Redes sociales, ¿poder ciudadano o elemento de manipulación?
Nadie está a salvo, el Gran Hermano está mirándote, controlándote desde tu celular, definiendo qué comes, qué votas. La pesadilla de Orwell se hace realidad
Manuel Cardozo
Después de terminados sus estudios de antropología en Inglaterra, el joven Jhon A. Barnes[1] decide viajar a Noruega, con el fin de estudiar las relaciones sociales en una pequeña aldea de pescadores de cachalotes de la isla de Parish.
Allí vivió dos años entre embarcaciones, tabernas y redes de pesca durante 1953 y 1954. Dedicado a comprender los vínculos de hombres y mujeres entorno a la familia, el trabajo y las formas en que estas relaciones se estructuraban. Con el objetivo de facilitar su trabajo creó una representación simple, lógica y sencilla; para denominar estas formas de relación, las llamó “redes sociales”. Desde entonces, este concepto polisémico[2] ha sido utilizado por sociólogos y antropólogos, para abordar temas de investigación que vinculen a grupos sociales específicos. Un famoso ejemplo del empleo del concepto fue el estudio realizado por Elisabeth Bott[3], quien trabajó con familias de clase media inglesas o el de J. Clyde Mitchell[4], en varios estudios de antropología urbana en África.
Como vemos, no es algo nuevo esto de las redes sociales, pero sí algo cambiante como la sociedad misma. Sin embargo, estos estudios, a pesar de que emplearon herramientas conceptuales y a disposición, tuvieron que sortear toda una serie de dificultades técnicas; puesto que la recolección de datos sobre las relaciones sociales y su análisis resultaba muy compleja, si tenemos en cuenta la ausencia de computadores para la época; estos estudios se realizaron a lápiz y papel, y sobre todo haciendo uso de mucha creatividad.
Pero entonces, ¿qué se entiende por redes sociales, si el concepto inicial parece diferir en nuestros días del creado por el entonces joven antropólogo inglés? se hace necesario aquí responder esta pregunta a manera de contextualización, sobre todo conceptual, puesto que el tema que intenta abordar el presente artículo es el poder de comando y control que han conferido las nuevas tecnologías al ciudadano de a pie en el contexto colombiano. “En sentido amplio, una red social es una estructura social formada por personas o entidades conectadas y unidas entre sí por algún tipo de relación o interés común.”[5] Lo anterior podría considerarse como una definición general del concepto de redes sociales, que en nuestros días ha sido utilizada por diferentes ciencias, incluida las matemáticas, las cuales han contribuido a enriquecerlo con características que se pueden aplicar a cualquier estudio que relacione nodos y aristas; es decir que los individuos o comunidades serían en este caso los nodos y las aristas o vínculos, los medios que estos utilizan para comunicarse y relacionarse, formando un sistema de redes, un entramado de relaciones. Sin embargo, esta definición ha sido desplazada según los propósitos con los cuales se construyen estas redes entre sujetos.
En consecuencia, un primer sentido se refiere a las redes sociales como “networking” entre personas mediante plataformas virtuales. Este sentido ha desplazado, por su reciente popularidad, a otros con mucha más tradición en las ciencias sociales. Un segundo sentido se refiere a las redes sociales como metáforas sobre la complejidad del mundo social. Un tercer sentido se refiere a las redes como estrategia de “empoderamiento” de actores locales (redes de organizaciones normalmente) para la mejora de una situación o la puesta en marcha de una iniciativa. Finalmente, un cuarto sentido se refiere a las redes sociales como herramienta para el análisis de las relaciones empíricas entre personas, organizaciones, países u otras unidades de análisis[6]. Es el tercer sentido mencionado aquí, el que se va a desarrollar; una denominación totalmente válida, que nos permite analizar el fenómeno de empoderamiento ciudadano, del que hemos sido testigos desde la aparición de las redes sociales virtuales.
Fue en el año 1971 cuando se envía el primer email, si bien ese pequeño gesto informático lo realizaron dos computadores que se encontraba uno al lado del otro, hoy podemos enviar un correo electrónico sin pensar en límites de espacio y en un tiempo menor a un segundo. Desde que estalló la “burbuja de internet” en el año 2000, esta industria creciente tardó solo dos años en lanzar el portal Friendster, pionero en la conexión online de “amigos reales”, la cual alcanza tres millones de usuarios en menos de tres meses; un año después vino MySpace, creada por una empresa de marketing online la cual fue codificada en menos de diez días. Estas dos plataformas de conexión interactiva fueron las antecesoras de Facebook, la cual fue creada en el 2004 por el mundialmente conocido Mark Zuckerberg. Codificada en un principio solo para conectar a la comunidad de estudiantes de la universidad de Harvard, y su éxito fue tal, que en menos de un mes la mitad de los 19.500 estudiantes de esa época se suscribieron a la plataforma.
Desde entonces facebook superó rápidamente los límites y pasó de ser la red social de una comunidad universitaria, a convertirse en la mayor plataforma mundial de interconexión social del mundo; ni siquiera superada por la red de microblogging Twitter, creada en el 2006, la cual cinco años después contaba con 175 millones de usuarios, mientras Facebook contaba con 800 millones.
Todas estas plataformas han desarrollado sus propias herramientas de comunicación, se han transformado y mutado según las demandas de sus usuarios, como las necesidades de marketing impuestas por un mercado cada vez más competitivo. Una teoría llamada “teoría de los seis grados” planteada por primera vez por el escritor húngaro Frigyes Karinthy[7] en los años treinta, la cual sostiene que un mensaje puede llegar a cualquier persona desconocida en cualquier parte del mundo, a través de seis saltos por medio de una cadena de conocidos.
Teoría que han tratado de comprobar diferentes científicos, primero por medio del envío de postales, donde se identifica a una persona en un lugar alejado del mundo a la cual debe llegar en algún momento el mensaje, por medio de una red de conocidos que envían a sus amigos la misma postal. Teoría que ha cobrado importancia con la aparición de las plataformas digitales mencionadas, las cuales han comprobado la efectividad de las redes sociales digitales para la difusión de información. Viralizar es el término que utilizamos cotidianamente para hacer referencia a la dispersión masiva de un video, un meme, o un mensaje cualquiera, que puede ser generado de un computador en Rusia y llegar a Ecuador el mismo día con una efectividad sorprendente.
Durante siglos se pensó que la falta de acceso a la información era una de las causas principales de la ignorancia. Por todos es conocido el recelo con que eran guardados los textos en la edad media por las comunidades religiosas. Esa imagen en el libro de Umberto Eco, El Nombre de la Rosa, en la que de los monjes de la abadía empiezan a aparecer envenenados por atreverse a leer un libro prohibido de Aristóteles sobre la risa nos ilustra qué tan serio era esto de preservar la información. No obstante, hoy las cosas son totalmente opuestas en cuanto a información y conocimiento se refiere. No solo tenemos bibliotecas enteras en todos los idiomas al alcance de un botón, sino muchos de los archivos digitalizados del mundo se encuentran en plataformas digitalizadas que se pueden consultar con una simple suscripción, pero la ignorancia sigue allí impávida y creciendo. Tal vez no sea entonces el poco o basto acceso al conocimiento lo que motiva nuestro yo inquisidor, nuestro yo investigador es una cuestión que está por debatirse.
Pero lo que sí ha proporcionado este acceso ilimitado a la información, es un poder de comando y control por parte del ciudadano común. Unos ejemplos claros de este fenómeno los presentó Marc Prensky[8] en el año 2004 a través de su ensayo titulado “La muerte del comando y el control” sus argumentos son básicamente tres:
Los cambios sin precedente en el campo de la tecnología que hemos visto en los últimos 30 años han llevado a un nuevo patrón de pensamiento, especialmente entre la gente joven, quienes son los que más usan esta tecnología, la extensión y magnitud de estos cambios son todavía subvalorados. 2. Lo anterior ha llevado a cambios en el comportamiento de la gente joven, los cuales han sido apreciados de forma individual, pero no los hemos logrado entender en su totalidad y 3. Estos cambios están creando, y continuarán haciéndolo, importantes transformaciones en nuestra sociedad. Los ejemplos de estos cambios que presenta el autor de este ensayo, tienen que ver con la forma en que las grandes organizaciones del sector empresarial, organizaciones gubernamentales y militares tienen, o más bien han tenido que acoplarse, a un nuevo orden de liderazgo que cambió con la revolución tecnológica del internet y las redes sociales. En este nuevo orden la operación logística, el liderazgo y administración gubernamental, pasaron de ser de arriba hacia bajo, si pensamos en organizaciones piramidales, para transformarlas desde abajo hacia arriba; Por tanto los líderes son cada vez más influenciados por aquellos a los que lideran. Lo que se podría denominar una verdadera democratización de todas las organizaciones. Los clientes, para el caso de las empresas, los electores para el caso de los políticos o las mismas unidades militares para el caso de los ejércitos, como lo demostrado en las primeras incursiones a Afganistán, en donde los soldados norteamericanos empezaron a notar fallas en los equipos suministrados por la institución, que no iba de acuerdo a las condiciones climáticas y geográficas del campo de batalla, por lo que se vieron en la necesidad de cambiarlo a través de compras en portales web. Un gesto que pareciera simple pero que ilustra el empoderamiento que los individuos pueden tener a través de los nuevos medios tecnológicos a disposición, y que cambió la forma en que logísticamente se actuaba en el ejército de EE.UU. en lo que respecta a la dotación de equipos de combate.
Un evento de remarcar fueron las protestas anti gobierno que empezaron en Tunisia y se esparcieron por todo Norte de África y el Medio Oriente, conocida como la primavera árabe (2010-2013), en el que las redes sociales jugaron un papel esencial como forma de divulgación, el cual como un efecto cascada terminó por conformar un fenómeno de protesta internacional, en torno a gobiernos abiertamente opresores de las libertades civiles, y dejando como antecedente el poder de las redes sociales y su utilización en la protesta social.
Otro elemento importante de este empoderamiento está representado por las nuevas formas de construcción del conocimiento a través del blogging y las wikis. Elementos digitales que permiten la divulgación y construcción libre individual y conjunta de conocimiento. Pero este mundo virtual tiene muchísimas caras, porque si bien la ciudadanía ha encontrado una forma libre de expresar, informar y relacionarse, con más empoderamiento, es también un mundo donde se puede manipular, desviar la opinión de las masa o diseminar una ideología de odio frente a la diferencia, económica, ideológica o racial. Existe un interesante experimento que se llevó a cabo en La plaza Tahrir la principal de El Cairo, durante las protestas de la población que se reunía en aquella plaza para pedir la renuncia del presidente Hosni Mubarak. El experimento consistió, en que se le solicitó a tres personas con ideas políticas diferentes, un liberal, un conservador, y un moderado, que googlearan en sus teléfonos las palabras Egipto, los resultados probaron la manipulación algorítmica que selecciona la información que recibes y que como consecuencia lo que hace es reafirmar tus prejuicios ideológicos y preconcepciones sociales. Para el conservador los resultados fueron sobre los radicales musulmanes, para el liberal fue la manifestación en la Plaza Tahrir y al moderado los resultados de su búsqueda le mostraban los sitios turísticos más visitados en el valle del Nilo.
Si bien esta manipulación proviene de la interrelación de algoritmos, existe otra la cual provienen de servidores desde donde se manejan miles de cuentas falsas y se promueve información con objetivos específicos para estimular la permanencia o cambio de una opinión sobre determinada situación. De esta forma se explican los casos como el triunfo del NO en la consulta popular respecto a la firma del acuerdo de paz entre el gobierno Santos y las FARC- EP. Proceso en donde a todas luces se implementó una campaña de manipulación de la información dirigida a los diferentes sectores de la sociedad para condicionar su voto.
Cómo explicar entonces el triunfo de políticos con claras ideas retrogradas en torno a las libertades individuales y colectivas como Donald Trump en EE.UU. y Bolsonaro en Brasil; por mencionar solo dos casos en los cuales las redes sociales han jugado un papel fundamental, para la difusión de discursos nacionalistas y odio segregacionista al mejor estilo del nazismo de los años 30.
Aunque la mayoría de nosotros hoy en día tenemos cuentas en facebook, Instagram y Twitter, y sabemos el poder de expresión y comunicación que nos proporcionan día a día, no obstante, también somos testigos de su poder destructor. Curiosamente muchas de estas plataformas han cambiado totalmente el propósito para los cuáles han sido creadas. Si bien facebook se hizo para conectar gente y ampliar redes de amistad, esta se ha convertido en una forma de comunicar lo que actualmente está sucediendo, no ya en tu vida personal sino a nivel político y social en todos los contextos. Twitter se ha convertido en una herramienta de tipo político, en la que los líderes de las naciones expresan sus opiniones y muestran sus logros administrativos, pero a su vez funcionan como un efectivo sistema de control ciudadano. Vemos día a día como ciudadanos reportan los abusos policiales, actos de corrupción, negligencias en el sistema de salud, los cuales, en muchas ocasiones, se convierten en una forma alternativa de periodismo ciudadano, en contraposición al sesgo y falta de imparcialidad de los medios tradicionales.
En Colombia hemos tenido ejemplos de este control social que se ejerce por medio de la publicación de hechos que ocultan o distorsionan los medios de comunicación tradicionales. Todos recordamos el famoso video del coscorrón de Germán Vargas Lleras en medio de su campaña política para la presidencia de la República, que terminó por sepultar su popularidad y cualquier posibilidad de cumplir su sueño presidencial.
Encontramos también funcionarios públicos que emplean las redes sociales para estar más cerca de la ciudadanía, como el caso Rodolfo Hernández en Bucaramanga, quien se ha convertido en el alcalde más popular de Colombia, no solo por su carácter, sino por la forma como utiliza las redes sociales para denunciar y mostrar su lucha contra lo que él llama “las mafias corruptas en el municipio”.
No se podría afirmar entonces que las redes sociales son algo bueno o malo. Si bien las más populares plataformas han sido relacionadas con el fomento de los defectos (pecados) humanos[9] como la pereza-Netflix, ClickDelivery-gula, Linkedln-soberbia, Facebook-vanidad, Twitter-ira, Tinder-lujuria, Instagram-envidia; también son plataformas que son y han sido utilizadas para promover buenas causas, como la expansión de la toma de conciencia frente al calentamiento global por ejemplo. Al final, de lo que se trata es de una cuestión de ética. Cuando decidimos compartir información que construye o destruye, que verificamos o que simplemente esparcimos porque refleja nuestro punto de vista. Hay que recordar que a este último tenemos derecho, porque todos tenemos derecho a tener nuestras propias opiniones, peor a lo que no tenemos derecho es a tener nuestro propios hechos pues estos hacen parte de la realidad.
Si bien esta revolución tecnológica digital ha traído evidentes cambios en la forma como nos relacionamos, en la forma como nos proyectamos hacia los otros y en la forma como concebimos el futuro, habrá que moverse dentro del campo virtual de las redes sociales con la misma precaución que tenemos cuando cruzamos una calle, pues ya por estos días lo virtual en ocasiones es tan real como el golpe del metal contra tu cuerpo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
[1] BARNES, J. A. «Class and Committees in a Norwegian Island Parish.» Hum. Relat., 1954, Vol. VII,
[2] Polisemia: de poli:varios y el griego: σῆμα sêma ‘significado’. 1. f. Ling. Pluralidad de significados de una expresión lingüística. En: Real Academia Española © Todos los derechos reservados
[3] BOTT, Elisabe th. Urban Families: Conjugal Roles and Social Networks. Human Relations. 1955
[4] MITCHELL, J. Clyde: “Orientaciones de los estudios urbanos en África”. En: Michael Banton (comp.): Antropología social de las sociedades complejas. Alianza. Madrid, 1980; pp. 53-81.
[5] PONCE-K IDATZIA, Isabel. MONOGRÁFICO: Redes Sociales – Definición de redes sociales. Pag.2. 2012. http://recursostic.educacion.es/observatorio/web/eu/internet/web-20/1043-redes-sociales?start=1
[6] MOLINA, José Luis y ÁVILA, Javier. Antropología y Redes sociales. España: Universidad Autónoma de Barcelona. 2010.
[7] Teoría inicialmente propuesta en 1929 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en una corta historia llamada Chains (Cadenas).
[8] PRENSKY, Marc. “The death of command and control?” (La muerte del mando y control?). 2004.
[9] HOFFMAN, Reid. Los siete pecados capitales de los medios digitales y las redes sociales. The Wall Street Journal. 2011
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