inclusión, el pluralismo y el respeto por la diferencia, ya que de lo que se trata es de ci- mentar una sociedad justa e igualitaria a partir de valores cívicos (libertad, igualdad, solidaridad, respeto activo y dialogo) que deje de lado los prejuicios que tanto abundan en la escuela actual, me parece que un tipo de educación así debería inculcar en los estudiantes el respeto por el otro, pues todos los seres humanos valen por sí mismos sin importar su raza, sus creencias o su con- dición social y económica, en esta medida todos debemos hacer parte de las decisiones que se tomen para el bienestar común, educar en la ciudadanía es educar en la solución de conflictos a partir del dialogo, aprendiendo a escuchar para mejorar, reflexio- nando acerca de los problemas que nos aquejan, discutiéndolos para tratar de buscar soluciones convenientes a todos y no solo a unos pocos, es necesario empezar a generar espacios de dis- cusión desde la escuela a partir del conocimiento de la realidad, para que los estudiantes sean capaces de ser interlocutores váli- dos en el espacio público y no sean silenciados por los mismos de siempre, ya que se debe poseer la certeza de que todos somos libres para expresar lo que creemos y sentimos, y estas expre- siones deben ser tenidas en cuenta por cada uno de los sectores que conforman la sociedad.
En conclusión:
Es con los niños y jóvenes con los que interactuamos diariamente por donde podemos empezar a configurar otra clase de educación en la que se respeten y tengan en cuenta las diferencias, para que en el futuro esos pequeños puedan vivir en una sociedad menos excluyente, y puedan tener la posibilidad de ejercer sus derechos como ciudadanos en una verdadera democracia partici- pativa, para poder intervenir en las decisiones que nos afectan a todos pero que actualmente son tomadas por unos pocos, todo con el fin de hacer valorar y reivindicar los conocimientos de las culturas que han quedado silenciadas por el contexto actual, mar- cado por el capitalismo y la globalización que penetran en los cu- erpos y mentes de las personas a través del consumo y los medi- os de comunicación, configurando así una cultura de masas, que se aleja lentamente de las identidades ligadas a un Estado Na- cional o grupo étnico, y va tejiendo una red de relaciones atadas al consumo mundial que configura nuevas identidades colectivas. Por último no se trata de asumir una postura, donde quienes se forman en la universidad son los redentores de los otros, se trata de forjar ambientes para el diálogo horizontal de saberes y prácticas, donde se tome como eje la educación para forjar otra historia, educación libre de dogmas religiosos y nacionales que inculcan el conformismo, y de esta forma empezar a poner en práctica una verdadera cultura ciudadana ejercida desde, con y para el pueblo.
BIBLIOGRAFÍA
-Calvo Gloria. Participación y democracia: La propuesta ped- agógica de Freinet, Revista Enfoque Pedagógico Vol. 1 No. 1
-Cortina Adela (2005). Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía”, Madrid, Alianza.
- (2003) Ética Para La Sociedad Civil, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial. Universidad de Vallado- lid.
-Fleury Reinaldo Matias (2008). Entre Disciplina e Rebeldi- aNaEscola. Liber libro, Brasilia.
-Foucault, Michel [1975] (2002). Vigilar y Castigar. Siglo XXI, Buenos Aires.
- (1979).Genealogía del poder. Ediciones la piqueta. Madrid.
-Villa Wilmer y Villa Ernell, (2008) La Cultura En El Marco De La Educación: Acciones posibles para una construcción de lo “otro” Bogotá. Julio.
-Walsh Catherine. (2001) La interculturalidad en la educación. Ministerio de Educación Lima-Perú.
- (2004) Interculturalidad, Conocimientos y De- colonialidad, México, 27 de octubre.
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