domingo, 18 de junio de 2017

EL IMPERIO ZULÚ, HISTORIA, MITO, LEYENDA E INFLUENCIA EN ÁFRICA DEL SUR

El fantasma zulú


Eduardo Saldaña
El Orden Mundial
Fotograma de la miniserie sobre la vida del legendario líder africano, con las estrellas Henry Cele y Grace Jones. Fuente: Getty Images

El Imperio zulú: ¿una nación que atemorizó a sus vecinos o que resistió la invasión europea? Son cientos las historias que se han narrado sobre Shaka Zulú y sus guerreros. Sin embargo, la Historia la escriben los ganadores, y una buena Historia puede ser la mejor herramienta de dominación. Hoy nos adentramos en pasado zulú para descubrir cómo el mito y la leyenda han influido en la política de África del sur.

“Me parezco a esa gran nube donde retumba el trueno. Nadie puede impedirle hacer lo que quiera. Yo también, cuando miro a los pueblos, los hago temblar”
Shaka Zulú

En el África austral, al este del actual Sudáfrica, encontramos una tierra atípica. Sus prados verdes, las montañas y ríos que la recorren, hicieron pensar en su día a los colonos holandeses que habían encontrado el paraíso terrenal del que hablaban sus sagradas escrituras. Hablamos de lo que se ha conocido comúnmente como Zululandia, la tierra zulú, la actual región de KwaZulu-Natal.

En esta región aún hoy perduran los ecos de un imperio que surgiría en el siglo XIX y marcaría la colonización británica y, más adelante, la historia sudafricana. Sin embargo, ¿qué ha sido de los zulúes? ¿Cómo han influido en la política de la región? Como veremos, en ocasiones la historia se desdibuja, se entremezcla con la política, con el contexto del momento, y termina por ser una herramienta extremadamente útil para los designios de unos pocos. El Imperio zulú no sería una excepción, porque quien cuenta la historia elije la forma de acercarse a ella.

El imperio de Shaka

No podríamos entender la historia del Imperio zulú ni su herencia en la actual política sudafricana sin la figura de su principal líder: Shaka Zulú. La historiografía tradicional ha narrado la maestría de las tropas zulúes en el combate y la capacidad de Shaka para hacer frente al avance europeo. Pese a que muchas de estas historias han terminado por aliñarse con una buena dosis de fantasía y epopeya de resistencia, la realidad es que Shaka es fundamental para la historia zulú.

Como otros líderes y emperadores, fue el hijo marginado, un joven que tuvo que hacer frente a las durezas de los grupos pastoriles al abrigo del clan materno y siendo el paria de la familia de su padre, Senzangakona, una imagen que nos recuerda a otros grandes, como Gengis Kan, Saladino o el mismísimo Julio César, personajes que desarrollaron una capacidad de liderazgo inusual para su tiempo.

Shaka llegaría al poder en 1818 tras la muerte de su padre; el joven nguni recuperaba así su puesto perdido como cabeza del grupo de su progenitor. Sin embargo, no se quedaría ahí: Shaka llevaría a cabo un cambio tan profundo en la estructura sociopolítica de la región que aún hoy es estudiado por admiradores y detractores. Mucho se ha especulado sobre el carácter del individuo y su influencia en el sistema de mando que establecería con su llegada al poder; de lo que no cabe duda es de que él era el dueño y señor de una nueva nación, un pueblo cuyo nombre sonaba como “el tambor de guerra y su fragor, como el agua de la tormenta”: los amazulúes —‘los del cielo’—.

Frontera entre Natal y Zululandia, dividida por los ríos Búfalo y Tugela. Fuente: The British Empire

Shaka pondría la primera piedra del castillo de la nación zulú. Les dio un nombre y posteriormente una razón de ser. Una de las características que se le ha atribuido es la de terminar con las referencias tradicionales de unidad tribal. La idea de tribu fue dinamitada por un ente superior, una colectividad fuera de lo común en una región poblada por pastores.

Pero ¿qué movía a este grupo? Como se ha narrado en los libros de Historia —escritos en su mayoría por británicos—, el Imperio zulú llevó a cabo una expansión admirable en la región. La guerra se convirtió en el eje vertebrador de la sociedad zulú. Todo giraba en torno a la conquista de territorio; era el mecanismo de legitimar el poder real y la existencia del imperio. Esto supuso terminar con otro de los pilares de las sociedades tribales africanas: la familia. Shaka Zulú acabaría con la vinculación del individuo a un núcleo familiar. La reestructuración del grupo se basó en un fin de las tradiciones, como la circuncisión y el matrimonio, para ser sustituidas por el combate. La carrera militar se convirtió en la razón de ser de todos los miembros de la comunidad. Así, una idea tan poderosa como la creación de una familia quedó supeditada a la actuación militar y en muchas ocasiones llegó a ser rechazada por ser una distracción en dicha carrera militar.

La figura de Shaka toma importancia porque es sin duda el personaje más representativo en la historia del Imperio zulú. Pese a que tras él hubo otros reyes, ninguno llegaría a tener la centralidad que Shaka obtuvo durante su mandato. Mucho se ha debatido sobre la verdadera razón que le mantuvo al frente. Algunos argumentan que con el paso de los años se fue configurando una suerte de legislación que daba legitimidad al sistema de gobierno. Sin embargo, en su mayoría coinciden en que la violencia y autoritarismo del carismático líder jugaron un papel troncal en la creación y mantenimiento del sistema.

Grupo de guerreros zulúes. Fuente: The British Library (Flickr)

Para poder entender el impacto que la historia zulú tiene en la actualidad y cómo ha influido en el pasado, tenemos que comprender que la creación del imperio supuso un cambio profundo en las sociedades de la región de Natal. Se llevó a cabo un proceso de inclusión coercitiva que deshumanizó al individuo y lo convirtió en parte de algo superior, de una nación que se expandía y que era encabezada por alguien que no temía a nadie, ni tan siquiera a los europeos recién llegados.

Sin embargo, no es una historia de resistencia la que ha copado la historiografía sobre la cuestión zulú. Lo que Shaka —al igual que sus sucesores— no sospechaba era lo importante que iba a ser su imperio para la legitimación de un proyecto mayor, un sistema de opresión y discriminación que marcaría la historia de la región hasta nuestros días.

Mfecane y la legitimación del colonialismo

Mahatma Gandhi, años después de participar en los enfrentamientos de 1906 como voluntario en Natal, diría que su corazón “siempre estuvo con los zulúes”. Las represiones que el joven Gandhi presenció durante los levantamientos zulúes liderados por el famoso Bambatha son ejemplo de esa resistencia o violencia que se ha atribuido al pueblo zulú.

El pueblo ha estado presente en la historia de la zona sur de África desde la llegada de los europeos. En particular, ha formado parte de la historia de la República de Sudáfrica desde su creación. Pero el elemento que más relevancia ha tenido es la imagen que se ha dado del Imperio zulú en la historia británica.

La construcción de una región y de su historia es algo común en un contexto de dominado y dominante. Normalmente suele ser el que ocupa la segunda posición quien termina por establecer la forma en la que se mira a la realidad. En el caso de lo que fue la Unión Sudafricana y la actual Sudáfrica, la historia que se ha narrado ha favorecido más a unos que a otros.

Grabado de la batalla de Isandlwana, una forma de apreciar cómo la prensa británica representaba a los zulúes. Fuente: Ian Knight

Para entenderlo tenemos que definir uno de los procesos que más importancia ha tenido en la zona: el Mfecane. El Mfecane ha aparecido en la mayoría de las publicaciones, libros y literatura que se han escrito sobre la historia zulú y sobre la llegada de los europeos a la región. Se define como ‘las guerras y disturbios que acompañaron al surgimiento del Imperio zulú’. Pero ¿por qué es tan importante para entender la realidad de esta nación?

Situémonos en contexto: somos un Imperio británico en expansión y un grupo de colonos holandeses que están interesados en encontrar un territorio donde asentarse. Como buenos imperialistas, somos conscientes de nuestra superioridad tecnológica e intelectual y de nuestro deber moral para con las gentes del territorio al que lleguemos. Además, no tenemos ningún interés por profundizar en el contexto de la zona más allá de la idea que nuestra capacidad deductiva, fruto de años de evolución, nos proporcione.

Con este panorama es con el que los británicos se anexionan la República de Natal y fundan la Colonia de Natal. A su llegada, la región sur del continente se encontraba sumida en un caos de migraciones masivas y fuertes conflictos debido a una acumulación de factores, como el cambio climático, la escasez de recursos y cambios en las dinámicas de poder. Sin embargo, en aquel momento lo que se necesitaba era una justificación de la presencia europea en la zona. Como comprenderemos, resultaba muy difícil a principios del siglo XIX explicar al Ministerio Colonial británico que el desorden se producía por las sequías y las relaciones sociopolíticas, además de que no legitimaban la ocupación.

Se necesitaba un contexto propicio para justificar la misión colonizadora europea; había que encontrar un elemento de cohesión entre los europeos de la zona, un objetivo común que les diera esa legitimidad moral que necesitaban, y lo encontraron en el imperio de Shaka Zulú. Este sirvió como explicación de todo lo que estaba ocurriendo, desde las migraciones al abandono de tierras en las partes sur y norte del río Tugela. De este modo, se desarrolló un discurso que explicaba el caos que se habían encontrado en la región con tres razones: la barbarie y violencia del propio Shaka, la política ofensiva y expansionista que regía al Imperio zulú y su responsabilidad en la devastación de África del sur.

En cuestión de 20 años, se había creado una idea general sobre la necesidad de proteger a los demás grupos de la región del acoso y amenaza que los violentos grupos zulúes del norte suponían, una retórica racista basada en la idea de la carga del hombre blanco que dotaba por un lado a los británicos de legitimidad para establecer enclaves y por otro a los afrikáners para ocupar unas tierras que, debido a las presiones zulúes, no pertenecían a nadie.

El discurso fue filtrándose en la literatura e historiografía de la época y creando una imagen irreal del Imperio zulú, convertido en causa y no una de las consecuencias del caos regional. Esta retórica libraba además de cualquier responsabilidad a los europeos: el racismo y el posterior apartheid habían llegado al sur del continente.

De la historia al mito

Durante años la visión principal al abordar la historia zulú simpatizaba con las corrientes historiográficas británicas, con lo que se perpetuaba una idea racista y de legitimación. Sin embargo, en las décadas de los 50 y 60, los movimientos independentistas del continente y el surgimiento de historiadores africanos comenzaron a descolonizar la historia. Se abordó la cuestión zulú desde nuevos paradigmas y enfoques anticoloniales y africanos.

En el caso de la República de Sudáfrica, la nación zulú comenzaría a tener presencia en la política del país durante finales de los 60 y en los años 70. Con el movimiento de oposición al régimen del apartheid surgieron una serie de partidos que representaban a la población negra del país. El Congreso Nacional Africano (CNA) se presentó como un partido panafricanista y articulaba al grueso del movimiento de resistencia. De la rama más joven del CNA surgiría un partido más combativo y centrado en la reivindicación cultural, el Partido de la Libertad Inkatha (conocido por sus siglas en inglés, IFP).

En su origen, se centró en la defensa de los rasgos culturales de las diferentes zonas del noreste del país, sin que la etnia jugara un papel central. Sin embargo, en los años 80 la tensión entre el CNA y los cabecillas del IFP llevaría a una escisión. Es en este momento cuando la historia zulú cobra de nuevo significado en la política del país. El partido comienza a hacer referencia al pasado zulú de muchos de sus miembros, la bandera nacionalista se empieza a enarbolar en los discursos del IFP: la historia se vuelve a instrumentalizar.

Manifestación del IFP. Fuente: IFP

Para entender el éxito que tuvo el movimiento nacionalista zulú en estos años tenemos que ser conscientes de que, en un momento de crisis social y política, la inseguridad predispone al individuo a buscar salidas al desorden. El Inkatha representaba una salida al movimiento hegemónico del CNA, algo más cercano con lo que identificarse; se convierte más en un movimiento político que cultural. De hecho, los rasgos de unidad nacional no son comunes: unos se identifican más en términos lingüísticos y culturales, pero siendo parte de una nación sudafricana mayor; otros, como un grupo que de verdad merece una nación, y algunos mantienen una defensa de la etnicidad como algo que aporta un ejemplo más moral que físico.

Además del interés que los propios líderes del IFP tenían en fomentar este nacionalismo como método de presión para que se los tuviera en cuenta en las negociaciones políticas, los nacionalistas afrikáners también se sirvieron de ello. Viendo que el CNA obtenía cada vez más apoyos, los líderes blancos, siguiendo la política de “Divide y vencerás”, apoyaron a los dirigentes del IFP en su campaña nacionalista. Sin embargo, cerca de las negociaciones de 1994, el CNA aceptó incluir al IFP en las negociaciones. Así, el movimiento nacionalista zulú perdería su fuerza a finales de la década de los 90 y principios del nuevo milenio.

La leyenda

Actualmente el Inkatha continúa siendo un partido importante dentro de la República de Sudáfrica, en especial en las regiones de ascendencia zulú y nguni. La crisis por la que pasa el Gobierno de Zuma ha hecho que se recuperen discursos nacionalistas que recuerdan a los de hace décadas. La historia zulú ha sido y seguirá siendo utilizada por muchos como una herramienta muy útil para alcanzar sus objetivos. El sentimiento de desarraigo político y de frustración con el proyecto de liberación del apartheid hace que los partidos nacionalistas adquieran fuerza en la arena política de la actual Sudáfrica.

Muchos advierten de la dificultad que hay a la hora de investigar el pasado zulú, pero es aún más complejo intentar deducir cuál será su futuro. Además, la riqueza de su historia hace que sea fácil de utilizar en un discurso político, bien admirando su resistencia y representándolos como liberadores o tildándolos de bárbaros y opresores. Al igual que ha pasado en otras ocasiones, la historia es tantas veces contada que se convierte en mito, y ese mito sigue su camino hasta llegar a ser leyenda. ¿Seguirá la leyenda de Shaka y su imperio viva en África del sur?

The African bricks (Shaka Zulu), de Charis Tsevis. Fuente: Flickr

Para ampliar: 

http://elordenmundial.com/2017/06/13/el-fantasma-zulu/

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