domingo, 9 de julio de 2017

DE LA CLASE INVERTIDA A LA EDUCACIÓN PATAS ARRIBA

De la clase invertida a la Educación patas arriba


Mg. Daniela Palacio. Buenos Aires, Argentina.

Este artículo, partiendo del concepto de clase invertida, ofrece una breve referencia a distintos estilos de enseñanza y de aprendizaje.

Uno de los debates que se vienen dando en educación es sobre la conveniencia, o no, de estimular el autoaprendizaje a partir de las posibilidades que ofrecen las nuevas TIC. Las preguntas que necesariamente surgen, tienen que ver con sus potencialidades, su eficacia y con el nuevo rol de la escuela y de todos quienes la hacemos.

Cada año, cuando noto que la atención de mis alumnos se debilita, les digo que en cualquier libro de Matemática podrán encontrar el tema que estoy explicando, e incluso un sinfín que ignoro. Pero que la traducción de aquello tiene lugar en clase. Los profesores somos, a mi entender, necesarios traductores del Saber Sabio, como lo llama Chevallard. En esa tarea sabemos qué cuestiones resultan más engorrosas y nos anticiparnos al error para trabajar sobre él. Entonces, ¿cómo conjugar esto con el autoaprendizaje?, ¿debemos optar por un modo de aprendizaje o pueden convivir ambos?, y en ese caso ¿cómo?

Hasta ahora y en general, la enseñanza se da en dos momentos y lugares bien definidos: el primero en clase, donde el docente ofrece el conocimiento, y el segundo en sus casas, donde se pretende que lo asimilen con su aplicación. De este modo, la traducción queda bastante limitada.

El Flipped Learning, o clase invertida como la llamaré en adelante, viene a alterar lugares. Propone que los alumnos se informen en casa, mediante presentaciones visuales elaboradas por sus docentes, para luego en clase practicar, preguntar y discutir sobre aquello. De algún modo, parece dar respuesta al debate actual sobre el autoaprendizaje pero sin desechar la figura del docente, el traductor. Indudablemente el éxito de su aplicación dependerá del contexto, de las características del alumnado, del empleo de otras estrategias, y de la capacidad del profesor para guiar clases que rompen con el modelo tradicional.

Aunque me he animado a implementar la clase invertida recientemente, y sólo en un curso, pude detectar algunas ventajas:
Mayor interés de los alumnos (quizás por lo novedoso del método)
Clases más relajadas: el esquema físico del aula se transforma en un ambiente de trabajo grupal que, incluso, llevamos al patio.
Avance académico de los alumnos más rezagados (según ellos por la posibilidad de acceder a las explicaciones todas las veces que les son necesarias).
Mayor disponibilidad de tiempo para la discusión y el planteo de ejemplos más complejos.
Aumento de la interacción entre pares y con el docente.
Cambio en la percepción del otro: el habitual rezagado ahora es visto como alguien que puede aportar conocimiento.

Paralelamente, y espero que no sea una ilusión, siento que los alumnos están revalorizado su presencia en clase y redescubriendo el verdadero rol del profesor, ese que nos hace traductores de conocimientos.

Ahora bien, tampoco es que debemos ver la clase invertida como el gran hallazgo, ni creerla como el elíxir para la educación. Ya en antaño se pedía a los alumnos leer un tema para debatir en la clase siguiente. Lo que la clase invertida incorpora son las TIC y, con ellas, la posibilidad para el profesor de asistir a sus alumnos en cualquier momento y lugar. Por otra parte, es prematuro asegurar el éxito, el mismo dependerá, domo dije anteriormente, de varios factores.

Si fuese una profesora novata quizás entendería que la enseñanza debe seguir las reglas de un único modelo. La experiencia me ha demostrado que, lejos de eso, la combinación permanente y ajustada a la realidad del contexto es el mejor camino.

En este sentido, puedo mencionar algunas experiencias recientes y los estilos de aprendizaje que allí se dieron:
Aprendizaje basado en proyectos: el eje del proyecto fue Educación Vial. Participamos docentes de inglés, Educación Tecnológica, EDI, Computación y Matemática. Desde esta última, un grupo de alumnos investigó sobre las señales de tránsito y, a partir de la información obtenida, las reprodujeron en material concreto. Necesariamente debieron aplicar definiciones y propiedades de figuras geométricas planas, conocidas o no. Hubo aprendizaje significativo desde el momento en que, resumidamente, debieron echar mano de sus conocimientos previos. Otro grupo elaboró encuestas y realizó un trabajo estadístico completo sobre el nivel de conocimiento de las normas de tránsito. Aprendieron haciendo. Otros prefirieron hacer entrevistas breves, dentro y fuera de la escuela. Estamos aquí frente al aprendizaje kinestésico.
Aprendizaje visual: aprendizajes de este estilo van dirigidos, especialmente, a alumnos que asimilan mejor las explicaciones si van acompañadas, por ejemplo, con diagramas, mapas conceptuales o imágenes. En este sentido, explicar el concepto de límite de una función usando gráficos dinámicos, generados con GeoGebra, me ha dado grandes satisfacciones.

Cualquiera sea el modo de aprendizaje, se enmarcará siempre dentro los lineamientos didácticos acordes. En este sentido, hago referencia a la Etnomatemática, una de las corrientes didácticas que más me atraen. Las posibilidades que el contexto, lo cotidiano, lo cultural, le ofrecen al alumno para que descubra y haga Matemática, son infinitas. Y la idea de abrir el aula para que el aprendizaje tenga lugar en cualquier momento y lugar es una oportunidad que no podemos desperdiciar. Un concurso fotográfico sobre la geometría de las flores, o evaluar la conveniencia de comprar en un supermercado u otro a partir del concepto de porcentaje, son algunas ideas posibles para poner en acción.

Inicié este artículo hablando sobre la clase invertida, para mí una pequeña opción, aunque valiosa, en el campo de la educación. Preferiría hablar de poner la educación patas arriba, donde: el conocimiento circule y sea permeable, el currículo contemple las necesidades actuales, aceptemos que los alumnos nos enseñan, una clase ordenada no sea sinónimo de pupitres en orden y donde llevara al patio no sea lo novedoso.

Finalmente, y más allá de nuestra preferencia didáctica o del modo en que aprenden nuestros alumnos, creo fervientemente, que debemos enseñar con el placer de hacerlo. Sólo así nuestros jóvenes descubrirán el placer de aprender. 

Bibliografía
Chevallard, Y. (2005). La transposición didáctica: del saber sabio al saber enseñado. Buenos Aires: Aique.

Nota: La Comunidad de Educadores para la Cultura Científica es una iniciativa de adhesión libre y gratuita de la OEI a través de IBERCIENCIA. Abiera en julio de 2009, desde 2012 funciona con el decidido apoyo de la Consejería de Economía y Conocimiento de la Junta de Andalucía

http://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/?De-la-clase-invertida-a-la-educacion-patas-arriba

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | JCPenney Coupons