El libro titulado “Hacia la Independencia: Derechos, multitudes y revolución”, una investigación del profesor Ricardo Sánchez Ángel
“El debate sobre los sucesos y proyecciones de la revolución de independencia en nuestra América mantiene su plena vigencia. No es un pasado muerto, sino en permanente recuperación e integración al presente y en despliegue sobre el porvenir de nuestros países. De ahí que resulte necesario explorar la singularidad del proceso, que fue ampliamente contradictorio y con evaluaciones diversas”.
Alberto Ramos Garbiras1
Los españoles alteraron el mundo precolombino. Vapulearon y aculturaron a la mayoría de las comunidades agrarias; unas etnias dispersas y otras articuladas en formas más avanzadas como los Mayas, los Aztecas, los Chibchas y los Incas. Los desestructuraron gradualmente imponiéndoles un feudalismo trasplantado y la servidumbre con peonazgo indígena. Al extinguirlos, aminorarlos y reducirlos, los españoles para encontrar mano de obra sustituta empezaron la cacería de población africana, revivieron el esclavismo que era un modo de producción superado desde la caída del imperio romano; traficaron con africanos (como los ingleses y portugueses lo hicieron también), e implantaron el esclavismo en América superponiéndolo o imbricándolo de manera combinada con el feudalismo, de esa manera las técnicas agrícolas también fueron híbridas.
El libro titulado “Hacia la Independencia: Derechos, multitudes y revolución”, una investigación del profesor Ricardo Sánchez Ángel, será editado en pocos días, es la nueva obra de un historiador y consagrado escritor, que con el grupo de investigación Filosofía y Teoría Jurídica Contemporánea, de la Universidad Libre, ha logrado concebir esta extraordinaria visión de la independencia. Una compilación de varias investigaciones sobre temas atinentes, realizadas en diferentes momentos, cohesionadas ahora frente a la independencia y formación del Estado-republicano. Esos momentos históricos le dan contexto y fuerza a la unidad temática.
El autor al iniciar la presentación nos plantea una reflexión respecto a la dualidad que pueda darse en el manejo de los conceptos de guerra de independencia y de revolución. La categoría de guerra de independencia dentro de las clasificaciones de la guerra se explica porque se trata de buscar el corte o la ruptura con la dominación extranjera que sostiene su poder por la ocupación y opresión permanente de un territorio abusivamente incorporado. Mientras la revolución es un proceso de enfrentamiento interno en un país donde se enfrentan el ejercito institucional y la guerrilla encarnando la insurrección; un levantamiento en armas para desconocer los abusos del derecho, la extralimitación de la autoridad y las injusticias acumuladas. Este choque entre un ejército regular-formalizado y sostenido por todos los contribuyentes, contra un ejército irregular, busca cambiar el Estado de Derecho y las condiciones económicas de un país. Para llegar a ello se han agotado los intentos de reforma y las maneras de reclamación. El producto es un nuevo Estado resultado de la guerra. Pero todo se hace internamente. Más sin embrago en el caso de la guerra de independencia, un proceso largo, un choque de intereses con ánimo de cambio total, y de necesaria expulsión de los invasores formalizados con el tiempo imponiendo el derecho externo amoldándolo al territorio dominado, podemos ver en nuestra independencia, al mismo tiempo, los rasgos de una verdadera revolución por el cambio de sistema y la continuidad de la vida bajo otros ropajes, dentro del mismo territorio, pero sin la coyunda externa.
Expresé en un análisis titulado, “Desajustes entre la Constitución de Cúcuta y la Constitución de Angostura”, que, dentro del discurso de Angostura, Bolívar, trazó las líneas que deberían seguirse para la redacción de la Constitución, la primera: se necesitaba un Estado Centralizado para evitar las desarticulaciones del federalismo y las debilidades ante el enemigo externo.
Ante la fatal experiencia federalista con los gobiernos de las provincias en el periodo posterior al grito de independencia (1810 – 1815), sus juntas tripartitas, sus luchas armadas intestinas y sus constituciones pre/republicanas, habiéndose perdido un tiempo vital para lograr la independencia real aprovechando que el Rey Fernando VII estaba preso por Napoleón y los españoles ocupados enfrentando a los soldados franceses, la etapa conocida como patria boba; se expusieron, se debilitaron y sobrevino la reconquista y el exterminio; se dividieron entre republicanos y monarquistas, entre federalistas y centralistas, marcados unos como autonomistas y otros como independentistas, se enfrascaron en discusiones bizantinas y perdieron el tiempo.
Entre los antecedentes más cercanos a la guerra de independencia, los hechos y eventos que influyeron para crear el clima propicio para el levantamiento popular, se pueden mencionar, el movimiento de los comuneros; la traducción y difusión de los derechos del hombre; la invasión de Napoleón a España, el apresamiento del Rey y la subsiguiente guerra de liberación que facilitó nuestros gritos de independencia, actas y juntas de separación; la experiencia adversa de las provincias federales que desgastaron a patriotas, mestizos, criollos y a las multitudes que se confrontaron, porque la represión posterior de Morillo y los españoles que vinieron a retomar el poder, sirvió para una mejor organización de cara a las batallas definitivas; la expedición de un constitucionalismo prorrepublicano como ensayo para la construcción jurídica del Estado.
Nos dice el autor, Ricardo Sánchez, al empezar las conclusiones que, “El debate sobre los sucesos y proyecciones de la revolución de independencia en nuestra América mantiene su plena vigencia. No es un pasado muerto, sino en permanente recuperación e integración al presente y en despliegue sobre el porvenir de nuestros países. De ahí que resulte necesario explorar la singularidad del proceso, que fue ampliamente contradictorio y con evaluaciones diversas”.
Las conclusiones del libro conforman un opúsculo dentro del libro, o un ensayo adicional a la investigación porque en ellas el autor teoriza sobre cada uno de los aspectos trascendentales que influyeron para llegar a la independencia, y facilita la comprensión de la obra. Teoriza con frases envolventes el asunto de la esclavitud, de la influencia comunera como antecedente emancipador, sobre la Constitución de Cádiz, destaca redactada en medio de la ocupación napoleónica y de una guerra de independencia de nuestros invasores que se vieron ocupados, estando el Rey preso, los liberales afrancesados redactaron una carta monárquico-constitucional para reformar el Estado y dar un paso hacia la república, etc.
Sobre la influencia de la Constitución de Cádiz, este nuevo libro de Ricardo Sánchez, basándose en las investigaciones de Carlos Marx sobre el tema, nos afirma que la técnica de Marx fue el análisis de los contextos internacionales y los ciclos debidamente periodizados de los procesos nacionales. Y afirma sin tapujos que la Constitución es una expresión del campo de lucha porque allí se debatió lo que estaba pasando ante la ocupación francesa, la necesaria reforma y modernización del Estado monárquico para darle los tintes constitucionales con los límites al poder, los reyes habían capitulado y los pueblos de la España decimonónica se levantaron en insurrecciones. Con la Constitución de Bayona, Napoleón trasladó e injerto lo que había hecho en Francia. Napoleón suprimió privilegios de la iglesia, llevó el ateísmo francés; y las costumbres y leyes antiguas españolas, las combatió con conceptos racionales.
Ricardo Sánchez, citando a Cacciatore y Scocozza, sobre la importancia de la Carta de Jamaica, resalta la dimensión continental que le dio Bolívar a la guerra de independencia. La Carta de Jamaica contiene reflexiones acerca de una teoría sobre la emancipación colonial. Hizo aportes a la teoría de la ilustración. Esa Carta fue un ejercicio de puro liberalismo aplicado: resistencia a la opresión, bases del nacionalismo, acceso a los cargos públicos, defensa de los derechos naturales dados por Dios y la naturaleza, y el quiebre al principio de adhesión porque las arbitrariedades excesivas llevaban a la desobediencia.
El asunto de la esclavitud que sufrieron los sometidos por el nulo reconocimiento de los derechos naturales, aún no se habían difundido los derechos humanos, e inclusive ante la tardanza e incumplimiento para empezar la manumisión, enunciada por Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, y burlada en la constitución de Cúcuta de 1821, treinta años después los terratenientes van a impulsar una guerra civil al lado de la iglesia y el partido conservador. Este es un pasaje muy nefasto de nuestra historia porque ya ad-portas de obtener la libertad, se van a presentar mascaradas como la ley de partos, o la normativa que se permitirían importaciones de personas solo para el servicio doméstico, boquete que dejó la ley de 1821. Aquí constatamos que no es conveniente la doble función de un Congreso constituyente y al mismo tiempo obrar como Congreso ordinario, expidiendo leyes.
Y de cómo se burlaron los esclavistas del tratado de navegación y comercio con Inglaterra pues eludieron las inspecciones para poder seguir traficando esclavos. El mismo señor Mosquera, agente de comercio exterior en Londres, era solapadamente partidario de mantener las formas de la esclavitud. Otra dilación que fraguaron los terratenientes para no liberar a tiempo fue la creación retorcida de las indemnizaciones a los propietarios por los libertos que se entregaban y hasta crearon Juntas de Manumisión para evaluar o cuantificar los montos.
1 Abogado de la Universidad Santiago de Cali (USC); especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; magister en ciencia política de la Universidad Javeriana, PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España.Edición 814 –
Semana del 25 de febrero al 3 de marzo de 2023
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