miércoles, 22 de febrero de 2012

VENCER EL MIEDO A LAS MATEMÁTICAS

Cómo vencer el miedo a las matemáticas


Pocas asignaturas son víctima de tantos prejuicios y concepciones erradas al mismo grado que las matemáticas. Niños y jóvenes suelen estar poco interesados en el desarrollo de su destreza matemática y en algunos casos sienten temor cuando presienten que la hora de esta clase se acerca. 

Es claro que algunas personas tienen un talento especial para esta materia y a otros les cuesta mayor trabajo entender los conceptos e ideas; sin embargo, las matemáticas están en todo y en todos, acercarse a ellas...

puede ser una experiencia apasionante y cautivadora, incluso cuando nunca se llegue a niveles avanzados de entendimiento.

En nuestra mente, la idea de lo que me gusta y para lo que soy bueno está estrechamente relacionada; cuesta trabajo romper este molde y llegar a pensar que algo para lo que no somos buenos nos pueda atraer de tal forma que queramos comprenderlo. Un buen ejemplo es la música, muchos de nosotros disfrutamos escuchando diferentes melodías, sin que podamos leer un pentagrama o diferenciar la afinación de los tonos, aprendizaje para el que se necesitan destrezas especiales con las que no todos contamos; sin embargo, esto no nos detiene ante la idea de escuchar la música que nos gusta y disfrutarla. 

Este mismo caso bien puede ser el de las matemáticas, el hecho de que solo pocos estudiantes nazcan con o desarrollen talentos especiales en esta ciencia no quiere decir que los demás niños o jóvenes no puedan aprender a apreciarla. 

Creando el ambiente

La discusión acerca de la enseñanza matemática ha girado en torno de diversas aproximaciones a la didáctica con que se busca educar. A lo largo de los últimos años se han propuesto variados modelos y metodologías para lograr que los estudiantes mejoren su proceso cognitivo en esta área; los maestros inician sus cursos llenos de buenas ideas y deseosos de encontrar un grupo receptivo, pero lo cierto es que muchas de estas buenas intenciones se quedan en el papel debido a fallas en la administración del salón de clase. 

Más allá de teorías avanzadas y discusiones que siguen abiertas sobre cómo y cuándo enseñar qué cuando de matemáticas se habla, nuestra intención es armarlo con algunas ideas sobre cómo mejorar el ambiente de su salón de clase, para que la enseñanza de las matemáticas se vuelva más amena y adquiera cada día más adeptos. 

Poniendo orden

La correlación entre los logros académicos y la forma como el maestro logre manejar el salón de clase es definitiva. Cuando los estudiantes muestran problemas de actitud, disciplina y disposición esto se ve traducido inmediatamente en un bajo nivel académico. 

En respuesta a estos problemas, los docentes empiezan a invertir gran parte de su tiempo en pensar estrategias para resolverlos, como notas a los padres, horas de detención, trabajos extra, entre otros, en lugar de enfocarse en cómo llegar a comunicarse de manera efectiva con sus estudiantes. Ante esta dificultad, hemos encontrado tres aspectos que le ayudarán a mejorar el ambiente de su clase y pondrá a sus estudiantes en la disposición de aprender: motivación, claridad y participación. 

Aumentando la motivación

Uno de los requisitos esenciales para que cualquier clase, no sólo la de matemáticas, tenga éxito y cumpla los objetivos trazados en cuanto al aprendizaje es que los estudiantes estén motivados. 

La motivación no es sinónimo de inspiración, por lo que sentarse a esperar que los alumnos encuentren su motivación no es el camino a seguir. En enseñanza, la forma como el maestro administre su salón de clases, solucione problemas de atención y disciplina, establezca un sistema para que todos mantengan informados sobre lo que está sucediendo y para dónde se dirige la clase, entre otras cosas, es tan importante como encontrar la metodología adecuada para educar sobre una materia específica. 

Para comenzar, administrar un salón de clase no se trata de elaborar sistemas de recompensas y castigos, esto desvía el sentido de responsabilidad del estudiante sobre su propio proceso de aprendizaje hacia una necesidad de no meterse en problemas. El alumno termina rindiendo en la asignatura por un deseo de no ser castigado más que por la sencilla curiosidad de aprender, o bien se acostumbra a que cada vez que hace algo bien debe recibir algo a cambio. Estas formas de incentivar a los estudiantes tienen efectos en el corto plazo, pero luego crean patrones de comportamiento que pueden dañar el desarrollo integral de los individuos. 

Lograr motivar a los estudiantes se trata de incluirlos activamente en todos los aspectos de las lecciones; esto demanda del maestro una visión proactiva antes que reactiva de cómo comunicarse y relacionarse con los alumnos, puesto que su labor es prever posibles conflictos y dificultades que puedan surgir durante el aprendizaje, de manera que siempre haya una estrategia para lograr incluir a todos y cada uno de los estudiantes, teniendo en cuenta sus particularidades. 

La pregunta que surge ahora es cómo lograr esta participación activa cuando los estudiantes demuestran que el tema les aburre o no les interesa. El aburrimiento es una de las principales causas por las que los estudiantes pierden el interés por las matemáticas. El aburrimiento lleva a la falta de atención y ésta finalmente logra que los alumnos no entiendan lo que se está explicando. Si nos detenemos en estos tres pasos nos damos cuenta de que el problema no es la capacidad de aprendizaje de los estudiantes, tampoco que lo que se diga sea incomprensible, sencillamente debemos presentar los temas de forma tal que niños y jóvenes entiendan que es algo que les concierne y que los rodea, motivarlos. 

Una de las formas más efectivas de motivar a la clase sobre los temas que se están desarrollando es hacer conexiones entre estos y el contexto en que los estudiantes viven o el por qué es un asunto importante para sus vidas. En el caso de las matemáticas, busque la forma de que los alumnos puedan relacionar los conceptos matemáticos con otras disciplinas que a ellos les parezcan más divertidas, como la danza, la música, el dibujo, el arte, etc. Inicie el desarrollo del tema con esta aproximación a la matemática vista desde otra disciplina y luego aterrice todo los conceptos matemáticos allí presentes, de esta forma la falta de atención se atenuará en un gran porcentaje y para cuando los alumnos deban enfrentar operaciones y problemas sentirán que las ideas no son tan abstractas. 

En este tipo de lección la premisa es lograr que los estudiantes “deseen” aprender, luego el aprendizaje fluirá. 

Limite la confusión

Una gran fuente de frustración ante las matemáticas es sin duda la confusión. Niños, jóvenes y por supuesto también adultos perdemos el ánimo cuando nos enfrentamos a algo que no entendemos, no sabemos cómo funciona, no sabemos dónde lo podemos ver en funcionamiento y tampoco sabemos qué viene a continuación. Es allí cuando llegan los problemas de atención y disciplina, cuando decidimos desconectarnos del todo pues nos sentimos perdidos. 

Previendo este problema, los docentes deben estar preparados para anticipar la indisciplina y la falta de atención y aclarar cualquier duda o confusión que tengan los alumnos antes de seguir adelante con el tema; para lograrlo, además de contar con herramientas adecuadas para la evaluación de logros y crear espacios donde los estudiantes sepan que pueden hacer preguntas y aclarar dudas de todo tipo, la consistencia será el valor a trabajar con el fin de avanzar con claridad y seguridad. 

Los estudiantes aman las sorpresas, pero en la clase de matemáticas, en general, le temen a no saber qué está pasando, qué se está viendo en la clase y hacia dónde se dirige la lección, aún cuando no han entendido nada de lo explicado. Es importante que los alumnos sepan el objetivo de cada lección y, como se habló anteriormente, se les motive para que “deseen” aprender sobre el tema. Cuando el maestro se plantea un objetivo claro y lo comunica a los estudiantes, esto les da confianza en el proceso de aprendizaje y los hace sentirse incluidos, ya no se trata de lo que el profesor viene a decir, sino de lo que todos queremos aprender. 

Por otro lado, aunque parezca un lugar común y resulte sorprendente, no todos los maestros se toman el tiempo para cerciorarse de que los alumnos han entendido. Lanzar la pregunta al aire no basta, las probabilidades de que un estudiante levante su mano para decir que no ha entendido nada aún cuando parece que todos sus compañeros lo hicieron son muy pocas. En estos casos lo ideal es pasar a evaluar, pero como no siempre existe el tiempo para hacerlo se puede realizar un último ejercicio de manera grupal, en la que usted pregunte al azar a diferentes estudiantes los pasos a seguir para la resolución del ejercicio o problema en cuestión; trate de hacer el mayor número de preguntas posibles, desde elementales hasta capciosas. 

Otro caso en el que es necesario verificar si todos los estudiantes han entendido es cuando se trata de seguir instrucciones. Pida a uno o dos estudiantes que repitan las direcciones que usted acaba de dar, de esta forma usted tiene la oportunidad de corregir malas interpretaciones y quienes no hayan entendido podrán repasar las instrucciones. 

Cuestión de paciencia

Muchos docentes se angustian al no obtener resultados rápidos con sus metodologías e inician procesos de reestructuración de inmediato. Deseosos de observar resultados rápidos en sus alumnos, detienen el proceso de enseñanza y de paso cambian las reglas de juego para los estudiantes, lo que se traduce en pérdida de tiempo y desorden. Este error común, conocido como dejar primar la visión de corto plazo del asunto, luego genera el dilema de querer, de nuevo y sin lograrlo, resultados inmediatos de los estudiantes, es decir, todo se convierte en una cadena de intentos fallidos. 

La respuesta se encuentra en mantener la visión de largo plazo. Toda idea necesita tiempo para crecer: educar en un área requiere paciencia y tiempo, al igual que cuando se cultiva una semilla y se espera que germine. Cada vez que sienta que algo no anda bien en su clase porque no se están viendo los resultados esperados, avance hacia el siguiente escalón y mantenga su meta de largo plazo en la mira. 

Por ejemplo, cuando se atraviesa por la enseñanza de las tablas de multiplicar, el deseo de padres y maestros es que los niños memoricen las tablas de la misma forma que ellos lo hicieron, seguramente rápido y sin problemas; sin embargo, una vez se plantea la meta de que la clase aprenda las tablas en una semana, es probable que el docente se dé cuenta de que necesitará más tiempo. A pesar de todas las motivaciones y diferentes ayudas didácticas, los niños parecen tener problemas con el aprendizaje de las tablas, así que es hora de tomar cartas en el asunto pero sin perder de vista la meta de largo plazo, que es que los niños aprendan, entiendan y sean capaces de responder preguntas en las que se les presentan multiplicaciones sencillas. Más que saber de memoria las tablas, lo importante es que los alumnos entiendan qué es lo que pasa al multiplicar los números, que internalicen el concepto. 

En estos casos la perseverancia, constancia y disciplina del maestro logrará derribar cualquier obstáculo que separe a los estudiantes de la meta final. 

Más participación

Como parte de cualquier plan de clase exitoso, todo maestro debe conocer diversas formas de lograr aumentar la participación en clase de los estudiantes. La adecuada administración del salón de clases y la participación de los alumnos están conectadas en una relación inversamente proporcional. Entre más estudiantes se encuentren participando en clase activa y constructivamente, menores problemas de disciplina tendrá el maestro. De hecho, la meta de toda lección de clase es lograr el 100% de participación por parte de los alumnos. 

Suena imposible, pero existen algunas estrategias que pueden ponerse en práctica para acercarse a esta meta. Primero que todo, mantenga en mente que la buena participación en clase no se traduce simplemente en número de manos levantadas. 

Dos modelos para lograr que los estudiantes participen son conocidos como “todos escriben” y “compara y comparte”. Por ejemplo, en lugar de lanzar una pregunta y esperar que el mismo número de estudiantes levante su mano, plantee la pregunta y diga a los alumnos que todos tienen tres minutos para escribir una respuesta. Pasados los tres minutos, indique a la clase que cuentan con cinco minutos para comparar sus respuestas y compartirlas con los demás. 

De esta forma, unas pocas manos levantadas se convierten en una actividad donde todos los alumnos estructuraron su opinión y la compartieron con la clase. 

El papel del material didáctico

En las últimas décadas han surgido variadas opciones de material didáctico para la enseñanza de las matemáticas, algunas con más éxito que otras; sin embargo, dentro de las opciones con que se cuenta los vídeos no han cumplido un papel tan preponderante como en otras disciplinas. Las posibilidades que brinda este medio son múltiples, más teniendo en cuenta que los estudiantes con que se trabaja ahora han crecido viendo televisión y estimulados visual y auditivamente de muchas formas. El reto entonces es usar los videos correctamente. 

Muchos profesores prefieren mostrar los vídeos al final, como estrategia para mantener la expectativa de los estudiantes hasta el último momento; no obstante, en general se logra el efecto contrario, los niños pierden de entrada el interés. La mejor manera de sacar provecho del vídeo como instrumento motivante es usarlo de entrada para captar la atención de la clase y crear curiosidad y preguntas acerca del tema. 

Para terminar, aquí tenemos algunas acciones para tener en cuenta a la hora de enfrentar su próxima lección de matemáticas o de cualquier área:

• Motive a sus estudiantes a aprender
• Mantenga a los alumnos enfocados en sus deberes
• Use el tiempo de clase efectivamente para maximizar el aprendizaje
• Mantenga a los alumnos difíciles bajo control para evitar que haya desorden en las clases
• Trate de incluir a todos los estudiantes, sin excepción, en todas sus lecciones
• Ayude a construir y mejorar el autoestima de los estudiantes
• Mejore la comprensión de lectura
• Tenga siempre lista una buena estrategia para manejar casos de alumnos que le falten al respecto; no deje que estos incidentes lo tomen por sorpresa y su reacción no sea la adecuada
• Trate de que todas sus estrategias de enseñanza estén centradas en los estudiantes
• Use estrategias y técnicas para el manejo de problemas emocionales y de comportamiento en los alumnos
• Maneje un mapa curricular que guíe su camino durante todo el año curricular

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