miércoles, 14 de junio de 2023

¡EL CAMBIO ES POSIBLE!

"El cambio no es arbitrario: uno no cambia porque quiere y no siempre cambia en la dirección soñada. Pero debemos saber que el cambio no es individual sino social con una dimensión individual. ¡Pero el cambio es posible!" Paulo Freire

Trascripción de una charla ofrecida por el filósofo y educador brasileño Paulo Freire en Recife. Febrero de 1997.

Por: Paulo Freire


Sería difícil iniciar mi charla de hoy sin referirme a mi pasaje por el Sesi hace cincuenta años. No sólo sería difícil sino injusto, porque las cosas que hacemos, conocemos o sabemos son producto de una compleja red de influencias.

Sin duda, mi primera experiencia de trabajo en el Sesi, durante diez años, inspiró uno de mis libros [Cartas a Cristina], en el que analizo mi pasaje por el Servicio, un tiempo al que llamo «fundante», es decir, «un tiempo que funda y que por eso se abre a la profundidad». Yo discutía eso con mi primera mujer, que fue para mí una gran educadora y una gran practicante de la educación… Además, algunos amigos dicen que yo soy la teoría de la práctica de Elza. Creo que eso es injusto para los dos. Yo también tuve una práctica y ella también tuvo una teoría.

A veces no me gusta decir que soy algo porque podría parecer un gesto de vanidad; pero en el fondo soy un educador que, además de practicar la educación, piensa la Teoría de la Educación. Por eso soy un pensador de la educación. No me gusta decir que soy un pensador del área porque suena un poco aristocrático. Pero en verdad es eso lo que vengo siendo: un pensador de la educación que no puede disociar el pensar del hacer. A propósito de esto, le decía a mi hija que todo lo que he venido criticando, discutiendo, indagando como educador, como pensador, en libros y artículos y conferencias y discusiones y congresos, todo tiene su raíz en el Sesi. Y por eso llamo «tiempo fundante» al tiempo que viví en el Sesi —mañana, tarde y noche— en la Avenida Rio Branco, que funcionaba de 7 a 13 horas; yo volvía y pasaba ahí la tarde entera, a veces debido a algún problema en alguna de sus escuelas. Y pensaba en el problema y me lo pasaba discutiendo… Lo interesante es que muchas de mis lecturas pedagógicas tuvieron su origen en problemas reales. Creo que no alcanza con leer, y que esta es una forma muy eficaz de estudiar. Quiero decir que yo buscaba, en la bibliografía, respuestas a un hecho concreto que había ocurrido. No me entregaba de manera aleatoria a la reflexión teórica. Buscaba una explicación para un hecho concreto que había vivenciado: pensaba mi práctica.

Recuerdo que, cuando ya llevaba dieciséis años en el exilio, tiempo en que estuvo prohibido mencionar mi nombre en el Jornal do Comercio, en el Diario de Pernambuco, en la Folha de S. Paulo, ni siquiera podía salir en los diarios… ¡Qué cosa! ¡A veces me impresionaba representar semejante peligro! Yo no sabía… Y decían que era peligroso. ¡La libertad es una amenaza, ya lo ven! ¡La curiosidad de la libertad se transforma en un peligro! Y recuerdo a mi amiga Heloisa Bezerra, a quien le escribía con regularidad desde Suiza, desde los Estados Unidos, cartas larguísimas que ella leía para un grupo de amigos, y después me respondían… Quiero decir, en el fondo, incluso en el exilio, mi añoranza absoluta de Brasil comprendía también mis experiencias en el Sesi.

Incluso le conté una historia a una amiga, que voy a repetir ahora, sobre una de mis experiencias en el campo de la pedagogía y de generar humildad… Porque tenemos que aprender a ser humildes. Un domingo por mes yo hablaba para los padres y las madres, pescadores y pescadoras, en el así llamado «Círculo de Padres y Docentes»; el único que hablaba era yo, todos los demás guardaban silencio. De repente me pegué un terrible susto cuando un cuerpo cayó al suelo. Un tipo se había quedado dormido y había caído redondo. Hacía mucho calor y en determinado momento mi charla debe haberse vuelto monótona y el hombre se durmió y cayó haciendo tanto ruido que nos «despertó» a todos. La caída de ese hombre me provocó una serie de reflexiones. Entre otras, que nunca sabemos si estamos o no llegando a nuestros oyentes. Es posible que, hasta que el hombre se cayó, yo pensara que el silencio reinante se debía a que los oyentes aceptaban lo que estaba diciendo. En verdad, en vez de producir un habla instigadora yo estaba cantándoles una canción de cuna. Y después tengo el tupé de criticar, en mis análisis pedagógicos, las clases que devienen en canciones de cuna. En el fondo, entonces, sería exagerado decir que en mis diez años de vida intensa en el Sesi no hubo un solo día en que no haya hecho una reflexión seria… Eso sería una exageración. Pero en esos diez años —¡y esto sí que es interesante!— escribí tan sólo tres artículos. Empecé a escribir siendo ya muy maduro. En realidad, yo aparezco en el exilio, no aquí. Ahora bien, está claro que cuando empecé a escribir en el exilio escribí acerca de la gran carga de experiencia vivida aquí y sobre la que después tuve en el exilio. Sobre mi pasaje por el Sesi y sobre las visitas que hice posteriormente a otros Sesis brasileños, sobre las experiencias que se tenían en aquella época, en los años cincuenta. En Rio Grande do Sul estaba Mário Reis, que era superintendente, asistente social, espiritualista muy católico, muy ético y muy seguro como intelectual. Fue durante una visita a Rio Grande do Sul que conocí a uno de los mejores pensadores de este país, el profesor Ernani Maria Fiori, gran filósofo ya fallecido que escribió el prefacio a la edición brasileña de Pedagogía del oprimido, que considero uno de los textos más serios que se han escrito sobre mi pensamiento y que debería ser releído constantemente. En líneas generales, la gente no lee los prefacios. Creo que hay que leer todos los prefacios, y sobre todo un prefacio como el de Fiori.

Confieso que me invadió una alegría enorme cuando me invitaron a venir aquí hoy, me sentí profundamente emocionado. Si yo fuera un principiante, es probable que me resultara difícil hablar aquí y ahora… ni siquiera me atrevería a mantener esta charla desorganizada y caótica como esta. Pero ya tengo edad suficiente como para no padecer esa clase de problemas. Mi edad ya no lo permite… O mejor dicho, la experiencia es tan grande que es imposible continuar perdido.

Obviamente no deseo reducir mi charla de hoy a esas añoranzas felices de mis tiempos en el Sesi. Pero tampoco podía no decir nada al respecto, no hablar de nuestros sueños y nuestra lucha por hacerlos realidad. Por ejemplo, recuerdo la pelea que se desató cuando soñé que todos los Sesis deberían, dentro de lo posible, independizarse del Departamento Regional porque me impresionaba la dominación asistencialista que tenían, la vocación imperialista. Yo luchaba contra eso. Y al mismo tiempo esa pelea, mis diálogos con los directores, con los líderes obreros de todos los Sesis, todo eso fue una gran enseñanza que, años después, me ayudó a escribir Pedagogía del oprimido. Mis reflexiones sobre la conciencia oprimida, sobre la actualidad del oprimido y la profundidad dominante del dominador, la posibilidad de adecuarse, de adaptarse del oprimido para poder sobrevivir… todo eso lo aprendí aquí y después lo confirmé en mis experiencias en África, en América Latina.

Pero recuerdo mi lucha y mi diálogo y cómo me perdía… por ejemplo, cuando les propuse a los sesianos que, en diálogo con las juntas directivas del Departamento, cobraran la asistencia prestada y destinaran una parte de ese dinero a los clubes y otra parte al Departamento Regional para que lo reinvirtiera en más asistencia. Y recuerdo que un compañero sesiano, un líder, un obrero de entonces, se levantó y pronunció un discurso en el que dijo con mucha fuerza: «El docto superintendente —me llamaban mucho así— es enemigo del trabajo y amigo del capital. Está en contra del trabajo y a favor del capital». Y unos días después me llamó un asesor del Sesi y me dijo que yo era amigo del trabajo y enemigo del capital. No debo decir aquí quién era ese compañero. No es necesario. Nadie lo pide. Y si lo pidieran, tampoco lo diría. Pero basta notar cómo tomaban conciencia de esas cosas, cómo me indagaban… ¿Qué habrá querido decir ese asesor cuando me llamó a su despacho? Fue una relación muy difícil. ¿Qué había detrás de su discurso? ¿Había o no una ideología? ¿Y qué es una ideología?

Todo eso me sirvió mucho. Para que tengan una idea, escribí los tres primeros capítulos de Pedagogía del oprimido en quince días. El cuarto capítulo me dio más trabajo: tardé un mes… Pero yo tenía tanto roce con la temática que el libro prácticamente salió solo… A veces tengo ganas de hacer una lectura sui generis de ese libro, subrayando las páginas e indicando, por ejemplo, que tal cosa tiene que ver con las conversaciones que mantuve en el Sesi en tal año… Me gustaría mapear el contexto del libro y el contexto mayor, que eran mis experiencias, incluso las que tuve aquí. Cosas que todavía hoy, de vez en cuando, surgen en mis reflexiones. Muchas cosas que viví en aquella época las percibí tiempo después, incluso años después, como sucede hoy mismo, por ejemplo, cuando recuerdo la tarde en que, conversando con alguien en mi escritorio, tuve una iluminación relacionada con la reflexión teórica que estoy haciendo ahora. Siempre digo que en Cartas a Cristina dedico una carta completa al Sesi… Creo que hago revisiones históricas y explicito exactamente todo lo que aprendí aquí, que fue muchísimo.

No podría no resaltar esta afectividad, que me conmueve hasta la médula, esta gratitud… Poco importa que yo concuerde o deje de concordar con las perspectivas políticas del Sesi; poco importa que yo no acepte la tendencia actual, no sólo del Sesi de Pernambuco, sino de todos los Sesis, a la que llaman equivocadamente «modernidad». ¡Nada de modernidad! En realidad es una posmodernidad mala, porque se trata de transformar el organismo y las relaciones afectivas que se dan dentro de él en dureza burocrático empresarial; es decir, se busca la eficacia de la empresa. Creo que se puede ser eficaz sin volverse malo, sin herir al prójimo. No importa la posición que yo tenga frente al Sesi, o que el Sesi tenga frente a mí; lo que importa es que el Sesi fue importante o tuvo una importancia indiscutible en mi formación filosófica, en mi formación político-pedagógica. Viabilizó una serie de cosas absolutamente necesarias para mi formación como educador.

Ahora me corresponde, en este fin de curso de la formación permanente, decirles algo que espero no lleve demasiado tiempo y que consiste en subrayar, por un lado, la importancia de las experiencias formativas o formadoras permanentes, y, por el otro, subrayar algo que muchas veces olvidamos y que se resume en la frase «Cambiar es difícil, pero es posible».

Creo que esa frase nunca fue tan necesaria como lo es hoy en Brasil. Hace más o menos un mes entregué un libro a la editorial donde analizo este asunto. El libro se va a llamar Pedagogía de la autonomía: saberes necesarios para la práctica educativa. En ese libro me ocupo de analizar determinados saberes que considero particularmente indispensables para todo educador, por supuesto con los debidos matices según sea el educador progresista o conservador. Y uno de los saberes que explico es precisamente este: «Cambiar es difícil, pero es posible».

Y les digo esto porque, si yo no estuviera ciento por ciento convencido del acierto de la expresión «Cambiar es difícil, pero es posible», no estaría aquí ahora. Por supuesto, desde el punto de vista de lo que representa humanamente para mí estar con ustedes aquí ahora, habría venido más allá de cualquier otra circunstancia. Pero si no existiera este trasfondo mayor de mi vínculo afectivo con el organismo y no necesariamente con cada uno de ustedes —puede ser que no los conozca—, yo no tendría que venir aquí. Y sobre todo no debería ser docente si no estuviera absolutamente seguro de que cambiar es difícil, pero es posible.

Hace poco tuve una gran alegría cuando una de las responsables de un sector de esta institución me dijo que su padre, que hoy tiene 80 años, era celador del Sesi en mi época. Y cuando esa mujer le dijo a su padre que vendría a conversar conmigo, él le dijo: «Escucha lo que dice el profesor Paulo, dile con claridad lo que quieres y fíjate que, cuando vuelva a hablar, te convencerá de lo que ya sabes. Una de las características de Paulo Freire es que, cuando conversas con él, insiste en dejar claro que su interlocutor también sabe».

¡Y entendió lo importante que había sido para ella esa apreciación de su padre! Y yo le dije: «Su padre, en el fondo, ha hecho una síntesis teórica del pensamiento del educador Paulo Freire». Quiero decir: mi comprensión del proceso de conocer, la producción de conocimiento, mis incursiones en lo que hoy llaman constructivismo… Yo soy el padre del constructivismo. No cabe ninguna duda de que se puede estudiar constructivismo aquí y ahora en Brasil sin mencionarme… e incluso fuera de este país. Les diré una cosa: le tengo horror a la falsa modestia. Si yo no estuviera absolutamente convencido de que tenía algo para decir aquí, no habría aceptado la invitación. Pero, habiendo aceptado la invitación, no podía presentarme aquí muy orondo y decirles: «Tendrían que haber invitado a otro»… ¿Entonces para qué viniste? ¡Le tengo horror a esas cosas! Si vengo es porque creo que puedo. Ahora bien, la modestia no radica en dudar de quién debería estar aquí; la modestia radica en saber que existen otros que también podrían estar aquí. Eso sí. Y hasta es posible que otros pudieran hacerlo un poco mejor que yo… No cabe la menor duda. Ahora, negar que yo también puedo hacerlo me parece falso, hipócrita… Y no me gusta la hipocresía. Pero por eso mismo acepto esta cuestión del constructivismo que el superintendente mencionó en su charla, me refiero al énfasis que pongo en la circunstancia, el saber o la experiencia del alumno. Es uno de los principios fundamentales del constructivismo, cuyo gran líder es Jean Piaget.

Pero yo le dije a esa persona: «Su padre hace una síntesis del esfuerzo teórico». Vean bien: cuando era joven ese hombre participó en algunas reuniones como celador, no en cursos, pero captó exactamente el espíritu fundamental de mi propuesta, que es la capacidad del sujeto de producir su propio conocimiento. Y años después, treinta o cuarenta años más tarde, cita eso en un discurso propio. Y yo le decía a la hija: «Fíjese cómo esta expresión de su padre muestra, por un lado, las limitaciones y, por otro, las posibilidades de la educación».

Por lo tanto, la educación es eso. Tal vez una de las mejores maneras de conceptuar la educación sea decir que, si bien no lo puede todo, puede muchas cosas. Es decir que nuestro problema, como educadores y educadoras, es preguntarnos si es posible viabilizar aquello que muchas veces no parece posible.

Vuelvo entonces a insistir en la misma frase: «Cambiar es difícil, pero es posible». Y quiero mencionar dos o tres reglas, sobre todo en relación con por qué me parece imposible la imposibilidad del cambio.

En primer lugar diría que sólo la posibilidad de decir que es imposible vuelve posible lo imposible. Intentaré explicarlo… quedó demasiado abstracto. Quiero decir lo siguiente: sólo aquel ser que, a través de su larga experiencia en el mundo, se tomó capaz de significar el mundo es capaz de cambiar el mundo y es incapaz de no cambiar. Y ese ser es, exactamente, la mujer y el hombre. Dos seres vivos hemos sido, hasta ahora, competentes para llevar a cabo esa tarea. Por eso, antes que tener una historia, nosotros hacemos nuestra historia. Nosotros contamos la historia de los leones. Los leones tienen historia pero no historicidad. Los leones no saben que hacen historia. La historia de los leones no la cuentan los leones: la contamos nosotros. Por eso tampoco puede hablarse de la ética de los leones. No consta, en la historia de la humanidad, que los leones africanos hayan asesinado a dos leones compañeros de otro grupo familiar y que, al llegar la noche, hayan ido a dar el pésame a la familia de los leones muertos, etc. ¡Esas porquerías sólo las hacemos los hombres y las mujeres! Sólo los seres que eticizan el mundo son capaces de romper con la ética. Sólo los seres capaces de cosas bellas, de grandes gestos, son capaces de cosas feísimas. Entonces, la eticización del mundo engendra desprecio por la ética. Y al mismo tiempo que engendra desprecio por la ética nos exige que luchemos a favor de la ética.

¡Y eso es lo que nos está faltando hoy! No sólo eso, pero es una de las tantas cosas que faltan en el Brasil actual. ¡La rigurosidad ética, que debe ser una de nuestras luchas! La democratización de la falta de ética en nuestro país es tan grande que ya nadie la toma en serio. Todos los días vemos un nuevo escándalo en la vida pública y la vida privada de este país. Pero no todo lo que se dice en este país puede quedar en la nada. ¡Pero es escandaloso lo que ocurre en este país! ¡Ya no hay límites! En cierto momento de la contravención a la ética se instala por fuerza la impunidad. Quiero decir, la impunidad es necesaria para que el desprecio por la ética avance. ¡La impunidad existente en Brasil es increíble! Y cuanta más impunidad se tiene, menos se respeta la ética. Si los sinvergüenzas fueran castigados, no habría tantos como hay. Una de las cosas que más se democratizaron en Brasil es la sinvergüencería. ¡Hay hambre de vergüenza! ¡La sinvergüencería se ha generalizado!

Entonces, en un momento como este, existe cierta tendencia ideológica a decir que «la realidad es así», que «la realidad es esto que vemos». Se habla de desempleo, por ejemplo, no sólo en Brasil sino en el resto del mundo. ¡El mundo cierra el siglo y el milenio con una cantidad astronómica de desempleados! Y oímos decir, por toda respuesta, que «así es la realidad». ¡Y no es así! La realidad no es esta. Ninguna realidad es porque tiene que ser. La realidad puede y debe ser mutable, transformable. Pero, para justificar los intereses que obstaculizan el cambio, es necesario decir que «la realidad es así». El discurso de la imposibilidad es, por lo tanto, un discurso ideológico y reaccionario. Para confrontar el discurso ideológico de la imposibilidad de cambiar debemos hacer el discurso, también ideológico, de la posibilidad de cambiar. Pero fundado incluso en la verdad científica de que es posible cambiar. Yo no acepto, yo rechazo de plano la afirmación profundamente pesimista de que no es posible cambiar. Es más, creo que el discurso de la imposibilidad de cambio del mundo —y en esto radica lo trágico de ese discurso— no es un discurso constatable.

La imposibilidad de cambiar no es una obviedad. Por ejemplo, una obviedad de los sábados es ser anteriores a los domingos. Si la imposibilidad del cambio fuera tan obvia como el hecho de que los sábados preceden a los domingos, les confieso que no tendría el menor interés en seguir vivo. Quiero decir, si el hecho de ser hombre o ser mujer me impusiera como obvio que cambiar es imposible, preferiría no ser hombre ni ser mujer; preferiría no continuar en el mundo. Me gusta ser humano porque vivo oscilando entre la posibilidad de cambiar y la dificultad de cambiar. Vivir la dialéctica de poder y no poder satisface mi presencia en el mundo, la presencia de un ser que es al mismo tiempo —y porque es— objeto de la historia, y que recién cuando se reconoce objeto de la historia puede empezar a ser sujeto de la historia. Esa posibilidad de superar la condición de objeto y alcanzar la condición de sujeto hacedor y rehacedor del mundo es la que me alimenta a mis 75 años. Les confieso que no tendría el menor interés —ningún interés— en continuar en el mundo si continuar en el mundo significara no poder escribir sobre eso. ¿Qué sería yo entonces? Una sombra en el mundo.

Pero desde el momento en que soy hacedor del discurso de la posibilidad, el hecho mismo de hacer el discurso ya es prueba de imposibilidad. Por lo tanto yo no podría ser, y por eso no somos determinados; la gran diferencia es esta: somos condicionados. Los sujetos condicionados superan al poder condicionante, en tanto los sujetos determinados se esclavizan al poder determinante. Es decir que el cambio sólo sería imposible para los animales, para los seres que no son capaces de, alcanzando la conciencia del mundo, alcanzar la conciencia de sí mismos. Esos seres ni siquiera pueden hablar de cambio o de nocambio porque no tienen un lenguaje que les permita expresar eso. Cambiar es posible desde el momento en que inventamos el lenguaje y la producción social del lenguaje. Es evidente que el cambio está sometido a múltiples dificultades. No cabe la menor duda de eso. El cambio no es arbitrario: uno no cambia porque quiere y no siempre cambia en la dirección soñada. Pero debemos saber que el cambio no es individual sino social con una dimensión individual. ¡Pero el cambio es posible!

Para terminar —finalmente hablé quince minutos de mis nostalgias y añoranzas, pero no me arrepiento—, diré que el papel de la educación es muy importante. Alguna vez se pensó que la educación lo podía todo y alguna vez se pensó que la educación no podía nada. Creo que el gran valor de la educación radica en que, si bien no lo tiene todo, puede muchas cosas. Y nuestra tarea como educadores no es otra que reflexionar sobre lo posible. Porque lo posible también está condicionado histórica, social e ideológicamente. Lo que hoy es posible en Recife, por ejemplo, no necesariamente es posible en Caruaru… y viceversa. Al fin de cuentas es necesario descubrir los condicionamientos históricos, sociales, políticos, etc., donde se dan o no se dan las posibilidades. Y diagnosticar esas posibilidades es la enorme tarea del educador y la educadora junto a otros profesionales.

Por eso quiero dejarles el alma llena de esperanza. Sin esperanza no podemos siquiera empezar a pensar la educación. Las matrices de la esperanza son las de la educabilidad del ser, del ser humano. No es posible ser inconclusos y conscientes de esa inconclusión, como lo somos nosotros, y no buscar. La educación es ese movimiento de búsqueda, esa búsqueda permanente.

Creo que los cursos, los encuentros de formación donde se estudian problemas como este son encuentros fundamentales que nos ayudan a seguir enfrentando obstáculos. Sin embargo, no debemos permitir que se nos agote la esperanza, que la lucha acabe. Y desde ese lugar profundo donde arraigan mis convicciones pedagógicas y políticas les digo: a mis 75 años tengo, no desde el punto de vista físico sino desde una perspectiva moral e intelectual, más fuerza para luchar que cuando tenía 25: precisamente cuando estaba aquí mismo, en el Sesi, comenzando… Yo no acepto que mi esperanza desaparezca. Yo lucho, peleo todos los días. Hoy —todo lo indica— soy más joven en ciertos aspectos que cuando tenía 40 años. Cuando yo tenía 40 años, o 35 para el caso, o 30, era profesor aquí en la universidad y daba clases vestido con traje y corbata. Ni una sola vez me presenté con este atuendo que me ven puesto aquí ahora. Quiero decir que hoy, a mis 75 años, soy más moderno para vestirme que cuando tenía 30. ¡Soy más joven ahora, a los 75, que a los 40! Y dentro de diez años espero ser todavía más joven de lo que soy ahora…

Eso es lo que debemos conservar, lo que debemos resguardar. ¡A pesar de todo! ¡A pesar de los fracasos! Debemos entender que los fracasos y el sufrimiento son parte de la búsqueda de eficacia. No hay eficacia que no tropiece con momentos de fracaso. Y debemos trabajar para convertir el fracaso en éxito.

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martes, 18 de abril de 2023

EDUCAR PARA LA EMERGENCIA CLIMÁTICA

Cambiar al mundo significa apropiarse de él, de las aulas, las calles, los campos, los sueños y las convicciones revolucionarias que arrebatan a los otros lo que ya tantas veces nos han arrebatado
Alzamos la bandera por una pedagogía que responda de manera puntual como contradicción sistémica ante la crisis ambiental.
Una educación diferente se plantea en sus sentidos y principios desde abajo

Eliud Salinas*

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Estamos conscientes de la realidad que se teje ante nuestros ojos, la grave crisis ambiental y de la urgencia mundial por un cambio radical. Esto como tarea histórica nos converge a posicionarnos de forma clara, pues vivimos en la misma casa donde impera una injusta distribución de recursos, donde el mercado impone su forma de consumo poniendo precio a toda forma de vida, donde la cultura es la del despojo, donde se invade y se aniquila.

Pensar la emergencia actual es pensar una relación permanente entre el trauma y el síntoma que nos abraza. ¿Qué es lo que podemos definir como problema fundamental? y ¿dónde se pierde lo que se presenta como síntoma?, manifestaciones de una patología que aun siendo atendidas no curan de raíz la problemática.

Ante esto, la emergencia debe rebasar el estatus de búsqueda del síntoma para verla directo como una enfermedad agresiva que mata todas las células sociales y descompone el territorio y la vida, el núcleo partero de la gran crisis es el sistema capitalista. Es imperioso rebasar los discursos amigables con el planeta, pues radicalizar las propuestas es un acto de congruencia, es praxis revolucionaria.

Definir al enemigo es plantar cara a las contradicciones. ¿Son los popotes ecológicos, botellas biodegradables, no ponernos desodorante o bañarnos en cinco minutos las soluciones más aventuradas que nos atrevemos a plantear? ¿Y quienes no tienen agua? ¿Y los que no cuentan con más botella que el cuenco entre las manos? ¿Y los que huelen a bencina, a pobreza, a fango, los que huelen a hambre? ¿Los que se bañan en los ríos o en las cloacas? Sólo dimensionando el tamaño del enemigo es posible diseñar estrategias para plantarle cara.

Una educación diferente se plantea en sus sentidos y principios desde abajo, sin miramientos morales; por ello pasar del discurso a la acción para incomodar con nuestra rebeldía es ser activos en nuestras propuestas, revistiéndolas de carácter popular y con significado de clase. Desde la cooperación y la construcción de conocimientos ponderan nuevas trincheras de mayor sentido histórico y político alimentadas por una filosofía del trabajo como motor y la profundidad del acto cotidiano como muestra de la praxis. Es así como desde los lugares donde habitamos los miserables de la Tierra, alzamos la bandera por una pedagogía que responda de manera puntual como contradicción sistémica ante la crisis ambiental.

Ante la situación vivida, ¿cómo actuamos? ¿Qué se hace como escuela para las denuncias públicas en beneficio de la comunidad y la naturaleza? ¿Cómo llegar a la coherencia total ante el cambio climático?

La praxis no es una tarea tan sencilla, como trata de hacerlo ver el discurso oficialista, ni es una tarea deparada para unos cuantos, los que no espantan tanto con su fealdad. No son los pequeños cambios los que estructuran las transformaciones radicales, no basta con el ejercicio individual y pretencioso de suponer que soy yo aquí deteniendo el cambio climático; por el contrario, debemos partir de una base que encuentre en la praxis no un ejercicio teórico-académico que nos posicione como el estandarte ante la defensa de los derechos de todos, sino que la resistencia colectiva representa sentarse a decidir cuál es ese futuro mejor que esperamos, en qué condiciones materiales lograríamos alcanzarlo y cuáles son las principales trabas que hoy impiden emprender rumbo en la búsqueda de un camino al costado de éste que sin la menor oposición nos arrastra al abismo del consumo y la cosificación de la vida toda.

Es urgente dejar al mundo como ajeno y ser parte de él, impulsando un cambio cultural con el conocimiento científico y la técnica como eje transversal, con emotividad y actitud revolucionaria; sólo así podemos hablar de romper los paradigmas paralizantes. Como colectivos, rescatemos los espacios públicos, nuestros campos y tierras, trabajemos para emanciparnos, de forma colectiva construyamos una nueva forma de pensar. Valoramos todos los esfuerzos y experiencias compartidas, desde la creación de huertos urbanos, reducción de la huella ecológica, la herbolaria, compostaje, uso de las tres erres, capacitación docente, cuidado de los ecosistemas y recursos hídricos, el rescate de la milpa, hasta la lucha contra las trasnacionales y grandes poseedores del capital que con sus fábricas explotan al obrero y destruyen el entorno. Un espacio alternativo debe romper con la ingenuidad y la hipocresía, generando un cambio de discurso y acciones más congruentes actuales y progresivas, porque el cambio no se hace sin escuela, pero al ver a la escuela como único factor sería ilusorio pensar que ello podría tener grandes proporciones.

¡Fuera las posturas de pesimismo paralizante! Cambiar al mundo significa apropiarse de él, de las aulas, las calles, los campos, los sueños y las convicciones revolucionarias que arrebatan a los otros lo que ya tantas veces nos han arrebatado. Para asegurar que nuestra relación con la libertad no sea como siervos más que como sus poseedores, es necesario deshacernos de esa cárcel que se carga a todos lados, la venda que nos impide ver la lucha de clases, pero cuando no nos queda fuerza para retirarnos la propia, nos arrancamos unos a otros el velo. Alentemos a la organización desde la inquietos, insumisos y siempre creativos, como en el reciente 32 Encuentro de Educación Alternativa que nos reunimos el 2 y 3 de abril 2023, en la primaria Concepción Meléndez, de Parral, Chihuahua ( https:rededucacionalternativa.blogspot.com).

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* En colaboración con Efrén Alderete, Laura Portillo, del Colectivo Freinet Parral, Chihuahua

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jueves, 13 de abril de 2023

INTELIGENCIA ARTIFICIAL: ¿ANTE UN NUEVO PARADIGMA HISTÓRICO?

Inteligencia Artificial: ¿Ante un nuevo paradigma histórico?Imagen: UNESCO " El capitalismo tardío, podría estar entrando en una etapa hiperacelerada, y nuevamente, los entes socioculturales más ...

José Daniel Arias Torres 
Bloghemia 

Imagen: UNESCO

"El capitalismo tardío, podría estar entrando en una etapa hiperacelerada, y nuevamente, los entes socioculturales más preparados para adaptarse a la nueva velocidad y capitalizar económica y políticamente las nuevas tecnologías y avances de la información"

Artículo de José Daniel Arias Torres, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana de Puebla.

Por: José Daniel Arias Torres

El mundo un día amaneció con una noticia que se replicaba en diferentes medios, desde los más locales y desconocidos, hasta medios internacionales y hegemónicos: el nacimiento del ChatGPT. Bien es cierto que esta inteligencia artificial no surgió por generación espontánea, y que su segregación en el mundo de masas se dio paulatinamente, sin embargo, en cuestión de algunas semanas, esta herramienta tecnológica acaparó el debate mundial, y los efectos socioculturales de su derramamiento en el mundo, derivó en que los debates fueran arrancados de las fronteras tecno-científicas, para comenzar a ser parte de debates sociológicos, filosóficos y cotidianos.

El ChatGPT es solo el rostro actual más visible de todo un fenómeno que lleva décadas experimentándose y perfeccionándose: La Inteligencia Artificial. Múltiples han sido las lecturas que la sociedad ha hecho sobre estos avances técnicos, y las expresiones culturales de los mismos, dan una mirada del cómo es que el mundo -entendiendo al mundo en este sentido, como un grueso cultural apartado de la tecnocracia y, por ende, ignorante de las verdaderas funcionalidades técnicas de un avance tecno-científico- se enfrenta a los demonios instrumentales (y que instrumentalizan) que son las nuevas tecnologías de la información, que generan profundos cambios culturales e históricos.

Desde Hal de Odisea 2001, pasando por los arquetipos tecno-científicos de William Gibson, con Neuromante, o los androides de Phillip K. Dick, sin olvidar múltiples refinamientos que han surgido con el paso de las décadas, a través de las miradas de filmes como Ghost in the Shell, Ergo Proxy o Psycho Pass, pasando por Her y Ex Machina, las interpretaciones que se le dan a inteligencias diferentes a la humana, han sido diversas, algunas más benevolentes que otras.

Sin lugar a dudas, la Inteligencia Artificial es un tema que fascina, en buena medida debido al desconocimiento y misterio que hay con relación al tema, y la pregunta cultural y filosófica que surge sobre estos avances, una vez más tiene como referente a un sistema axiológico humano, dado a trazar fronteras morales entre conceptos y temporalidades, mismas fronteras que, mientras son vigentes, dan un formato claro sobre el caminar histórico de la humanidad en un sentido hegemónico, pero que cuando se difuminan, ya sea por una liquidez cultural, que autoaniquila desde dentro al oficialismo práctico y teórico, o por la formación de una fuerza opuesta emanada de las sombras de la cultura barbárica, fundada en una redención de las culturas vencidas -en una lógica fundada por el pensador Walter Benjamin-, esta pregunta es ¿En qué momento termina la técnica/máquina/avances tecno-científicos/inteligencias artificiales y comienza el ser humano?
La respuesta a la anterior pregunta no es única, y Philip K. Dick ofrecía una interesante lectura sobre este tema con su novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, adaptada a la gran pantalla con la película Blade Runner. Esta pregunta, que podría ser vista como una acotada a un tema específico, no es más que una de las máscaras de la pregunta que ha marcado al momento histórico desde la modernidad ¿En qué momento termina el instrumento y comienza el ser humano? René Descartes y Galileo dieron un inicio simbólico a la tiranía antropocéntrica que la técnica y la formación histórica de las sociedades trazaba. La instrumentalización del ser humano fue un tema recurrente entre la propia escuela de Frankfurt, y su tradición marxista los hizo fundar la idea dialéctica de la ilustración (Adorno y Horkheimer) llegando así, a un boceto de respuesta: El ser humano instrumentaliza y es instrumentalizado, esto ofrece un marco teórico a la explicación del porqué del Holocausto, y yo, como autor, igualmente traslado elementos de este marco teórico para proponer que no solo el fascismo, sino las democracias liberales, siendo ambas parte de un momento histórico coproducido, tiene en esta instrumentalización, la razón de ser de las dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Las inteligencias artificiales , en sus marcos teóricos actuales, no superan la lógica instrumental, sino que la engrosan, al constantemente ser alimentadas de información que los seres humanos introducen en sus motores de aprendizaje, estas I.A. conceptualmente nos instrumentalizan como sus operadores/usuarios, generando con esto que no sean estas I.A. una extensión de las facultades humanas, sino que, al generar una dependencia unidireccional de nosotros a ellas, terminamos por ser una extensión de las I.A. lo que nos convierte en elementos caducos y prescindibles.

¿En el retorno al mito?

La sociedad de la información, del conocimiento, o la aldea global, son categóricos propuestos por pensadores de la segunda mitad del siglo XX, que han pronosticado a la información como potencia de cambio y principal objeto/símbolo fetiche y con valor. Marshall McLuhan y Jean-François Lyotard, establecieron, en diferentes espacialidades y temporalidades, las condiciones que estaban definiendo al momento humano posmoderno, uno cuya tendencia era cada vez más acelerada y multi-narrativa, sin cabida teórica para las grandes narrativas o metanarrativas. Esta aceleración de la sociedad y sus dinámicas históricas era tal, que McLuhan propuso a la luz como forma de información esencial, un elemento que viaja a una velocidad inapreciable para los sentidos humanos desnudos, pero completamente perceptible para sus extensiones técnicas (computadores, teléfonos, celulares, satélites, etcétera).

La Inteligencia Artificial parece ser un cambio de narrativa y velocidad visible, aunque no un cambio histórico en esencia, en tanto está dentro de la maquinaria hegemónica. Asimismo, en la lógica de la dialéctica instrumental, el desbordamiento de las I.A. por la sociedad de masas no implica una democratización de la técnica, de la misma forma en que el internet o las redes sociales no implicaron una democratización del conocimiento, sino una aceleración de las prácticas que generan valor en una sociedad que capitaliza la información, misma que posteriormente es utilizada para crear segmentos sociales, raciales, religiosos, electorales, políticos, generacionales, económicos, en otras palabras, para generar segmentos de consumo y así continuar un delineamiento del sujeto político ideal: Uno pasivo.

El capitalismo tardío, podría estar entrando en una etapa hiperacelerada, y nuevamente, los entes socioculturales más preparados para adaptarse a la nueva velocidad y capitalizar económica y políticamente las nuevas tecnologías y avances de la información, son los corporativos y conglomerados empresariales que, de forma astuta, saben leer los momentos de cambio de mejor manera y más a tiempo, que las arcaicas y perezosas burocracias políticas, de esta forma, y siendo estos entes los productores de estas mismas tecnologías y dinámicas, la única posibilidad histórica, con sujetos despolitizados y pasivos como ciudadanos, es la que marque quienes se encuentran en las élites económicas y políticas, en otras palabras, se suprime a la historia y cambio en un sentido dialéctico, al narcotizar y capitalizar los avances humanos, y desmembrando en segmentos consumistas, a las fuerzas sociales políticas.

Los entes empresariales y corporativos, se entienden y entienden al mundo como oportunidades en el mercado, sin tener en su profundidad ontológica (el ser del mercado) un real impulso ético, es así como la llegada de avances técnicos que economicen y reduzcan procesos y costos, para dinamizar su realidad, implica un directo y profundo cambio en las fuerzas laborales y -al estar enmarcados en un momento humano capitalista- de la sociedad y cultura misma.

La llegada de las Inteligencias Artificiales de fácil acceso y uso, implican la salida de operadores y generadores humanos de información, incompetentes en su individualidad frente a un ente técnico alimentado por millones de otros seres humanos, bien es cierto que una I.A. aún depende, en lo esencial, del ser humano, sin embargo, un proceso de tres pasos, llevado a cabo por tres tecnócratas/especialistas diferentes, puede ser reducido a un proceso de un solo paso, con un solo tecnócrata (¿Esta puede ser la venganza de la tecnocracia e hiperespecialización de los sujetos?), lo anterior ahorra para estos entes, recursos en un sentido amplio.

Si la mecanización en serie en un primer momento fordista, y la robotización en un segundo momento industrial, implicaron la extinción de ciertos empleos y la generación de otros más especializados, la llegada de la Inteligencia Artificial al grueso social, podría significar una extravagante síntesis de especialización y erudición, pues una misma persona podría programar, redactar, generar campañas publicitarias, guiones, sin necesariamente tener el conocimiento personal para hacer todo eso, pues solo se limita a dar instrucciones.

La llegada de la Inteligencia Artificial a los lugares de trabajo, tiene una entrada en una Sociedad de la Información que le permite ser, y esto tendrá implicaciones profundas que aún no se manifiestan, pues en este primer momento de frenesí, la verdadera teorización y lectura del fenómeno, aún no llega, no obstante, ya podemos vislumbrar que estos instrumentos están construyendo nuevos paradigmas y extinguen ciertas formas de creatividad, elemento humano y humanizante.

La humanidad no estaba preparada para la llegada de este tipo de Inteligencias Artificiales, sin embargo, el arribo y su penetración es ya inevitable, las preguntas que hoy surgen pueden ser ¿Está el mercado laboral preparado para soportar el impacto de las I.A.?, ¿Qué parámetros éticos utilizan las I.A. para regular sus procesos y respuestas?, la ética es un ejercicio humano, ¿Podemos hablar de ética en las I.A. programadas para aprender de forma aparentemente infinita y así formular una “ética” artificial?, ¿Cómo podrían ser utilizadas las I.A. como instrumentos de poder?, ¿Estas I.A. están alineadas a cánones morales específicos?, ¿Una I.A. realmente es un instrumento para la libertad, o al contrario, es un aparato coercitivo?, ¿Qué nuevas desigualdades se pueden generar con estos avances?, ¿Se debe de reformular el concepto de plagio y propiedad intelectual con el arribo de las I.A.?

Todo lo anterior puede devenir en una pregunta más general, como humanidad no especializada en estas tecnologías y programas ¿Qué sabemos sobre las Inteligencias Artificiales? La respuesta es clara: No lo suficiente.

El mito, de acuerdo a mitólogos y antropólogos como Joseph Campbell o James Frazer, podría ser definido, sin esto significar que se agota el concepto, como una forma que el ser humano, entregado a las fuerzas incomprensibles de la naturaleza, encuentra para explicar los acontecimientos del mundo mediante la generación de arquetipos y narrativas, el mito tiene su fin aparente, en el principio de la causalidad universal, y en la comprensión natural y científica de los fenómenos y noúmenos. En un sentido ilustrado, alineado al método científico, la “humanidad” (sea lo que sea que este concepto universal signifique), ha superado al mito al saber que las cosas tienen un principio y fin orgánico, sujeto a leyes que entendemos, es aquí donde hago una reflexión, si no entendemos a la Inteligencia Artificial, ni sus principios, origen y posible destino sujeto a leyes, ¿Podemos hablar de un retorno al mito? Esta pregunta no se limita a las I.A. sino a nuestro mundo inmediato, ¿Qué tanto conocemos sobre el mundo artificial que nos circunda?, ¿No estamos retornando al mito al dar a la realidad artificial y digital por dada, como algo apriorístico y no construido material y simbólicamente?

¿Qué es hoy la verdad?

La historia de la humanidad, ha estado llena de historias de búsquedas particulares de la verdad que se universalizan, la humanidad, desde su nacimiento con la interpretación que le ha dado al mundo, a través de la magia en una primera instancia, pero posteriormente con del mito, religión y finalmente de la ciencia, se ha desenvuelto de forma constante, siempre buscando una genealogía apriorística u orgánica la razón de ser del mundo, así, la verdad es contingente al momento histórico y, en buena medida, subordinada al estado de refinamiento de las técnicas de experimentación del mundo, ya sea que estas se encuentren dentro del paradigma científico, o que estas sean técnicas “alternativas” invalidadas por el momento metodológico de la investigación y del rigor científico.

Una constante -hasta el momento de la penetración sociocultural del ciberespacio en la cotidianidad-, es el fundamento material de la realidad para la producción/invención/representación de verdades, incluso cuando se habla del espíritu, de las ideas, o de la inmanencia, estos conceptos tienen una correlación dialéctica con la materialidad, pero tras la llegada del ciberespacio, el ser ya no se encuentra limitado por la experiencia tridimensional de la realidad, y en cierto sentido, superar las leyes físicas cartesianas, (de la misma forma en que la física habla de una física cuántica, no representable por la física clásica, con el ciberespacio tal vez podemos hablar de seres cuánticos, al menos simbólicamente). Con la llegada del ciberespacio, en conjunto con la dilución de un sistema axiológico, hemos abandonado el territorio de la representación, para entrar en el de la simulación, y así imponer al signo vacío como modelo de la realidad.

No han sido escasas las fotografías generadas con Inteligencia Artificial que han confundido a internautas, al hacer creer que estas mismas son verdaderas, es cierto que este fenómeno, llamado por muchos “posverdad”, no es propio de las Inteligencias Artificiales, ni exclusiva de los formatos gráficos, pero lo que hace diferente a este momento delineado por la I.A., es que si antes la creación de realidades simuladas podía estar contenida en sujetos que tenían el conocimiento técnico para producirla, hoy en día, esta se “liberaliza” para cualquiera con a acceso a una I.A., esto significa que la realidad y su sustento entran en un nuevo territorio de vulnerabilidad, que continuará expandiéndose en tanto no existan mecanismos que regulen a estos avances.

La introducción de la Inteligencia Artificial a la cultura, es un imperativo para replantear conceptos que se daban por supuestos, con divisiones conceptuales bien definidas, que hoy, se difuminan en el marchar progresivo de la realidad, y de su invasión a territorios fronterizos no explorados antes.

Regulación VS liberación VS suspensión

Lejos ha quedado esa época en donde se podía realizar una división tajante entre la realidad y la digitalidad, esa antigua frontera subordinaba lo digital a lo real/material, en un sentido cartesiano, la extensión de los cuerpos y su mecanicismo envuelto en una temporalidad y espacialidad, seguía siendo el motor de lo real, y, por tanto, de la historia, la digitalidad entonces, al no estar plenamente definida por este método científico, pasaba a ser una extensión de la realidad, en la virtualidad, sin que esto significara que lo digital tendría implicaciones directas en lo real, sino, que lo digital, sería tan solo, una consecuencia de lo real, hoy en día esta relación de subordinación, parece cuestionarse, al vivir en un mundo donde en ocasiones, lo digital precede a lo real, y retomando a Baudrillard, es la representación, y no lo real, lo que actualmente en ocasiones toma el lugar de lo real, en otras palabras, la simulación de lo real, ha pasado a tomar el lugar de lo real.

Es debido a lo anterior, que en una sociedad inmersa en los nodos de información, cualquier revolución digital tiene implicaciones profundas en lo real, y un cambio narrativo en la virtualidad, tendrá su reflejo directo en lo material. Las Inteligencias Artificiales que hoy han modificado, a través de la hiperaceleración, los procesos de trabajo propios de la globalización y de las sociedades de la información, han despertado fuerzas políticas adormecidas, me refiero a las fuerzas laborales que alimentan al mercado de la información con su trabajo.

Existe, actualmente, toda una fuerza laboral que, paradójicamente, está desmembrada y desarticulada de cualquier posibilidad de agremiación o sindicalización, debido a la propia naturaleza individualista de la información -pues la información es la masificación de los datos, el conocimiento, por otro lado, demanda de debate e intersubjetividad, de relaciones sociales y políticas, de ahí que diversos pensadores consideren que en un capitalismo neoliberal que tiene como unidad base al individualismo aislacionista, la posibilidad de trascender de sociedades de la información, a las sociedades del conocimiento, sean casi nulas-, lo cual deriva en una desprotección y vulnerabilidad por parte de las fuerzas laborales enjambre de esta etapa histórica. Estas fuerzas laborales son una parte orgánica de la posmodernidad, en la que esos sujetos ciudadanos globales, viven y trabajan sin una conexión real con el todo, especializados y digitales, laboran como creadores de contenido, diseñadores, mercadólogos, programadores, managers digitales, administradores, etcétera.

La pandemia producida por el SARS-CoV-2, fue un fenómeno global que le dio el impulso necesario al teletrabajo, un periodo en el que existió una migración masiva de burócratas de oficina hacia la casa, convirtiéndose en burócratas domésticos, las bondades que trajo el teletrabajo en diversos casos, serán balanceadas por el capital con la desvinculación laboral y política. Ante fenómenos culturales de alto impacto como lo es la Inteligencia Artificial, la cual vino a abrir un debate en torno al futuro del trabajo digital, pues la duda latente es si estas nuevas tecnologías, provocarán un desplazamiento y extinción masiva de puestos laborales, los trabajadores digitales solo se tienen a sí mismos, sin una organización política/sindical que pueda articularse para exponer los dilemas, y entrar en un periodo de negociaciones que beneficie a los trabajadores, el teletrabajo, hoy demuestra ser el fin del sindicalismo, y la desprotección de los trabajadores.

Ante el debate y posible reforma laboral que supone la llegada masiva de las I.A. en un momento laboral donde la norma es la carencia de contratos dignos y seguridad sociales, algunas preguntas resaltan y cuestionan a eso que se conceptualiza como progreso: ¿Quién se va a ir a huelga?, ¿Quién va a exigir sus derechos?, ante la posibilidad de un paulatino, pero pronunciado cambio del panorama laboral, en el que las personas se hacen aún más prescindibles ¿Quién va a exigir protección, sin contratos laborales, desde su propia casa, desarticulado política y laboralmente de otros?

La llegada de las I.A. golpea en un primer momento a una clase media y joven, cuya actividad laboral no es material, sino digital, en este sentido, podríamos vislumbrar una nueva crisis para este sector generacional y socioeconómico, ¿Está el mercado laboral listo para soportar este cambio?, o tal vez la pregunta debería ser, ¿Están preparados los Estados para sostener una posible ola de desempleo futura?

Las anteriores no fueron las razones que llevaron a diversas voces del campo científico y empresarial a firmar una carta que solicitaba detener, durante algunos meses, las pruebas abiertas con el ChatGPT, pues en su entendimiento, esta I.A. podría tener efectos muy negativos en la humanidad, a pesar de que esta propuesta está fundada en un miedo legítimo, es difícil concebir que empresarios como Elon Musk o Steve Wozniak estén genuinamente interesados por la libertad y bienestar humanos, más que por beneficios de mercado, no obstante, esta carta monta un precedente acerca de la urgencia de regular estos avances, (es curioso mirar como representantes del capital y del mercado solicitan medidas regulatorias cuando no se están beneficiando del momento socioeconómico). La regulación de la Inteligencia Artificial, viene a sumarse a otros temas que urgen de ser regulados en el entorno digital, pues su carencia de normativas, los convierten en potenciales herramientas/fuerzas coercitivas, y generadoras de nuevas desigualdades, aun con esta urgencia, se puede formular otra pregunta ¿Cómo es posible legislar con formatos y procedimientos burocráticos tradicionales, a una realidad hiperacelerada y diariamente cambiante?

El debate liberación vs regulación, es un debate neoclásico trasladado al ciberespacio, ¿Qué significaría una liberación de estas tecnologías? vs ¿Qué implicaría una regulación y desde dónde se regularía?, sin duda alguna, este es un tema nada sencillo de abordarse, pues existen argumentos fuertes para apoyar cualquiera de las posturas, no obstante, la I.A. al estar moviendo tantas fuerzas sociales y políticas, es un tema que debe de abordarse desde el debate crítico y maquetar posibles respuestas a preguntas tan sensibles como: ¿Qué sucederá con los centros educativos?, ¿Están preparados para sostener este avance técnico que es y será utilizado por el alumnado?, ¿Los productos de esta tecnología están al margen o fuera de los límites de la propiedad intelectual?, ¿Qué profundas reestructuraciones sufrirá el mercado laboral?

En el umbral de la transición

¿Qué puede ser histórico cuando en la posmodernidad diariamente acontecen sucesos históricos? En una realidad de este tipo, cuestiones que hace siglos habrían iniciado revoluciones, hoy se entienden como sucesos tendencia, en otras palabras, intrascendentes. Las Inteligencias Artificiales hoy están revestidas con el velo de “la tendencia”, una tendencia por su propia naturaleza gaseosa, está destinada a ser olvidada al comienzo de las siguientes, en este sentido, el tema coyuntural que significan hoy las I.A. pasará a ser parte de la basura informática y ciberespacial el día de mañana, sin embargo, como sociedad, experimentaremos sus efectos paulatinos y agudos en todas las dimensiones de nuestra vida. La tendencia avasallante narcotiza y adormece la capacidad de reacción política, y el debate es intercambiado por la opinión líquida. La Inteligencia Artificial, en su derramamiento cultural, tendrá implicaciones reales y profundas, (¿Podríamos hablar de un cambio de etapa productiva?), sin embargo, aún estamos en el inicio de la misma, atravesando el umbral hacia una siguiente realidad, ni siquiera teorizando, sino soñando con posibilidades de futuro. Lejos se encuentran las I.A. de tener consciencia, tal como la ciencia ficción nos las introduce, pero estamos muy cercanos a las consciencias que actualmente orquestan este cambio de paradigma sociocultural masivo, y el rol de las Humanidades y Ciencias Sociales, es seguir estos cambios de cerca, para cuestionar dogmas, criticar paradigmas, proponer alternativas y revolucionar realidades.

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Fuente:

ZETKIN, KOLLONTAI Y LUXEMBURGO, PRECURSORAS DEL MOVIMIENTO FEMINISTA

Esta mirada con perspectiva de género permite reinterpretar la historia con una visión más justa y un impacto en favor de las mujeres
 Está demostrado que la capacidad intelectual del hombre y de la mujer son iguales dependiendo del medio en el que se desarrollan

"Con el advenimiento de la era industrial, el trabajo de las mujeres se convirtió en un trabajo pesado, monótono y esclavizado. Marx y Engels mencionaron, en sus escritos, la sobreex-plotación que sufrían especialmente las mujeres y los niños. La proletarización de las mujeres en el sistema capitalista se da, afirmaban, en las mujeres sin formación profesional. Es entonces cuando surge la mano de obra barata y los contratos masivos."

Por. Javier Claure


La historia de las mujeres, a lo largo del desarrollo humano, ha sido una historia cargada de dolor, de abuso, de exclusión y de penurias de toda índole. Desde los más eruditos hasta los más ignorantes han tratado de subordinar a la mujer bajo su poder. En muchas culturas, incluso antes de Cristo, la mujer era vista como una ciudadana de segundo grado. Zaratustra, poeta del siglo VII a. C. decía por ejemplo: «La mujer debe adorar al hombre como a un Dios. Cada mañana debe arrodillarse nueve veces consecutivas a los pies del marido».

Por otro lado, distintas religiones han contribuido, de una u otra manera, al sometimiento de la mujer. En Génesis 3:16, del Antiguo Testamento, se revela esta situación: «Multiplicaré en gran manera los dolores de tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti». La herencia romana del «pater familias» es otro factor que ha contribuido a la sumisión de la mujer. El «pater familias» era el jefe de la familia y tenía el poder absoluto sobre su esposa, sus hijos y sus esclavos. Era el responsable de la propiedad familiar e incluso tenía derecho a decidir si los miembros de la familia, incluyendo a los esclavos, vivían o morían. Es decir, cargaba en sus espaldas la «vitae necisque potestas» (poder de vida o muerte). Entonces surgió el patriarcado, como organización social, en donde el patriarca de la familia tiene el poder. Y este hecho, sin lugar a dudas, trajo consigo la opresión y la dominación de la mujer. Es así que las mujeres no tenían derecho a voto, derecho a estudiar en las universidades, no tenían acceso a la política ni a la vida pública. Eran consideradas propiedad del marido y, en consecuencia, se dedicaban solamente a tareas del hogar. En otras palabras, sus ideas, sus deseos y sus inquietudes intelectuales se esfumaban como pompas de jabón dentro de cuatro paredes. Pero a pesar de muchos obstáculos en el camino, siempre han existido mujeres que han mostrado gran inteligencia, rompiendo el cerco impuesto ante ellas por las sociedades retrógradas y machistas. También han existido mujeres que lucharon por liberarse del yugo patriarcal. El escritor y filósofo italiano, Umberto Eco (1932-2016) escribió: «No es que no hayan existido mujeres filósofas. Los filósofos han preferido olvidarlas». Hiparquía de Grecia (300 – 346 a. C), quizá sea una de las primeras mujeres filósofas. Otro ejemplo digno de citar es Hitapia de Alejandría (370 – 415 d. C), filósofa y matemática. Hitapia trabajó como profesora de matemáticas y elaboró junto a su padre, también matemático, textos para sus alumnos.

Con el advenimiento de la era industrial, el trabajo de las mujeres se convirtió en un trabajo pesado, monótono y esclavizado. Marx y Engels mencionaron, en sus escritos, la sobreex-plotación que sufrían especialmente las mujeres y los niños. La proletarización de las mujeres en el sistema capitalista se da, afirmaban, en las mujeres sin formación profesional. Es entonces cuando surge la mano de obra barata y los contratos masivos. Para Marx, la emancipación de la mujer se logra a través de una Revolución Socialista. Por eso, aseguraba, que la lucha de las mujeres debería unirse a la lucha de clases. Contrariamente a las teorías progresistas de Marx y Engels, han existido ideólogos del movimiento obrero que no supieron comprender, en toda su esencia, el trabajo de las mujeres. Pierre Proudhon (1809-1864) y Ferdinand Lassalle (1825-1864) eran teóricos que mantuvieron posturas incoherentes en cuanto a la mujer se refiere. El más reaccionario era Proudhon quien afirmaba: «Si la mujer es igual al hombre, entonces significa el fin del matrimonio, la muerte del amor y la ruina de la raza humana». Proudhon nunca supo entender el protagonismo de la mujer en la evolución de la especie humana. Lamentablemente los juicios de Proudhon y Lassalle, que manifestaban la inferioridad de la mujer respecto al hombre, habían calado en las mentes de las altas capas sociales del mundo.

Clara Zetkin (política alemana, 1857-1933) y Alexandra Kollontai (política rusa, 1872-1952) fueron figuras importantes en el proceso de emancipación de la mujer. Ellas comprendieron perfectamente los enunciados de Marx y Engels. Zetkin perteneció al Partido Socialdemócrata Alemán y Kollantai al Partido Comunista Ruso. En el II Encuentro Internacional de Mujeres en Copenhague, en 1910, Zetkin junto a Kathy Duncker; otra mujer socialista, propusieron instaurar un día dedicado a las mujeres obreras de todo el mundo. Este día es el 8 de marzo de cada año. Junto a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht crearon la Liga Espartaco que fue un grupo revolucionario. Podríamos decir que Zetkin, Kollontai, Luxemburgo y otras mujeres de ese tiempo fueron las precursoras del movimiento feminista. En diferentes épocas las mujeres han puesto en tela de juicio las injusticias sociales que impone el patriarcado frente a las mujeres. Y esas polémicas se han intensificado, al rojo vivo, en las décadas del 60 y 70 por los movimientos feministas en ciertas partes del mundo.

Está demostrado que la capacidad intelectual del hombre y de la mujer son iguales dependiendo del medio en el que se desarrollan. Sin embargo, existen muchos hombres que se han aferrado a las teorías de Proudhon y Lassalle, y no aceptan que sus mujeres sean más capaces que ellos intelectualmente. Las mujeres siguen siendo víctimas de los hombres. Los abusos, los problemas intrafamiliares y la violencia de género siguen causando traumas psicológicos en las mujeres. Las mujeres aún son discriminadas en el trabajo y luchan, día a día, en la faena de la casa cuidando a los hijos sin adquirir un centavo. Sin las mujeres, nosotros los hombres no estaríamos transitando por este mundo que nos ha tocado vivir. Sin las mujeres, la familia no existiría. Está claro, todavía queda mucho por hacer para el bienestar de las mujeres. A pesar de ello, y gracias a las investigaciones en el campo social, hoy en día se habla del protagonismo de las mujeres en los diferentes campos científicos. Es decir, cuando se estudia la sociedad contemporánea se incluye a las mujeres en las distintas áreas de la sociedad. Esta mirada con perspectiva de género permite reinterpretar la historia con una visión más justa y un impacto en favor de las mujeres.

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Texto de Javier Claude, periodista y poeta boliviano radicado en Suecia.

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Fuente:

martes, 11 de abril de 2023

LA TEOCRACIA CAPITALISTA


"El capitalismo teocrático nos enseña, como vieja lección de las religiones, la performatividad de la acción litúrgica, acción litúrgica o control de los comportamientos vinculada a una «acción cultural»; ¡no hay culto sin cultura!"

Artículo de Jacques Fradin publicado originalmente el 4 de abril de 2023 en lundimatin, núm. 377. Traducción: Artilleria Inmanente

Por: Jacques Fradin

Aunque el título es una recuperación del título de las famosas conferencias de John Holloway en San Francisco, abril de 2013 (In, Against and Beyond Capitalism), aquí nos ceñiremos lo más posible a las «obras» (opere) de Giorgio Agamben.

Hay una especificidad de la lucha cuando se sitúa en una teocracia y tiene que enfrentarse a esa teocracia.

Tal lucha «antiteocrática» se parece a las luchas que se han librado en (lo que se ha dado en llamar) el «totalitarismo».
Por ejemplo, la oposición al nazismo en Alemania.

O la oposición al fascismo italiano o al franquismo español.

Ciertamente, la lucha es pensada, definida, disputada, etc., por quienes la libran.

Pero puede ser útil para disipar ciertas ilusiones (que son elementos de religiosidad) y para señalar ciertos callejones sin salida (que la historia del «totalitarismo» nos muestra).

Y para dejar bien abierto el campo de la lucha.

Ni hablemos de las ilusiones «democráticas».

Que hay que disipar absolutamente desarrollando la idea (crítica) de «teocracia capitalista». «No» estamos «en democracia», sino en un estado de despotismo económico organizado sobre la base de la religión económica.

Y, por supuesto, correlativamente, no hablemos de ilusiones «electoralistas».

El pobre Jean-Luc Mélenchon, aquejado por la «abstención», no puede comprender lo que socava su proyecto de «revolución a través de las urnas». Porque el señor Mélenchon es un buen creyente. Y la idea de tal revolución electoral se basa no sólo en un error de análisis (creer que estamos «en democracia») sino, mucho más, en una ceguera de tipo «fideísta» (creer, creer que estamos «en democracia»). El error de análisis está inducido por la posición «creyente» o de «notable participante» de quien lo afirma.

El partido del señor Mélenchon no es más que un nuevo (y «verdadero») Partido Socialista; el otro (el «falso») se ha disuelto en el tecnocratismo (que generó a Macron); tecnocratismo (encuadre pastoral o eclesial) que puede utilizarse para definir un aspecto del despotismo económico «teocrático».

Como subtexto de lo que acabamos de introducir, aparece la primera dificultad de la lucha en un régimen teocrático (como en un régimen totalitario):

Esta lucha sólo puede ser ultraminoritaria.

Sólo concierne a los herejes o ateos (a-teológicos), en un mundo donde, como en todo mundo religioso («holístico»), la religión es necesariamente «popular».

Y donde, por tanto, los opositores heréticos (minoritarios) son vistos como «enfermos» incapaces de ponderar las palabras y, sobre todo, los actos.

Pero, una vez más, las características prácticas de la lucha deben ser discutidas por quienes la libran; siempre que esta lucha sea considerada como una lucha «antiteocrática», en las peores dificultades, desde la interiorización moral (de la moral económica) hasta la represión (antiherética), las numerosas detenciones y las interpelaciones masivas.

Quisiéramos, pues, insistir en UNA especificidad de la lucha, la de ser una lucha antirreligiosa, contra la religión económica; o, para reutilizar un viejo vocabulario, una lucha antimetafísica.

El autor que más ha insistido en esta especificidad, y en su propia gramática, es Giorgio Agamben.
Examinaremos sólo dos textos recientes de Agamben, aún no traducidos al francés.

Autoritratto nello studio, Nottetempo, 2017;

Y, sobre todo:
Creazione e anarchia. L’opera nell’età della religione capitalista, Neri Pozza, 2017.

Esta última «pequeña» obra, que es una de las «pequeñas» (esenciales) de Agamben, próximamente traducida al francés.
Création et Anarchie. L’œuvre à l’âge de la religion capitaliste, Rivages, 23 janvier 2019.1

Volvamos a Creazione e anarchia.

Que seguiremos en todo momento.

El subtítulo de esta segunda «pequeña» obra (que estamos estudiando):

L’opera nell’età della religione capitalista
contiene dos sutilezas:

Opera: obra o trabajo, work (en la traducción inglesa), hace pensar inmediatamente en el «operaísmo»;

De ahí una posible lectura: ¿qué ocurre con la lucha «operaísta» cuando el Estado, o el estado de cosas, se define como religioso o teocrático?

Luego, una segunda sutileza, età: que significa ciertamente edad o época, como età contemporanea, pero que puede pensarse como un estado (età = état) de cosas, una realidad efectiva.

Esta segunda pequeña obra, Creación y anarquía, retoma el texto de cinco lecciones impartidas en la Academia de Arquitectura de Mendrisio, de octubre de 2012 a abril de 2013 (y, aquí, «arquitectura» debería leerse «arqui-textura»).

En la quinta lección, el quinto capítulo del libro, «Capitalismo come religione», Agamben se refiere al famoso texto de Walter Benjamin de 1921, «Kapitalismus als Religion».

Agamben, siguiendo a W. Benjamin, intenta mostrar que el capitalismo es un fenómeno religioso.

Como hemos insistido mucho (demasiado) en este aspecto (desde hace mucho tiempo, 1990) nos limitaremos a repetir los análisis de Agamben, pero enunciándolos en nuestros propios (ya viejos) términos.

Remitimos al lector al «pequeño» texto de Agamben, pronto en francés, para el léxico original, tan característico de Agamben:

Inoperosidad, adynamia, potencia sin realización, destitución (de la destitución), resistencia interna a la potencia, desobra, inapropiable y, sobre todo, POBREZA.

Una de nuestras (raras) obras (ópera) se define a sí misma como un análisis de «la vía pobre».

Tomando a Agamben por el extremo (¡como es debido!) podemos decir:

En una teocracia económica («totalitaria») la lucha, en y contra (Holloway) debe caracterizarse como una «vía pobre».
E, inmediatamente, para retomar un tema «ecologista», la lucha debe afrontar el «empobrecimiento».

Empobrecimiento material, obviamente, pero también espiritual o intelectual, la vía de lo que Agamben llama «vida contemplativa», un estereotipo filosófico, pero «vida contemplativa» que hay que repensar como trabajo (opera) intelectual, pero abandonar (tema central de Agamben) la práctica o las prácticas para reavivar la «justicia» — no olvidemos nunca que estamos en un mundo dominado por la religión económica (cuyos términos esenciales son: práctica, praxis, trabajo, eficacia, compromiso, militancia, etc.).

Los temas de Agamben en torno a ergon, opera, energeia, essere-in-opera, adynamia, potenza-di-non, désœuvrement, pura potencia sin realización, desactivación de cualquier esquema de poder, inoperosità, resistencia interna a la potencia (destitución de la destitución), apuntan todos a esta «pobreza».

Volvamos al tema central: el capitalismo es un fenómeno religioso.

Diríamos que incluso si es esencialmente «cultual», si se apoya en la performatividad autoritaria de una gran liturgia, en un mandamiento detallado de comportamientos (una moral detallada en los breviarios de la economía, reléase a Jean Tirole), este fenómeno religioso se funda, se plantea sobre un DOGMA.

Y posee una dogmática, un catecismo, la teoría neoclásica.

O incluso «una idea»: la idea económica (leibniziana fisiocrática); que determina «una moral»: ¿cómo comportarse? ¡Nadine de Rothschild!

Y este capitalismo teocrático nos enseña, como vieja lección de las religiones, la performatividad de la acción litúrgica, acción litúrgica o control de los comportamientos vinculada a una «acción cultural»; ¡no hay culto sin cultura!

La liturgia es una acción que se desarrolla como una «ópera», aquí en el sentido de máquina artística o teatral (como la ópera total de Wagner o las puestas en escena totalitarias o democráticas).

Y esta liturgia que todo lo abarca propaga una forma de vida «artística» que genera «dicha»; ¡la alegría del consumo! ¡Los grandes almacenes como museo!

Existe una fe capitalista o una fe en las promesas del capitalismo, una creencia capitalista.

Fe y fieles; fidelidad, confianza y crédito, creencia, son términos que definen el capitalismo. ¡Se puede confiar en él! ¡Tiene buena reputación!

Existe incluso un paraíso capitalista.

¡Todos ricos!

No vírgenes, ¡sino prostitutos! (Aquí, deliberadamente, no usamos la llamada escritura inclusiva ni el femenino).

Escatología: crecimiento, desarrollo, enriquecimiento.

Redención mediante el enriquecimiento (¡que se lo pregunten a Xavier Niel! O a todos los nuevos ricos oligarcas).

Expiación a través del consumo, a través del imperativo del disfrute obligatorio y tarifado.

Y la culpabilidad: ¡nunca disfrutar lo suficiente, nunca ser lo bastante rico!

El capitalismo es una religión escatológica.

Donde la escatología capitalista se sostiene en la PROMESA de la redención a través de la riqueza y la justicia en este enriquecimiento.

El capitalismo no es una religión an-árquica: es una religión metafísica (leibniziana) del agua más antigua.

Hay un PRIMERO (cf. capítulo 4 del libro de Agamben que estamos siguiendo, «Archeologia del comando» — arché): el dios racional leibniziano (o el dios de la religión racional).
Tanto como el capitalismo es fisiocrático y se basa en una metafísica leibniziana.

La religión económica «racional», con su dogmática igualmente «racional», es una metafísica subrogada o una subrogación del cristianismo metafísico.

Y por último (y para abrir otro debate): ¿cuál es la figura perfecta del fiel de la religión económica?
«El Turista».

El Turista es el «nuevo fiel»; como el Trabajador (de Jünger) era el viejo fiel.

¡Cuidado con Badiou!

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Fuente:

domingo, 19 de marzo de 2023

LA ESENCIA DEL NEOLIBERALISMO

¿Se puede esperar que la masa extraordinaria de sufrimiento que produce dicho régimen político-económico esté algún día en el origen de un movimiento capaz de detener el curso al abismo? 

PIERRE BOURDIEU

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"El discurso neoliberal no es un discurso como los otros. A la manera del discurso psiquiátrico en el asilo, según Erving Goffman, es un discurso duro, que no es tan duro ni tan difícil de combatir sino porque tiene para sí todas las fuerzas de un mundo de relaciones de fuerza que contribuye a hacerlo como es." Pierre Bourdieu

¿El mundo económico es verdaderamente como lo quiere el discurso dominante, un orden puro y perfecto, desplegando implacablemente la lógica de sus consecuencias previsibles, y presto a reprimir todas las infracciones por las sanciones que inflige, sea de manera automática, o –más excepcionalmente- por intermedio de sus brazos armados, el FMI o el OCDE (Organización de Cooperación del Desarrollo Económico), y políticas que ellos imponen: baja del costo de la mano de obra, reducción de los gastos públicos y flexibilización del trabajo? ¿Y si no fuera, en realidad, sino la puesta en práctica de una utopía, el neoliberalismo, convertido así en programa político, pero una utopía que, con la ayuda de la teoría económica de la cual se reclama, llegue a pensarse como la descripción científica de lo real?

Esta teoría tutelar es una pura ficción matemática, fundada, desde el origen, en una formidable abstracción: aquella que, en nombre de una concepción tanto estrecha como estricta de la racionalidad identificada a la racionalidad individual, consiste en poner entre paréntesis las condiciones económicas y sociales de las disposiciones racionales y de las estructuras económicas y sociales que son la condición de su ejercicio. Basta pensar, para dar la medida de la omisión, en el único sistema de enseñanza, que jamás es tomado en cuenta en tanto que tal en un tiempo en que juega un rol determinante en la producción de los bienes y de los servicios, como en la producción de los productores. De esta suerte de falta original, inscrita en el mito walrasiano de la "teoría pura", derivan todas las faltas y todos los faltamientos de la disciplina económica, y la obstinación fatal con la cual se aferra a la oposición arbitraria que ésta hace existir, por su sola existencia, entre la lógica propiamente económica, fundada en la competencia y portadora de eficacia, y la lógica social, sometida a la regla de la equidad. Dicho esto, esta "teoría" originalmente desocializada y deshistorizada tiene, hoy más que nunca, los medios de hacerse verdadera, empíricamente verificable.

En efecto, el discurso neoliberal no es un discurso como los otros. A la manera del discurso psiquiátrico en el asilo, según Erving Goffman, es un discurso duro, que no es tan duro ni tan difícil de combatir sino porque tiene para sí todas las fuerzas de un mundo de relaciones de fuerza que contribuye a hacerlo como es, sobre todo orientando las elecciones económicas de quienes dominan las relaciones económicas y agregando así su propia fuerza, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerzas. En nombre de este programa científico de conocimiento, convertido en programa político de acción, se cumple un inmenso trabajo político (negado porque es, en apariencia, puramente negativo) que busca crear las condiciones de realización y de funcionamiento de la "teoría"; un programa de destrucción metódica de los colectivos. El movimiento, hecho posible por la política de desreglamentación financiera, hacia la utopía neoliberal de un mercado puro y perfecto, se cumple a través de la acción transformadora y, es necesario decirlo, destructora de todas las medidas políticas (de las cuales la más reciente es el AMI, Acuerdo Multilateral sobre la Inversión, destinado a proteger, contra los estados nacionales, las empresas extranjeras y sus inversiones), tendente a poner en cuestión todas las estructuras colectivas capaces de obstaculizar la lógica del mercado puro: nación, cuyo margen de maniobra no deja de decrecer; grupos de trabajo, con, por ejemplo, la individualización de los salarios y de las carreras, en función de las competencias individuales y la atomización de los trabajadores que resulta de ello; colectivos de defensa de los derechos de los trabajadores, sindicatos, asociaciones, cooperativas; familia misma que, a través de la constitución de mercados por clases de edad, pierde una parte de su control sobre el consumo. El programa neoliberal, que saca su fuerza social de la fuerza político- económica de aquellos cuyos intereses expresa (accionistas, operadores financieros, industriales, hombres políticos conservadores o social-demócratas convertidos en dimisiones tranquilizantes del dejar hacer, altos funcionarios de las finanzas, tanto más encarnizados en imponer una política preconizando su propio debilitamiento que, a diferencia de los cuadros de las empresas, no corren riesgo alguno de pagar eventualmente las consecuencias), tiende globalmente a favorecer el corte entre la economía y las realidades sociales, y a construir así, en la realidad, un sistema económico conforme a la descripción teórica, es decir, una suerte de máquina lógica que se presenta como una cadena de presiones que animan a los agentes económicos.

La mundialización de los mercados financieros, unida al progreso de las técnicas de información asegura una movilidad sin precedentes del capital y da a los inversionistas, preocupados de la rentabilidad a corto plazo de sus inversiones, la posibilidad de comparar de manera permanente la rentabilidad de las más grandes empresas y de sancionar en consecuencia los fracasos relativos. Las empresas mismas, colocadas bajo dicha amenaza permanente, deben ajustarse de manera cada vez más rápida a las exigencias de los mercados; eso bajo pena, como se dice, de "perder la confianza de los mercados" y, a la vez, el sostén de los accionistas que, preocupados de obtener una rentabilidad a corto plazo, son cada vez más capaces de imponer su voluntad a los managers, de fijarles normas, a través de las direcciones financieras, y de orientar sus políticas en materia de contrataciones, de empleo y de salario.

Así se instauran el reino absoluto de la flexibilidad, con los reclutamientos bajo contratos de duración determinada o los provisionales y los "planes sociales" a repetición y, en el seno mismo de la empresa, la competencia entre filiales autónomas, entre equipos obligados a la polivalencia y, por último, entre individuos, a través de la individualización de la relación salarial: fijación de objetivos individuales; entrevistas individuales de evaluación; evaluación permanente; alzas individualizadas de los salarios o concesiones de primas en función de la competencia y del mérito individuales; carreras individualizadas; estrategias de "responsabilización" tendentes a asegurar la autoexplotación de algunos cuadros que, simples asalariados bajo fuerte dependencia jerárquica, son al mismo tiempo considerados responsables de sus ventas, de sus productos, de su sucursal, de su tienda, etc., a la manera de "independientes"; exigencia del "autocontrol" que extiende la "implicación" de los asalariados, según las técnicas del "manejo participativo", mucho más allá de los empleos de cuadros. Tantas técnicas de sometimiento racional que, al imponer la sobreinversión en el trabajo, y no solamente en los puestos de responsabilidad, y el trabajo de urgencia, contribuyen a debilitar o a abolir las referencias y las solidaridades colectivas. La institución práctica de un mundo darwiniano de la lucha de todos contra todos, en todos los niveles de la jerarquía, que encuentra los recursos de la adhesión a la tarea y a la empresa en la inseguridad, el sufrimiento y el stress, sin duda no podría tener un éxito tan completo si no encontrara la complicidad de las disposiciones precarizadas que produce la inseguridad y la existencia, a todos los niveles de la jerarquía, e incluso a los niveles más elevados, sobre todo entre los cuadros, de un ejército de reserva de mano de obra docilizada por la precarización y por la amenaza permanente del desempleo. El fundamento último de todo este orden económico colocado bajo el signo de la libertad es, en efecto, la violencia estructural del desempleo, de la precariedad y de la amenaza de despido que implica: la condición del funcionamiento "armonioso" del modelo microeconómico individualista es un fenómeno de masa, la existencia del ejército de reserva de los desempleados.

Esta violencia estructural pesa también sobre lo que se llama el contrato de trabajo (sabiamente racionalizado y desrealizado por la "teoría de los contratos"). El discurso de empresa nunca ha hablado tanto de confianza, de cooperación, de lealtad y de cultura de empresa que en una época donde se obtiene la adhesión de cada instante haciendo desaparecer todas las garantías temporales (las tres cuartas partes de los contratos tienen duración determinada, la parte de los empleos precarios no deja de crecer, el despido individual tiende a no estar sometido a restricción alguna). Se ve así cómo la utopía neoliberal tiende a encarnarse en la realidad de una suerte de máquina infernal, cuya necesidad se impone a los mismos dominantes. Como el marxismo en otros tiempos, con el cual, bajo esta relación, tiene muchos puntos comunes, esta utopía suscita una formidable creencia la free trade faith (la fe en el libre comercio), no solamente en aquellos que viven materialmente de esto como los financistas, los patrones de las grandes empresas, etc., sino también en aquellos que sacan de esto sus justificaciones para existir, como los altos funcionarios y los políticos, que sacralizan el poder de los mercados en nombre de la eficacia económica, que exigen el levantamiento de las barreras administrativas o políticas capaces de molestar a quienes detentan los capitales en la investigación puramente individual de la maximización del beneficio individual, instituido en modelo de racionalidad, que quieren bancos centrales independientes, que recomiendan la subordinación de los estados nacionales a las exigencias de la libertad económica para los maestros de la economía, con la supresión de todas las reglamentaciones sobre todos los mercados, comenzando por el mercado del trabajo, la prohibición de los déficits y de la inflación, la privatización generalizada de los servicios públicos, la reducción de los gastos públicos y sociales.

Sin compartir necesariamente los intereses económicos y sociales de los verdaderos creyentes, los economistas tienen suficientes intereses específicos en el campo de la ciencia económica para aportar una contribución decisiva, cualesquiera que sean sus opiniones a propósito de los efectos económicos y sociales de la utopía que ellos visten de razón matemática, a la producción y a la reproducción de la creencia en la utopía neoliberal. Separados por toda su existencia y, sobre todo, por toda su formación intelectual, con más frecuencia puramente abstracta, libresca y teoricista, del mundo económico y social tal como es, son particularmente proclives a confundir las cosas de la lógica con la lógica de las cosas.

Confiados en modelos que prácticamente jamás han tenido la ocasión de poner a prueba de la verificación experimental, llevados a mirar desde arriba las adquisiciones de las otras ciencias históricas, en las cuales no reconocen la pureza y la transparencia cristalina de sus juegos matemáticos, y de las cuales son con mayor frecuencia incapaces de comprender la verdadera necesidad y la profunda complejidad, participan y colaboran en un formidable cambio económico y social que, aún si algunas de sus consecuencias les producen horror (pueden cotizar al Partido Socialista y dar consejos sensatos a sus representantes en las instancias de poder), no puede desagradarles puesto que, con el peligro de algunos fracasos, imputables sobre todo a lo que ellos llaman a veces "burbujas especulativas", tiende a dar realidad a la utopía ultraconsecuente (como algunas formas de locura) a la cual consagran su vida. Y sin embargo el mundo está allá, con los efectos inmediatamente visibles de la puesta en obra de la gran utopía neoliberal: no solamente la miseria de una fracción cada vez más grande de las sociedades más avanzadas económicamente, el crecimiento extraordinario de las diferencias entre las ganancias, la desaparición progresiva de los universos autónomos de producción cultural, cine, edición, etc., por la imposición intrusiva de los valores comerciales, pero también y sobre todo la destrucción de todas las instancias colectivas capaces de contrarrestar los efectos de la máquina infernal, en el primer rango de los cuales está el Estado, depositario de todos los valores universales asociados a la idea del público, y la imposición, en todas partes, de las alta esferas de la economía y del Estado, o en el seno de las empresas, de esta suerte de darwinismo moral que, con el culto del winner, formado en las matemáticas superiores y al salto al elástico, instaura como normas de todas las prácticas la lucha de todos contra todos y el cinismo.

¿Se puede esperar que la masa extraordinaria de sufrimiento que produce dicho régimen político-económico esté algún día en el origen de un movimiento capaz de detener el curso al abismo? En efecto, se está aquí ante una extraordinaria paradoja, mientras que los obstáculos hallados en la vía de la realización del orden nuevo -el del individuo solo, pero libre- son hoy día tenidos por imputables a rigideces y arcaísmos, y que toda intervención directa y consciente, por lo menos puesto que viene del Estado, por los sesgos que sean, está desacreditada por adelantado, y en consecuencia llamada a borrarse en beneficio de un mecanismo puro y anónimo, el mercado (del cual se olvida que es también el lugar, el ejercicio de intereses), es en realidad la permanencia o la sobrevivencia de las instituciones y de los agentes del orden antiguo en vías de desmantelamiento, y todo el trabajo de todas las categorías de trabajadores sociales, y también todas las solidaridades sociales, familiares u otras, que hacen que el orden social no se hunda en el caos a pesar del volumen creciente de la población precarizada.

El pasaje al "liberalismo" se cumple de manera insensible, por lo tanto imperceptible, como el abatimiento de los continentes, tapando así a las miradas sus efectos, los más terribles a largo plazo. Efectos que se encuentran también disimulados, paradójicamente, por las resistencias que suscita, desde ahora, de parte de aquellos que defienden el orden antiguo tomando de los recursos que temía, en las solidaridades antiguas, en las reservas de capital social que protegen toda una parte del orden social presente de la caída en la anomia. (Capital que, si no es renovado, reproducido, está llamado al debilitamiento, pero cuyo agotamiento no es para mañana).

Pero si estas mismas fuerzas de "conservación", que es muy fácil tratar como fuerzas conservadoras, son también, bajo otra relación, fuerzas de resistencia a la instauración del orden nuevo, que pueden devenir en fuerzas subversivas, y si se puede pues conservar alguna esperanza razonable, es que existe todavía, en las instituciones estatales y también en las disposiciones de los agentes (sobre todo los más ligados a estas instituciones, como la pequeña nobleza de Estado), tales fuerzas que, bajo la apariencia de defender simplemente, como se les reprochará rápidamente, un orden desaparecido y los "privilegios" correspondientes, deben de hecho, para resistir la prueba, trabajar en inventar y en construir un orden social que no tenga por única ley la búsqueda del interés egoísta y la pasión individual del beneficio, y que le dará lugar a los colectivos orientados hacia la persecución racional de fines colectivamente elaborados y aprobados. Entre estos colectivos, asociaciones, sindicatos, partidos, cómo no darle un lugar especial al Estado, Estado nacional o, mejor todavía, supranacional, es decir europeo (etapa hacia un Estado mundial), capaz de controlar e imponer eficazmente los beneficios realizados en los mercados financieros y, sobre todo, de contrarrestar la acción destructora que estos últimos ejercen sobre el mercado del trabajo, organizando, con la ayuda de los sindicatos, la elaboración y la defensa del interés público que, se quiera o no, no saldrá jamás, aun al precio de alguna falla en escritura matemática, de la visión del contador (en otros tiempos, se habría dicho del "bodeguero") que la nueva creencia presenta como la forma suprema de la realización humana.

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